La soledad vive en Babel

noviembre 27, 2012 Santoñito Anacoreta 0 Comments


Cuando uno mira el muro general queda claro que Babel no fue del todo destruida. No es suficiente con que cada cultura se amolde a una lengua. Hoy, entre redes, cada espacio se amolda a una individualidad. Aún entre hablantes de un mismo idioma hay fronteras a veces infranqueables de gustos, intereses. La coincidencia es la regla de oro. Si hay coincidencia, entonces se da la posibilidad del entendimiento, sin necesidad de diálogo de por medio.
Así, mientras unos andamos extraviados en el afán de construir mundos sostenidos con adobes literarios. Otros fincan terrenos para la vanidad, los de allá, solitarios, deambulan entre perfiles; estos de acá, ríen estúpidamente llevados por la vacuidad de imágenes estáticas o en movimiento; esos otros miran meditabundos el transcurrir de las ideas; allá alguien publica su dolor, mientras allende otro, más díscolo, se encierra apenas lee un comentario sugerente, suspicaz de que no fuera a ser el Diablo quien lo acosa por sus impecables formas o costumbres.
Miro mis cosas. Miro las de los otros. Descubro la humanidad que nos hermana y también el egoísmo que nos divide. Unos, preocupados por el qué dirán esos de ese lado donde quizá ni los asuntan, se santiguan; mientras, otros, desenfadados por el desparpajo de la carne optan por desnudarse, mostrar sus miserias de pensamiento o venales. Se dicen amigos y nunca o casi nunca visitan la casa virtual del denominado como tal.
Cada cual, al fin, muere día a día de manera virtual con cada olvido, con cada omisión, con cada segundo puesto como fondo fiduciario de un futuro que ya va quedando atrás.

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PERFECTAMENTE PERFECTO

noviembre 03, 2012 Santoñito Anacoreta 0 Comments


Sí, en español (o castellano) a veces los adverbios son largos, sobre todo cuando se los deriva de adjetivos. Eso puede casi justificar la pereza para pronunciarlos en el habla diaria. Pero no por ello los vamos a discriminar tórpemente y hacer del gazapo resultante de la ley del menor esfuerzo una nueva "ley" que encaje en la norma el "mal decir" sólo por ser de uso común.

Ejemplo típico, para que tomen nota y desde ellos hagan la corrección correspondiente en su propio pronunciamiento discursivo, o sea, ¡cuando abran la boca!

A: ¡Hola! Ahora que fuiste a la fiesta, ¿la viste? ¿Qué te dijo de mí?
B: Te mandó saludar perfecto

(Aquí, lo único que permite leer y distinguir el significado implícito es el uso de la minúscula en "perfecto", queriendo decir "B" que la manera como se efectuó el saludo fue un modo perfecto. Pudo haber dicho "Te saludó perfectamente", calificando de manera más directa la acción del saludo. Pero, como al hablar nosotros no pronunciamos las minúsculas... Así, puede escucharse igual el adjetivo "perfecto", que el nombre de alguien llamado "Perfecto", razón por la cual el diálogo anterior puede dar pie a confusión entre los dialogantes y seguir como escena característica del teatro del Absurdo (rama del surrealismo) ):

A: ¿Quién es Perfecto?
B: ¿Perfecto? Un vecino de Seguro Perfecto
A: ¿Y por qué me mandó saludar?
B: Pues porque le hablé de ti. Al fin y al cabo fueron pareja, y tú eres mi amigo.
A: Creo que estás perfectamente mal
B: ¿Por qué, a mí me pareció perfecta su relación? ¡Qué pena que terminara!
A: ¡Yo no me he relacionado con ningún Perfecto!
B: Eso lo sé, por eso se acabó tu relación con ella. Tú, el señor perfecto. Y sin embargo, a pesar de todo, ella te mandó saludar perfecto.
A: Ah, ahora entiendo. Ella me mandó saludar perfectamente.
B: Sí, baboso. ¡Pues qué entendiste?
A: Olvídalo; y a ver si hablas con un decir más perfecto la próxima vez y no me confundes diciendo que me relacioné con ese tal Perfecto vecino tuyo en la oficina de Seguro Perfecto, eh.

Los adverbios, aunque nos cansen, existen; y existen para ser usados, no abusados ni como adornos prescindibles.

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