Donald Trump: ¿Calígula o Nerón?

marzo 06, 2025 Santoñito Anacoreta 0 Comments

Artículo e imagen elaborados con asistencia de inteligencia artificial

El Nuevo Desorden Mundial y el Eco del Siglo XIX

En un escenario donde la historia se repite como una farsa de mal gusto, la figura de Donald Trump se erige como el enigma político definitivo, evocando a dos de los emperadores romanos más escandalosos: Calígula y Nerón. Su reelección y sus decisiones desmedidas han acelerado una reconfiguración geopolítica y geoeconómica que recuerda al “desorden ordenado” del siglo XIX, cuando el multipolarismo caótico, el proteccionismo extremo y los nacionalismos agresivos gobernaban un panorama de alianzas volátiles, donde el narcotráfico, la represión estatal y la censura informativa se entrelazaban con el poder.


Parte I: La Roma Decadente en la Era Trump

Entre el Capricho de Calígula y el Espectáculo de Nerón

Trump, tanto en su primer mandato como en su regreso, actúa como un moderno emperador romano. Al estilo de Calígula –recordado por su crueldad, sus escándalos sexuales, su desprecio absoluto por las normas y la infamia de nombrar a su caballo Incitatus cónsul–, Trump utiliza Twitter y órdenes ejecutivas para desmantelar acuerdos internacionales: el Acuerdo Transpacífico (TPP), el Acuerdo de París e incluso el TLCAN, que él mismo rebautizó como T‑MEC. Su grito de “América Primero” resucita la lógica del proteccionismo del siglo XIX, aunque contrasta con los principios detrás de la frase "América para los americanos" de la Doctrina Monroe. En esa lógica, cada nación se cierra a sus propios intereses mientras el multilateralismo se desmorona en un juego de suma cero.

Pero no es solo el capricho lo que define su legado. Como Nerón, que tocaba la lira mientras Roma ardía, Trump ha convertido la gestión de crisis –desde la pandemia de COVID-19 hasta el asalto al Capitolio, su versión de "la noche de los cuchillos largos"– en un espectáculo que privilegia el show y la polarización frente a un liderazgo responsable. Su imagen se fusiona en esta dualidad con la de un emperador que prefiere el derroche visual a la acción sustantiva, evidenciando la inoperancia del capitalismo depredador y dejando a las instituciones democráticas al borde de la decadencia.

La presidencia de Joe Biden, promocionada como “el regreso a la normalidad”, ha servido paradójicamente para alimentar el desencanto con el establishment. Biden, como Claudio en la Roma de Nerón, intentó restaurar el orden, pero su gestión –titubeante ante la inflación, la crisis migratoria y las retiradas caóticas en Afganistán y Ucrania– solo reforzó la narrativa trumpista de que las élites son inherentemente incompetentes, lo que en sí implica una contradicción proveniente de un miembro de esas mismas élites. En este contexto, la figura de Andrés Manuel López Obrador, cuya administración se caracterizó por dividir y someter, se presenta no como un contrapunto sino como un burdo indicio que ya resaltaba la tentación de la arbitrariedad.


Parte II: La Geopolítica del Caos y del Big Money Mafioso

La Política Transaccional, el Control Informativo y la Violencia Organizada

El estilo de Trump trasciende lo meramente nacional para escenificar una geopolítica del caos. Su política de aranceles —imponiendo un 25% a México y Canadá y aumentando en un 10% los impuestos sobre productos chinos— es la encarnación moderna del “Big Stick” proteccionista, una estrategia que evoca el proteccionismo de McKinley, pero distorsionada por la megalomanía de un Calígula moderno. Los acuerdos comerciales se transforman en herramientas de dominación y rescate financiero, donde las fronteras son barreras arcaicas y los socios, simples vasallos, al punto de deleznarlos con calificativos como que Canadá es el estado cincuenta y uno, o que México es "ese territorio al sur de nuestra nación". Y si por un lado se queja y reclama la grosera distribución de fentanilo a través de las fronteras de sus socios, no muestra la menor verdadera intención por remediar los males asociados a las drogas en el propio Estados Unidos. Al contrario, pues incluso la Corte ha desestimado con escepticismo los alegatos de México acerca de que son las empresas armamentistas estadounidenses las que dotan de capacidad de fuego a los cárteles del narcotráfico. Razón por la que declarar a estos como "terroristas globales" encierra una doble moral.

El Papel de México: Entre el Chivo Expiatorio y el Catalizador Regional

En este tablero global, México se posiciona en una situación paradójica. Tradicionalmente, ha sido el chivo expiatorio de las amenazas migratorias y de seguridad de Estados Unidos, no solo ni especialmente de Trump, utilizado para justificar muros y aranceles, como si el país fuera el origen de todos los “problemas” estadounidenses. Sin embargo, México también emerge como un actor crucial en la reconfiguración regional. Con un gobierno que, pese a la presión de Washington, impulsa reformas que abren la puerta a la represión estatal –recordando sin nombrar explícitamente el “delito de disolución social” del Movimiento del 68– y que busca sustituir importaciones chinas con bienes locales para fortalecer su soberanía económica, México podría redefinir el equilibrio de poder en Norteamérica. Pero también de las rutas de distribución del comercio internacional y no solo de las drogas, pues proyectos como el Tren Transístmico (construido con inversiones chinas) ponen en tela de juicio la relevancia en costos del Canal de Panamá que hoy, Trump, declara abiertamente que quiere recobrar, lo que en cierto modo ya de inmediato consiguió luego que BlackRock, la enorme trasnacional, comprara los puertos principales en los extremos del canal, por cierto reconstruidos por los chinos. No fue un triunfo de Trump, como se anunció, sino un triunfo más de su acreedor principal, China.

El reciente discurso de Trump ante el Congreso, cargado de amenazas y retórica incendiaria, ha encendido alarmas a nivel internacional. Mientras en Estados Unidos se debate el alcance de sus declaraciones, funcionarios chinos aseguran estar “listos para cualquier tipo de guerra”, declaración a la que ha contestado ya EE.UU. ¿Estamos al borde de una nueva conflagración mundial? La convergencia de tensiones en migración, comercio, narcotráfico –con decretos que califican a cárteles de fentanilo de “terroristas”– y la creciente censura en redes sociales para combatir las denominadas fake news hacen que el panorama global sea cada vez más incierto.

La Repartición del Mapa y el Nuevo Mundo

Trump no se contenta con la agresión comercial y la retórica incendiaria. En un acto que evoca los oscuros días de Rodrigo Borgia, conocido como Pontífice Alejandro VI, el mandatario se lanza a “reconfigurar” el mapa geopolítico. Con decretos absurdos, nombra a Canadá “el estado cincuenta y uno”, clasifica a México como “el territorio al sur de nuestra nación” y se atreve a renombrar, entre otros accidentes geográficos, el Golfo de México como “Golfo de América”. Estos gestos no son meras excentricidades: son intentos de dividir el mundo y asignar territorios a conveniencia —nada distinto de lo que ha pretendido China con su plan de "Línea de nueve puntos" o "Gran Muralla de Arena" con que crea un anillo protector y una red de suministro recobrando territorios marítimos antes ocupados por esa nación en el Mar de China, y reclamando su autoridad sobre islas como Taiwan— en una lógica que recuerda al reparto del Nuevo Mundo por los Borgia, quienes, con la bendición del poder papal, esculpieron el mapa de la hegemonía en la era de los descubrimientos.

Paralelamente, el control informativo se ha intensificado. La administración trumpista utiliza la lucha contra las “fake news” para justificar una censura que borra verdades incómodas, ignorando que muchos gobiernos, incluso los propios, generan desinformación para moldear su imagen. Esta censura, combinada con el menoscabo de libertades –similares a las restricciones que se viven en regímenes autoritarios como el chino– profundiza el clima de represión y aislamiento.

Además, la influencia de los cárteles de delincuencia organizada, que se infiltran en las políticas gubernamentales y participan en guerras por territorio y canales de distribución del fentanilo, sirve de pretexto a medidas represivas que exacerban la militarización de las fronteras y consolidan un círculo vicioso de violencia y control estatales.

Y en medio de este caos, figuras como Elon Musk, Sam Altman emergen como protagonistas ambiguos. Oscilando entre genios tecnológicos y bufones. Musk se asemeja a Hermann Goering y al mítico Incitatus –el caballo de Calígula–, simbolizando un poder arbitrario que, en manos de los nuevos señores feudales de Silicon Valley, se entrelaza con el Big Money mafioso para transformar el espacio digital y comercial en una nueva arena de dominación.


Parte III: Reflexiones y Perspectivas – ¿Pax Mafiosa o Abismo?

Hacia un Nuevo Orden en Medio del Caos Global

Si la antigua Roma fue testigo del colapso de instituciones y la fragmentación del poder, hoy el legado de Trump parece sentar las bases de una “Pax Mafiosa”, un nuevo orden en el que el desorden se normaliza y las reglas tradicionales se desvanecen. Su imperio se sustenta en un transaccionalismo brutal y en la imposición del miedo, donde aranceles, decretos represivos y control de la información son la moneda de cambio.

El reciente discurso de Trump ante el Congreso ha reavivado tensiones globales, y las reacciones no se han hecho esperar: mientras EE. UU. debate la veracidad y el alcance de sus declaraciones, China proclama estar “lista para cualquier tipo de guerra”, y el ambiente de confrontación se intensifica en foros internacionales. Este clima se agrava con la lucha por recursos estratégicos, desde tierras raras hasta el control de sectores tecnológicos y energéticos, y se ve agravado por el cambio climático, que acelera la degradación del medio ambiente y pone en riesgo la supervivencia planetaria.

Ante este panorama, se vislumbran tres escenarios alarmantes:

  1. Fragmentación de la OTAN: Si Europa no logra consolidar una defensa propia frente a una Rusia agresiva, el antiguo orden liberal podría desmoronarse en una red de alianzas rotas.

  2. Guerra Comercial Total con China: Una escalada de aranceles y sanciones podría desestabilizar las cadenas de suministro globales, provocando una crisis que impacte desde semiconductores hasta la inteligencia artificial.

  3. Carrera por el Ártico y la Antártida: La fiebre del “oro blanco” en el Ártico, sumada a la posibilidad de romper tratados internacionales en la Antártida, podría desencadenar conflictos por recursos vitales en un escenario de competencia feroz entre EE. UU., Rusia y China.

Lo que AMLO fue para México –una figura que supo capitalizar el desencanto y reconfigurar la narrativa política, aunque con sus propias contradicciones y aperturas a la represión– Trump lo es para Estados Unidos: más síntoma que causa, un reflejo roto de un sistema en decadencia. La verdadera cuestión es si este caos servirá de cimiento para una nueva era de “Pax Mafiosa”, donde el poder se negocie en términos de dinero, miedo y control, o si aprenderemos de nuestros errores para evitar que la farsa se convierta en una tragedia irreversible.

El reloj no se detiene, y la historia, con su ironía punzante, espera. La decisión está en nuestras manos: ¿despertaremos antes de que el espectáculo del desorden se consuma por completo, o seremos cómplices de un futuro incierto y potencialmente explosivo, al borde de una conflagración mundial?

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