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Esa casa de los espejos que son las redes sociales


ERA DE LA OPINIÓN... de que la censura era un filtro perverso... ¡Y lo es!

Censura y falsedad

Semanas atrás, todavía siendo 2021, alguno de los miembros del grupo de este blog en Facebook, llevado por el prurito y su derecho, compartió una información que le pareció relevante, mas sin cuidado de verificarla es decir "irresponsablemente".

Como autor y administrador recibí la notificación de parte de Facebook. El miembro se sintió herido en su libertad de expresión y publicación y en cierto modo lo fue, sobre todo si consideramos que entre las políticas del grupo está la de no censurar a ninguna voz, por muy discordante que pueda parecer y a despecho de las políticas generales de la plataforma que buscan una idílica armonía entre los miembros de una comunidad de amplitud amorfa e indefinida.


Facebook añadió a la publicación la verificación correspondiente y mandó al fondo del historial por noventa días la publicación como si no fuera suficiente el ritmo normal y diario, el cual más pronto que tarde termina acumulando en el cieno de la red lo publicado

Atendiendo el "derecho de réplica"  de este miembro retomé la publicación y la verificación y a mi vez hice los apuntes pertinentes resultando también amonestado como "difusor de información falsa". Ambos hechos ocasionaron que Facebook bajara la categoría del grupo de forma automática y muy  a pesar de mi reclamo y explicación.

El tema persiste y queda como una mancha para el grupo entero (poco importo yo, que se me resbalan las cosas) y afecta también en la manera como los contenidos generales del grupo son difundidos en la red social, dado su carácter público.


El efecto nos afecta a todos los miembros como explica el propio Facebook:

¿Por qué es importante?

Agregamos un aviso a la información falsa que revisaron verificadores de datos independientes y reducimos su distribución situándola más abajo en la sección de noticias de las personas. Si un grupo comparte información falsa, es posible que también reduzcamos la distribución de sus publicaciones y dejemos de sugerir a las personas que se unan a él.

Por ello y digamos que con un interés educativo comparto ahora con ustedes las sugerencias elementales que el propio Facebook ha redactado para que todos y cada uno (sobre todo los que no tienen la costumbre, método y sistema como quienes somos profesionales del análisis de información) tenga a bien cuidar lo que comparte.

Las sugerencias de Facebook

Con la idea de homologar, unificar criterios, uniformar contenidos, la red social desarrolló un documento en el que expone a los miembros de la red unas sugerencias para el cuidado de los contenidos que se publican y comparten. Pero, como apuntaré más adelante, por muy nobles que sean en principio tienen sus "a segunes".

Queremos detener la difusión de noticias falsas en Facebook. […] Mientras trabajamos para detener su difusión, aquí te mostramos algunas sugerencias que te ayudarán a identificarlas:

  1. Duda de los títulos. Las noticias falsas suelen presentar títulos llamativos escritos en letras mayúsculas y con signos de exclamación. Si un título contiene afirmaciones sorprendentes y poco creíbles, es probable que se trate de información falsa.
  2. Observa con atención la URL. Una URL impostora o que imita una original puede ser una señal de advertencia que indica que se trata de una noticia falsa. Muchos sitios de noticias falsas realizan pequeños cambios en la URL de las fuentes de noticias auténticas para imitarlas. Puedes visitar el sitio para comparar la URL con las fuentes establecidas.
  3. Investiga la fuente. Asegúrate de que la noticia esté escrita por una fuente de confianza respaldada por una reputación de exactitud en la información. Si la noticia proviene de una organización desconocida, verifica la sección "Información" para obtener más detalles.
  4. Detecta si el formato es poco común. Muchos sitios de noticias falsas contienen errores ortográficos o diseños extraños. Lee con atención si observas estas señales.
  5. Presta atención a las fotos. Las noticias falsas suelen contener imágenes o videos manipulados. En ocasiones, es posible que la foto sea auténtica, pero que la hayan sacado de contexto. Puedes buscar la foto o imagen para verificar de dónde proviene.
  6. Comprueba las fechas. El orden cronológico de las noticias falsas puede resultar ilógico, o incluso pueden estar alteradas las fechas de los eventos.
  7. Verifica las pruebas. Comprueba las fuentes del autor para confirmar que sean precisas. Si no se aportan pruebas o se confía en expertos cuya identidad no se menciona, es posible que la noticia sea falsa.
  8. Consulta otros informes periodísticos. Si ningún otro medio está reportando la noticia, es posible que sea falsa. Si aparece en varias fuentes de confianza, es más probable que sea verdadera.
  9. ¿La noticia es un engaño o una broma? En ocasiones, suele ser difícil distinguir una noticia falsa de una publicación humorística o satírica. Comprueba si la fuente de donde proviene suele realizar parodias, y si los detalles y el tono de la noticia sugieren que puede tratarse de una broma.
  10. Algunas noticias son falsas de forma intencional. Reflexiona acerca de las noticias que lees y comparte solo las que sabes que son creíbles.

Un apunte crítico a estas sugerencias

Si bien en una primera lectura las anteriores sugerencias nos parecen atingentes y sensatas, en realidad las aristas y huecos que las rodean y definen son mayúsculos y se prestan tanto para confusiones, como a yerros o manipulación censora. ¿A qué me refiero?

El llamado clickbait (que puede traducirse como "cebo para clicar") es un recurso, una forma retórica empleada por la publicidad y la mercadotecnia para provocar la atención sobre un producto (en este caso contenidos) y como consecuencia "pescar" al consumidor potencial de los mismos, para generar lo que se conoce técnicamente como índice de retorno, el que puede traducirse en beneficios como el aumento de estadísticas de vistas, tiempo de permanencia en el contenido, impulso de redistribución o referencialidad y hasta ventajas en ingresos económicos, posicionamiento y ventas. Un titular y una imagen llamativa son, en la más rancia tradición del sensacionalismo y el amarillismo, las formas más comunes de cebo para atraer a los ingenuos. No es una práctica nueva, existe desde que existe la prensa y aun más lejos, desde que existen los heraldos.


Pensemos en los creadores de contenidos como pregoneros en un mercado que buscan, junto con los merolicos, jalar la atención y concentrar al mayor número de potenciales comp(a)radores (la etimología asocia la palabra "comprar" con "comparar") de lo que ofrecen. Todos queremos vender algo, ya sea un pescado o una idea, una sartén o un libro, la propia persona. Todos por lo tanto somos en suerte vendedores que, hoy más que nunca antes, nos vemos en la necesidad de publicitar y mercadear lo que tenemos para dar, sea bazofia o delicia. Y como dice el refrán muy mexicano, quien tiene más saliva, traga más pinole. (Quizás por eso yo me la paso ahogado y tosijoso con apenas un discutible nicho de afanosos interesados en lo que hago.)

Pero, como la burra no era arisca, sino años de abuso en el empleo de tal recurso la hicieron así, hoy los consumidores de contenidos —salvo los ignorantes o los ingenuos o los distraídos— se muestran reacios a abrazar los cebos incitantes y ello ha llevado a los creadores a recurrir a mayores sutilezas o a sumarse francamente a la burda trampa con tal de competir con los más solicitados por el público que, aun quejándose de la mierda, lo fugaz, lo fútil, se muestra más y más adicto a consumirlo. Entonces, ahora contenidos edificantes son anunciados como pendejadas entretenidas y divertidas, pero cuando el consumidor da el primer bocado, al poco rato escupe lo que no se ajustaba a su expectativa lúdica. Viceversa, contenidos burdos, intrascendentes, ahora son anunciados como sesudos y relevantes para atraer a los renegados del cebo, los que llegan al contenido que acaban consumiendo entero aun descubriendo frustrados que no consiguió satisfacerlos o creyendo que son la verdad del osito Bimbo, así quieren más y topan y topan con más y más bazofia, consumiéndola toda en la búsqueda incansable por hallar la pièce de résistance anhelada para su mejor conocimiento.

Entonces, ¿cómo saber aun con todas las sugerencias previas si uno está o no ante una información auténticamente falsa cuando está visto que cada sugestión por si sola es insuficiente y en conjunto abona más a la duda que a la certitud?

El miedo a lo falso es un falso temor

Vayamos más al fondo. ¿Cuál es el afán y de parte de quién para eludir, tachar, censurar, erradicar lo supuestamente falso? ¿Quién, qué organización tiene la estatura moral y no solo legal, profesional, para aseverar que algo es ciento por ciento falso?

A esta pregunta se antojan respuestas fáciles y de bote pronto que hacen los basamentos de los equipos y consejos revisores de las redacciones de medios y redes sociales hoy, tanto como de las políticas y deontologías que guían y norman los algoritmos de búsqueda, como si se tratase del afán detrás de la mano del apedreador.

¿Por qué rehuir, borrar, cancelar, encasillar la falsedad y a partir de su difusión vituperada establecer parámetros y cánones inquisitoriales por los que santiguar a diestra y siniestra colocando sambenitos que conducen al descrédito y el vilipendio? ¿Acaso somos incapaces de efectuar una pedagogía a partir del contraste virtuoso de lo falso y lo verdadero?

La lógica nos permite conocer que dentro de cada verdad hay un rasgo de falsedad y, viceversa, dentro de cada falsedad existe la posibilidad de lo cierto y verídico sabiendo efectuar la prueba respectiva. Nada ganamos y más perdemos si pretendemos que cada publicación y detrás de cada titular se ancle una tautología, es decir una verdad absoluta acomodada, ¡vaya relatividad!, al contento sistemático y metodológico de una persona física o moral, de determinados intereses económicos, políticos o sociales.

La misma naturaleza nos da lecciones para aprender a discriminar lo falso de lo verdadero sin que ello signifique la denostación y la extinción de lo falso: la falsa coralillo utiliza el recurso para defenderse de sus depredadores alertados de que puede ser ponzoñosa, lo que coloca a la verdadera coralillo como un ente no solo de cuidado sino mortal. La verdad no peca, pero incomoda. Pues igual sucede con la falsedad, no peca, pero se acomoda, nos es de ayuda en el proceso de adaptación y cuando aprendemos a distinguir el insecto palo o la oruga en su mímesis de la varita de veras, hasta nos maravillamos del ingenio y aprendemos cosas nuevas desde él. Ahí tenemos la égloga que nos presenta a Moisés engañando al faraón con su vara "mágica" que se vuelve sierpe, y el caduceo, motivo judío para recordar al benefactor divino de la salud del pueblo. Parafraseando al mago e ilusionista David Copperfield recordemos que la magia consiste en tomar la verdad y volverla causa de asombro, puya para la curiosidad; y si para ello es factible volverla ilusión, por muy reprobable que parezca, la falsedad no es más que el reverso de la misma moneda.

La programación de los contenidos conduce a errores que no por fuerza implican falsedad. Una nota escrita hoy sobre una plantilla mal configurada puede parecer escrita hace dos semanas o mantener fija una fecha, y ello no hace al contenido ni más ni menos valioso y útil. Y hasta lo falso con toda intención, por lo mismo puede justificarse en un propósito específico constructivo cuya finalidad, tristemente, es ser falso con tal de atraer la atención sobre un dato, un hecho o dicho concretos que, de otra manera, no serían atendidos suficientemente como para generar conciencia sobre algo o alguien. Porque así somos de ingratos los consumidores de contenidos. ¡Cuántas obras consideraras falsas por causa de la torpeza técnica, metodológica, expresiva que las define han pasado sin pena ni gloria a los ojos de los censores en un momento determinado hasta que un rescatador crítico les da la oportunidad de resarcirse. Y no estoy hablando aquí de cuestiones de gusto o estilo, como ha pasado a muchos pintores o escritores revivificados por la crítica póstuma, por ejemplo, sino de auténticos Pedros que han anunciado hasta el hartazgo que ahí viene el lobo y que, ante la falta de evidencia o justa verificación de los receptores del mensaje estos optan por hacer oídos sordos y soberbios a los "falsos" llamados a la cautela. Estoy hablando de que, tras discursos como los de Donald Trump o la sección y las actitudes presidenciales de Andrés Manuel López Obrador en su cacería de "quién es quien en las mentiras" más parecemos niños asustados con la sola idea del Coco, que esas mismas madres, abuelas, tías, nanas impacientes, represoras que lo anuncian como depredador de inocencias.

Viene a mi memoria aquella ocasión cuando, impartiendo la cátedra de Antropología Social y llegado al tema de la mitología expuse a los estudiantes un documental de National Geographic sobre los dragones. Es una ficción documental, pero tan bien lograda que el ingenuo e ignorante puede tomar por ciertas las "pruebas" paleontológicas e históricas mostradas ahí. Muchos de mis estudiantes se tragaron el cuento, no fueron más allá para investigar su veracidad y ello los llevó a reprobar el examen a efecto. Solo una estudiante, curiosa, inquieta, indignada con su calificación, se dio a la tarea de ahondar y, cuando descubrió la verdad detrás de la falsedad me mentó la madre literalmente. En ese momento la califiqué con un diez redondo y la felicité por no quedarse solo con lo superficial, por su hambre de conocimiento y dedicación para verificar por encima incluso de la autoridad.

No siempre podemos tener acceso a las fuentes originales de algo, y con frecuencia buscarlas requiere un esfuerzo mayúsculo de investigación al cual no todos estamos dispuestos. A veces tenemos que conformarnos con fuentes secundarias o terciarias y hacer un acto de fe en la esperanza de que otro, con mayor capacidad, pueda verificar las cosas. Claro que tampoco hace bien que uno se empecine en tomar a pie juntillas lo hallado como potencialmente cierto, aun tratándose de la fuente original.

En todo caso, dentro de las redes sociales, los medios de comunicación, como esas peculiares casas de espejos y de espantos que son imprescindibles en la feria de la vida, la falsedad y la mentira no tendrían que ser motivo para poner en el cadalso a alguien, llevar al olvido un dato quizás útil por su misma deformación, o proscribir lo que luce distorsionado, enajenante. Todo lo contrario, tendríamos que ubicarlas en el contexto como los factores complementarios que son y que cumplen con la meta de confrontarnos con lo diverso (lo di-vertido), lo perverso (per-vertido), para propiciar en consecuencia la subversión y reversión entre lo virtuoso y lo vicioso. Los monstruos, nos lo dejan claro la mitología y más específicamente las especialidades fenomenológicas de la teratología y la criptozoología, son seres y categorías poco comprendidas por la crítica e incluso son considerados temas tabú sobre los que es recomendable ni siquiera aventurarse.

La verdad no es esa luz en el camino

La verdad no es esa luz que asoma en la oscuridad, que vislumbramos al final del camino. Como tampoco la falsedad son esos luceros acechantes entre los matorrales. Y sé que más de un cientificista ya estará aquí vociferando en mi contra tachándome de teosofista. Bien puede ser que aquella iluminación tras la arboleda nos ciegue impidiendo ver el abismo delante. Bien puede ser que esos falsos ojos ocultos en la enramada sean luciérnagas inofensivas. Tanto una razón como la otra merecen que les demos la oportunidad de trazarnos la ruta de la aventura que es el conocimiento, pues no todo el que emite mentiras y falacias es desconocedor de la verdad que pretende ocultar, obviar, omitir, eludir o conocer por vías torcidas; y tampoco el verificador contumaz es un valedor asaz admirable, confiable, porque autoridad no implica veracidad ni viceversa, lo veraz no dota de autoridad. Se puede hablar con verdad y sin embargo no ser honorable. Se puede ser probo y aun así creer en mentiras. Goya lo sintetizó magníficamente en sus grabados: el sueño de la razón produce monstruos.


Dicho lo anterior y llegados al extremo, la noticia más falsa que puede haber es aquella que nos informa de la existencia de dioses falsos y se empecina en plantear, contradictoriamente, que solo hay un dios verdadero, según la óptica de cada cual.

La falsedad, ese peculiar espantapájaros, pocas veces es catalogada entre los monstruos que nos quitan el sueño y no obstante tiene su pedestal en el panteón de las infamias; porque, como afirma Lourdes Quintanilla, "los hombres adoran las certezas. Creer en cualquier cosa antes que creer en nada" [cf. GARCÍA-ROBLES, 1990: 45]. Y al final todos tenemos derecho, también, de equivocarnos y de edificar a partir de falsas bases, de preconcepciones y prejuicios. Ya se encargará la realidad, así sea con un sismo ridículo, de derribar lo endeble que siempre termina cayendo por su propio peso. El intolerante tarde o temprano topa con su propio reflejo.

Hay que temer al hombre de un solo libro, reza el refrán. Pero, ¿por qué? ¿Acaso porque ese solo libro encierra la verdad o porque su contenido es una sarta de falsedades que deforman y, si esto, según quién o qué parámetro? Si en vez de tachar lo aparentemente falso de tal ipso facto nos detuviéramos a analizar sus entrelíneas, sus funciones y estructura, nos daríamos cuenta más pronto que tarde que la falsedad, por muy monstruosa que parezca ayuda a la divulgación de ideas. Esto se debe, nos explica Héctor Santiesteban, a que "lo sobrenatural impresiona y atrae" lo cual aplica también para lo exagerado, lo deforme, lo deficiente. Cuántas veces leemos una nota, un reportaje que es un adefesio prácticamente en cuanto a su técnica de factura y sin embargo damos los hechos y dichos que presenta como ciertos, aunque estén mal descritos, narrados y explicados, con yerros gramaticales. Lo sustancial no siempre da valor a lo esencial. Las obras de relumbrón tienen como finalidad deslumbrar y en la ceguera ocasionada promover el enigma tras lo ostentoso.

[… A] veces, el enigma es el conocimiento para vencer al monstruo; por otro lado, el vencimiento puede deberse casi al solo conocimiento de su ser esencial, que es su enigma.

El monstruo es una clave, una llave para descifrar y comprender. El símbolo y la palabra se usan para nombrar, al nombrar se explica, y la explicación requiere conocimiento, el conocimiento permite la posesión. Uno de los aspectos más relevantes del símbolo es el de su poder vinculativo entre el hombre y lo sacro. Se trata de un modo de doble circulación, de comunicación, de comunión. El monstruo es una forma de conocimiento. El portento muestra el futuro y se convierte de esta manera en presagio, en un conocimiento del porvenir; pero, el monstruo no solo muestra, sino que también enseña; el monstruo no solo enseña, también evidencia. Evidenciar es mostrar lo superlativo [SANTIESTEBAN, 2003: 304].

Publicar, difundir noticias falsas, recurrir al clickbait sensacionalista sirve, dicho lo anterior, para orientar mejor que para desorientar, aunque esto último pueda ser el objetivo de arranque. El lector, el consumidor o prosumidor de contenidos en las modernas redes sociales y la Internet y sus plataformas variadas siempre tiene las opciones de adoptar el papel del alcalde de la aldea que busca incinerar al monstruo de la falsedad, creer en la bondad inocente del monstruo torpe que ahoga a la verdad, o comprender los motivos detrás de la búsqueda del científico enajenado que pretende superar los límites de lo convencional.

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Referencias

  • GARCÍA-ROBLES (resp.) / QUINTANILLA (aut.), Jorge y Lourdes. "El declive de la utopía", publicado en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Año XXXVI, Nueva Época Abril-Junio de 1990, Núm. 140, UNAM - Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, México.
  • SANTIESTEBAN Oliva, Héctor (2003). Tratado de Monstruos. Ontología Teratológica. Plaza y Valdés, México

Uso de la tecnología y ejecución académica


Recientemente una reconocida filóloga española, Beatriz Peña-Acuña (quizás seamos parientes lejanos, por el Acuña), publicó en la plataforma de Academia un estudio acerca del uso de la tecnología y su papel en el ejercicio de los académicos, del profesorado y me ha invitado virtualmente a participar en la discusión del paper (o reporte, en castellano). Las siguientes líneas son mi opinión al respecto.

Tecnología educativa y empatía

El principal problema que veo detrás de este y otros estudios, no solo en España sino en general en el mundo hispanohablante es el enfoque (un poco miope) desde el cual se abordan, sin que lo dicho signifique un menosprecio de mi parte sobre los resultados obtenidos, muy ilustrativos sin duda y útiles.

Al referirme al enfoque pienso en la aproximación que confunde lo pedagógico, con lo didáctico y lo instruccional.

Lo primero a tomar en cuenta, muy aparte de las características de sexo de los educandos (que puede tener un relativo peso, biológica y conductualmente hablando) es la base de desarrollo cognoscitivo ya estudiada por Piaget y muchos más después. A partir de ahí es que pueden desarrollarse la herramientas tecnológicas apropiadas a cada rango de edad, condición socioeconómica, sociocultural, habilidades o inhabilidades específicas. Eso, en cierto modo, ya se ha hecho con los juegos y juguetes, así los infantiles como los enfocados en la capacitación de adultos, pero sin hacer clara distinción sobre los objetivos educativos que se persiguen con cada recurso, adminículo, proyecto. O, cuando se ha hecho, ha sido de forma gazmoña y chabacana.

La tecnología educativa debe estar bien clasificada en función de esos objetivos o mezclas de objetivos para el desarrollo de habilidades diferenciadas o coincidentes: coordinación psicomotriz, lectura de comprensión, y un largo etcétera, del mismo modo que en el pasado se planificaba la agenda de materias escolares y en cada materia su respectivo programa de enseñanza-aprendizaje, así como las actividades para el efecto.

No basta con poner la tecnología específica en las manos del educando, se le tiene que instruir en su uso, pero también capacitarlo para actuar sin la presencia del recurso y para juzgar sus alcances, derechos y obligaciones en relación con su uso y su abuso. Pero, ¡oh, ironía! La tecnología la saben emplear mejor los educandos que los profesores. Aprender a dibujar sobre una tableta o una pizarra no suelta de la misma manera la coordinación visivo-manual para efectuar trazos sobre otras superficies no electrónicas. Puede ser muy cómodo, lo es, pero los colores RGB no son procesados mentalmente del mismo modo que los CYMK. Personalmente he constatado cómo estudiantes de diseño puestos ante un papel o un lienzo no consiguen la misma calidad en sus trabajos por impericia. Eso no necesariamente es una "deficiencia" como un resultado adaptativo (para bien o mal) al medio en sentido inverso y bajo la más pura explicación teórica del tétrade macluhaniano.

La necesidad de una pedagogía de la imaginación

Hoy se impone a los educandos desarrollar la habilidad de visualizar en 2D menos que en 3D y ello ha provocado redundancia cognoscitiva, afectando las posibilidades imaginativas y de conceptualización mediante el proceso de abstraer y extrapolar dimensionalmente las cosas de la realidad tangible hacia ideas intangibles mas realizables.

Mientras que Kandinsky, Modigliani o Picasso, por ejemplo, nos introdujeron en una pedagogía de la reconstrucción a partir de la deconstrucción figurativa pasando por la abstracción, en la escuela en cambio se insiste en mantener un pensamiento figurativo, plano y ejemplo de ello es lo que ha ocurrido con corrientes como el constructivismo para el que, si algo carece de significado inmediato para el educando, entonces carece de relevancia y muchas veces lo relevante no está en lo evidente sino en lo ausente, que fuerza al pensamiento a hallar nuevas conexiones de forma crítica, analítica.

La tecnología de realidad aumentada forzará aun más todo esto que digo provocando nuevas conexiones neuronales, del modo que los juegos de Arcadia o los posteriores ocasionaron ya en las generaciones que hoy lindan los cuarenta años de edad. Las modificaciones cerebrales y corporales (alargamiento de pulgares como consecuencia del joystick, celeridad de procesamiento, por ejemplo) ya son hechos presentes, irreductibles e irreversibles que van dejando huella a nivel genético.

La tecnología jamás podrá sustituir al profesor o a los padres, por más que se pretenda ni aun con la inteligencia artificial. Pero, tampoco se la puede ni debe obviar u omitir. Es solo un instrumento, un acompañante como la pizarra, la tiza, el pupitre, el lápiz, la pluma, la calculadora, las escuadras que debe de ajustarse a finalidades muy concretas y no esperar que, por sus enormes posibilidades, pueda (como ha sido hasta ahora) meter todo en un mismo cazo.

Los contenidos de los juegos electrónicos como los juegos de mesa solo son construcciones seudodidácticas ajustadas a un guión basado en un secuencia de objetivos de desarrollo y aprendizaje, algunos más complejos que otros, no necesariamente divertidos y entretenidos. ¡No todo tiene que ser entretenido para ser di-vertido o per-vertido!

El conocimiento, un activo que ha sido pasivo; y viceversa

Los metamundos como Second Life (raíz de todos) o la entrante Meta (Facebook), de realidad virtual o de realidad aumentada (dos conceptos distintos, pero interdependientes) son el siguiente nivel en el planteamiento de desarrollo de las habilidades. Las necesidades son las mismas. No se inventan nuevas necesidades como nos quieren hacer creer erróneamente los mercadólogos y publicistas (colegas míos) de pacotilla, lo que cambia en todo caso es la forma de satisfacerlas. El individuo necesita correr, activar su circulación sanguínea o fortalecer sus músculos, entonces se ejercita yendo al parque, participando en deportes; pero, encerrado en una habitación recurre a sustitutos y sucedáneos como la caminadora u otros aparatos, incluidos exoesqueletos con las consecuencias de la disminución del impacto sobre las coyunturas, por ejemplo. El arquitecto puede aprender a edificar una estructura dentro del metamundo, trabajar su estética, pero del modelo simulado al modelo real hay una enorme diferencia que implica conocimientos adicionales sobre mecánica de suelos, de materiales, y un largo etcétera.

Hoy, cuando la miniaturización ha llegado a su límite tecnológico y así estará por los menos dos décadas, es momento de repensar la combinación de herramientas tecnológicas digitales y analógicas, con una idea perversa en mente: si el día de mañana todo lo que hoy tenemos se acaba y las nuevas generaciones (o incluso las viejas sobrevivientes) tuvieren que comenzar de cero, ¿estarían preparadas para hacerlo? ¿Llamar por teléfono con un aparato de dial? ¿Sembrar, cuidar las plantas con lo que la propia naturaleza da? ¿Escribir con pluma o pincel? ¿Imprimir con tipos móviles? ¿Componer música no sintetizada? ¿Contemplar el cielo estrellado, el horizonte o una pintura a falta de televisor y cine, sin luz artificial? ¿Narrar historias al calor del hogar a falta de una radio?

Con respecto a las redes sociales, de nuevo el enfoque del análisis resulta miope, ajustado a expectativas "tradicionalistas" respecto de las formas de interrelación e intercambio sociales. Falta, pienso, imaginación metodológica. Se está olvidando que no son más que extensiones de lo mismo que por años se hizo en las aulas, los corrillos en los encuentros de pasillo o hasta las pintas en paredes de baños, bardas, solo que ahora de modo electrónico, masificado, enajenante y anónimo.

Las redes sociales no son algo nuevo ni algo que vaya contrario a los principios pedagógicos. Gremiales como somos, creamos redes, sea en la calle mediante el contacto directo o usando la tecnología (teléfono, correspondencia, red social) para un modo indirecto que puede o no volverse directo parcial (videoconferencia) o totalmente (encuentro presencial cara a cara).

¿Hacia una educación post pandémica?

La pandemia nos ha forzado a explorar esto último y a revalorar las categorías de relación y la forma como los otros apoyan, inciden, influencian las formas de aprendizaje, memoria, registro, clasificación de los contenidos que de forma individual resultan significativos (de nuevo, el constructivismo a lo bestia).  Incluso a promover el autodidactismo con o sin tutela. Y eso no está mal, aunque parezca que de pronto se nos sale de control, sobre todo ante la falta de protocolos para verificar la información, protocolos que por ahora se han dejado en manos de comités de revisión, censores, algoritmos o inteligencia artificial, sin que ello redunde por fuerza en una ventaja y a veces al contrario sea una desventaja y una odiosa imposición de quienes (grupos o personas) cretinos establecen lo que consideran "políticamente correcto" para una generalidad que ya no puede ser encajonada.

La salud emocional entonces no pasa por la tecnología, aunque los detractores de juegos de video, por ejemplo, insistan en señalar sus probables efectos nocivos. Se necesitan condiciones previas en los individuos para que entonces la tecnología y los contenidos, su forma de utilización y abuso puedan derivar en afectaciones. Un profesor de matemáticas que no sabe utilizar la pizarra y la tiza para explicar, describir, mostrar, motivar, puede ser tan terrible como el uso de la calculadora a mansalva en detrimento del educando; o el influencer que distorsiona en la síntesis el conocimiento acumulado. Confundir metas distractivas con ejercicios de concentración pueden hacer a un individuo tan dependiente de la tecnología como el abuso habitual o la proclividad adictiva de sustancias o actividades específicas y rodear a las cosas con ideología puede ser tan orientador y justificante como permisivo y deformante.

En resumen y respondiendo a la pregunta sobre qué propuesta de intervención se me ocurre para el profesorado, digo que ninguna especial o novedosa, fuera de un cambio de actitud de parte del profesor sobre la base de aquella definición de locura: hacer las cosas cientos de veces con el mismo resultado, es de locos. El profesor, sea en el aula o a distancia, de forma virtual, debe atender a las necesidades de sus estudiantes tanto como a las limitaciones que les son propias (del estudiante como del profesor), algunos necesitan que se les lleve la mano, aun habiendo instrumentos tecnológicos. Otros están más adaptados. Un indígena tarahumara no puede ser tratado igual que un citadino; y viceversa. Y aunque haya el prurito de buscar la equidad, de igualar conocimientos, habilidades, oportunidades y la tecnología sea un factor adicional en la tarea, jamás debemos olvidar la máxima del Libro de la Sabiduría y del Eclesiastés (y lo digo como agnóstico que soy): Hay un lugar para cada cosa, y cada cosa tiene su lugar; hay un tiempo para cada cosa, y cada cosa tiene su tiempo. La libertad es el basamento de toda pedagogía antropológica. Hoy por hoy la Internet ha hecho posible, en tanto plataforma, la democratización del conocimiento y de las maneras de difundirlo, apreciarlo, registrarlo, transformarlo. Mañana, que está a la vuelta de la esquina, con la Internet 3.0 (de las cosas) y la inteligencia artificial cuestionamientos como los de este estudio quedan rebasados, obsoletos. Es momento que los profesores y las escuelas y sistemas educativos enfoquen su atención a comprender el trasfondo y los alcances prácticos de la teoría del determinismo tecnológico tras el modelo del tétrade de MacLuhan, solo así dejarán de hacerse, valga la expresión obscena, "chaquetas mentales" sobre cómo no perder el control. Quizás es momento de que aprendan a delegarlo en el mismo individuo educando que, al final, es el principal beneficiario de la respuesta cultural que implica la educación para el equilibrio del sistema social, pues está visto lo poco que sirve generar técnicos o profesionistas que, por azares del mercado, terminan haciendo cualquier cosa para sobrevivir, menos aquello para lo que su vocación los impulsaba so pena de que, en la defensa de sus sueños, puedan terminar menoscabados en sus facultades o su crédito económica y moralmente.

Comprendiendo el indeterminado determinismo tecnológico

Y ese es un tema crucial, determinar la vocación no solo de personas físicas, sino de personas morales e incluso países enteros. No todos los países pueden ser industria o campo o maquila o policías o jueces o conquistadores o educadores o una mezcla. La moderna especialización nos llevó a un extremo tan preocupante por insensible como la generalización que le antecedió. Preguntémonos si, por ejemplo, un homosexual lo es por vocación y hasta qué punto, tecnología y moral o no de por medio, los procesos educativos actuales orientan o desorientan esa vocación ocasionando frustración y trauma que derivan en el desencuentro social que cobra factura odiosa en la segregación de clase, etnia, sexo, edad, capacidad.

Primero quisimos hacer empleados, luego quisimos promover empresarios, ahora pretendemos hacer "buenos ciudadanos". ¿y dónde queda el ser humano?

Cuerpos humanos expuestos en el Naucalli


LA EXHIBICIÓN DE 12 CUERPOS HUMANOS, 2 torsos y 150 órganos, conforma le muestra  “Our Body El Universo Dentro, Cuerpos Humanos Reales” organizada por el Gobierno de Naucalpan y a la que podrá asistir el público, niños, jóvenes y adultos, del 19 de enero al 01 de abril, con un recorrido científico-didáctico que permitirá crear conciencia sobre la importancia del cuidado y respeto hacia el propio cuerpo.

La Administración Municipal, a través de la Dirección de Cultura y Parque Naucalli, informó que por segundo año consecutivo trae esta exposición al Centro de Exposiciones, Ferias y Eventos (CEFE) del Parque Naucalli, que permanecerá abierta de lunes a viernes de 9:00 a 19:00 horas, sábado y domingos de 10:00 a 20:00 horas.  

Con esta muestra, los visitantes podrán conocer el funcionamiento del sistema músculo-esquelético, nervioso central, digestivo, respiratorio, urinario y reproductivo, así como observar de cerca diversos órganos, como vasos sanguíneos, corazón, cerebro e hígado, entre otros.

La Dirección de Cultura y Parque Naucalli informó que esta exposición es de gran calidad, y se ha presentado en más de 200 ciudades del mundo, como Hong Kong, Seúl, Amsterdam, Liverpool, Madrid, Montreal y Miami, entre otras, por lo que este gobierno tiene el interés de acercar este tipo de muestras a la población naucalpense.

Así como esta exposición que ofrece conocimiento científico a la población, el Gobierno de Naucalpan también pone en funcionamiento plataformas digitales para brindar mayor seguridad, como C4-24, a través de la cual, los ciudadanos reportan emergencias por medio de sus dispositivos móviles de manera sencilla y rápida.

(Fuente: Comunicado de Prensa.)

El intelectual descalzo

Lo que a mí me parece inaceptable es que un escritor
o un intelectual se someta a un partido o a una iglesia.
Octavio Paz.

ERA DE LA OPINIÓN…, hace muchos años, que la academia era un oasis, pero con el paso de los años ese remanso se ha visto a la vez desecado y corrompido con la hechura de espejismos convenidos por unos cuantos.

Por estos días, en la red social Facebook, mi querido colega comunicólogo Octavio Islas compartió un artículo de Fernando García-Quero publicado en el sitio español de El Diario. En él, el autor expone la preocupante situación que enfrenta la academia, por lo pronto en España, en el interés de validar su objetivo social como institución generadora de conocimiento. En su opinión:
La Universidad […], le pese a quien le pese, está inmersa en un proceso que aniquila intelectuales y los convierte en un nuevo tipo de ser académico cuyo fin último es hacer papers sin pausa, sin poso y sin reflexión.

[…] que en la mayoría de las ocasiones, al menos en ciencias sociales, que es el ámbito que mejor conozco, no sirven para mucho, no aportan gran cosa a la sociedad y no mejoran en absoluto la realidad más próxima a los investigadores […] que los realizan (GARCÍA-QUERO, 2016)
Hace muchos años, en México, un spot publicitario, en su jingle, rezaba: “entre el zapato y el pantalón / está el detalle de distinción”, aludiendo como es obvio a esa particular prenda conocida como media o calcetín que aun hoy —a pesar de ciertas modas— establece una diferencia aparente entre el caballero con “decencia” y el vagabundo zarrapastroso o descalzo; aun cuando, invitado el segundo por el primero a laborar en conjunto, tope uno con que, citando a Pito Pérez:
Vázquez era de esos funcionarios que aprovechan al subalterno para todo, sin manifestarse jamás complacidos, y que se visten con las ideas de los otros. Yo decía mi parecer ingenuamente, al hablar de los negocios del Juzgado, y él soltaba después mis opiniones como si fueran suyas, con el preámbulo de siempre: “a mi humilde juicio…”.

Para hacer un estudio de los necios, en general, me bastó conocer al juez y al secretario, ya ahora ya sé que lo que cambia en los hombres es la dimensión de sus empleos, pero que el tonto o el sinvergüenza, lo mismo son de alcaldes de un pueblo que de ministros en la capital de la República (ROMERO, 1986, pág. 375).
Y, parafraseándolo, en una institución educativa se aprende mucho y no nada más lo que está en los libros o dictan los profesores o lo que se deduce de un experimento o lo que se induce de determinadas generalidades. Uno se resiste a creer que los docentes sean tan vanidosos, mezquinos, y los que los rodean tan serviles y aduladores. Pero en realidad, y así lo vemos lo mismo con el Secretario de Educación que con los maestros sindicalizados, así son.

Y esta triste realidad, que calza como un calcetín raído, no es nada nueva. Al menos en lo que yo recuerdo ya desde mediados de los noventa venía dándose, aunque no de manera tan grosera y generalizada. Y fue suscitándose a la par que fue instalándose en las instituciones educativas de todo nivel el clientelismo como forma ideológica de administración.
Aunque parezca mentira y difícilmente creíble, la evolución durante las últimas décadas de las políticas públicas en el ámbito universitario […] ha generado unos incentivos perversos que están acabando con la reflexión y el pensamiento crítico en todos los niveles de la sociedad. En el sistema [educativo…] no se valora ni se fomenta en absoluto un profesorado que prepare clases, envíe trabajos a sus estudiantes y los corrija, intente enseñar más allá de los cánones establecidos, imparta charlas fuera del ámbito académico sobre cuestiones que considere importantes para formar ciudadanos con ideas propias, colabore con asociaciones u organizaciones sociales, escriba en medios divulgativos para transmitir lo que hace, o se preocupe por influir en sus entornos más cercanos (GARCÍA-QUERO, 2016).
Es decir, el problema es mayúsculo y complejo y guarda estrecha relación con lo que he venido llamando críticamente los efectos de la opinioncracia:
Que algo sea “demasiado académico”, o sencillamente “demasiado intelectual”, es una piedra de toque común en nuestra sociedad. El anti intelectualismo es una de las formas más toscas del populismo, pero parece proporcionar fáciles réditos en una población ávida por ese consumo inmediato de las cosas que la complejidad intelectual casi nunca otorga.
 El problema es que la universidad actual se ha convertido, por inseguridad, cobardía u oportunismo, en cómplice pasivo de la actitud anti intelectual que debería combatir (ARGULLOL, 2014).

Primero. Nos encontramos hoy con universidades y escuelas en general más preocupadas por generar estudiantes y profesionistas y títulos como medida de su eficacia en el afán de justificar su rol social frente a las necesidades del mercado laboral, que no además de las necesidades de índole más amplia y cultural, como una torpe respuesta ante el reclamo del “divorcio” academia-industria y para tapar el ojo al macho de la poca producción inventiva de patentes, métodos, procedimientos y contenidos de investigación y desarrollo con aplicación directa en el mercado, esto de la mano de los bajos índices presupuestales tanto de gobierno como de empresas y las mismas instituciones destinado a la investigación y el desarrollo.

Segundo. De nuevo, para tapar el ojo al macho y justificar una “calidad” académica e intelectual de los docentes frente a los reclamos clientelistas de estudiantes, sus familias y sus probables empleadores, siguiendo las tendencias de “moda” en otras latitudes y atendiendo a presiones académico-administrativas de socios comerciales, educativos y gubernamentales, sobre todo de Estados Unidos, tenemos universidades que condicionan la docencia a la “inversión” de tiempo y dinero (por parte del profesorado) en el interés de incrementar el “nivel”, el grado. Si bien esto obedece a una lógica comprensible y aceptable, se ha caído en el abuso y por lo mismo en la mecánica preparación de posgraduados tan inútiles para la investigación como para la docencia y no se diga para su inserción en el mercado laboral. El papelito hoy, cada vez más, es eso: una medallita para presumir, pero hueca. En este punto, por ejemplo, están varias de las razones por las que abandoné la academia aun amándola y teniendo vocación para ella. A querer o no hube de renunciar temporalmente (espero) a mis “sueños intelectuales” por perseguir la chuleta. Ello no obsta para que, en mi muy humilde condición, haga lo propio para mantenerme al día y escribiendo.

Tercero. Esos papers —como se conoce en el ambiente anglosajón a los reportes e informes de investigación— que han pasado a ser mero trámite burocrático para justificar el puesto docente y las prebendas que le acompañan, van de la mano de la devaluación que ha sufrido la elaboración de la tesis de cualquier grado. Este producto intelectual que de suyo y antaño era constructor de saberes, hoy es un deslucido e inútil y vanidoso esfuerzo para conseguir lo del punto dos.

Los bachilleres o licenciados se conforman con copiar, plagiar, garrapatear trabajos que no aportan nada a nadie, salvo excepciones. Los exámenes profesionales son una fiesta y los sinodales un remedo de jueces que acaban filtrando a cualquiera por la sencilla razón que, de diez estudiantes, tres hacen tesis y se titulan [cf. (ANUIES, 2015)], ¡y ni modo de ir contra los intereses creados en función de lo expuesto en el punto uno!

Y situación similar ocurre con los posgrados, aunque ahí se disfraza bajo la máscara teatral de estar ingresando en un círculo reducido y cerrado de sabios enterados y cuyos conocimientos resultantes de sus “investigaciones” se quedan ahí, en sus cubículos.

Las mismas revistas especializadas han promovido tanto la cerrazón, al no dar cabida más que a los del Club de Tobby, o a una apertura excesiva, dando entrada a casi cualquiera que tenga una idea peregrina sobre algo (¡total, solo los especialistas lo leerán acaso!).

Los consejos editoriales, por lo mismo, cuando no apuestan a la competencia comercial lo hacen a una malentendida integridad intelectual muchas veces más casada con intereses financieros que auténticos en el fin de generar conocimiento. Claro que las cosas varían dependiendo del área de conocimiento que se trate.

Cuarto. A lo anterior ha de sumarse la mala o casi nula difusión del conocimiento por otros medios, para que el producto intelectual sea compartido con el resto de la sociedad y en términos útiles y comprensibles para la misma. De ahí que el periodismo científico tiene todavía un largo trecho por recorrer.

Y, como no hay quinto malo. ¡Quinto! Ah, pero eso sí, y termino, estamos, al menos en México, muy buenos para exigir a escuelas y educandos el “manejo” de un segundo idioma, concretamente el inglés, cuando apenas si masticamos (ni siquiera bien dominado) el propio.

Así como no sabemos si los calcetines tienen agujeros hasta que no se saca el pie del zapato, las bases educativas, ya expuestas, hacen evidente que al paso del tiempo han decaído no solo y no tanto por las deficiencias acumuladas tanto de parte del sistema educativo en su conjunto o las políticas gubernamentales y empresariales al respecto como de la sociedad, sino por haber comprado todos el discurso de la educación (revolucionaria) como la panacea para todos nuestros males (y bienes), por haber fincado y elevado a partir de ahí nuestras expectativas personales, de grupo y como nación.

La educación es un proceso continuo de la cultura y no, como se la ha querido encasillar, un “negocio” cuya extravagancia consiste en fabricar mentes. El día que transformemos radicalmente el paradigma educativo, todos los demás procesos que se le asocian, incluido el de la investigación y la generación de conocimiento para el desarrollo, se verán, mejor que fortalecidos, justificados en su verdadera dimensión y finalidad: propiciar el pensamiento crítico.



Referencias

ANUIES. (s/d de s/d de 2015). "Anuario Educación Superior Licenciatura 2014-2015. Recuperado el junio de 10 de 2016, de Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES): http://www.anuies.mx/iinformacion-y-servicios/informacion-estadistica-de-educacion-superior/anuario-estadistico-de-educacion-superior
ARGULLOL, R. (14 de Abril de 2014). "La cultura enclaustrada". Recuperado el 10 de Junio de 2016, de El País / La cuarta página: http://elpais.com/elpais/2014/03/25/opinion/1395742979_031566.html
GARCÍA-QUERO, F. (10 de junio de 2016). "Crisis y Universidad: de intelectuales a hacedores de 'papers'". Recuperado el 10 de junio de 2016, de El Diario: http://www.eldiario.es/zonacritica/Crisis-Universidad-intelectuales-hacedores-papers_6_265683463.html
ROMERO, J. (1986). "La vida inútil de Pito Pérez". En J. ROMERO, Obras completas (pág. 832). México: Porrúa.





LUIZ - Un Niño de Brasil explica a su Mamá porqué no quiere comer Animales

En la red de Facebook —que en mi experiencia viene siendo ya algo así como la cantina más frecuentada por mi ánimo— alguien publica un vídeo  donde se mira a un pequeñín brasileño conversando con su mamá, preguntando sobre lo que le ha servido en el plato para comer: pulpo con papas y arroz. El infante cuestiona a la madre sobre el pulpo, sobre la cabeza de la bestia. La madre le explica sin abundar en detalles que la cabeza es cortada en la pescadería, como a las gallinas en la pollería, para matarlos —cuida de no usar esa palabra— y el pequeño, en su inocencia cree, induce (más que deducir) con evidente indignación que “nadie come gallinas”, que nadie pues en general come animales. No concibe la muerte como un medio para el sustento de la vida.

Sí, el vídeo resulta conmovedor sin duda, como todo tipo de res-puesta semejante de una criatura. Lo interesante es que ya a tan pequeña edad maneje ciertas categorías de raciocinio (aun cuando falaces). Por ejemplo, la discriminación que hace entre seres vivos (animados) como los animales y los inanimados como los vegetales. Le preocupa la pérdida de la vida de los animales, pero no concibe siquiera que una patata, en tanto raíz, o el arroz, en tanto gramínea, también son en algún momento antes de la cocción seres vivos y ¡peor! seres de los que surge la vida.

Con todo respeto para los vegetarianos y los más extremosos, los veganos, ese tipo de inconsistencias, así, infantiles, son las que des-cansan en sus argumentaciones. ¿Válidas? Sí, en su conmovedora inocencia.

Si de veras fuéramos equitativamente compasivos ni siquiera comeríamos a las plantas. Es cuando me rebelo. La estupidez humana, no cabe duda, tiene muchas aristas y facetas.

Por ahí no han faltado quienes en su entera libertad han comentado cosas como: “el niño tiene razón” o “ojalá todos fuéramos tan lógicos como un niño”. Y no puedo más que pensar en Voltaire porque al fin y al cabo todos tenemos razón, aunque ello no signifique por fuerza que nuestro raciocinio será veraz. Aunque encantadora, la lógica en el planteamiento del infante es equivocada por naturalmente miope e inexperta. Si todos pensáramos como niños, más pronto que tarde veríamos que la vida no es tan simple en su infinita simpleza.

Una clase sobre valores

Era de la opinión... de que la letra con sangre entra, diría un profesor de cuando muy cerca mediados del siglo XX. De entonces a la fecha los métodos y procedimientos pedagógicos y didácticos han evolucionado, en buena medida a la par de la modernidad tecnológica y las exigencias adaptativas que esta conlleva.

El caso que retrata el vídeo incluido en esta entrega... ¡Ah, cómo me recordó algunas ocasiones que hice algo semejante como parte de mis clases! (ex alumnos recordarán) ¡Bien hecho y bien planificada la clase por la profesora!

Es común que se nos exija a los profesores servir de ejemplo y muchos procuramos, con todos nuestros defectos serlo de alguna manera constructiva. Pero muchas veces los mismos estudiantes y sus padres olvidan que ellos mismos pueden ser materia, objeto de ejemplo para enseñar lo positivo y lo negativo de nuestras conductas como seres humanos.

Lo interesante de este vídeo que ha dado la vuelta en las redes es que la profesora se limitó enfatizar el tema de los valores anclándolos en un hecho real, cercano y contundente. No lo convirtió ella misma en un efecto de bulling cibernético sino fue otra persona quien subió y diseminó el vídeo, ¿tal vez con intención de poner en entredicho el método didáctico de la profesora? Si así fue, erró, porque la mayoría de las personas sensatas aplaudirán el método y reprobarán la impertinencia, la "gracejada", una de tantas más que andan por las redes sociales.

Podría haber reaccionado yo mismo de otra manera, quizá poniéndome en los zapatos de la estudiante toda vez que cuando yo tenía 9 años la maestra me puso en evidencia ante el salón por causa de un malentendido, pero el caso es diferente. Entonces, yo pasé al frente a mostrarle mi tarea y la profesora profirió ante mi poca aplicación un "discreto" <<¡puta madre>> que luego yo, en casa, comenté inocentemente: <> pregunté a mi madre quien se atragantó la comida. Al día siguiente mis padres convocaron a junta con el director de la primaria y estuvo presente la profesora. Quedó en entredicho su honorabilidad y no encontró manera para explicar su desliz. De regreso al aula me expuso y el más cábula de los compañeros, el "matón" al que todos tenían miedo y consentido de la maestra (no era mal estudiante, lo reconozco) organizó que me lincharan en el recreo. Así, llegado el momento, un grupo de 50 estudiantes me persiguió por toda la escuela con ánimos de golpearme, de hacerme un "escarmiento". Me refugié en la papelería y librería de la escuela. Entonces conocí el miedo y esa experiencia definió buena parte de quién soy ahora en más de un sentido.

Lo que este vídeo retrata no es nada más la burda grosería y falta de respeto de la estudiante y de su compañero cómplice al retuitear el mensaje de la primera donde llama perra y puta a la profesora, sino que pone en evidencia la tergiversación de los valores. La culpa no la tienen las redes sociales que tienen políticas de funcionamiento y relativa apertura, que son solo medios al alcance de cualquiera. La culpa no la tienen los "escuincles" o "mocosos" en formación y desarrollo.

En todo caso la culpa la tenemos todos por no poner un justo medio en la permisividad o en la censura. Nos preocupamos demasiado de los contenidos en las redes, pero olvidamos que nosotros mismos somos ya ahora los creadores de dichos contenidos y quienes fijamos las tendencias de los mismos.

Era de la opinión... que la violencia no viene de fuera de nosotros, proviene de nosotros. Pues sigo siendo de esa opinión. Nosotros, cada cual, es el responsable de sus actos y no debemos olvidar que por cada derecho tenemos una equivalente obligación. No ofendas, para no ser ofendido. No expongas, para no ser expuesto. Respeta y serás respetado. Ama y serás amado.


De monstruos interiores y otras confesiones

Gracias a todos los ausentes y los presentes que, hasta ahora en su vida y la mía, me han dedicado un poco de su tiempo (sobre todo) y paciencia, así como por sus palabras de aliento y las de reconvención, consideraciones y correos. Sé que cuento con más de un@, me lean o no, me toleren o no, me crean o no, se adhieran o no a mis ideas, entiendan o no una forma de ser que, desde siempre y más ahora, me ha distinguido para bien tanto como para mal. Agradezco también la oportunidad que me dan al proveerme de material para la reflexión y la escritura. Porque aun cuando suelo plantear las cosas con suficiente convicción, tengo claro que lo más que puedo tener entre y sobre líneas es razón, o sea, mi palabra, siendo y por ser mía está lejos de pretender encerrar verdades absolutas.

Digo esto con toda seriedad, pero sin tomarlo demasiado en serio (algunos lo ven como una gracejada sin gracia y no faltan los que califican mis ideas y comportamientos como estupideces; el que esté libre de estupidez, que exhiba los primeros calzones, sin miedo al ridículo).

Los golpes de la vida son muy variados y uno debe estar dispuesto a enfrentar los riesgos que conlleva cada decisión y por tanto cada acto, así se relacione con hacerse actor o espectador, víctima o victimario, comparsa o protagonista. Esta filosofía resumida es la que ha conducido mi vida y me tiene donde estoy. (Por algún motivo viene a mi cabeza un librito, en edición única, de un publicista amigo de mi padre intitulado “Filosofía costumbrista” y autografiado por el autor.)

Sí, sé que a ojos de muchos puedo parecer un escritor pusilánime, un aspirante más  a bardo sin ambiciones como el resto de las personas; que no faltan los que tachan mi proceder al amparo de una normas y creencias muy específicas y que, incluso, no faltan los que, creyéndose con toda la experiencia que los años supuestamente dan, pontifican y arrean a quienes, como a mí, ven cuales ovejas descarriadas, y obtusas, desubicadas. Están en su derecho.

Es claro, en los días que vivimos la paranoia está cada vez más diseminada, es la enfermedad más difundida en nuestra sociedad. Todos desconfiamos de todos y de todo. Ya no se puede pedir la hora o decirle qué lindos ojos mi alma a alguien en la calle, porque a la información la sigue una mirada de pistola. Todos nos erigimos en expertos opinadores sobre los temas más variopintos. Es triste constatar la manera como, enquistados en formas de pensamiento y acto, queremos encasillar al otro en función de lo que creemos ser. Todos cojeamos de la misma pata y creyendo comunicarnos, ponemos por delante los principios elementales de lo contrario: la incomunicación.

Para alguien estas palabras serán, seguro, rollo insustancial. Es una forma de expresarme. Y así como cada texto elige sus lectores (no al revés, como se cree), las personas vamos por la vida acomodando a los demás para leer los fragmentos de su existencia que mejor ajusten en nuestro cartabón.  Me dicen que asista a bares, antros, etc., para contactar y "ligar". Nunca he sido de asistir a esos lugares. Me aturden, me engentan. Ahora, consta a varios, he hecho el esfuerzo de adaptarme (¡a estas alturas del partido!), pero sigo sintiéndome incómodo. Otros sitios: museos, la calle, un restaurante, un banco, el súper mercado... Todavía en los años ochenta hasta los velorios daban ocasión para el encuentro de almas. Todos estos ya quedan descartados por la inseguridad. Quedan estas redes sociales, equivalentes en su modernidad a las páginas de Cartas de la Doctora Corazón o las posteriores Agencias para el Romance; o como refugios antinucleares; y tampoco son panacea.

Sí, hay muchas mujeres solas, y muchos hombres solos. El problema no es que estén solos sino por qué y, más importante aún, cómo toman y experimentan su soledad. Divorciados, viudos, padres y madres solteras, aún los casados y juntados en amasiato (amor libre) hoy van por la vida dando tumbos emocionales, esforzándose por jugar roles para los que la naturaleza no da condiciones ni la sociedad instrucción. E, interesante, por más que salen los sabihondos a decir que es un mal endémico, catequizando  o poniendo escandaloso acento en lo que se nos espera; o esos otros que lo justifican viéndolo con gran naturalidad, porque es cosa de siempre y de todos los siglos, la suya, la de los solos y solitarios de ahora es una soledad existencial, una solitud que los lleva a cuestionarse diariamente en qué consiste la felicidad. (Eso me parece bien, pues nos acerca a las inquietudes de Aristóteles y tantos otros.)

Ahora, la ONU ha declarado que a partir del año próximo, todos los países del orbe deberán dedicar un día, el 21 de marzo, para promover el concepto de la felicidad. ¡Tan mal está la humanidad que necesitamos dedicar un día para recordarnos que uno de nuestros motores de existencia es ser dichoso! ¡Necesitamos comunicarnos y hacernos creer que somos felices!
Yo soy feliz pudiendo, entre otras cosas, halagar a diestra y siniestra a quien se me pegue la gana y cuando lo amerita; la ocasión, la circunstancia son lo de menos. Soy una persona que, aun cuando ha vivido encerrada entre sus cuatro paredes, sus fantasías, sus palabras, la poesía, he procurado estar al tanto del mundo y no nada más por las noticias. Es de la gente de quien obtengo la información primordial, entrevistándola, conversando lo mismo con el policía que con la secretaria o el mendigo. Si bien, caso extraordinario el mío, voy saliendo del cascarón a muy tardía edad, los principios con que he sido formado siempre me mantienen al pendiente de lo probo.

Por ahí me dicen que estuve a punto de ser demandado por “afectar” a unas estudiantes mías so pretexto de enseñarles a respirar. Y no falta quien, sin conocimiento de causa, juzga, mejor dicho prejuzga, partiendo del hecho de que, “no es necesario enseñar a respirar cuando todos lo hacemos desde el nacimiento”. Sólo para información de los neófitos en asuntos de actuación y locución, la respiración correcta es fundamental para un buen desempeño en la oratoria, tanto para el mantenimiento de la voz durante discursos prolongados, como para su adecuada proyección en matices, volumen, tonos (esto queda claro al escuchar, por ejemplo, a la candidata Josefina Vázquez Mota quien es obvio en su monotonía que no sabe respirar). El común denominador de las personas, como no tienen necesidad de usar su voz más que para la charla normal no caen en cuenta de esto y no tienen claro qué tipo de respiración practican.

Una adecuada respiración ayuda no nada más a meditar (quién mejor que los yoguis y budistas practicantes del zen para explicar en más detalle esto), es fundamental para el equilibrio energético de nuestro cuerpo y nuestra alma. Hay dos tipos de respiraciones, la profunda o natural y la corta o deportiva.

La estudiante en cuestión, estudiante de leyes, tenía interés en vencer el miedo escénico y adquirir seguridad para hablar ante el público. En la primera sesión, en mi casa, en presencia de la madre, expliqué cuál es el procedimiento que siempre he seguido para enseñar oratoria y actuación. Posteriormente, en las otras dos sesiones (no continuó el curso ni pagó la última), en presencia de la hermana gemela efectué la clase; incluso en la última sesión estuvo presente el novio, y en ambas veces hice aquello en lo que estoy entrenado. Con ayuda del tacto, tocando y llevándola a tocar mi cuerpo y su cuerpo (el vientre, específicamente) mostré el modo adecuado de colocar el aire en los pulmones. Los ejercicios de relajación, por momentos también requieren que se toquen las extremidades (brazos, piernas), hombros del pupilo, para constatar el grado y la correcta forma de relajación, pues algunos ejercicios si se hacen erróneamente pueden hacer que el discípulo se lastime a sí mismo. Ay, pero no faltan, otra vez, los que quizá por telarañas mentales arrastradas por la conciencia colectiva siguen temiendo a descubrir su propio cuerpo. Por ahí, en algún lado de Facebook vi un letrerito con el que comulgo y que dice algo como: “si los seres humanos nos tocáramos sin vergüenza, ejerceríamos menos la culpa”.

Jamás he negado que la tentación llegó a mi casa, ni que no la hube experimentado en el aula más de una vez. Como tampoco he negado que suscitó en mí el afán de tomarla como musa e incluirla en uno de los primeros poemas que publiqué en Facebook “Piel de Tarde”, sin por eso, necesariamente, esperar otra cosa de ella o de la vida. Jamás he negado mi inclinación por muchachas así de hermosas, esculturales, atléticas, y que me encantaría quedar con una de ellas y formar familia (es la edad adecuada para ello), pero no es la primera vez que trabajo con alguna y, si algo sé hacer, aunque me retuerza por dentro, es separar lo personal de lo laboral. No iba a arriesgar mi poco o mucho, bueno o mal prestigio en una tontería tal como ser acusado de andar “toqueteando” a una alumna, por cierto adulta y consciente de sus actos y límites.

El orador y el actor, antes que nada, debe tener clara conciencia de su cuerpo, de cada una de las partes de su cuerpo. Saber respirar es importante para relajar la mente y tener control sobre el cuerpo. El orador y el actor emplean lo que se conoce como respiración profunda o natural (supuestamente la que aprendemos desde el nacimiento, cuando en muchas personas no es así). Esta requiere que se eduque a la persona a llevar el aire hasta el fondo de los pulmones, ocupar la totalidad de la capacidad pulmonar, a diferencia del atleta que ocupa principalmente la mitad, porque requiere efectuar respiraciones más seguidas y contar con la dotación de oxígeno para un consumo más pronto. Así, mientras la primera implica “inflar” el abdomen de manera controlada, teniendo consciencia plena del límite que supone el diafragma y la utilidad de los músculos ventrales para la proyección de la voz, en el deportista basta que el aire quede por arriba del diafragma para poder efectuar con adecuado desempeño su ejercicio.

Está visto que más pronto que tarde el ignorante acaba por imponer su punto de vista. Lo que me recuerda cuando los jueces de la Suprema Corte discurrieron alrededor del tema del aborto. Uno, sólo uno, tuvo el valor de reconocer su ignorancia y su incapacidad por virtud de ella para emitir un juicio en pro o en contra de la manera más objetiva posible. El resto, aun teniendo información científica solicitada a expertos, inclinaron su juicio más hacia lo enfático de sus creencias, cualesquiera que fueran. Así, con individuos que hablan la fe por delante, queda poco por dirimir , dialogar y comprender.

En los párrafos anteriores he discurrido entre varios temas, haciendo una más de mis meditaciones antropológicas. Algún lector notará una aparente falta de orden o un pretexto para justificar procederes perversos, hasta depravados de mi parte. Lo que sé es que todos tenemos un lado oscuro, torcido. La mayoría se avergüenza de esa porción de ser y quiere mantenerla a raya, soterrada, aprisionada para soltarla solamente en los momentos de la más nocturna y lunar intimidad. Otros se ufanan de ella y, como Dorian Grey, son capaces de vender su alma al Diablo para seguir gozando de los “favores” que les da su podredumbre espiritual. Están los que presumen de imagen proba y luego, mediante engañifas  son infieles a sí mismos, a sus cónyuges quienes, aún sospechando, hacen como que no pasa nada, ya sea por miedo o por dejadez. Y están los que abiertamente ostentan la camisa del canalla. Los primeros incluso educan a sus vástagos para ser  “hombres de bien” dispuestos a defender, con los puños si es necesario, una honra mal comprendida sobre la base de una equívoca filosofía del respeto. Los segundos por lo general siempre tienen algún justificante material, al fin, honorable y poderos es el señor don Caballero.
En mí, como en todos, habitan monstruos; varios. Y por muchos años los mantuve en las mazmorras de la conciencia. Ahora, desde que decidí darme oportunidades, esos monstruos esperan la ocasión de, con todo su derecho, manifestarse. Gracias a ellos, guste o no a los otros, he podido conocer cosas que, si bien no desconocía y sabía su importancia para el desarrollo personal, había dejado postergadas. La mayoría de la gente tiene muchas de esas experiencias, por ejemplo las sexuales, a muy tempranas edades y van domando sus monstruos desde entonces hasta que los degradan a la condición de mascotas  para el aburrimiento y la rutina. Eso explica y normaliza que vean ciertos aspectos de la vida con la mesura que dan la madurez pero también el hartazgo y la conformidad.

Desafortunadamente para mí, en mi cuerpo palpitan muchas ansias adolescentes. Afortunadamente para mí y para desgracia de esos otros que, desde la perspectiva apuntada, instalados en el convencionalismo, ya me juzgan y pretenden arrinconarme con su condescendencia a la resignación que debería anclarme a la grosera y contundente  razón que seguiría a la edad, desato no sin temor y prudencia mis degeneraciones, esos impulsos asociados al deseo, esos engendros de mí mismo para ser simplemente quien soy. Pero rara vez pasan de la frontera de lo literario (en papel así como en el trato cotidiano), lo que también, es cierto, para algunos me muestra como un personaje extraño, hecho de palabras y silencios a modo de enmascaramientos de quien soy.

Soy palabra, me entiendo palabra, me vivo siendo palabra. Y es que la palabra es, al fin, el comienzo de todo. El hombre es verbo antes que todo, y por verbo quiero decir acto. En mis palabras puedes ver y escuchar los actos resultantes de mis decisiones, lo que he omitido y por lo que he optado. Mis palabras son el cordel que sostiene las máscaras de la comedia y la tragedia de mi vida. Con cada coma y punto pespunto el traje a la medida del ensayo en turno, del poema ansioso por ver la luz de tus ojos de lector, la fantasía que aguarda narrar mundos parecidos a los nuestros. ¡Qué voy a hacer! Cada palabra en sí misma es Cuasimodo, Bestia, Minutauro que me confronta a mí, en tanto autor, con mis temores más recónditos, y a ti, en tanto lector, con tus inconformidades más  pedestres y superficiales.

¿Cuántos se animan a hacer muchas cosas que me critican? Pues yo me atrevo; y aunque ascender la montaña de la existencia muchas veces me coloca como a Sísifo, nadie puede decirme que no empujo con denuedo la roca en la esperanza de vencer la cima. Y así, con la fuerza de mis monstruos interiores, con la petulancia del reo ferviente, con la humildad propia del que se sabe primero que nada humano, ya subo, ya bajo, para volver a subir. El día menos pensado triunfaré en la tarea consiguiendo los objetivos que me he propuesto o moriré aplastado por el peso de la obsecuencia.

LA PEÑA SOCRÁTICA

Nadie está exento de dar traspiés, cometer gazapos, pifias, omisiones involuntarias por descuido o ignorancia. De esa manera es fácil justificar que personalidades como el pre-candidato del PRI a la presidencia de México incurriera en el tropezón del fin de semana pasado, cuando confundió nombres de autores y libros durante la presentación de su ópera prima recién publicada México, la gran Esperanza. El acontecimiento hizo un paréntesis informativo tal que algunas notas pasaron momentáneamente a segundo plano, para dar pie al solaz y el esparcimiento del público a costillas del político ex gobernador del Estado de México y de los que le siguieron, no precisamente la corriente, sino incurriendo en los mismos errores incluso a sabiendas y habiéndole criticado mordazmente. El bulling cibernético en pleno.

La experiencia permite reflexionar entre Paréntesis a la luz del ejemplo del gran filósofo griego Sócrates y su relación con la política.


Sócrates rechazó la política; de hecho tuvo problemas con ella. En un primer tiempo, los oligarcas estuvieron contra él, después los demócratas. Sus acusadores, que le condenaron a muerte, eran demócratas. La acusación, en parte, fue una acusación política en contra de un aristócrata que, a ojos de los demócratas debía ser castigado, peor que por sus ideas, por ser quien era. Aunque tuvo muchos problemas con la política y con los políticos, nunca promovió que fuera abolida. Antes de ser asesinado, amigos del sabio quisieron ayudarle a fugarse de la cárcel, pero él se negó a hacerlo porque observaba las leyes, a las que siempre consideró que podían y debían ser criticadas, pero nunca violadas; si acaso, en el supuesto de que una ley fuese injusta, a ojos de Sócrates era preferible luchar en la empresa de modificarla en pro del bien común en vez de  desobedecerla. La gente de Atenas pensó que se había deshecho de Sócrates matándole, pero en verdad, para realmente deshacerse de él, tendría que haberle matado de forma "filosófica", vencerle con palabras. Sus adversasrios quisieron asustar al pensador, pero consiguieron lo contrario.

O sea, léase entre Paréntesis esta luminosa verdad de Perogrullo: en política, cualquiera que sea el país, pero nuestro interés se centra en México, los adversarios o son asesinados materialmente o ideológicamente. Si el primer método es deleznable y terrible, el segundo no lo es menos, porque supone el acotamiento de las posibilidades que se ofrecen a un pueblo o determinado grupo para elegir en beneficio del interés común (el senador Manlio Fabio Beltrones sabe algo de eso.)

¡Péguele al negro!
Desde que se presumía que Enrique Peña Nieto podría ser el candidato del PRI a la presidencia de la República en 2012, los adversarios enfilaron las baterías para, como se dice coloquialmente, pegarle al negro. Ahora que está registrado como pre candidato de dicho instituto para el efecto, el golpeteo no se ha hecho esperar, por arriba, por abajo, por enmedio y desde adentro. La respuesta institucional ha sido la de cerrar filas y dar una cara de unidad e integración, más allá de las naturales diferencias internas que pudiera haber entre individuos o grupos que conforman al partido. Toda proporción guardada, el box contra la sombra de Andrés Manuel López Obrador hace seis años, fue simple entrenamiento comparado contra lo que podremos atestiguar en las candentes campañas que nos esperan y, como bien apuntan personalidades como Denisse Dresser, las preguntas que deberíamos de elaborar como sociedad a quienes nos representan tendrían que apuntar al planteamiento de soluciones que sanen las llagas que nos molestan y causan escozor. Soluciones realmente aplicables, funcionales, no meros paliativos surgidos de vacuas promesas de campaña o populistas compromisos firmados ante notario público.

De la solidez de la propuesta institucional detrás y en el basamento de la candidatura de Enrique Peña Nieto depende que este se sostenga en las preferencias o caiga frente a sus contrincantes.

Si su función acordada fuese la de servir de punching bag, parapetando al verdadero candidato (ningún "Juanito") que aún podría registrarse conforme a los tiempos previos al comienzo de las camapañas formales (algo difícil por la premura, pero no imposible), bastante ingrata resultaría para su persona, pero equivaldría, toda proporción guardada, a una apología socrática en pro de las formas y las leyes capaces de blindar al aspirante a presidente de México; una cruel estrategia distractiva para asegurar el acceso al poder.

Si, en cambio, Peña Nieto soporta la andanada de ataques como bergantín en medio de la tormenta y logra cruzar los arrecifes con el mínimo de daños, podría pensarse que su triunfante llegada a puerto estaría no nada más asegurada sino muy fortalecida. Significaría, aparte, la consolidación más de un proyecto institucional que de uno estrictamente personal. El futuro del presidencialismo mexicano apunta a un presidencialismo parlamentario y es momento de colocar la piedra de toque sobre la cual construir el altar desde el cual gobiernen las instituciones, en vez del trono desde el que dicten hombres solos y aislados en su vanagloria, o burocracias anquilosadas en los intereses de la cerrazón oligárquica, o una plutocracia avara y misántropa. Y esto aplica a derecha y a izquierda.

La cicuta está servida y es cosa de poner entre paréntesis la reciedumbre moral, legal, política, institucional. Pues las respuestas políticas no son nada más asunto de acceso al conocimiento, de demostrar la cultura general, de pureza de ánimo, sino además y de modo principal de transparencia y humildad: reconocer que no se sabe nada, que no se nace sabiendo, no hace al individuo ni peor ni mejor, pero le hace más humano. Las advertencias del presidente Felipe Calderón Hinojosa sobre el afán cómplice del narcotráfico por extender su telaraña por debajo de las mesas que sostendrán las urnas no es gratuito, ni obedece exclusivamente a una preocupación o señalamientos de índole local. El riesgo es latente y preocupante desde hace muchos años, tantos como el instante mismo del asesinato de Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo de 1994. Así, la inquina sin fundamento ya sea en contra de un candidato u otro, en vez de abonar a la construcción de una "democracia sustantiva", lo hace en favor de una desintegración social alimentada por el miedo.

A eso apuesta el crimen organizado: al miedo de la población. A que el miedo de la población sea tal que incida en sus decisiones políticas y la lleve a no beber la cicuta a despecho del orden y la ley. Mientras en medio del paréntesis los políticos y sus detractores se dan de cubetazos, lo mejor que podemos hacer los ciudadanos es guardar la calma en la medida de lo posible y enfatizarles que el interés común no es el de unos cuantos, sino el de todos: Mexico; y en la proporción de nuestro descontento unir nuestras voces para construir un gigantesco paréntesis a modo de barrera que defienda mucho más que el egoismo personal o la soberanía: nuestra tranquilidad como Nación.

DE TRES EN TRES

Tema Primero.
Pongamos un momento entre Paréntesis los lemas electorales que están empleando los candidatos principales al gobierno del Estado de México y tratemos de hacer un esfuerzo por comprender lo que ocultan o reflejan de cada cual.
Luis Felipe Bravo Mena (PAN): "Ya es justo. Bravo Mena"... ¿qué? ¿Que el PAN llegue al poder en el Estado de México? O el candidato no era justo y ahora ya lo es y por lo mismo sus apellidos sirven para vitorearle. Los juegos interpretativos son muy abiertos en torno a este lema, y en la mayoría, no favorecen al candidato ni al partido.
Alejandro Encinas (Coalición PRD-PT-Convergencia "Unidos podemos más"): "Encinas Puede Más"... ¿qué y que quién? ¿Robar, mandar, hacer, correr, acarrear? ¿Cuál es el verbo, la acción para la que tiene mayor potencial el candidato? Tal vez haya que ponerlos a correr un maratón o cargar bultos o aguantar la respiración bajo el agua o beber jarras de pulque para ver quién y qué en realidad puede más.
Eruviel Ávila Villegas (Coalición PRI-PVEM): "Piensa en grande"... Nada más que recuerde que la ambición rompe el calzón y que prometer no envilece, cumplir es lo que engrandece. Y para los seguidores, militantes y simpatizantes, también es oportuno recordar que expectativas demasiado elevadas terminan por tumbar los ídolos de sus pedestales.
Tema Segundo
También entre Paréntesis la prueba ENLACE y el fardo que empieza a significar para el país el gordísimo corporativismo sindicalista, en especial el del Sindicato Nacional de Trabajadores para la Educación (SNTE) lidereado por Elba Esther Gordillo.

Si bien el SNTE por una parte se ha coordinado (cuando no coludido) desde hace ya un buen rato con distintos gobiernos municipales, estatales y federales para "promover mejoras a la educación", lo cierto es que exámenes más o menos, planes de carrera allá o acá, la educación en México sigue siendo un serio problema, ya ni siquiera o nada más conflicto de intereses. Continúa actuándose, tanto en el ámbito público como en el privado, aplicando la política clientelar, pero una de tal factura que ya ni teniendo todos los recursos se asegura la calidad del conocimiento y sus aplicaciones. Los índices de reprobación tanto de profesores como de estudiantes preocupan mucho y se reflejan entre otras cosas en el divorcio escuela-realidad cada vez más grosero y esto tanto en los niveles de profesionalismo de profesores, como de los estudiantes y las expectativas de las familias mexicanas.
¿Cuándo entenderemos que la educación, si bien es importantísima, no es la panacea; y que no es midiendo hasta la saciedad decimal todo y por todo como mejoraremos lo esencial?
Criticamos a los Estados Unidos de Norteamérica por promover un American Way of Life y un "Sueño americano" que es más una falacia que una verdad indubitable, pero aquí hemos hecho lo propio al "vender" ideas tan nocivas como ingenuas: "la Revolución le hizo justicia", "estudia para que seas alguien en la vida", "leer no cuesta nada", "el conocimiento es poder", entre otras. Nadie dice que no conlleven algo de verdad, pero para que su sentido positivo sea realizable no basta con la voluntad de decisión de un presidente, un padre de familia o el ceñimiento de los particulares dedicados al negocio de la educación a normas y programas educativos alejados de las necesidades del país mareado entre los rumores de la moda y las aspiraciones chabacanas de una clase media más desdibujada que paisaje entre neblina.
La educación en México, separada de políticas laborales y de seguridad en general lo único que está produciendo es un conjunto de generaciones de egresados o medio egresados que cuando mejor les va llevan en el bolsillo la frustración de sus sueños, el trauma de verse en la obligación de sobrevivir a como dé lugar, incluso emigrando de sus lugares de origen. Ya nadie educa realmente. No hay campesinos que capaciten para generar los productos elementales del sostenimiento de la sociedad. No hay agrónomos que eduquen a los campesinos restantes para no renegar de la tierra improductiva y en cambio introducirlos en las más modernas técnicas de riego, sembradío y cosecha. No hay científicos, financieros con lo necesario para soportar el desarrollo ya no solo del campo sino de las ciudades algunas, como el Distrito Federal, siempre al vilo, con la espada de Damocles a punto del colapso.
Si todavía hasta los años 80 lo preocupante era la "fuga de cerebros", hoy ya no importa si se fugan o no los cerebros, sino que cerebros y cuerpos de toda índole de capacidades y habilidades huyen a donde sea y como sea en busca de una vida por lo menos decorosa y soportable. Y es ahí , dicho sea entre Paréntesis, donde el narcotráfico y el conjunto de formas del crimen organizado ha venido haciendo su agosto, reclutando desde infantes hasta ancianos en la cadena de producción y distribución de estupefacientes, trata de personas y otras linduras deleznables.

Lloramos miles de muertos por una guerra que se antoja absurda dentro de su necesidad. Tendemos a acusar con dedo flamígero a las autoridades encargadas del orden y la seguridad, pero olvidamos que ellas sólo son uno o dos engranes en el más complejo sistema social al que pertenecemos. La dispersión y podredumbre del tejido social no comienza en la calle sino en la casa, primero, y en segundo lugar en el aula y el patio escolares, desde ahí su influencia se extiende a la academia, la ciencia, la política, el gobierno, la empresa, en una larga y ominosa cadena de enlaces.
Tema Tercero
Y para cerrar el Paréntesis, qué les parece que abordemos las reformas pendientes y con las que hacen malabares nuestros legisladores más interesados en su circo electoral... No, creo que eso lo abriría más y más y más. Mejor lo dejo igual de pendiente.