Bajará rampa en La Florida

Hoy nos enteramos mediante reforma.com en su sección Estados y Diario El Norte (medios predilectos por el nivel socioeconómico al que se dirigen, ¿con la idea de que no se difunda la información más allá de cierto círculo "controlado" o por acuerdo presupuestal?) que aparentemente la Delegación y Consejo de Participación Ciudadana (COPACI) del fraccionamiento La Florida, en reunión privada con David Sánchez Guevara presidente municipal de Naucalpan de Juárez (Naucalpan), Gobierno Municipal de Naucalpan de Juárez "autorizó" (¿quiénes son para autorizar nada? que baje una rampa a la altura del fraccionamiento La Florida. A la reunión asistieron también miembros de la asociación de comerciantes del fraccionamiento.

Aquí, varias veces y desde hace meses, he venido alertando y siguiendo lo relacionado con las obras del Viaducto Bicentenario. Y tan lejos y cerca como el 8 de octubre de este año escribía yo:

¡Acabáramos! Solo faltaría, David Sánchez Guevara, que en el afán de querer quedar bien con unos cuantos (esta sí es una "minoría", de Metalurgistas, considerando el tamaño de COMUNIDAD CIUDAD SATELITE Y ALRREDEDORES), se orillara a Viaducto Bicentenario y al gobierno de Eruviel Ávila a contravenir los acuerdos hechos hace dos años con los vecinos que hicieron las gestiones correspondientes en su momento con la empresa OHL y SAAASCAEM. Boulevares, La Florida, Valle Arboledas Mayorazgos, Lomas Verdes, y una larga lista de colonias aledañas a la obra hasta la zona de la Quebrada que hicieron conocimiento, mediante las intervenciones de la comisión técnica formada por vecinos de La Florida (tachada por el entonces gobernador Enrique Peña Nieto de "minoría"), de que la vía y el punto más "lógico" para la conexión del Viaducto Bicentenario y el Circuito Interior Mexiquense (zona Puente de Vigas) pasaba justo por el área que ahora es foco de conflicto y no, como estaba en el plano original, por sobre el río Chico de los Remedios, razón por la cual quedó "pendiente" un "pantalón" preparado para el efecto.

En su momento, como consta entre muchos otros a Hugo López L, José Antonio Espinosa Cordero´, Adrian Trujillo, Ricardo Marquez, Carlos Gonzalez Escamilla, y el mismo Ing. Manuel Ortíz, entonces director de SAAASCAEM y hoy Secretario de Obras y Servicios Públicos del Gobierno del Estado de México (en declaración que guardo grabada en vídeo y otros documentos), este aseveró que no se haría en el punto mencionado en La Florida ninguna conexión. Los Ing. Rafael Serrano, director del proyecto, y Eleazar (olivido su apellido), también en su momento afirmaron lo correspondiente, así como que la única solución "viable" para el regreso sería un túnel que pasara por debajo de Las Torres de Satélite (ya he publicado al respecto de este tema en varias ocasiones antes).
La Florida buscó acercarse con Satélite ( La Voz de Satelite) para alertar de lo que sobrevendría y JAMÁS obtuvo respuesta de los colonos de Satélite, asociación que por lo general se comporta de modo conflictivo y soberbio, como hemos visto a lo largo de la historia y ha retratado en sus publicaciones Periódico Ecos. Ahora, ¿vamos a entretenernos más y a fastidiarnos más deteniendo obras ya planteadas con anticipación por no generar, ahora sí, una afectación "menor"?
Como vecino de La Florida que tuve la fortuna (buena o mala) de participar en las pláticas con el gobierno (jamás como vocero, aun cuando formé parte de la comisión de comunicación dada mi profesión), hoy veo con preocupación y descontento que la presidencia municipal intervenga sin suficiente conocimiento de causa, cuando tiempo atrás simplemente brilló por su ausencia en la persona de Azucena "DeInfaustaMemoria", y todo por ver la manera de jalar agua para su molino (como hizo al intervenir por debajo de la mesa en la conformación de varios de los Consejos y Dekegaciones de Participación Ciudadana "a modo").
Creo que se impone una junta general con quienes hace dos años y ahora tuvieron y tuvimos y tienen la información respectiva para llegar a acuerdos que beneficien a TODOS y no nada más satisfagan a un grupo.


Algunas voces vecinales, en desconocimiento de lo informado aquí o por el gobierno estatal de Eruviel Ávila (de lo que voy dando cuenta más o menos puntualmente, en la medida de mis posibilidades), se han escandalizado con la noticia y dado rienda suelta a sus suspicacias. La burra no era arisca, la hicieron.

Debo decir, en descargo de las suspicacias y para tranquilidad del vecindario que, hasta donde yo sé, dicha rampa es parte de lo "acordado" por la Comisión Técnica de Vecinos de La Florida, se trata de una bajada "natural" y lógica, aunque mal diseñada, para el desahogo y distribución del aforo vehicular elevado. Sería paralela al Viaducto y seguiría el mismo trazo del aterrizaje original, por lo que no afectaría al fraccionamiento.

Lo que sí alertamos los vecinos en 2010 y 2011 fue que estando tan apretado el espacio en la lateral, el tránsito vehicular en el nudo de Las Torres de Satélite se haría (y se hará) de congestión delicada. Eso sí puede ser una afectación y provocar la derivación de tránsito por medio de las entradas al fraccionamiento. Por esta razón, la comisión técnica de vecinos de La Florida sugirió no construir dicha rampa sino postergar la salida hasta la altura de Plaza Satélite, donde se cuenta con un poco más de espacio para el carril respectivo. Esto en el entendido de que dicha salida tiene como finalidad permitir el desahogo sobre todo de los habitantes de Ciudad Satélite, Mexico, Mexico. La afectación se reduciría notablemente en temas como el ecológico (emisión de contaminantes) y de tránsito.

La información origen de esta publicación la he confirmado en charla telefónica con el Ing. Carlos Fernando Partida Pulido, Director de Proyectos y Control de Obras de SAAASCAEM, organismo hoy bajo la dirección del Contador Privado José Román Alcalá Angelino. Según el entrevistado en el transcurso de las próximas semanas se agendará una nueva reunión con "vecinos" de La Florida y con la participación de la presidencia municipal, la que esta vez está teniendo una más "puntual" intervención mediadora a diferencia del gobierno anterior de Azucena Olivares.

Túnel de la Serpiente Emplumada


LUIZ - Un Niño de Brasil explica a su Mamá porqué no quiere comer Animales

En la red de Facebook —que en mi experiencia viene siendo ya algo así como la cantina más frecuentada por mi ánimo— alguien publica un vídeo  donde se mira a un pequeñín brasileño conversando con su mamá, preguntando sobre lo que le ha servido en el plato para comer: pulpo con papas y arroz. El infante cuestiona a la madre sobre el pulpo, sobre la cabeza de la bestia. La madre le explica sin abundar en detalles que la cabeza es cortada en la pescadería, como a las gallinas en la pollería, para matarlos —cuida de no usar esa palabra— y el pequeño, en su inocencia cree, induce (más que deducir) con evidente indignación que “nadie come gallinas”, que nadie pues en general come animales. No concibe la muerte como un medio para el sustento de la vida.

Sí, el vídeo resulta conmovedor sin duda, como todo tipo de res-puesta semejante de una criatura. Lo interesante es que ya a tan pequeña edad maneje ciertas categorías de raciocinio (aun cuando falaces). Por ejemplo, la discriminación que hace entre seres vivos (animados) como los animales y los inanimados como los vegetales. Le preocupa la pérdida de la vida de los animales, pero no concibe siquiera que una patata, en tanto raíz, o el arroz, en tanto gramínea, también son en algún momento antes de la cocción seres vivos y ¡peor! seres de los que surge la vida.

Con todo respeto para los vegetarianos y los más extremosos, los veganos, ese tipo de inconsistencias, así, infantiles, son las que des-cansan en sus argumentaciones. ¿Válidas? Sí, en su conmovedora inocencia.

Si de veras fuéramos equitativamente compasivos ni siquiera comeríamos a las plantas. Es cuando me rebelo. La estupidez humana, no cabe duda, tiene muchas aristas y facetas.

Por ahí no han faltado quienes en su entera libertad han comentado cosas como: “el niño tiene razón” o “ojalá todos fuéramos tan lógicos como un niño”. Y no puedo más que pensar en Voltaire porque al fin y al cabo todos tenemos razón, aunque ello no signifique por fuerza que nuestro raciocinio será veraz. Aunque encantadora, la lógica en el planteamiento del infante es equivocada por naturalmente miope e inexperta. Si todos pensáramos como niños, más pronto que tarde veríamos que la vida no es tan simple en su infinita simpleza.

Panadero, a tus zapatos

En Facebook, una amistad de ánimo recalcitrante y crítica puntillosa, apunta:
Estos señores publicistas y mercadólogos a veces se pasan de veras. No contentos con echar a perder la capacidad de raciocinio de mucha gente, encima se atreven a corromper el idioma español de maneras a veces repugnantes.

Me explico:

Si digo: "Yo paseo a mi perro", "paseo" es un verbo transitivo.
¿Y cómo sabemos eso?
Porque tiene la frase "a mi perro" que funciona como un complemento directo. Sí, sé que es un razonamiento circular, pero la gramática funciona de esa manera muchas veces.
Los verbos transitivos hacen que "transite la acción" del sujeto (Yo), en este caso, al perro. El complemento directo (perro) y el verbo transitivo (paseo) dependen uno del otro para su funcionamiento en la oración. No se da el uno sin el otro.
En cambio, si digo: "Yo paseo" o "yo paseo por el parque" NO hay complemento directo; "por el parque" es un complemento circunstancial, no es complemento directo, indica el lugar (o podría indicar el tiempo, como en "yo paseo hoy") o sea, la circunstancia. Aquí hablamos entonces de un verbo intransitivo ("paseo"), pues carece de complemento directo aunque sí pueda tener un complemento circunstancial.
Como podemos ver, "paseo" es un verbo transitivo (cuando tiene el complemento directo) o intransitivo (cuando no lo tiene); ahora sí que todo depende...
Es frecuente hoy en día encontrarse con que los anunciantes dicen: "crece tu cuenta" o "crece tu dinero" o "crece tu refresco", en lugar de lo correcto que es decir: "haz crecer" ("tu dinero", "tu refresco", "tu cuenta"). En estos casos están forzando un verbo intransitivo para que se convierta en un verbo transitivo, por una mala traducción del inglés: la palabra grow puede significar "cultivar" o "crecer". "Crecer" es un verbo intransitivo, "cultivar" es un verbo transitivo. Así que es muy probable que los originales dijeran: grow your account, money, soda, esto es: "haz crecer o cultiva tu cuenta, tu dinero, tu refresco" (brincándonos el hecho de que es absurdo decir "cultiva tu refresco"); y podemos ver que "cultivar" es verbo transitivo y "cuenta", "dinero", "refresco" son en este caso complementos directos.
Pero los anunciantes se sienten respaldados por una arrogancia y soberbia incontrolables.
Ha sido mi pelea de toooooda la vida... Pero no todos caen en cuenta. ¡Albricias! Que alquien más ya hizo conciencia del mal. Esta vez seré abogado del Diablo, dado que, como el Coloso de Rodas, tengo los pies en ambas orillas.

Destinado a ti

Por ahí leo el texto de una madre agradecida con la vida, no solo por tener un año más, sino por ser uno otro de disfrutar de la presencia, existir y compañía del fruto de sus entrañas que, considera ella --madre al fin-- la "eligió a ella como madre"...

Ya sé que no faltará quien me tache de insensible, pero la realidad es cruda y tarde o temprano los hijos afirmamos, con conocimiento de causa mucho más que creencia, que los padres y los hermanos no los elegimos e incluso al cabo de los años --decía mi padre-- los papás necesitan más de los hijos que estos de los padres. Pensar como esa mamá no es más que producto de lo que se llama pensamiento mágico y me hace recordar la maravillosa escena imaginaria en la historia del Pájaro Azul, de Maurice Maeterlink, donde los nonatos y por nacer están, unos felices y otros tristes, porque los padres y las familias a quienes están destinados no son lo que quisieran.

Nuestros padres y hermanos nos han sido dados, y puede ser que en algunos aspectos no sean lo que queremos. Los amigos nos eligen y los elegimos, los mentores nos son "impuestos" o los elegimos y sean lo uno o lo otro al final los aceptamos, rechazamos, recordamos u olvidamos. Así como con los gobiernos, cabe preguntarnos si tenemos los padres que nos merecemos tanto como si los padres tienen los hijos que merecen (en cantidad y calidad).

En la antigüedad, los etruscos, por mencionar una cultura, desechaba a los hijos que nacían baldados, deficientes, débiles. En nuestros días los protegemos o sobreprotegemos por considerar que tienen tanto derecho a vivir, aun con sus dificultades y limitaciones, como cualquiera. Esos hijos para algunos padres son vistos, aun cuando ya no se los sacrifique como antaño, como castigos; otros los ven como retos, y los que los toman por bendiciones.

Ese mismo pensamiento mágico me lleva a imaginar que mi gatita Micha me adoptó, que Los Tiripitín han llegado a mi vida por alguna extraña, paranormal, divina razón. Si fueran mis hijos, seguro no sería el padre que quizá ellos pudieran suponer, al menos por ahora no lo soy si me atengo a la circunstancia. Reflexiones como estas me acercan y alejan del misterio de la vida.

Animales somos y en el basural andamos

He leído con atingencia una publicación de la buena y guapa amiga y colega escritora Verónica Lozada en relación a la falta de apoyo ciudadano a los albergues de animales, y atiendo a su llamado respondiendo abierta y públicamente, enfatizando mi solidaridad aun apenas de palabra con sus inquietudes y preocupaciones:

El tema tiene varias aristas. En realidad no es tan sencillo ni de comprender ni de solucionar el problema que no solo pasa por la concepción que nos hemos hecho los seres humanos de los animales en general y de las mascotas en particular. Es un asunto que no se explica solo desde una perspectiva axiológica o una económica o sociocultural, incluso tampoco desde un punto de vista filosófico. Lo que tú experimentas con tus asilados, también y toda proporción guardada y según sea el caso, lo experimenta toda clase de hospicios; lo que tampoco ha de ser leído como un vano consuelo.

Hay una tendencia perniciosa en el hombre de marginar, olvidar, vilipendiar, maltratar, menoscabar, o abusar de los débiles y los necesitados.

La filantropía no es nada más un asunto de voluntad o de fe, hacen falta recursos, organización, relaciones. No es gratuito que sean solo unos muy pocos casos de instituciones (pienso por ejemplo en el Teletón) que consigan instalarse en el ánimo de los inversionistas como algo más que una conmovedora causa caritativa; detrás incluso hay todo un aparato fiscal que incide en la apropiación de la causa por vía de la deducibilidad. Y ya no hablemos de las mediaciones que suponen los medios de comunicación al alcance.

¡El interés tiene pies!, dice el refrán y por ahora el ser humano no ha dado un carácter económico tal a los animales (fuera de los de granja) que signifique una "utilidad". Por esa entre muchas otras razones el hombre no valora la vida, en general, y menos si no se identifica con ella. Desde este punto de vista, nos toleramos entre nosotros en tanto animales porque nos hemos dado ese carácter utilitario, al menos por el breve período de tiempo de la vida cuando nos consideramos "laboralmente productivos", que ya está visto que luego pasamos al otro lado del redil como poco menos que estorbos.

A ojos de muchos, los animales son solo eso, animales, por mucho que les gusten y los mimen, por mucha gracia que vean en sus caritas y sus travesuras. También están, claro, los que se pasan al extremo contrario y humanizándolos hasta la exageración los sobrevalúan. Los movimientos ecologistas, los persignados ante los horrores y crueldades humanas, los espantados, los dizque conscientes que propugnan por los derechos de los animales, al final del día no son ni más ni menos que cualquiera y las posturas de muchos (claro que hay honrosas excepciones) no pasan de la extensión de su lengua y el peso de su culpa y vergüenza ajenas. Queriendo expiar sus arrepentimientos tajan lo noble con la misma virulencia que los horroriza. Ejemplos: los esfuerzos por "borrar" la tauromaquia y el circo, en vez de propugnar por modificar las maneras como se efectúa el espectáculo. Esas iniciativas sofistas que acaban en la forma de leyes absurdas solo demuestran la falta de creatividad republicana de esos mismos que gimen y lloran como plañideras pagadas por los intereses políticos de un populismo ramplón que se dice sensiblemente democrático. Otro ejemplo: la ley en el Distrito Federal para "registrar" a las mascotas, que tiene un trasfondo más estadístico que asistencial (caso que me recordó cuando el presidente Antonio de Santana cobró impuestos metafóricamente por el aire respirado so pretexto de las ventanas). Otro más: el gravamen impuesto al alimento para mascotas sin opción de hacer deducible el gasto (en tiempos de Santana también se cobraron impuestos por perros y gatos tenidos, lo que llevó a muchos dueños de mascotas a sacarlos a la calle para evadir los impuestos, de ese tamaño y tan añejo es nuestro problema actual).
No me cabe duda que en materia de los derechos de los animales la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión mexicano tiene mucho, pero mucho por hacer y faltan voces autorizadas para incidir en su labor de manera positiva, realista, práctica y beneficiosa para los animales en primer término y para quienes velan por su bienestar, enseguida.

Hoy, las grandes firmas empresariales hacen caravana con sombrero ajeno deduciendo como propias las donaciones en centavos que puede o no autorizar la ciudadanía, por ejemplo, en su tiquete del mercado. Pero hay que decirlo, deducciones para una aspiración "humanitaria" pero discriminadora que aplica al supuesto beneficio de la infancia (carente de educación o afectada, por ejemplo, de cáncer). Cuando quien debería obtener el inmediato comprobante respectivo y someterlo a deducibilidad es justo esa ciudadanía, uno por uno. Pero como no todos los ciudadanos son contribuyentes cautivos... Y hay que decirlo, muchos asilos y albergues para animales tampoco.

Aunque nos resulte "vergonzoso" o "inhumano", los albergues, los asilos también deben o deberían ser vistos como lo que son: negocios, tanto por infraestructura como por constitución, aun cuando su objeto sea asistencial. Hasta ahora yo no he conocido (no digo que no haya) veterinario que, consciente de la sobrepoblación gatuna y perruna, se aplique a esterilizar gratuitamente atendiendo en las condiciones que lo hace cuando cobra. Más de uno me ha alegado: "yo cobro tanto porque yo cuido mucho al animal, porque no uso cualquier anestesia ni opero a destajo". Está bien... ¿Y?

Por otra parte, muchos "amantes" de los animales que se dedican a recoger a diestra y siniestra como madres Teresas de Calcuta perros y gatos menesterosos sin reparar en los gastos que eso les significará, al cabo de un tiempo acaban (bien lo señala Verónica) chillando porque nadie les apoya y luego solo buscan a quién endosarle la responsabilidad que no midieron desde un principio por obedecer a su "noble" conmiseración. Tan reprobable es el abuso consciente como el resultante de la indolencia. Me veo en el espejo: luego de la muerte de mi última perrita y dada mi circunstancia actual, yo no quería animales, no por sacarle la vuelta a la responsabilidad, sino precisamente por responsable, porque sé lo que significa mantener a una mascota. Pero llegó Micha, ella me adoptó. Claro que yo pude sacarla, pero opté por darnos una oportunidad, luego me salió con domingo siete y ahora están conmigo Los Tiripitín. No han faltado los buenos amigos, preocupados, que han contribuido en contante o especie a sabiendas de mi situación. Y yo me mantengo en la brega diaria para darles lo mínimo necesario o más cuando es posible. Micha ya está operada gracias a ellos. Los Tiripitín ya están vacunados y comiendo también gracias a ellos. Faltan vacunas y esterilizar a los chiquitines y que los revise el veterinario de pe a pa. Y yo los cuido con gusto y cariño, un paso a la vez, porque así lo decidí, en la medida de mis posibilidades, y porque por algo llegaron a mi vida; y porque los mininos no me hicieron manita de puerco. Y porque sé y hago lo que está en mi mano para que nuestra situación mañana será mejor.

La situación de los animales como el de los basurales donde luego acaban, van, a querer o no, de la mano. No darle solución a uno es omitir el otro. Ya tenemos una cacareada y discutible reforma energética en ciernes de aplicarse. ¿Qué está promoviendo el gobierno de Enrique Peña Nieto a través de la Secretaría de Energía para emplear y ordenar los basurales como centros de producción de energía limpia? Los intereses de los líderes de pepenadores todavía están contrapuestos a los de gobiernos municipales (pienso en el de David Sánchez Guevara, presidente de Naucalpan de Juárez, Estado de México) y hace falta conciliarlos por bien de la comunidad toda, hacer de la basura una empresa legítima y legitimadora. Controlar los basureros supondrá también, en cierto modo, el control de la proliferación de animales callejeros y las consecuencias de salud aparejadas, pues no es comprensible tampoco que las instituciones dedicadas a combatir esta proliferación (pienso en los antirrábicos) sean vistos como el eslabón perdido de una cadena fracturada por la indiferencia y la indolencia social y gubernamental.

¿Por qué empatar el tema de los animales con el de la basura? Porque nuestras sociedades a eso han reducido a nuestros huérfanos, animales y ancianos: desperdicios dispensables, tolerados, que se acumulan, dispersan, multiplican día con día.

Bien apunta el Libro Tibetano de los Muertos que aprendiendo a morir se aprende a vivir, porque cada día que se vive se va muriendo un poco. Olvidamos, negamos, mientras nos sentimos vitales, que un día seremos como ese perro famélico abandonado, como esa lata lanzada a la cuneta del camino, seremos ese anciano olvidado, puesto entre paréntesis que, si bien le va, vive del nutrimento de sus recuerdos.

¡Y vuelve Chencha con calentura!

Era de la opinión... de que los cuentos comenzaban con un verbo...

Hace unos días el político de filiación panista Carlos Manuel Treviño Núñez, quien fuera secretario de Desarrollo Social en Querétaro entre 2006 y 2009, publicó en Twitter el siguiente mensaje ―borrado instantes luego― en relación al alboroto ocasionado por la llegada a México del jugador brasileño de fútbol Ronaldinho y la afectación que significó para el tránsito:
En serio trato de ser tolerante, pero DETESTO EL FÚTBOL, y el fenómeno idiotizante que produce... Lo detesto aún más porque la gente estorba e inunda las avenidas para hacer que tarde dos horas para llegar a casa... Y todo para ver a un SIMIO... Brasileño, pero si-mio aun. Esto ya es un circo ridículo.
Tras las reacciones yo me dediqué a leer y escuchar a algunos colegas comunicadores y opté por la postura que publiqué (en Facebook) de la siguiente manera:

Ay, ¡cómo les encanta buscarle chichis a las víboras! (sí, algunas tienen, lo reconozco, y dos patas). ¡Si todos somos simios! Evolucio-nados pero simios. ¡Bola de jarritos de Tlaquepaque que al primer soplo se sienten! Ignórenlo y ya. Ya están como los holandeses con el grito de guerra de ¡Puto! No sean ¡putos!

A ver, algunas incongruencias y contradicciones que he escuchado y leído hoy de colegas comunicadores. Chillan porque el politiquete mentado usó el sustantivo (que no adjetivo, como algunos apuntaron) "simio" para referirse despectivamente al jugador de fútbol Ronaldinho Gaúcho recién llegado (comprado, como se hacía con los esclavos, y como se hace hoy con toda esta moderna forma de gladiadores que son los deportistas) por el equipo de Los Gallos de Querétaro propiedad de, entre otros, Olegario Vázquez Saldir uno de "los amos de México" (dicen).

También escuché y leí por ahí, en contraste, justificaciones a este tal Treviño (de los tantos Treviños como Pérez hay, con perdón de mi carnalito Alex Trevino G) en el sentido de "estar en su derecho de expresar su malestar" en la forma de un exabrupto semejante, pero eso no le da derecho ―consideran― a ofender a nadie "y menos utilizando adjetivos". ¡Caray! ¡Que alguien me explique!
Voy por partes. Si quiero ofender a alguien sin emplear adjetivos, tendría yo que construir un enunciado como el siguiente: "El señor Toño es", punto. Sujeto y predicado; y en el predicado solo el verbo, ningún objeto directo, ningún objeto indirecto, ningún complemento circunstancial de modo, tiempo o lugar.

Quienes hacen esa crítica se ponen en evidencia en su supina ignorancia de la herramienta de trabajo que deberían conocer y dominar más: el lenguaje, el propio idioma. Porque el lenguaje, sin importar el idioma, tiene una función primordialmente descriptiva, secundaria-mente narrativa. La proporción estadística de usos adjetivales, de partículas adjetivales, de palabras adjetivas, de combinaciones retóricas descriptivas es notablemente superior a los sustantivos y sus empleos. Basta que revisen todo lo que llevo escrito aquí para que se den color de lo que señalo. Son idiotas quienes apelan heridos por las palabras a que no se usen por temor de "ofender" a alguien.

Lo he dicho y repetiré hasta el cansancio y más si es preciso, la ofensa no está en la palabra, sino en la intención, en el propósito de quien la emplea. Que el politicucho ese, al calor del enojo haya dicho misa, no implica por fuerza que su propósito haya sido fríamente calculado para denigrar al jugador. Y que conste que no lo estoy excusando.

Por otra parte, insisto, la ofensa está también del lado del presunto ofendido, siempre y cuando este se dé por tal o simplemente por aludido. ¡Cuántas veces me han dicho que soy un pendejo! Y yo no me ofendo, sí, lo soy, como cualquiera, cuantas veces sea necesario o innecesario. Me han tildado de puto y yo respondo que sí, Chucha, como no, lo que tú digas y sigo mi camino como el otro el suyo. El valiente vive hasta que el cobarde quiere, dice el refrán.

Al jugador brasileño le quedan dos caminos: darse por ofendido y reclamar la disculpa en réplica pública, para que sea equivalente a la causa, incluso demandar una reparación monetaria por difamación discriminatoria; o no darse por enterado y dejar que el "ofensor" se arregle con su conciencia.

Al político panista le quedan dos caminos: agachar la cabeza ante la opinión pública recalcitrante, chueca o derecha, y reparar el daño ya sea del modo antedicho o cara a cara y en privado; o mandar a tiznar a su madre a todos los criticones y dejarlos con su muina acumulada en algún rincón del hígado.

Otra... De esos mismos comunicadores. Se llenan la boca de propiedad moral republicana ¿democrática? en casos como estos o incluso en aquellos donde las "víctimas" son los animales, pero si tratan la noticia de las atrocidades de, digamos los terroristas, a ellos sí les aplican todos los adjetivos habidos y por haber y hasta de "bestias", "animales" los califican "porque no queda de otra". Entonces, ¿dónde quedan los animales? ¿Son o no sujetos de derechos? Por aquí iba mi publicación de hace unos días en cuanto al absurdo de la defensa a ultranza de los derechos. O todos coludos o todos rabones.

O sea, ¿quién puede resultar más ofendido, el simio con quien se compara en un exabrupto a Ronaldinho? ¿El futbolista a quien tachan de simio o tratan de distraer al grito de ¡puto!? No me cabe duda que los ofendidos son otros, ni más ni menos que los que viven del qué dirán, esos a los que les hace tiritar hasta el viento que cruza la ventana de un vecino del otro lado del mundo, esas pieles delgadas que toman todo a pecho. Cuando me topo con semejantes "críticos" es cuando admiro a los gringos con sus calzones reproduciendo su bandera (aun cuando no comparto la irreverencia, la aplaudo), por ejemplo.


Sí, ya sé que a esta altura me saldrán los defensores de los derechos humanos a ultranza: ¡es que la discriminación y patatí y patatá! Les digo: ¡la manga del muerto! Y ¡negra! a quien me discrimine por expresar esto así, aquí, ahora. Bola de simios putos. Y ojalá el gobernador de Michoacán apruebe el decreto para hacer de la Tauromaquia un patri-monio cultural de ese estado (y de México todo, ojalá), pero también, para dar lugar a las contrapartes, ojalá los defensores de la tauromaquia opten por cambiar sus formas y erradiquen, mejor que la fiesta, las prácticas que lastiman al animal y a la sensibilidad de los quejosos, tan respetable como todo lo otro.

Y ya me voy, porque uno de mis gatos ya se puso de impertinente a reclamar atención, comida y me reclama que esté escribiendo estas "sandeces" (así dijo... huy me ha ofendido, marramiau).

Y vino la segunda parte
En las redes sociales no es infrecuente encontrarse con personas que son dadas a poner palabras en la boca y el espacio del otro. No ha faltado quien, ante mis dichos y mis consiguientes aclaraciones tras alguna reacción me califica de huidizo, de salirme por la tangente y afirmar que no he dicho lo que he dicho.

No me salgo por ninguna tangente. Si digo algo, y lo hago patente a la letra, lo sostengo. Y si hace falta ampliarlo lo hago. Y si es necesario aclarar, lo hago. Igual si se presta la ocasión a la disculpa o al señalamiento.

En relación al tema del dicho del panista Treviño, en ningún momento dije, a la letra o entrelíneas ―como se constata en los antecedentes anteriores― algo semejante a una justificación, o una loa o una defensa abierta o velada. Que alguien quiera leerlo así y tomarlo como palpable "evidencia" será su lectura. Por fortuna me tienen a mí como autor directo para aclarar cualquier duda que tengan, que de lo contrario una discusión como la que se ha suscitado alrededor del tópico  terminaría no solo tergiversando el sentido de mis palabras ―por ausencia― como derivando en una cena de "negros", tan simios como tú y yo. Y a quien le duelan las palabras que aprenda a convivir con sus silencios.

Nadie ha dicho, cuantimenos yo (me remito a lo que publiqué), que no se entienda lo que quiso decir el panista Treviño. Sí, es y fue claro; como claridoso el decir de alguien que, tras mi opinión dijo: «Las cosas por su nombre, no nos hagamos pendejos que se entiende perfecto (sic) lo que el politiquillo quiso decirle al futbolista. A mí no me jodan con eso de que todos somos simios». Pero el hecho de que se entienda no obsta para que conste mi punto de vista, con todo lo pendejo o hipócri-ta (como alguno lo calificó) que pueda parecer ―y que ya está visto que en tales calificaciones ya se me está marginando en una también clara manera de discriminación por pensar distinto y atreverme a expresarlo.

Quienes me conocen de veras saben que de ningún modo soy "apologista" de lo que va contra la persona y su dignidad, pero también saben ―aunque les choca― que soy el primero en acentuar el hecho innegablemente natural de la discriminación como proceso. Y, de nuevo, ya se va viendo que entre discriminadores me estoy viendo, que como en el trabalenguas discriminan al discriminador porque quien logre discriminar a los discriminadores buen discriminador será.

Aquí yo no he ni siquiera intentado callar a nadie ni menospreciar ninguna crítica y menos siendo sensata; mi única intención ha sido y será la de servir de fiel de la balanza cuando leo tanto en una parte como en la contraria el desatino de calificar a la ligera, así, justo como lo hizo Treviño por causa de su exabrupto. ¡Caminemos de exabrupto en exabrupto!, dando a cada cual que le sigue el "toque" de razón suficiente y veremos dónde acabaremos, unos contra otros, jugando el juego que todos jugamos. Yo por eso, no le busco chichis a las víboras, sino las trato como lo que son.

Como dijo alguien más, parafraseo, no me jodan, no nos hagamos pendejos, todos pero TODOS discriminamos de uno u otro modo. Como eso en México es un delito, TODOS somos delincuentes más de una vez en el día, a querer o no. Y quien esté libre de diatribas que tire el primer resorterazo, porque mucha de la discriminación que se comete es a sotto voce, en lo oscurito, en el callado "¡fúchila! que te apesta el sobaco"; y nos pavoneamos con el sombrero lleno de plumas de los derechos humanos y la igualdad. Sí, todos queremos esto, la igualdad, pero para llegar a ella tenemos que aprender primero el valor de aceptarnos diferentes como somos. Pero siguiendo el camino que algunos andan hoy, terminaremos ―mi perspectiva casi siempre arranca en la trinchera lingüística y comunicativa― erradicando palabras que lesionan por punzantes (ya lo intentaron los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y los del Registro Civil) y apostaremos al discurso del silencio. Cuando no tengamos palabras suficientes para describir lo que nos corroe en un momento, así nos tachen de discriminadores, lerdos, majaderos, entonces quizá ¿podríamos llamarnos más humanos? Perdónenme, pero lo dudo. Más me parece que el ejercicio humanizador va en sentido totalmente contrario; y aclaro, por aquello del no te entumas, que no me refiero a ir en el sentido de hacernos más majaderos o insensibles.

P.D. Una cosa me queda prístina: las sobre reacciones siempre se dan cuando cosas así le suceden a algún ente público, a que sí cualquiera de nosotros lo hubiera dicho en una esquina nadie siquiera nos habría chistado.

Y que sigue una tercera parte
El reclamo por mis dichos siguió. Una de las personas en la discusión retomó:

Es que la forma en que lo presentas es: "todos discriminamos, to-dos somos discriminadores, en consecuencia hagamos nuestro exa-men de consciencia" el resto se sigue por lógica elemental. Escribes como si dijeras: "es que no sabes leerme"....es absurdo que preten-das regañarnos sin regañarnos, que digas que dices pero no dices, sutilmente nos llamas al silencio, e insistes en ello....Tu estilo es com-plejo pero no imposible. Y por cierto, éste no es tu espacio, es el espacio de […], al cual estamos invitados. [Las omisiones son mías].

Debía contestar y lo hice de la siguiente manera, no por necedad o pundonor, sino por consecuencia lógica.

  1. Sí, eso justo digo: "todos discriminamos, todos somos discriminadores, en consecuencia hagamos nuestro examen de consciencia", lo derivado dependerá del proceso lógico, chueco o derecho, de cada cual; y si me “saben” leer o no, depende de mí solo en la estricta y mínima medida de mi forma de expresión y depende de los otros en la estricta mínima o máxima medida de su capacidad de comprensión.
  2. Yo no soy quién para regañar a nadie, menos cuando soy muy mal portado; no tengo vocación de acusador moral ni mi dedo es tan flamígero que queme lo que señala.
  3. Puedo, esto lo concedo, y lo hago, sugerir entre líneas muchas cosas; sugerir no es decir. Cuando digo que he dicho algo me refiero estrictamente a lo "evidente", no a lo supuesto; y eso lo tengo clarísimo tanto por profesión como por oficio. Porque lo sugerido tiene una doble finalidad, mover a reflexión por lo no revelado o confundir por lo que se presume revelado.
  4. Yo no he dicho ni diré jamás a nadie que se calle, a menos que lo amerite y me colme ―en eso sí soy como el Rey Juan Carlos de Borbón, hoy abdicado , y aun así lo pienso dos y más veces antes de amordazar― aun cuando lo que pueda decir me incomode, hiera, insulte u otra cosa; al contrario, promuevo que se expongan las posturas y más, así como tú, que se sostengan en ellas o abracen aquellas otras con las que quizá no comulguen pero les den una ampliación en su perspectiva. También, al contrario de como lees, no orillo al silencio tanto como quien, señalando el vicio discriminador pretende ―llevado al extremo― erigirse tan intolerante como el intolerante, y ajustar a este y su conciencia a acallar su modo de comprender el mundo, aun cuando no sea compartido por otros. Mi postura es darle cabida a todos, sin excepción. Lo que sí puedo y de hecho señalo y re-pruebo es que tirios o troyanos, al amparo de exclusión preten-dan que el mundo gire conforme a su parecer por considerarlo el más moralmente sensato. 
  5. Y cierto y no que este espacio es de […]; lo es porque ella lo ha abierto y lo administra como parte de su perfil y en ese tenor tiene a bien compartirnos sus inquietudes, invitarnos, tolerar-nos, o no; cosa que siempre es de agradecer porque abona al diálogo y todos, en la medida de la configuración del propio perfil lo hacemos igualmente; y no, porque en el momento que a Facebook se le antoje, por causa de sus políticas, puede con la mano en la cintura moderar, censurar o eliminar este espacio o el perfil completo, así haya sido puesto con configuración privada.


Incidencia de la tecnología en la habilidades de pensamiento

Mira el siguiente vídeo, amigo lector. Y míralo y lee el siguiente texto solo como quien se asoma a un resquicio en la ventana de los acontecimientos. El tema da para más, pero por ahora mi comentario queda en lo escrito. Reflexionaré más a fondo y escribiré más al respecto en ulteriores ocasiones.




Sean tontas, torpes o se trate de una vacilada, esto sí está ocurriendo con más frecuencia y en más de un aspecto.

En una ocasión discutí con algunos jóvenes con quienes compartí banca en la maestría en sistemas de información (otra que no pude terminar por razones de dinero, a pesar o quizá justo por la misma beca-financiamiento de la universidad donde daba clases y donde estudiaba dicha maestría junto con la de educación, también trunca); discutía, contaba, alrededor de este tema. La mayoría de esos jóvenes eran diseñadores web, diseñadores gráficos e ingenieros en sistemas y estaban tan confiados en sus conocimientos y los avances de la tecnología que al momento de someterlos a la prueba de dibujar a mano o confrontar una tecnología análoga de plano le sacaban la vuelta. No sabían hacer nada ni imagina un mundo sin la tecnología actual. Entonces les expuse el caso hipotético: supongamos que se suscitan en efecto las anunciadas guerras apocalípticas y todo el sistema actual como lo conocemos colapsa; nos vemos obligados a comenzar de nuevo y solo encontramos entre los restos de civilización viejos aparatos, cables, carcasas deformes, no hay energía eléctrica y un largo etcétera de calamidades. ¿Cómo lo resuelven? Por ahí uno dijo que tomaba un teléfono viejo y hacía las conexiones necesarias para transmitir un mensaje vía satélite. ¿Cuál, pregunté, ya no hay, ya no existen? Otro dijo lo construimos y ponemos en órbita. ¿Cómo, con qué combustible, con qué economía? Y así seguimos.

Se les dificulta a las nuevas generaciones, en su ensoberbecida confianza y simplicidad de miras al momento de enfocar la vida por delante que puedan quedarse sin nada de lo conocido. Las escuelas y los maestros no resuelven el tema enseñando lo BÁSICO, descartan los conocimientos "viejos" por "inoperantes" en la "actualidad", y con ellos si bien "desarrollan habilidades para lo de hoy", anquilosan la imaginación y las habilidades asociadas a lo elemental y que nos hizo llegar a tener lo que hoy gozamos, no nada más en lo tecnológico. No dibujan, no planean, no efectúan operaciones...

La dependencia de la tecnología es cada vez mayor y eso, si por un lado está generando un nuevo tipo de hombre, dudo que este nuevo hombre tuviere la capacidad de sobrevivir ya no digamos a condiciones como las de la Edad Media o más atrás, sino de hace escasos cincuenta o setenta años. Algo debe hacerse al respecto. No podemos ni debemos retroceder. McLuhan lo planteó con cuidado, la espiral tecnológica es imbatible, irrefrenable y la teoría de sistemas lo deja claro, ciertos cambios sistémicos son irreversibles.

Aun estamos a tiempo de reconsiderar hacia dónde y como nos encaminamos tecnológica y educacionalmente hablando. Mejor el progreso que el retroceso, pero nada nos asegura que en un punto del progreso debamos, por alguna circunstancia anómala, recurrir al conocimiento histórico y "regresivo". Creemos que ninguno sabemos "escribir en una tableta de barro con signos cuneiformes", no obstante escribimos con una vara en la arena, con el dedo y nuestras manos dejamos huellas en el concreto y llamamos escritura digital a presionar unas teclas que hacen posible generar estos caracteres en un soporte de comunicación. El conocimiento está ahí, ya dado históricamente, es cosa nuestra soterrarlo en el olvido, quizá como una curiosidad, o darle su justo valor evolutivo, mismo que nos ha posibilitado llegar hasta aquí hoy y tal vez más lejos mañana.

De lo fácil se habla fácilmente

Alguna vez compartí en cierta red social el siguiente enunciado invitando a mis lectores y amigos ahí a señalar el error gramatical:

Juegue fácil desde su hogar

Más tarde hice mi propio juego siguiendo la norma propuesta observando:
Solo dos amistades icieron la intentona de hayar el error, sin ati-nar. Doy ahora nueva oportunidad en el supuesto de que han tenido tiempo de pensar, inbestigar o restarle importancia.
Para volverlo un poco más interesante y balioso el ejersisio, sú-mense los fallos (13 en total de esta publicacion. No tengo mucho que ofreser, pero ¿querría el ganador qué recompenza? ¿Y en caso de empate, qué?
De nuevo la respuesta fue tan numerosa que eso y no haber publicado este ejercicio era lo mismo. No obstante, de las siempre amables contestaciones obtuve suficiente material como para ampliar el comentario con miras a redactar la presente lección explicativa.

Destaco la colaboración de un contacto que obedece al pseudónimo de L’Homme Revolté quien señaló atinadamente que el Diccionario de la Real Academia incluye bajo el registro “Fácil”, la acepción de “fácil-mente” equiparando el adjetivo con el adverbio. A lo que repliqué que el hecho de que la RAE incluya una acepción por causa del uso, abuso o mal uso de un vocablo no obsta para que consten las reglas gramaticales al respecto, las que también hay que decirlo no son inamovibles.

De hecho, revisando la enmienda a la entrada para la vigésima tercera edición del DRAE no especifica siquiera que se lo considere como sinónimo.

Es un error muy generalizado creer, porque una palabra está aceptada por la RAE o dada de baja de los registros lexicológicos a causa del desuso, cualquier hispanohablante cuenta con el "permiso autorizado" para emplearla indiscriminadamente sin el adecuado y previo análisis de los casos.

En este caso nos enfrentamos a un uso indiscriminado aunque "socialmente natural" o mejor dicho “convencional” de una figura retórica como lo es la elipsis y que consiste en omitir una o más palabras en una cláusula, las cuales, aun siendo necesarias para la correcta construcción gramatical, su ausencia no afecta al contexto mismo que permite a la idea sobreentenderse (de ahí la importancia del contexto siempre por encima de las palabras aisladas).

El abuso en la aplicación de la ley del menor esfuerzo, so pretexto de pragmatismo lingüístico aunado al abuso o mal uso de determinadas figuras retóricas (muchas veces de forma inconsciente, a causa de la misma dinámica del habla, que no de la escritura) ha llevado tanto a enriquecer como a empobrecer nuestra lengua de esta forma.

El error gramatical está: tenemos un adjetivo calificando a un verbo. La forma correcta de escribirse el enunciado puede ser una de dos: 1)  Juegue fácilmente en casa 2) Juegue de manera fácil en casa. La elipsis aplicada al segundo caso omite por desidia la frase "de manera". Tenemos pues aquí un ejemplo, toda proporción guardada, equivalente a lo que sucede en el ejercicio de las normas legales cuando se enfrentan a la presunción de que mor est iure (costumbre es ley), si bien sabemos que no siempre ocurre ni es cierta ni deseable como pasa con determinados usos y costumbres contrarios a hecho y derecho.

Para terminar, y a reserva de dejar al ánimo del lector ejercitarse localizando y corrigiendo los restantes errores gramaticales, baste dar dos pistas.

La primera. Uno de esos gentiles contactos apuntó como error el fragmento en mi texto: … Doy ahora nueva oportunidad en el supuesto de que han tenido tiempo …, considerando que el verbo empleado “han” debió haber sido conjugado mejor como “hayan” para decir: … Doy ahora nueva oportunidad en el supuesto de que hayan tenido tiempo …

Al respecto de su aportación expuse que ese se trataba de un distractor.

No hay fallo en realidad. Yo estoy utilizando en ese enunciado el presente histórico. En todo caso detectó bien un sutil error (no contabilizado para el ejercicio) de concordancia en relación al tiempo verbal, pues voy del pretérito al presente histórico.
Si se lo toma literalmente, el error es indiscutible y merecería yo un coco. Si se lo lee en contexto, el error es aparente, porque el presente histórico es a final de cuentas una forma literaria de referirse a un hecho transcurrido entre un pasado definido (aquí 10 días) y el momento de escribir el apunte en cuestión.
Lo deseable en este caso concreto es que el cambio de uso verbal se efectúe en un párrafo aparte, así que puede considerarse también como error ortográfico el uso de punto y seguido tras la expresión "atinar", en vez de punto y aparte.

Y la segunda consideración final es un exhorto a mirar la lectura actual reflexionando sobre la importancia de observar, examinar el valor de las palabras y lo signos en general en función del contexto que los contiene, pues si hay adjetivos que pueden ser usados como adverbios (como se ha destacado líneas arriba), los hay que pueden tomar carácter de sustantivo. Véase esto a la luz de lo dicho:

Perfecto me dijo perfecto que el vestido me quedaba precisa y perfectamente.

Podredumbre humana

Alrededor del llevado y traído tema de Mamá Rosa, más que y además de ver moros con tranchete, exorcizar fantasmas morales so pretexto de probables comisiones de delito deberíamos atender el trasfondo de las circunstancias de miseria y mezquindad con que tratamos todos a los migrantes, a los reos, a los ancianos, a los huérfanos, a los discapacitados, a los enfermos mentales, a los animales.

No por ser historias de horror y vergüenza asaz conocidas deben de redundar en la indiferencia de todos nosotros. Las condiciones de insalubridad, indigencia, promiscuidad (entiéndase lo que es: hacinamiento y lo que de él deriva) que imperan y describen nuestras cárceles y reclusorios (hágase la distinción), asilos, orfanatos, guarderías, internados, separos, "toritos", hospitales, clínicas, gasolineras y muchos otros sitios, unos más visibles que otros, públicos y privados, donde se coleccionan las consecuencias de la necesidad, la pobreza y la corrupción rayan francamente en la más grosera de las porquerías que humanamente podemos realizar.

Gobiernos van y vienen, generaciones van y vienen y seguimos leyendo, escuchando, viendo, olfateando, atestiguando la mendicidad, así la de la calle como la que se suscita entre las paredes de lugares hechos en principio con la intención de ayudar pero que, por causa de los mezquinos, requieren aún más de auxilio que los socorridos.

Que se dan abusos. Cierto. Y cierto es que no en todos los casos, aunque digan que en todos lados se cuecen habas.

En vez de dedicarnos a santiguar y darnos golpes de pecho y arrancarnos las vestiduras y señalar con dedo flamígero culpables a diestra y siniestra y espantarnos por lo que aparente o evidentemente puede estar sucediendo en lugares así, mejor deberíamos poner el remedio y hacer que la dignidad humana cobre carta cabal, una carta que no se escribe solo por afán caritativo o determinación de los ogros filantrópicos,  ni con el tizón de la ardiente justicia moralina, sino con la pluma de la conciencia de estar construyendo los cimientos de un mañana donde los únicos deportados de la existencia sean el sentimiento de abandono, la dejadez, las reservas discriminadoras, los prejuicios.

Ignoro todo lo relativo a Mamá Rosa, fuera de lo publicado recientemente y que se encuentra en el atril para disfrute de los oradores más disímbolos. Por ello, era de la opinión como lo sigo siendo, de que más pronto cae un hablador que un cojo. Habrá que ver en casos como este quién es más hablador, quiénes han salido a la defensa o los acusadores, porque me parece que el cojo ya va siendo desde siempre nuestra ínclita sociedad.

P.D.: Comulgo con la afirmación que escribe al final de su colaboración semanal en el diario El Universal (mi antigua casa) la periodista y colega Denise Maerker:

Ninguna explicación puede ni debe servir de justificación. Cada responsabilidad tiene que ser atribuida y asumida en lo individual. Pero el contexto importa si no queremos caer en juicios fáciles.

Humano, demasiado humano

Esta meditación no tratará sobre el libro de Friederich Nietzsche intitulado del mismo modo, ni será un resumen de su filosofía, aunque de alguna manera está inspirada en ambas cosas. Más bien la detonaron las noticias recientes (que se apetecen tan antiguas por repetitivas) sobre lo sucedido en Israel (como podría y ha sucedido en tantos lados más en la historia), y contribuyeron los comentarios de ciertos contactos en la red social Facebook.

Elena Estrello comenta en alguna publicación compartida por Mireya Maldonado:

"No me gusta hablar de Dios en las redes pero es cuando me pregunto...¿Dónde estás?"

Permítanme responder, sin ánimo de ofender a nadie, creyente o no, que en circunstancias como estas, más frecuentes de lo que quisiéramos Dios es como la Puerta de Alcalá: ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo.


El problema no es dónde está Dios, sino qué hacemos los hombres en la construcción de ese tiempo que nosotros y solo nosotros podemos controlar por ser consecuencia de nuestra voluntad. El odio interracial, intergenérico, entre credos, naciones, es de lo más humano que tenemos.  Nos resulta muy cómodo, en la impotencia, desear que venga una mano sobrenatural y nos tome de los cojones para devolvernos al redil, cuando ha sido decisión nuestra y de nadie más seguir la senda del bien, del mal o de la mediocridad, soñando con aspirar a la excelencia en cualquiera de esas tres opciones.

La respuesta a lo execrable de nuestros actos sólo puede provenir de dos fuentes: nuestra conciencia arrepentida y nuestra disposición al perdón. Mientras eso no suceda o siga dándose de manera eventual, efímera e hipócrita, seguiremos siendo tan irracionales como esos otros animales a los que pretendemos defender de nosotros mismos y nuestra crueldad.

Para hacer un parangón, el problema no es la fiesta brava, no lo es el circo, no lo es la experimentación científica; lo doloroso no es la sangre y los bufidos del burel, no lo es las risas a costa de la domesticación y el maltrato, no lo es el sufrimiento en aras de conocer lo que nos puede hacer más sanos, fuertes, inteligentes, capaces. El problema es la actitud con la cual afrontamos las consecuencias de nuestros actos. No se trata de prohibir la tauromaquia o el circo o la experimentación científica, sino de transformar esas actividades con responsabilidad, y eso implica transformarnos nosotros esencial más que sustancialmente.

Dicho esto...

A veces me da tanto asco ser humano... Pero de esto estoy hecho, del humus de una conciencia que entiendo y supongo divina, y de la cual, por lo mismo de mi origen metafísico, obtengo lo magnifico y lo deleznable que soy. En tanto lodo, en mí puede germinar la belleza, la vida; pero también en mí se gesta la podredumbre de la existencia y que hace posible que esa misma vida florezca y resulte sublime. Soy la encarnación de los contrastes, Eros y Tanathós me constituyen. A veces me maravilla tanto ser humano...

Como dicen...

 

Francisco Arias Solís,
perdona a tus enemigos.
―No puedo― dijo el tirano
al morir―, ya no los tengo:
a todos los he matado.
Yo puedo decir lo mismo:
que no puedo perdonarlos
porque no tengo enemigos:
a todos los he olvidado.

Este poema "Tolerancia" escrito por el español José Bergamín (1895-1983) me ha puesto a reflexionar... ¿Alguna vez en la vida he tenido enemigos? He tenido opositores, detractores incluso; estos, algunos muy cercanos, muy proclives a proscribirme a la menor provocación, al menor indicio de vergüenza ajena, los tengo muy presentes y brotan como liquen tras la humedad de mis palabras sembradas de melancolía, cuando no de amor o de rabia; o como polvo disfrazado de silencio bajo la yesca, mimética posibilidad de ardores encendidos por la envidia cuando no por la admiración o el deseo de ser lo que no son: Yo mirándose en una mirada que mira a la mirada que se mira siendo mirada, verde espejo recurrente constructor de verdes laberintos de verdes ideas de verdes ayeres de verdes mañanas.

¿Enemigos? Dicen que, por cada amigo, un hombre tiene en la vida el doble o triple de enemigos. Mis amigos, esos que se cuentan con la punta de los dedos de una mano son tan pocos (o he sido tan ciego para verlos) y están unos tan lejos… Como si mis manos hubieran sido mutiladas por el ánimo secuestrador de algún halcón llegado desde las alturas de la conciencia. Si tengo enemigos, deben estar ocultos entre la maleza del sueño, quizá se han sumado a las sombras tristes de lo ido y desde ahí, en la madriguera de la falsedad acechan a que se llegue el momento de mi último suspiro para desgarrar esta piel aún no tocada por la caricia de tus ojos verdes.

Si tengo quien desee mi muerte, mi mala fortuna, no lo conozco... aún; creo. O quizá le perdoné sin siquiera haber tenido motivo para el perdón, el rencor, el olvido o la amargura. Tal vez yo mismo estoy en la lista de ciertas personas como enemigo privado o público, amenaza a la tranquilidad de sus despropósitos y les resulto poco más que ominosa advertencia de algo que ni yo mismo imagino.

Debe ser de alguna manera grato tener al menos un enemigo mío, exclusivo. Pienso que, aunque monserga, sería una forma de no saberme tan solo, pues en algún lado habría alguien, una némesis preocupándose de cada uno de mis pasos con sus huellas, sus impulsos, avances y estaciones.

Quisiera que cada musa fuera una enemiga, porque así tendría pretexto para combatirlas cuerpo a cuerpo, una a una; para penetrarlas inmisericordemente con mi pluma hasta inflamar su entraña, infectarla con el germen de la insolencia de hacerlas saberse amadas sin remedio. Pero las musas eso son, al menos mientras no se hacen presentes cual carne sobre mi carne, sal ungiendo mis ansias, voz consoladora de mis noches y días. Y yo, no digamos Zeus, ni a Orfeo llego.

Me miro al espejo y supongo, como dicen otros, hallar al más cruento contrincante que me soy yo mismo. Gesticulo con coraje y tratando de expresar odio auto infligido y acabo riendo, reconciliado con el Pantagruel determinado a hacer de mí ridícula onda en la mar del tiempo.

No obstante lo meditado, no presuma el lector de esto que ando en busca de un enemigo a fuerza. Si he de tenerlo, ha de ser por mérito propio. Porque eso de ser centro de aborrecimiento condescendiente o gratuito, como que no va conmigo tampoco.

Si del amor al odio, como dicen, hay un paso, dalo genuinamente. Ámame con todo tu odio para luego odiarme con todo tu amor y entre tanto házmelo, a saber, por favor. Así como yo ahora he incrustado la cacofonía en la prosa, así, en medio del éxtasis sensual, murmura a mi oído: «te detesto, corazón»; y quédate a mi lado para siempre y nunca jamás.