Decires empolvados

Hace unos días, una amistad me hizo un señalamiento respecto de mi forma de expresión. Utilicé una palabra bastante coloquial, "chorcha" que, a juicio suyo, era más empleada por las abuelas que por nuestra generación de casi medio siglo y cuantimás de las menores. "Tu hablar suena viejo". No lo dijo así, pero lo dio a entender.

Las palabras existen para ser usadas. La razón por que caen en desuso no es un asunto de moda, aunque así se piense que es. El desuso viene como consecuencia de la reducción del léxico, o sea del vocabulario heredado y adoptado por el hablante, como también por el recambio, es decir, el rescate de palabras dejadas en el olvido para decirlas con nuevas pronunciaciones y hasta nuevos significados. Tiene que ver más con las circunstancias culturales que con el gusto individual. Dicha resta viene de una doble elección: herencias culturales o individuales aparte, uno escoge las palabras que más le acomodan a su entendimiento, gusto o costumbre y al del círculo social en que se desenvuelve y su nivel de conocimiento y utilidad prácticos; uno elige el grado de ignorancia, es decir, uno elige ignorar lo que le incomoda o aisla.

De esta doble elección deriva la selección del público, de la gente con quien uno puede tener o dejar de tener contacto.

Tener uno más o menos palabras en el haber lingüístico personal no le hace a uno mejor ni peor que el resto de los hombres, aunque sí dota de una más amplia y variada gama de “armas” para argumentar el diálogo alrededor de lo que uno cree, descubre, inventa, es. No obstante, la creencia parece ser la contraria.

Si, por una parte la abundancia de palabras en nuestro idioma castellano, aunada a su historia y ,derivada de la misma, la riqueza y complejidad de sus estructuras gramaticales y de construcción lo hace uno de los lenguajes más deliciosos y arduos de aprender, por otro lado el desdén que los hispanohablantes tenemos por nuestra misma lengua nos vuelve unos ingratos con nuestra naturaleza y mina y menoscaba  nuestras posibilidades y capacidades expresivas.
El comunicador cuidadoso... Aún más, el hablante cortés y perspicaz procura una de dos opciones: expresar su sentir y su pensamiento de forma tal que sea asequible para cualquiera, o hacerlo de tal manera que sólo unos cuantos comprendan su decir.

Examina los párrafos que llevamos arriba, amigo lector. Estoy seguro que varias palabras no forman, o eso crees, parte de tu vocabulario. Digo, “eso crees” porque en realidad ahí están, en tu ADN cultural, latentes en las páginas de la enciclopedia guardada en tu memoria gracias a una larga evolución y a una, no por menos larga menos importante, civilización. Almacenadas a la espera de que las despiertes de su letargo por medio del simple acto de decirlas o leerlas.
Vuelve a esos párrafos y copia o subraya esas palabras. Quizá subrayaste entre ellas la palabra “chorcha” que detonó este artículo. Te pregunto, si la hubiera sustituido por una palabra más “usual” como “barullo” o por la frase “un conjunto de gente divertida”, o por “relajo” o “desmadre”, ¿te habría sido más cercano el significado del texto? Es muy posible, pero entonces yo te habría limitado la posibilidad de asimilar y, por qué no, aprender y aprehender juntos una palabra nueva capaz de enriquecer el acervo (que no acerbo) de recursos lingüísticos con  que podrías expresarte en el futuro inmediato, aún más que el mediato. Ponerte incluso un ejemplo ante propios y extraños, como a veces nos parecen las jóvenes generaciones, ya en la academia, ya en la propia casa. Habría limitado la posibilidad de existencia de una manera de “pintar” un comportamiento, un objeto, un concepto, un sentimiento, una situación, hasta una manera de entender la existencia.

Sí, somos lo que somos en buena medida por el diccionario que empleamos. Hay quienes usan la Biblia o la Constitución como fuente de ideas o para corregir lo elemental; hay quienes se basan fundamentalmente en los carteles publicitarios, en lo impreso en los periódicos y revistas para algo más que formar opinión y hay quienes, más modernos o posmodernos, se atrincheran en la información que circula por redes sociales, sitios web o simplemente en lo que dice la gente.

¡CONDONES COSQUILLUDOS!

En las semanas recientes se ha publicado en la televisión mexicana un anuncio bastante... No quiero caer en adjetivaciones que mermen la seriedad de los artículos que suelo escribir, pero seguramente más de uno de nuestros estimados lectores encontrará el calificativo más ad hoc luego del presente examen.
El anuncio publicitario promueve la línea de condones M Force y si bien en términos generales no aporta nada nuevo a la forma de publicitar estos productos, su promesa básica sí que es original, pero no por creativa sino por adolecer de creatividad.
Creatividad no sólo significa hacer cosas "locas", novedosas, fuera de lo común... La creatividad primordialmente es un conjunto de estrategias que varía de individuo a individuo, de organización a organización y cuya finalidad es la resolución de un problema mediante la vía más efectiva y eficiente, aun si esto supone salir de los caminos de la ortodoxia. Ahora, incluso salir de los caminos del "sentido común" implica conocimiento de causa. No es válido actuar por impulso ignorante al momento de solucionar un problema.
Crear una frase "pegadora", contundente pues, en publicidad es un problema. No basta con juntar palabras más o menos llamativas o próximas a la idea para provocar la intención de compra en el consumidor. Cada palabra, cada imagen, cada signo de puntuación o cualesquiera otros elementos expresivos deben ser ponderados al elegirlos para construir el discurso publicitario.
En el anuncio mencionado la frase central dice:
Condones M Force texturizados;
igual de seguros, pero cosquilludos

Es claro que aquí he hecho un poco de corrección de estilo al incluir los signos de puntuación, pues en el original el redactor o el diseñador (hay diseñadores que se las dan de redactores y viceversa) los omitió olímpicamente. No obstante, ¿qué hace más ruido? ¿Alguna vez ha visto usted un condón riéndose o estremeciéndose a consecuencia de las cosquillas que desatan el tacto lingual o el digital, o el roce de la ropa o de la piel?
Si usted lo ha visto, entonces ¡corra a alguna institución dedicada a la investigación de lo sobrenatural y repórtelo de inmediato! Ese condón, quizá no es un condón sino un ser de otro mundo, muy susceptible.
Susceptible: sinónimo de cosquilloso, sensible, quisquilloso, puntilloso, minucioso, detallista, chinchorrero, meticuloso, cascarrabias, chinche, delicado, molesto, fastidioso, cosquilludo.
Si muchos publicistas y periodistas colegas míos, aquí y allá tuvieran a bien ceder a la curiosidad o el trabajo de abrir diccionarios, manuales de etimologías y similares antes de escribir, no dirían barbaridades.
La clave está en el sufijo "-udo", es decir la terminación de la palabra. Ese sufijo de origen latino (forma original: "-tudo"; castellanizado: "-udo", "-oso") es una partícula (morfema derivativo o desinencia dirán los lingüistas y semióticos) que convierte el sustantivo "cosquilla" en un adjetivo derivado a partir de una cualidad asociada al objeto. Es decir, una cosa que tiene cosquilla, concomio, hormigueo, escalofrío, picor, picazón, estremecimiento es cosquilluda. De igual modo, una cosa que tiene cornamenta es cornuda.
Desde este punto de vista uno se pregunta qué clase de producto es un condón que tiene picor. ¿Acaso uno al que se le ha untado jugo de chile (dicho sin doble sentido)? Yo no quisiera ser la vagina de una mujer expuesta a semejante producto.
Pero, seamos condescendientes, como suele ocurrir con el consumidor siempre noble y más inteligente por lo general de lo que piensa el publicista promedio, y deduzcamos que el autor de semejante frase, a partir del resumen del fabricante acerca de las cualidades y efectos esperados quiso decir o proponer a la imaginación general, la idea de un condón que por obra y gracia de la textura con que está hecho suscita hormigueo en la anatomía femenina, propiciando un placer más aguzado; lo que envuelve a dicho condón en un concepto más incitante que al resto de los existentes en el mercado. Bien, concedamos al error la gracia del sobreentendimiento. No deja de ser un error y, no por gramatical, despreciable. Quizá hubiera sido mejor usar otro sufijo para señalar que el producto es un agente productor de estremecimiento en la mujer.
Retomemos la idea y redactémosla de otras formas más precisas, correctas y contundentes, respetando las cualidades que se quieren destacar, es decir la seguridad del artículo profiláctico y la efectividad en la generación de cosquillas. Opciones hay muchas como se verá.
Condón M Force texturizado:
seguramente estremecedor

Condón M Force texturizado.
Seguro la estremeces

Estremécela seguro con M Force texturizado

¡Ni cosquillas! Con M Force texturizado ¡seguro!

¿Cosquilluda? M Force texturizado seguro la sensibiliza

¡Sensible! M Force seguro y hace cosquillas
Unas son frases muy directas, hasta simplistas, otras apelan al juego de los sentidos. Ahí les dejamos estas aportaciones de tarea. Si el anunciante se interesa, recuerde que existe VETA Creativa, puede recurrir a nosotros para obtener cuidado en sus mensajes. O si simplemente usted amigo lector, publicista, periodista o no, quiere que examinemos críticamente algún anuncio o lo corrijamos, háganoslo llegar; felices lo haremos y juntos habremos de divertirnos.

CHIDO ONE

Una amistad en Facebook me hizo una observación en un comentario luego de que yo empleara el vocablo "Nop" para responder a un apunte suyo. Dijo como un extrañamiento: "una persona culta no las usa".

Bien, ahora aquí respondo que todo lo contrario, una persona culta cuenta con una variedad suficiente de léxico no sólo en su idioma, sino de los extranjerismos que forman en un momento parte de la expresión. Si fuera lo contrario, Rubén Darío no habría creado el modernismo que tuvo como principal característica el cosmopolitismo en la expresión, tomando del inglés, el francés y el alemán todo lo necesario para complementar su poesía, ni Ezra Pound habría escrito sus maravillosos poemas con frases extraídas del chino y escritas en chino, ni... En fin, hay tantos ejemplos, incluso del empleo de dialectos como el nahua, el maya. La cultura implica ampliación de horizontes, no reduccionismo especialista. Así, digo yep a la libertad expresiva y niet al puritanismo lingüístico. Como siempre digo, para romper las normas, hay que conocerlas primero. Y como el lenguaje es dinámico...

Un ejemplo de nuestro propio idioma: hoy muchas personas emplean el mexicanismo "chido", barbarismo surgido en los años ochenta como una deformación del más antiguo "chilo" que decían los abuelos y tatarabuelos (generalmente en el argot más populachero). Este probablemente se derivó de algún pochismo introducido o por los pachucos en los años cuarenta o por la moda “Inn” característica de los jóvenes de “La Ola” en la segunda mitad de los cincuentas y los sesentas; quizá del inglés “chill” verbo con el significado de estremecerse por alegría o entusiasmo que al forzarse en su conjugación al español daría: “¡Caray, esta morra chila (estremece)!”, por ejemplo. Al castellanizarse pasó a chila, chilo, aplicando la ley etimológica del sonido Yod, se transformó en el actual “chido”, “chida”. Otro posible origen, en la misma idea, es que puede derivar del slang inglés “shill” (cómplice del embustero, fulero, fullero o fanfarrón). La primera partiría de un verbo “chill” (estremecer), mientras que la segunda lo haría de un sustantivo. La deformación por uso sería la misma, aunque el uso distinto, la frase de ejemplo podría ser: “¡Caray, chila morra!” (muchacha cómplice del hablante o un tercero).

Y las teclas callaron

Cartón: José Antonio Almazán
El lugar donde me encuentro sentado justo al momento de escribir esto resume el encuentro de dos épocas.

Mientras redacto sobre el teclado de mi laptop, observa, al lado, silenciosa, una máquina de escribir eléctrica. Llega la secretaria de la notaría y, dejando de capturar los datos básicos con que elabora la escritura del momento sobre el machote guardado en su computadora de escritorio, se da a la tarea de llenar formularios para preparar los trámites requeridos por las instituciones de gobierno y así dar curso al registro de dicha escritura en el Registro Público de la Propiedad.

Es verdad que muchos trámites ya se hacen de manera digital, electrónicamente, en línea, a través de bancos o mediante la página web respectiva, pero todavía hay algunas secretarias, funcionarios menores, oficinas que no se adaptan a la modernidad y prefieren emplear el método tradicional aunque fastidioso de llenar formularios con copias al carbón.

Es verdad que esto puede hacerse desde la computadora también con ayuda de una impresora de matriz de puntos o, sin usar el papel carbón, con la impresora láser o de inyección de tinta, siempre y cuando se empleen los formularios elaborados en formato PDF, HTML o XML, o con salidas sencillas producidas con ayuda de bases da datos, procesadores de palabras o softwares más especializados. Pero en esencia el procedimiento es el mismo: una hoja de papel se introduce en una prensa que transfiere el texto formado de un soporte virtual, dígase la cabeza del escritor o la memoria en la CPU, a otro más físico y palpable; y, en el proceso, el silencio de las palabras y los signos cobra vida en la forma de golpeteos mecánicos, zumbidos, rugidos, siseos, campaneos, equivalentes a un romántico diálogo entre el tacto de la mente y la sensualidad de la invención, un intercambio de caricias entre lo humano y lo inhumano.

Cada signo acertado o errado equivale a un guiño del papel, a un beso metafórico capaz de transformar la blancura de la conciencia de quien escribe, en un primer instante, y de quien será el destinatario del texto expuesto a la luz y a los ojos. Sujeto a la interpretación del lector futuro, un texto como el que ahora sigue tu mirada, respira por gracia del metal y la madera, vibra tal vez por virtud de la electricidad que acciona el motor de la creatividad o eriza los pelos de la memoria.


Quienes tuvimos oportunidad de experimentar el acto de trazar ideas en y con máquina de escribir, la reciente noticia de que la última fábrica de estos instrumentos ha cerrado definitivamente nos mueve, podemos decirlo, a un peculiar duelo.

La pérdida anunciada, la larga agonía de una herramienta que servía de extensión del pensamiento y ahora es sustituida por la computadora u ordenador, es ocasión para que los dedos y los oídos y los ojos experimenten una rara nostalgia. Si bien, al dar paso la antigualla a pppppppppppppppppppppppppppppppp pppppppppppppp   pppppppppppp ppppppppppp pppppppppppp ppppppppppppppppppp ppppppppppppppppppppppppppppppppppppppp   ppppppppppppppppppppppppppppppp ppppppppppppp   ppppppppppppppppppppppppppppppppp

CÁPSULAS DEL DOCTOR IFE 1

En los tiempos electorales que, podemos decir, hasta cierto punto nos aquejan y que ya merito arrancan oficialmente, tendremos que irnos dosificando las cucharadas de declaraciones, promesas, reconcomios, vanaglorias, vituperios, indicios, fabricaciones y demás formas narrativas de la profesión política puesta en movimiento de campaña. Por eso, el médico de la tolerancia y la paciencia ha recetado de vez en vez tragar algunos chochos y grageas como las que a partir de ahora comenzaremos a anotar con más o menos regular frecuencia a modo de tratamiento para la hemorragia de promesas ocasionada por la agresiva cepa de virus CA2012 (Candidatos 2012). Esperamos que los efectos secundarios no estropeen el estómago de más de un lector o lectora.

Mujeres aspirantes a más poder y a poder más.
Gobernador Enrique Peña Nieto e Isabel Rojas Icaza, diputada local
(Fuente: Agencia MVT) La diputada local y notario público con licencia, Isabel Rojas de Icaza, aseguró que uno de sus mayores anhelos es poder seguir apoyando a las mujeres y, en su momento, se presentarán las propuestas de lo que se quiere hacer, desde luego sin abandonar a la mujer que es una prioridad desde hace muchos años.

"Me llena de felicidad que sean más mujeres que hombres las que se hayan venido a registrar como aspirantes a diputadas federales, y esta es un gran sorpresa para muchos", indicó.
Con respecto al trabajo realizado sobre el tema de equidad y género, dijo que es una lucha importante y el objetivo principal es atender las mujeres que se encuentran todavía en desventaja, "pero se buscará tener esa equidad tan anhelada y se va a lograr con el apoyo el partido", dijo.

Finalmente, Rojas de Icaza, quien es de las enlistadas para competir por una diputación federal, opinó que siempre, desde la trinchera que la corresponda estar y que la asigne su partido, trabajará en favor de la mujer.



LA VOZ DE PEDRO PUEBLO O LA MOSCA EN LA OREJA

Ya pasaron las fiestas decembrinas, ya hace rato que terminó el largo puente de Guadalumpen-Reyes, ya estoy escribiendo estas líneas tras festejar mi cumpleaños como la celebración constitucionalista que debería ser y me doy cuenta que la embriaguez político-electoral apenas comienza.

Por alguna extraña razón hoy me he acordado de un mentor como fue el valiente periodista Paco Huerta, fallecido, como mi madre, hacia fines de enero, pero de 2005. Inventor del periodismo ciudadano del que hoy se cuelgan tantos con ayuda de celulares, ipads, y demás artilugios y adminículos electrónicos y digitales. Fue esa forma de periodismo una suerte de anatema político, surgido en una época cuando sólo unos pocos se atrevían a confrontar al sistema político mexicano, con los hechos como pelos de la burra en la mano y exponiéndolos en el papel periódico o detrás de un micrófono de alguna estación de radio.


Contemporáneo del hoy occiso Manuel Buendía (nunca mejor empleada la palabra occiso), a Paco Huerta tuve ocasión de conocerlo junto con algunos colegas y amigos en 1987, en la XEW donde nos impartió una plática larga con verdadero carácter de cátedra sobre la evolución del periodismo radiofónico. Su estilo narrarivo, ameno, no obstante preocupado y fustigador nos tuvo cautivados por alrededor de dos horas y media a la veintena de jóvenes estudiantes de comunicación y periodismo que, a la sazón, cursábamos el taller de producción, guionismo y locución radiofónica creado por don Raúl del Campo Jr. (q.p.d.), productor de decenas de programas y radionovelas que dejaron huella en el público entre los años 1950 a 1990, y hacedor de estrellas.

Recuerdo la vivacidad de su mirada, la perspicacia que asomaba en su ceño, y la emotividad con que abordó la forma como "inventó" el periodismo ciudadano al abrir los micrófonos a la gente, al ciudadano común, para que denunciaran el ama de casa, el chofer de taxi, el obrero, etc., las arbitrariedades de funcionarios menores y encumbrados del gobierno, de las delegaciones, de las autoridades, de los jueces en la impartición de justicia, las omisiones groseras, la discriminación de que solían (y aún) ser objeto los individuos cuando se ven en la necesidad de recurrir a la burocracia para poner un mínimo de orden en su vida cotidiana, para ganar unos centavos, para desempeñarse conforme a derecho y cumpliendo con las obligaciones normativas.

Paco Huerta armó un equipo de abogados, principalmente, y otros especialistas como médicos, psicólogos, y un largo etcétera que, lejos de quedarse en la opinión o exponer temas como contenidos enciclopédicos puestos en el  efímero espacio del paréntesis del entretenimiento y cuales recetas de autoayuda, tal como ocurre en otros programas que llevan el formato de revista miscelánea; lejos de quedarse en ilustrar, decía, asesoraban de voz y en acto a los ciudadanos que, ya fuera vía telefónica o acudiendo a la cabina de radio, presentaban sus casos, sus documentos, evidencias y pruebas relativas a sus quejas y dificultades.

Abrir las páginas, los micrófonos y las cámaras a los ciudadanos siempre ha sido imcómodo para los intereses creados y los gobiernos que se conniven con ellos, incluso los de los propios medios de comunicación. Algunos medios que han incursionado en ese experimento lo han hecho no sin poner ciertas reservas, aún hoy cuando la Internet y las redes sociales han abierto el grifo de manera hasta desaforada. Y es que eso es tanto como abrir cámaras y micrófonos a las pequeñas parcelas de realidad que cada cual cultiva más allá de las groseras llanuras feudales de quienes detentan el poder real en una sociedad.

Por este atrevimiento, Paco Huerta fue víctima en varias ocasiones de diversos atentados en contra de su vida, ya fuera envenenándole, provocándole accidentes, asaltos. Vivió muchos años amenazado de muerte, vigilado, pero él nunca se amilanó. Abrió el paréntesis para la denuncia ciudadana y, para enojo de autoridades y criminales, no lo cerró y ese fue quizá su mejor legado. Pues en una sociedad cambiante, en constante evolución aunque no lo parezca, como lo es la mexicana, que la transición democrática desde el período del presidente Vicente Fox haya abrazado, así sea cual mero paliativo al principio, la oportunidad de abrir un canal oficial para la denuncia ciudadana es un gran logro, podemos decir, de la revolución. Pero de la revolución mediática.

En fechas más recientes, en medio de una guerra fratricida como es la que tiene abierto el necesario frente que abrió el gobierno del presidente Felipe Calderón contra el lacerante y excecrable crimen organizado, la denuncia ciudadana ha tomado una relevancia sin precedentes. Pero... (siempre hay un pero, ojalá fuera manzano, por lo menos el pecado nos sabría más dulce), ocurre que de la misma manera ha abierto el paréntesis de la suspicacia y la venganza, razón por la cual las autoridades y los funcionarios encargados de la procuración de justicia han tomado con cierto cuidado las acusaciones, en su mayoría anónimas, por aquello del no te entumas, porque cada vez hay que tomar con pinzas las acusaciones y señalamientos. Si de por sí ya era grave que los ministerios públicos armaran al talachazo los expedientes incurriendo muchas veces en acusaciones infundadas que hoy tienen refundidos en el tambo por decenas de años a auténticos inocentes, como para que ahora también por que al vecino o la chismosa o la amante despechada le surja una leve sospecha agarre el auricular y anónimamente denuncie a éste o aquél.

La denuncia ciudadana es un gran avance, ni duda cabe, que viene a apuntalar a nuestro sistema de justicia, pero también es una grave responsabilidad que no debe ser tomada a la ligera, porque puede embriagar y embotar a la verdad. Más vale ponerla entre Paréntesis para, de ese modo, mantenerla a buen resguardo y en cierto margen. Aún siendo lícita, no lo es en cambio señalar a diestra y sinietra la mosca, ni "fabricar" evidencias que la muestren volando en televisión o zumbando en la radio.

SOLICITAN LICENCIA DIPUTADOS MEXIQUENSES

Enrique Peña Nieto, ex gobernador del Estado de México
e Isabel Rojas de Icaza, diputada por Atizapán
y aspirante a la presidencia municipal.
La comisión permanente de la Cámara de Diputados mexiquense aprobó por unanimidad otorgar a 10 diputados del PRI licencias temporales por 24 días, a partir del 6 de febrero, para que puedan competir por puestos de elección popular en los próximos comicios.

La lista de aspirantes la encabeza el diputado José Manzur, quien sustituyó a Ernesto Nemer tras haber sido éste nombrado como secretario General de Gobierno. Los otros ennumerados son Noé Barrueta Barón, Isidro Moreno Arceaga, Darío Zacarías Capuchino, Cristina Ruiz, Martha Angón Paz, Isabel Rojas de Icaza, Guillermo Calderón León, Pablo Basáñez García y Fernando Zamora Morales.

Anteriormente ya se habían autorizado las correspondientes licencias a los alcaldes de Cuautitlán Izcalli, Cuautitlán-México, Tultitlán, Teoloyucan, Coacalco, Chalco, Nezahualcóyotl, Toluca, y Texcoco, además de Metepec, entre otros, con la misma finalidad.

Dip. Pablo Basáñez García
Cabe añadir que, de acuerdo con fuente fidedigna, por lo que respecta a la diputada por Atizapán, Isabel Rojas de Icaza, hacia finales del 2011 el ex gobernador Enrique Peña Nieto la había considerado para competir por una diputación federal, sobre todo considerando su trayectoria reciente y los logros obtenidos. No obstante el interés hacia semejante cargo de la misma diputada, tomando en cuenta la vulnerabilidad del PRI en ciertos municipios del Estado de México, ella misma solicitó por escrito no ser promovida a una diputación federal y en cambio sí ser incluida como aspirante a la alcaldía municipal de Atizapán. Dada su cercanía con el ex gobernador y hoy precandidato presidencial del PRI, no faltan quienes piensan que es la mejor candidata para ese puesto de elección popular, pues por su trayectoria personal y profesional es quien más puede asegurar el triunfo del PRI en ese importante municipio.

Por otra parte, la diputada por Naucalpan de Juárez, Cristina Ruiz, es señalada como la más probable sucesora de la actual edil Azucena Olivares, mientras Pablo Basáñez García aspira a la presidencia municipal de Tlalnepantla.

INCORREGIBLE ENRAIZA EN EL HUMOR

Recientemente he leído un artículo debido a la pluma del escritor mexicano Antonio Andrade. El artículo se intitula México con M de Mateo. Ha llamado mi atención, además de su contenido en general, un juego de palabras que emplea y que me motivan al análisis sin más afán que el de pulir el uso adecuado de nuestro hermoso idioma castellano, no desde una perspectiva purista pero tampoco desde un enfoque permisivo.

En un fragmento del texto el autor apunta:

Atrincherado desde mi teclado, esta noche apelo a mi derecho ciudadano de exigirle a todo aquel que se presuma funcionario público, -burócratas de baratillo, perrada partidista, políticos hechos y cuasi derechos, candidatos, pre-candidatos y anexas- que le baje YA de morrales a sus acostumbrados procederes cotidianos, porque no es posible que a placeres y sabiendas, continúen teniendo así a nuestra nación.

Y este bajarle de hojaldre a sus costumbres que hoy les exijo no responde a un bellaco capricho literario y mucho menos a un lapsus chilangus incorregíbilus, responde simple y llanamente a que México –ese que se disponen a continuar ordeñando-, a partir de esta tarde es la nación de mi Mateo.

Aportaciones al calce, no con ganas de enchinchar sino más bien para el breviario cultural y a modo de corrección de estilo. Donde dice "incorregíbilus" debería decir "incorregívolo". Explico.

Incorregible es adjetivo, las normas etimológicas (no gramaticales) de derivación de vocablos establecen que para formar adjetivos de adjetivos es necesario anejar los sufijos correspondientes. En este caso, incorregible + -ulus (lat.), con significado de cualidad de, y que pasa al castellano como -volo, ejemplo, "malévolo" (cualidad de malvado). Los sufijos latinos -ilis (relación, conformidad, semejanza) y -bilis (capacidad, posibilidad) tienen la función de formar adjetivos pero a partir de verbos, así es un desatino construir incorregibili en tanto acto semejante a incorregir o con capacidad de incorregir. Por lo tanto, lo preferible sería incorregívolo o "incorregíbulus" para señalar la cualidad de incorregible, esto conforme al contexto de la línea y el párrafo. El uso correcto de una derivación así no afecta la intencionalidad de divertimento y ocurrencia que pretende el autor con la frase "lapsus chilangus incorregíbulus" (como si fuera una descripción tomada de "El Correcaminos".


La segunda nota... Más adelante del mismo artículo, donde dice "ansían enraizarse a esta patria" debería decir "en esta patria", toda vez que la preposición "a" denota dirección mientras la preposición "en" indica ubicación. Así, los árboles enraizan en tierra fértil y las personas echan raíces en un sitio donde morar. Los árboles no echan raíces como si las aventaran hacia algún lado o dirección, ni los seres humanos tiran raíces a menos que sea a modo de desperdicios, por ejemplo. Claro que nuestro idioma es tan rico y dinámico que cuando uno pasa del juego de las denotaciones al de las connotaciones, casi todo puede ser posible.

Todos Coludos o Todos Rabones (2)


En marzo de 2009 publiqué este artículo en otro espacio que tenía. Hoy, ante los errores de Enrique Peña Nieto, pre candidato del PRI a la presidencia de la República, y el reciente aumento al salario mínimo, me parece que sigue siendo oportuna la idea central de este texto que publico de nuevo tal cual, en el entendido que la ley mencionada se aprobó para efectos exclusivos de los funcionarios públicos. Es claro que propugnar por una Reforma laboral (urgente) no puede dejar de lado este tema.

En estos días está discutiéndose en el Congreso mexicano la creación de una ley que fije el techo de los salarios que podrían percibir los funcionarios públicos en el futuro. El techo inicial, conforme a lo propuesto por el presidente Felipe Calderón, es que nadie gane más que el jefe inmediato y menos que el presidente de la República.

La propuesta, si bien es buena en principio, en espíritu, no deja de ser una medida populista tomada ni más ni menos que de las promesas de campaña que Andrés Manuel López Obrador hizo efectivas desde que tomó posesión para el gobierno del Distrito Federal. Él fue el primero en reducirse el sueldo y ahora el presidente Calderón hace lo suyo. Pero ninguno de los dos llevó el acto más allá de las consecuencias que personalmente están dispuestos a pagar. En lo político, el costo es más alto.

Los senadores y diputados han comprendido que esta medida tiene gran arrastre entre la opinión pública y, ahora, conscientes de su nefanda imagen pública, quieren jugar con la misma pelota. Falta ver si los subalternos de las distintas dependencias del orden de gobierno estarán dispuestos también a participar en el juego. Definitivamente, en estricto sentido, ante esta iniciativa lo que los distintos actores deben tomar en cuenta es que si se quiere actuar con orientación social, o todos coludos o todos rabones.


¡Y la perinola, girando!
El verdadero problema de la pobreza en México radica en la mala distribución de la riqueza. No lo digo yo, lo destacan personalidades tan relevantes como la OCDE, cuyo presidente José Ángel Gurría, ex secretario de Hacienda de México, ha señalado que de no tomarse las medidas pertinentes, la inequitativa distribución de la riqueza en México y otros países del mundo podría representar serios dolores de cabeza para la estabilidad, nacional, regional y mundial.

La ley que ahora se quiere conformar de entrada es maniquea, pero podría dejar de serlo si, en vez de acotar el tema de los salarios máximos al ámbito de la función pública, lo extendiera a toda la economía. Claro que hacerlo supondría una discusión más álgida y un trabajo harto complejo, pero podría resultar en una base más realista para comenzar las tan anheladas reformas del estado, fiscal, energética y laboral. Sería imperdonable que los congresistas engendraren un esperpento legislativo como tantos otros cuyo único destino serían las páginas de los diarios.

Por principio de cuentas, una adecuada ley sobre el tenor, para ser coherente y en verdad atacar de raíz lo que se pretende terminar, debería ser incluyente. Nada de sólo abarcar en la iniciativa únicamente a los funcionarios públicos, tanto en puestos políticos como en puestos técnico-administrativos. También debería meterse en la canasta a la iniciativa privada.

El espíritu de la actual propuesta es noble, lo entendemos. Busca entre otras cosas erradicar de tajo las oportunidades y prácticas nocivas que actualmente ofrecen los emolumentos y prestaciones a funcionarios menores y mayores, pues si bien es verdad que hubo un tiempo que ganaban míseros pesos y ello prohijaba la corrupción, está probado que con todas las canonjías obtenidas tras cacareadas luchas sindicales, la corrupción y la mendacidad de nuestros funcionarios públicos no es menor sino, por el contrario, hasta ha resultado en el escenario precioso para la connivencia con, ni más ni menos, que con la iniciativa privada, con la que finalmente logró igualarse en parte.

Como sea arriba, que sea abajo
Digo "en parte", porque también es cierto que la disparidad existente entre los sueldos públicos y privados sigue siendo notable. Entre las mismas empresas privadas y al interior de muchas de ellas, los tabuladores, lejos de ser justos, son una clara muestra de la vergonzosa distribución de la riqueza.

La ley, para ser en verdad útil, más que partir de buenas intenciones y propósitos político-partidarios, debería sustentarse en un estudio concienzudo, técnico, capaz de formular un modelo matemático sobre el cual se construya un tabulador nacional donde mínimos y máximos de sueldos estuvieran ajustados a una curva (generalmente logarítmica o geométrica), y en la que las distintas formas de empleo pudieren ser agrupadas de manera homologada y congruente con las necesidades de la población. Adicionalmente, dicho modelo requeriría de versiones ajustadas conforme a las variables principales para la asignación de salarios: edad, escolaridad, antigüedad, habilidad, responsabilidad.

Un tabulador nacional traería orden, disciplina, flexibilidad, certidumbre; propiciaría la homogeneidad, la nivelación, y eliminaría los extremos y los excesos de la discrecionalidad sin regla. Dos ejemplos: Es inverosímil, pero sucede, que personas con edades de 40 terminen jubilándose y sumándose a las cada vez más largas filas de pensionados (y esto no solo lo menciono respecto del problema de pensiones que afecta a trabajadores del IMSS y el ISSSTE). Y también resulta discriminatorio que las contrataciones de personal pongan límites y obstáculos al derecho al trabajo argumentando topes de edad o género, por ejemplo. Ciertamente las descripciones de puesto son importantes tanto en la iniciativa privada como en el gobierno, y cumplen con la función de definir las características deseables de la persona a ocupar una posición laboral, pero muchas veces no se corresponden los ideales con la oferta real del mercado laboral o los perfiles poblacionales.

Un tabulador incidiría positivamente en la construcción del servicio social de carrera, en el establecimiento de escalafones más claros, tanto para la iniciativa privada como para la función pública.

Piedra de toque
Una ley sobre salarios máximos no se entiende sin la ley de salarios mínimos. Ambas deben ir de la mano y no hacer distinciones ni discriminaciones, por ejemplo, so pretexto de diferencias regionales. Es más deberían ser una misma y hacer homogéneo el salario de los mexicanos. ¡Ya basta de salarios de primera, segunda y tercera!

Los dineros de la federación requieren ser equitativa y no sólo proporcionalmente entregados a los estados, como las utilidades de los negocios son repartidas equitativa y proporcionalmente a los trabajadores de la iniciativa privada. Los premios y bonos deben ganarse a pulso, sobre la base del cumplimiento de objetivos, sobre la base de la productividad. Lo que aplica para un obrero en una fábrica, no hay razón por qué no deba aplicarse también al empleado gubernamental y viceversa. Si resulta grosero mencionar lo que gana hoy un magistrado de la nación, no lo es menos reconocer lo grotesco de los altísimos sueldos de muchos deportistas y artistas. No se trata de demeritar los esfuerzos y capacidades de unos sobre otros, pero a los ojos de la utilidad social, tan necesario e importante es un albañil como un delantero de la selección nacional.

Si un gobernador, por su nivel de responsabilidad obtiene un salario alto, pero menor que el del presidente, no puede, no es lógico, que gane más que el gobernador vecino. O todos coludos o todos rabones.

Póngase un techo al salario máximo de la cabeza de una empresa privada afincada en México y que éste sea menor que el del Presidente de la República y equivalente al de la superestructura gubernamental. ¿Y si aún sobra? ¡Que se distribuya hacia los niveles inferiores y lateralmente! ¡Que se emplee reinvirtiéndose en investigación y desarrollo, en ciencia y tecnología, en educación y capacitación, en seguridad social e infraestructura! Que no se anegue como agua de tinaco derramada y estancada en la azotea de la high society. O todos hijos o todos entenados.

Una ley semejante, que abarcase a todos, sería más justa y daría más certeza. Deberá ir junto con la ley laboral y sustentar cualesquiera reformas fiscales. Y estas podrían resolverse cada año y no estar sujetas a torpes enmiendas cada vez que los diputados se dan cuenta de sus omisiones por ignorancia o estupidez. Además sentaría los principios para erradicar algunos de los argumentos actuales de la discriminación laboral como lo son ahora la edad, la capacidad, el género, la etnia o la escolaridad.

LA PEÑA SOCRÁTICA

Nadie está exento de dar traspiés, cometer gazapos, pifias, omisiones involuntarias por descuido o ignorancia. De esa manera es fácil justificar que personalidades como el pre-candidato del PRI a la presidencia de México incurriera en el tropezón del fin de semana pasado, cuando confundió nombres de autores y libros durante la presentación de su ópera prima recién publicada México, la gran Esperanza. El acontecimiento hizo un paréntesis informativo tal que algunas notas pasaron momentáneamente a segundo plano, para dar pie al solaz y el esparcimiento del público a costillas del político ex gobernador del Estado de México y de los que le siguieron, no precisamente la corriente, sino incurriendo en los mismos errores incluso a sabiendas y habiéndole criticado mordazmente. El bulling cibernético en pleno.

La experiencia permite reflexionar entre Paréntesis a la luz del ejemplo del gran filósofo griego Sócrates y su relación con la política.


Sócrates rechazó la política; de hecho tuvo problemas con ella. En un primer tiempo, los oligarcas estuvieron contra él, después los demócratas. Sus acusadores, que le condenaron a muerte, eran demócratas. La acusación, en parte, fue una acusación política en contra de un aristócrata que, a ojos de los demócratas debía ser castigado, peor que por sus ideas, por ser quien era. Aunque tuvo muchos problemas con la política y con los políticos, nunca promovió que fuera abolida. Antes de ser asesinado, amigos del sabio quisieron ayudarle a fugarse de la cárcel, pero él se negó a hacerlo porque observaba las leyes, a las que siempre consideró que podían y debían ser criticadas, pero nunca violadas; si acaso, en el supuesto de que una ley fuese injusta, a ojos de Sócrates era preferible luchar en la empresa de modificarla en pro del bien común en vez de  desobedecerla. La gente de Atenas pensó que se había deshecho de Sócrates matándole, pero en verdad, para realmente deshacerse de él, tendría que haberle matado de forma "filosófica", vencerle con palabras. Sus adversasrios quisieron asustar al pensador, pero consiguieron lo contrario.

O sea, léase entre Paréntesis esta luminosa verdad de Perogrullo: en política, cualquiera que sea el país, pero nuestro interés se centra en México, los adversarios o son asesinados materialmente o ideológicamente. Si el primer método es deleznable y terrible, el segundo no lo es menos, porque supone el acotamiento de las posibilidades que se ofrecen a un pueblo o determinado grupo para elegir en beneficio del interés común (el senador Manlio Fabio Beltrones sabe algo de eso.)

¡Péguele al negro!
Desde que se presumía que Enrique Peña Nieto podría ser el candidato del PRI a la presidencia de la República en 2012, los adversarios enfilaron las baterías para, como se dice coloquialmente, pegarle al negro. Ahora que está registrado como pre candidato de dicho instituto para el efecto, el golpeteo no se ha hecho esperar, por arriba, por abajo, por enmedio y desde adentro. La respuesta institucional ha sido la de cerrar filas y dar una cara de unidad e integración, más allá de las naturales diferencias internas que pudiera haber entre individuos o grupos que conforman al partido. Toda proporción guardada, el box contra la sombra de Andrés Manuel López Obrador hace seis años, fue simple entrenamiento comparado contra lo que podremos atestiguar en las candentes campañas que nos esperan y, como bien apuntan personalidades como Denisse Dresser, las preguntas que deberíamos de elaborar como sociedad a quienes nos representan tendrían que apuntar al planteamiento de soluciones que sanen las llagas que nos molestan y causan escozor. Soluciones realmente aplicables, funcionales, no meros paliativos surgidos de vacuas promesas de campaña o populistas compromisos firmados ante notario público.

De la solidez de la propuesta institucional detrás y en el basamento de la candidatura de Enrique Peña Nieto depende que este se sostenga en las preferencias o caiga frente a sus contrincantes.

Si su función acordada fuese la de servir de punching bag, parapetando al verdadero candidato (ningún "Juanito") que aún podría registrarse conforme a los tiempos previos al comienzo de las camapañas formales (algo difícil por la premura, pero no imposible), bastante ingrata resultaría para su persona, pero equivaldría, toda proporción guardada, a una apología socrática en pro de las formas y las leyes capaces de blindar al aspirante a presidente de México; una cruel estrategia distractiva para asegurar el acceso al poder.

Si, en cambio, Peña Nieto soporta la andanada de ataques como bergantín en medio de la tormenta y logra cruzar los arrecifes con el mínimo de daños, podría pensarse que su triunfante llegada a puerto estaría no nada más asegurada sino muy fortalecida. Significaría, aparte, la consolidación más de un proyecto institucional que de uno estrictamente personal. El futuro del presidencialismo mexicano apunta a un presidencialismo parlamentario y es momento de colocar la piedra de toque sobre la cual construir el altar desde el cual gobiernen las instituciones, en vez del trono desde el que dicten hombres solos y aislados en su vanagloria, o burocracias anquilosadas en los intereses de la cerrazón oligárquica, o una plutocracia avara y misántropa. Y esto aplica a derecha y a izquierda.

La cicuta está servida y es cosa de poner entre paréntesis la reciedumbre moral, legal, política, institucional. Pues las respuestas políticas no son nada más asunto de acceso al conocimiento, de demostrar la cultura general, de pureza de ánimo, sino además y de modo principal de transparencia y humildad: reconocer que no se sabe nada, que no se nace sabiendo, no hace al individuo ni peor ni mejor, pero le hace más humano. Las advertencias del presidente Felipe Calderón Hinojosa sobre el afán cómplice del narcotráfico por extender su telaraña por debajo de las mesas que sostendrán las urnas no es gratuito, ni obedece exclusivamente a una preocupación o señalamientos de índole local. El riesgo es latente y preocupante desde hace muchos años, tantos como el instante mismo del asesinato de Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo de 1994. Así, la inquina sin fundamento ya sea en contra de un candidato u otro, en vez de abonar a la construcción de una "democracia sustantiva", lo hace en favor de una desintegración social alimentada por el miedo.

A eso apuesta el crimen organizado: al miedo de la población. A que el miedo de la población sea tal que incida en sus decisiones políticas y la lleve a no beber la cicuta a despecho del orden y la ley. Mientras en medio del paréntesis los políticos y sus detractores se dan de cubetazos, lo mejor que podemos hacer los ciudadanos es guardar la calma en la medida de lo posible y enfatizarles que el interés común no es el de unos cuantos, sino el de todos: Mexico; y en la proporción de nuestro descontento unir nuestras voces para construir un gigantesco paréntesis a modo de barrera que defienda mucho más que el egoismo personal o la soberanía: nuestra tranquilidad como Nación.

Alrededor de la Fe

En fecha reciente leí en cierto periódico un anuncio-invitación a la conferencia “El gran acontecimiento guadalupano” a ser impartida por el P. Canónigo Dr.  Eduardo Chávez Sánchez. La invitación en sí no tiene nada de particular, excepto por una afirmación que, por decir lo menos, me parece escandalosa por ofensiva en su ignorante soberbia.
A la letra, tras explicar sucintamente en escasas tres líneas la importancia de la aparición mariana y considerar que “ahí está comprendido tanto el pasado como el futuro de México y de toda la humanidad”, termina apuntando la siguiente falacia: “Es por eso que el nombre de Guadalupe significa el Ombligo de la Humanidad”.
Mi intención con esta misiva no es entrar en un debate académico. No es el medio para ello. En todo caso es hacer un señalamiento, conminando a los lectores, creyentes o no, a la precisión.
Seguro más de uno ha leído o por lo menos escuchado aquella máxima atribuida a Carlos Marx: “La religión es el opio de los pueblos”. Ideologías y credos aparte, es una máxima que encierra una gran verdad, pues no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y desafortunadamente aquí y en China las religiones nos dan aún más que motivos para equilibrar nuestro ser, pretextos para no ser (filosóficamente hablando).
Virgen de Guadalupe,
Extremadura, España
La precisión que se impone es esta: el nombre Guadalupe no significa y jamás ha significado como apunta el texto citado “el Ombligo de la Humanidad”. Es un vocablo de origen indoeuropeo, más exactamente árabe-latín que combina las palabras “Guada” y “Lupe”, que significan respectivamente “Río o Corriente de Agua” y “Lobos”. Así, recurriendo estrictamente a la etimología, Guadalupe, contra lo que se quiera creer, significa “Río de Lobos” del mismo modo que Guadalquivir significa “Río de piedras o pedregoso”. El nombre dado a la virgen, entonces, y seguro el canónigo conferencista lo aclarará en su momento, tiene una raigambre profundamente hispana y no, como muchos quieren, insisto, creer, nahua o mexica.
Ahora bien, del nombre y sus denotaciones a las connotaciones que cualquiera puede dar a las palabras por el libre albedrío al momento de interpretarlas es donde y cuando vienen los problemas.
Todos podemos interpretar con entera libertad las palabras, y darles un determinado significado en función de lo que representan o proyectan. Así, el nombre de Guadalupe, aun cuando no significa denotativamente lo apuntado, connotativamente, en tanto representación de un credo particular y sus alcances y proyecciones puede ser comprendido como epicentro y motivo de dicho credo. Pero, de ahí a considerarlo el “Ombligo de la Humanidad” ya hay mucha distancia conceptual que raya en la soberbia, pues cada religión e ideología en el mundo puede alegar ser lo mismo.
Virgen de Guadalupe, México
Dos cosas han dado al traste actualmente con muchas religiones (y no nada más) desde un punto de vista sociológico y mercadológico: la soberbia clientelar y el ninguneo intolerante. Ejemplo: en muchas empresas se da como día de asueto el 12 de diciembre, cuando se celebra a la Virgen de Guadalupe, pero el Día de la Madre, sólo se da medio día, si es que se da. O sea, en la óptica de un catolicismo guadalupano recalcitrante se da la óptica miope de pensar que todos, por el hecho de ser mexicanos o vivir en México, somos guadalupanos, cuando en realidad eso no es cierto, como sí lo es por contrario que todos tenemos madre.
Con este texto no he pretendido hacer una diatriba de ningún credo específico. Solamente llamar la atención a los creyentes y a los que no lo son que lo peor que puede hacer cualquier persona es creer a ciegas, con ignorancia supina, en lo que sea. Porque se puede creer a ciegas lo mismo en un santo que en un político, en una pareja que en un amigo. Si bien la fe parece opuesta a la razón, en realidad ambas se complementan; o deberían. El conocimiento cabal y amplio, alejado de prejuicios, suposiciones, falacias, sobre lo que es objeto de la fe de cada cual es lo que nos puede hacer más próximos a lo divino. No se trata de no creer, sino de creer razonablemente; dando oportunidad y beneficio a la duda. Algo además aplicable a todos los órdenes de la vida.
Si yo me creo el centro del universo, pobrecito de mí el día que confirme que también yo recorro una órbita alrededor de algo más que es ni mejor, ni peor, ni mayor ni menor que yo; sencillamente alrededor de algo más.


PEINANDO GANAS

Va un individuo caminando por ahí, por cualquier calle y de pronto cae en un bache. Va otro individuo trotando por ahí, por cualquier parque y de pronto es asaltado por una duda. Allá y acullá deambulan aspiraciones con apariencia de personas; taconean torneadas piernas en busca de un camino que las lleve a un asiento donde puedan descansar de tanto andar, donde puedan recibir el masaje de la comprensión y de la tolerancia.

En la ciudad como en los sueños, los personajes y las naciones palpitan. Uno va construyéndolos entre paréntesis, como quien amorosamente imagina repúblicas donde los Sócrates y los Platones dialogan con la sensatez del viento. Jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, putas y beatas más pronto que tarde apoyan el pie sobre la huella que dejaron otros, ¿para qué?



En México, en estos como en todos los tiempos, la continuidad es una asignatura pendiente. Los caminos que han seguido gobernantes y ciudadanos están repletos de meandros, zigzaguean entre esperanzas, peligros, presunciones, raigambres. Es necesario esquivar el ninguneo y la intolerancia si se quiere ser alguien en la política tanto como en la vida cotidiana. Los mexicanos, decía Octavio Paz, somos contemporáneos de los otros hombres, pero no queremos asumir lo que esto significa. En nuestro imaginario colectivo seguimos colocándonos como una nación para mirarse entre paréntesis, como una pausa ejemplar con tendencia al desarrollo de una potencia que no acaba de resolver su impotencia esencial.

Ya sea que hablemos de niños de la calle, de precandidatos presidenciales, de perros o gatos, todos los días amanecemos peinando ganas. Ganas de ser aún  más que de tener. Ganas de crecer aún más que de creer.

Así, mientras a unos los carcome el rencor, a otros los emperifolla la pretensión. La oligarquía se ha convertido en una colección de cabezas para solaz y esparcimiento de Salomé, las que, quedando expuestas en bandejas de metales preciosos, conversan entre sí en un tremebundo soliliquio de vanidades.

¿A qué quiere llegar esta retahila de ideas? A nada y a todo. Al fin y al cabo son un conjunto de palabras que, como promesas firmadas ante notario sueñan con algún día rebosar el Paréntesis, para inundar esas verdes miradas de la esperanza que anida en los corazones de cada uno de los lectores. Son como obsesiones plasmadas en las páginas de un libro en la forma de argumentos de campaña para vender el curso de la imaginación, el que nos pueda guiar en el ascenso y en el desarrollo de lo que alguien supone que queremos ser como pueblo y como nación.

Estas palabras, como cerdas de un cepillo, acarician, desenredan la cargada de deseos, siempre puestos entre los paréntesis conformados por la necesidad, la única candidata natural capaz de orientar la nave hacia las soluciones que de verdad sacien el hambre, la sed y hagan, del poder, servicio y, de la voluntad, entrega auténtica.