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Los efectos comunicativos de la pandemia

Las uruguayas Mariel Lichtmann (i) y Mónica Birnfeld usan tapabocas transparentes durante una entrevista con Efe, el 6 de noviembre de 2020, en Montevideo (Uruguay). EFE/ Raúl Martínez

LA PANDEMIA ha traído consigo mucho más que solo efectos en el sistema respiratorio, muerte, miedo, agravamiento de la recesión económica mundial, una acelerada carrera científica para conseguir las vacunas, la crisis de los sistemas de salud... Hay más: sus efectos comunicativos no se han dejado esperar presentándose en formas sutiles más allá de los evidentes usos que asociamos al uso de las nuevas tecnologías para mantenernos en contacto, o la infodemia y realizar transacciones de toda índole.

Recientemente se publicó una entrevista que aborda un aspecto poco tratado en los medios y me da pie para poner en la mesa uno más, pues a estos efectos explicados por la foniatra entrevistada habría que sumar los no considerados por causa del uso de cubrebocas.

Seguramente habrás notado que cuando la gente se quita el cubrebocas, algunos o tú mismo piden al hablante repetir lo dicho o argumentar "no haber escuchado bien". No me refiero al consabido "¡mande!" de toda la vida por falta de atención. Y tampoco me refiero a las secuelas de haber sido infectado. Los no infectados también presentan secuelas.

El cubrebocas ha traído efectos colaterales. Al funcionar como un filtro acústico fuerza al hablante a subir el volumen y a pronunciar más o, si no había costumbre de pronunciar mejor desde antes de la pandemia, a enmascarar las palabras. Eso lleva al oyente a forzar el oído para tratar de comprender el discurso enmascarado del hablante. A falta de parte de las facciones y gestualidad de la boca como un elemento visual adicional y por tanto metalingüístico para dilucidar el mensaje, el interlocutor depende solo del oído. No en balde a mediados de 2020 se dio como una nota curiosa también poco difundida que una niña sordomuda diseñara un cubrebocas transparente para poderse comunicar de forma sensata y en Uruguay una mujer de igual condición promovió con éxito la promulgación de una ley para usar esos cubrebocas. En México, el ITESO hizo lo propio diseñando un "cubrebocas incluyente" para sordomudos que no utilizan lenguaje de gestos.

Al cabo de un tiempo, el oyente se acostumbra a las palabras "distorsionadas" por el filtro, y cuando este es puesto de lado, se ocasiona un conflicto interpretativo por la "claridad" y la diferencia en el volumen de voz. El hablante sigue hablando fuerte, pero al no estar "obligado" a frasear porque la gestualidad ya no forma tanto parte de su costumbre, pronuncia menos ciertas letras y combinaciones, por lo que la vista no alcanza a distinguir el mensaje y el oído no distingue sonidos "opacados" por el cubrebocas, lo que conduce a yerros de lectura. Es un fenómeno equivalente a lo que ocurre con el exceso en el uso de los auriculares del celular, pero más sutil y más determinante en tres sentidos: no solo afecta a la audición sino afecta al modo de hablar por causa de las variaciones respiratorias y produce nuevas conexiones neuronales a fin de ajustar el proceso adaptativo.

También, los efectos de infecciones se han dado en notar. Pues, si bien el cubrebocas previene el contagio de Covid-19 por su predilección vírica por el frío, la más prolongada exposición al propio CO2 y al aire caliente provoca una sensación de aletargamiento, menor rendimiento físico y mental, menor concentración y la recirculación de las propias bacterias, lo que ha llevado a casos más seguidos de infecciones de garganta y oídos por bacterias y hongos, sobre todo a causa de la reutilización descuidada e insalubre de cubrebocas, algunos de los cuales terminan desechados a media calle. Esto, aunado a las variantes del Covid-19 como la delta que tiende a confundirse con gripe en las poblaciones juveniles, pone en tela de juicio la pertinencia del cubrebocas como el mejor medio de prevención, no porque no sirva, sino por causa de su uso desmedido y la falta de recomendaciones en cuanto al tiempo más prudente y más adecuado para su empleo, sobre todo para aquellas ocupaciones que requieren su uso prolongado, en cuyo caso tendría que recomendarse el tipo de cubrebocas que incluyen filtro de aire. Citando al clásico Hugo López-Gatell, vamos descubriendo que "el cubrebocas sirve para lo que sirve, y no sirve para lo que no sirve".



Entre estos y otros datos



PARA LOS INTERESADOS en las estadísticas de vacunación contra Covid-19 es importante echar un vistazo a la base de datos internacional que se va actualizando diario.

De acuerdo con esa información, las vacunas que se han venido aplicando en México son CanSino, Oxford/AstraZeneca, Pfizer/BioNTech, Sinovac, Sputnik V; el total de personas vacunadas en nuestro país al 26 de abril de 2021 es de 16'501,739.

Las cifras oficiales del gobierno enmascaran el dato presentando un porcentaje de vacunación sobre el total de la población mexicana. Y esos "otros datos" terminan por confundir al pueblo.

Conforme a los datos más recientes del INEGI (censo de 2020), la población total asciende a ciento veintiséis millones catorce mil veinticuatro personas, se nos ha dicho que ha sido vacunado el sesenta y seis por ciento de la población, lo que implicaría casi ochenta y dos millones. Lo que no se aclara es que ese porcentaje es relativo a la población en edades de riesgo, mayores de sesenta años y que además es un dato estimativo que previene el exceso de mortalidad acumulada, no necesariamente por causa del Covid-19.

Fuente: Coronavirus.gob.mx

Las mismas estadísticas del INEGI nos hacen ver que el año pasado y sin considerar los decesos ocasionados por efectos del Covid-19, la población mayor de 50 años ascendía a casi 28 millones de personas. De no haber fallecido ninguna por motivo de la pandemia, el rango de edades hasta ahora vacunado de más de sesenta años de edad implicaría el doce por ciento, es decir apenas poco más de tres millones de adultos mayores vacunados.


De acuerdo con las estadísticas de la Universidad Johns Hopkins y las estimaciones registradas en sitios como Our World in Data o Statista, México ocupa el lugar quince en la cantidad de casos registrados con una cifra de dos millones trescientos treinta y tres mil ciento veintiséis contagios (no decesos) al momento de redactar este artículo, de los cuales, México ocupa el tercer lugar en decesos asociados al SARS-Covid-19 en alguna de sus mutaciones o variantes ya presentes en el país, con una cantidad de muertes de doscientos quince mil quinientos cuarenta y siete fallecimientos. Este dato por supuesto es global y no contempla detalles como grupos de edades, aunque sí localidades, lo que sí es factible de observar y leer en las páginas de cada país como es la del gobierno federal o las estatales.


En lo tocante al municipio de Naucalpan, lugar de mi interés particular por ser donde habito, la cantidad de decesos suma mil cincuenta y uno, el diez por ciento del total de casos registrados (11,224).

Es aún pronto para afinar las estadísticas mediante la discriminación documental de las actas de defunción, pero se estima que podrían estar infladas o desinfladas por distintos motivos que especulativamente se asocian a ineptitud, negligencia o corrupción (se han detectado certificados covid falsos, alteraciones de actas de defunción) sin contar los casos ocurridos mas no registrados por suceder los fallecimientos en localidades apartadas o en condiciones que pudieran haber dificultado recabar el dato, así que los números podrían ser tanto mayores como menores.

Pasarán años antes de que conozcamos los datos más certeros y, sobre todo, para que podamos determinar si la verdadera causa de muchos de esos decesos puede relacionarse directamente a los efectos del Covid-19 o si este solo aceleró procesos degenerativos prevalecientes, quizás ignotos, en las víctimas. Desafortunadamente solo podremos tener algunas pistas en la medida que pudieren hacerse más estudios forenses —lo que no ha ocurrido— y se mejoren los tests existentes.

Un tema aun no abordado en los medios de comunicación es el relativo a cómo las compañías aseguradoras han sido afectadas por la pandemia y si la circunstancia incidirá de alguna forma en sus políticas de aseguramiento en beneficio de sus asegurados.

Hasta tres días antes de redactar estas líneas y de acuerdo con la información oficial del gobierno, México ha recibido un total de veintidós millones ciento diez mil ochocientas ochenta y cinco vacunas vacunas. Dado que la primera etapa en la agenda gubernamental ha contemplado la vacunación de los ciudadanos mayores de sesenta años, y leyendo los datos ya expuestos, resultaría que solo ese grupo de edad se corresponde con el empleo de casi el 14% de las vacunas recibidas. Una de tres, o estoy leyendo mal los datos y calculando erróneamente, o aun no avanza la vacunación de la manera esperada (tómese en cuenta que las vacunas recibidas implican en algunos casos solo la primera dosis), o hay grupos vacunados en otros grupos de edades que nos están alterando los datos (caso de los maestros en Campeche y otras entidades, los "servidores de la nación", y parte del personal de salud y militar, funcionarios públicos). ¿Y qué hay de los datos faltantes de aquellos ciudadanos que, teniendo posibilidades económicas han optado incluso por viajar al extranjero para vacunarse, tenemos en el analista Ángel Verdugo un claro ¿grosero? ejemplo. Ellos no cuentan en las estadísticas mexicanas, pero sí en las del país al que hayan acudido (en su mayoría, EE.UU.).

Entre estos y otros datos, la confusión no se hace esperar. Como decía mi abuelo, tiempo al tiempo. Una cosa es cierta, la inmediatez de la información es una ventaja total si comparamos esta pandemia con otras anteriores.

Rumores que son más que una canción


AYER ALGUIEN me preguntaba si creía el "rumor" sobre el estado de salud del presidente Andrés Manuel López Obrador en el supuesto de que padece una embolia y no Covid-19 como se anunciara días atrás.

Respondí que no. Pero, aprovecho mi espacio, nuestro espacio, para extenderme en mis consideraciones.

Sea que solo haya sido contagiado del virus o que haya sufrido una embolia, cualquiera y las dos situaciones pueden ser factibles y posibles en el mandatario, dada su avanzada edad y su condición física y de salud desde el primer infarto que sufriera en 2013 y tomando en cuenta que es diabético; estos dos solos por sí mismos son factores de alto riesgo en esta pandemia, así que el rumor podría contener algo de verdad, siempre y cuando las autoridades de salud y gubernamentales lo confirmaran, cosa que nunca va a suceder.

Hay cosas que los gobiernos se callan, siempre, sobre todo cuando se trata de información cuyos efectos colaterales o derivados pueden implicar nerviosismo financiero, social o político. Hay rumores que, fuera de los más cercanos, en eso quedan, en una información que se lleva el anecdotario. Y en México tenemos muchos ejemplos de eso que, aun teniendo los pelos de la burra en la mano provistos por una fuente cercana, comunicacionalmente acaba confundido en la peluca de la Historia. Uno que me viene a la memoria es la pedrada que supuestamente recibiera Luis Echeverría Álvarez en 1975 durante una visita que hiciera a la UNAM.

No es la primera vez que en México a nuestros mandatarios les ocurren situaciones que afectan a su salud como bien nos recordaba ya en agosto de 2020 Raúl Rodríguez Cortés. Pero, y aquí entra la comezón del régimen, de cualquier régimen, ningún gobierno da su brazo a torcer notificando los pormenores "privados" de la cabeza, aun cuando sea no solo de interés sino de relevancia públicas, a menos que se trate de "minucias" sin grandes consecuencias o hechos incontrovertibles, evidentes y escandalosos, como pudo ser el atentado que cobró la vida de John F. Kennedy o casi mata a Ronald Reagan.

Este es otro dato que nos pone de manifiesto el retroceso en el tiempo que nos ha traído el actual gobierno de la 4T. Aquí y muchos hemos destacado que la forma de gobernar al estilo de los años setenta era no nada más notorio sino anacrónico. Y cada día confirmamos esa lectura. El hecho de la forma como se ha manejado por el gabinete y el equipo detrás del presidente el asunto de su enfermedad solo subraya el dato que creíamos superado luego de que la apertura a los medios se hiciera mucho más franca, en la idea del interés público, en los sexenios de Ernesto Zedillo y de Vicente Fox. Del primero nos enteramos de su operación de rodilla, y los rumores no se hicieron esperar: que si le había disparado un francotirador, etc. En el caso de Fox, sus padecimientos mentales, su medicación psiquiátrica dio tela de donde cortar a periodistas, cartonistas y público en general. Abrir la información entonces, sin embargo y contra lo que piensan los que manejan la secrecía, en vez de suscitar un cisma, calmaron las aguas, dieron certeza o por lo menos dieron cauce positivo a los rumores sin desmentirlos pero matizándolos.

El actual gobierno, ya bastante criticado por los errores, las mentiras, las exageraciones, el divisionismo que ha provocado, no puede darse el lujo ni con simpatizantes ni con opositores de dar motivos para la maledicencia. Y eso es lo que se lee detrás de las contradicciones en este caso tanto como de los rumores, con o sin sustento.

Si la oposición se ve mezquina, por decir lo mínimo, deseándole mal al mandatario como a cualquier persona (nunca desees ni a tu peor enemigo lo que no quieras para ti), del lado de los simpatizantes lo que hemos podido ver a sido una repentina angustia combinada con un exceso de confianza que deriva en más inquina. Y eso no lo pueden permitir ni AMLO ni su gente. Más les valdría a todos que, tan pronto como sea posible aclaren, si se quiere matizado, el rumor. Que nada tendría de particular que el presidente hubiera sufrido una embolia, si es que él y su equipo confían en las instituciones. ¡Ah! ¡Cierto! Olvidaba que el mismo AMLO había declarado años atrás mandar al Diablo las instituciones, entonces, con o sin embolia o Covid-19, lo que pesa en el ánimo es la sensación de orfandad en un pueblo para el que, de nuevo, se le trata como a un infante ingenuo, lento en su desarrollo, inmaduro incapaz de comprender que nuestra Constitución nos brinda los elementos suficientes para resolver casi cualquier situación.

En el supuesto de que el presidente haya sufrido una embolia:

La embolia cerebral es un tipo de infarto cerebral (accidente cerebrovascular), es decir, se trata de una enfermedad vascular que afecta a las arterias del cerebro o a las que llegan a este.

El problema se produce debido a la obstrucción de un vaso sanguíneo, lo que lleva a la formación de coágulos en la sangre. Estos coágulos se pueden generar en cualquier parte del cuerpo, y posteriormente viajan por el torrente sanguíneo hasta el cerebro, produciendo una embolia.

Al ocurrir esto, las células del cerebro quedan sin oxígeno y pierden su función, con lo que producen daño cerebral, lo que compromete la vida, o deja secuelas permanentes en el paciente, tales como parálisis o trastornos del habla.

... De ser cierto, la institución presidencial se vería sujeta por ley a un proceso de restauración, siendo en primera instancia la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, la encargada del despacho (no nada más del despacho de las "Mañaneras") y en ella recaerían las decisiones conducentes a convocar a nuevas elecciones junto con el Congreso, el que se erigiría en Congreso Electoral para designar al presidente sustituto, cargo que podría recaer, de acuerdo con la Constitución, en el Presidente de la Suprema Corte de Justicia Arturo Zaldivar Lelo de la Rea o en el mismo encargado del despacho o en algún candidato sugerido por las bancadas.

También cabe aclarar que todo ello dependería de la gravedad del caso, pues médicamente se han dado casos de embolias cuya recuperación es rápida y no dejan grandes secuelas. Pero, si el cuadro ha sido complicado con la presencia del Covid-19, entonces el pronóstico podría ser reservado.

Los casos de embolia cerebral asociados a los efectos colaterales del Covid-19 no son aislados ni extraordinarios como reportan los informes médicos más diversos, si bien es cierto que en la literatura médica conocida y generada  a lo largo de un año se informa que se corresponden con apenas un uno por ciento de las causas de mortalidad. Y en el caso de padecer el presidente de una embolia cerebral, tendría que aclarársele al pueblo mexicano la gravedad de la misma, de la que dependería la incapacidad temporal o definitiva del mandatario. Es decir, AMLO podría seguir gobernando en semejante condición siempre y cuando sus procesos mentales, más que los físicos, no se hallen deteriorados al punto de la invalidez o, para usar el eufemismo, discapacidad y, por supuesto, contando con el apoyo no nada más incondicional sino certero de su equipo, lo que por ahora nomás no es ha visto por haber apostado todos al "gobierno de un hombre". La Historia nos ha presentado muchos casos de discapacitados que, no obstante su condición, no nada más han destacado sino han incidido positivamente en sus pueblos.

La 4T y el gobierno emanado de ella, hoy, tienen que revaluar los dichos y los hechos y empujar al país por la senda de la reconciliación, aun tratándose de tiempos electorales. A nadie hace bien lucrar con los rumores como tampoco acallar información que es vital para el buen desempeño de los mercados, la sociedad y la política de México.

La secretaria Sánchez Cordero hasta ahora ha sido o un pieza caracterizada por una gran discreción o un a franca nulidad en más de un aspecto. El desgaste del canciller Marcelo Ebrard, todólogo, es notorio. En la medida que los partidos enfoquen sus baterías al bienestar del país y no a dar palos al avispero, rumores o no de por medio México saldrá fortalecido.

Y con lo siguiente termino. Si con Trump el tema de su infección fue cierto o una estratagema electoral es casi tan dudoso como en el caso de AMLO. Pero, si con AMLO el rumor de un estado más delicado de salud fuera cierto, ya como estratagema electoral o como verdad, nos pondría en evidencia la mezquindad de tirios y troyanos en la búsqueda por conservar el poder.

La política, sucursal de Mitos marca ACME


EN EL GRUPO de este blog en Facebook, uno de los seguidores, y en cierto modo colaboradores que emplean el espacio para su promoción personal, es el ex candidato a alcalde de Naucalpan, David Parra Sánchez, de quien ya he escrito tiempo atrás en estos Indicios Metropolitanos y quien lleva rato haciendo proselitismo velado al más puro modo lopezobradorista, hecho que seguro más de uno se lo reclamará ante el instituto electoral mexiquense pertinente del IEEEM.

A mí no me molesta qué y cómo haga, para eso hice el espacio en pleno ejercicio y defensa de la expresión de las más variopintas formas de pensar y decir. A veces expongo mi opinión acerca de algo publicado por los más de 500 miembros del grupo, a veces me limito a guardar respetuosa distancia o, cuando mucho, emitir algún emoticón asaz suficiente para mostrar mi sentir sobre lo publicado.

Esta vez, David Parra y sus personeros publicaron un mensaje en el marco de la pandemia de Covid-19 que incluyo a continuación:


No quiero que se malinterprete mi emoticón (carita abrazando un corazón) debajo de la publicación (valga la horrenda cacofonía), siempre libre, de David Parra.

Me encantó, no lo retratado (imagen que abre estas líneas de ahora) ni la tergiversación de las palabras y el sentido de las mismas, escritas por Joseph Campell, en El héroe de las mil máscaras, un estudio psicoanalítico-mitológico de la fundamentación narrativa y análisis literario, hermenéutico, de mitos, leyendas y literatura en general, desde una perspectiva socio-psicoantropológica y de antropología metafísica. 

Lo que me encantó es que se le haya citado, punto.

Porque detrás de sus palabras y de toda su obra descansa buena parte de la mía, de lo que hago como escritor, siendo, como es, una de mis principales influencias intelectuales y literarias.

Su obra, aun con toda su profundidad, no es para tomar o dar lecciones moralinas o motivacionales; y mucho menos para hacer publicidad anodina, etiquetando a este o a esotro de "héroes", sin ahondar en el significado esencial.

Me encantó porque también conecta con lo expuesto en este espacio en el más reciente artículo de opinión con visos de reportaje acerca del Memorial para los "héroes del Covid-19".

Rebajarlo a un discurso político es menospreciar su peso intelectual, cultural. No es la mejor manera de difundir su pensamiento ni de usarlo fuera de contexto.

Tomar lo que conviene de una obra es hacerla añicos para intereses mezquinos, por mucho que se los presente como nobles, desinteresados, filantrópicos o solidarios. Es hacer y mostrar una lectura superficial, simplona y reduccionista; oportunista.

Ese libro fue fundamental y detonador, para mí, al momento de escribir y editar a lo largo de 30 años el primer libro de mi zaga de novelas Laberinto bestial (su primer y hasta ahora único tomo Semillero de Indicios —no por falta de interés, ganas o ideas, como sí de sustento y liquidez despreocupantes— se liga en parte con este esfuerzo bloguero y de red social, y lo encuentran en Amazon, dicho sea de paso). 

La cita mencionada ahí apuesta al típico yerro de quienes no se detienen en las entrelíneas de las obras humanas. Dando por sentado que la nobleza radica en emular a Jesucristo, Budah o Teseo en su afán por vencer al Minotauro, cuando en realidad su heroicidad no puede ser tal ni se comprende sin el hilo y el amor de Ariadna, ni la intervención de Dédalo quien, como lo interpreta el propio Cambell:

[...] es muy curioso que el mismo científico que al servicio del rey culpable había sido el cerebro que concibió el horror del laberinto, con la misma facilidad pudo servir para alcanzar la meta de la libertad. Durante siglos Dédalo ha representado el prototipo del artista científico: ese fenómeno humano curiosamente desinteresado, casi diabólico, por encima de los lazos normales del juicio social, dedicado a la moral no de su tiempo sino de su arte. Él es el héroe de los caminos del pensamiento, de corazón entero, valeroso, lleno de fe en que la verdad, cuando él la encuentre, ha de darnos libertad [v. op.cit. 30)].

Es decir, una versión más mundana de Prometeo, más similar al subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de México. Pero, si hemos de hablar de protagonistas y personajes de una historia como la de Naucalpan, queda claro que ni los Parra, ni Olvera, ni los Durán, ni etc., han estado a la altura de la trama, dejando cabos sueltos  —ya sea por negligencia, complicidad impericia o azares del destino— como es el caso de Azucena Olivares cuyo delito pecuniario está ya muy próximo a prescribir bajo la mirada de soslayo del "principal afectado", el sindicato SUTEYM y sus trabajadores, y unas finanzas de llorar, por no mencionar otros aspectos y escenas de la novela. ¿Dónde está entonces el líder moral del sindicato, el amante de la lírica napolitana; qué de las cuentas por resolver y aclarar y que las mismas normas de transparencia se encargaron de opacar bajo el argumento legaloide de la secrecía y la confidencialidad? ¿Cómo interpretar, calificar, el silencio u omisión de los trabajadores?

Las brujas y los hechiceros de conciencias, los transformistas de voluntades, los corruptores, los traidores, los oportunistas, aun siendo personajes circunstanciales algunos, llevan el peso del thriller en la construcción de los mitos de iniciación,, de ascenso y la escatología naucalpenses, la aventura toda de quienes habitamos aquí y en México entero. Y en medio de esa poética torcida, una verdad resurge desde la cita elemental:

[...] ni siquiera tenemos que arriesgarnos solos a la aventura, porque los héroes de todos los tiempos se nos han adelantado, el laberinto se conoce meticulosamente; solo tenemos que seguir el hilo del camino del héroe. Y donde habíamos pensado encontrar algo abominable, encontraremos un dios; y donde habíamos pensado matar a otro, nos mataremos a nosotros mismos; y donde habíamos pensado que salíamos, llegaremos al centro de nuestra propia existencia; y donde habíamos pensado que estaríamos solos, estaremos con el mundo (loc.cit.).

Así, la descontextualización se vuelve un arma de los necios, sin importar su bandera, filiación o fobia, para desviar el arroyo hacia su molino y desecar las parcelas de los vecinos. Para erigirse subrepticiamente en falsas deidades para los crédulos y los idólatras.

La política, sucursal de Mitos marca ACMÉ y filial de la corporación Arietes marca AMLO, ha dado tantos productos, ha replicado y hecho tantas versiones actualizadas del Golem que ya estamos acostumbrados a nuestro rol de consumidores sempiternos de mentiras, las que vemos y tomamos como verdades indubitables. A todos damos el beneficio de la duda y la oportunidad de demostrar que son algo distinto de lo conocido y, aunque no nos convence el dicho popular, terminamos repitiéndolo resignados: más vale malo por conocido que bueno por conocer. ¿Será?

Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell y
el presidente Andrés Manuel López Obrador. Foto: Milenio

Rebasado el "escenario catastrófico", el acmé de los 60 mil muertos por causa de la pandemia de Covid-19, aun creemos que los amuletos, las trampas en la senda podemos emplearlos en nuestro favor sin necesidad de armas adecuadas y precisas como el conocimiento, la duda y la crítica, en especial la autocrítica. Creemos que podemos andar el laberinto creado por el científico artista sin seguir el cable que él mismo proporcionó a Ariadna, y ahí se cifra el extravío posterior, el desencuentro de los amantes.

Por lo general, los productos de la empresa ficticia Acmé son de mala calidad y tienden a fallar, si lo sabrá López-Gatell cuya predicción se vio rebasada por la realidad, aunque estos problemas son atribuidos también al mal uso del comprador (cf. [Corporación Acme, 2020]).

Y es que el nombre de la compañía Acmé es irónico, ya que la palabra acmé deriva del griego (ακμή), cuyo significado es "el apogeo" o "el punto más alto al que se puede llegar". Muchos de los que hoy se mencionan y perfilan como aspirantes al gobierno municipal de Naucalpan en 2021 [HERNÁNDEZ, 2020] tuvieron su aparente o probado apogeo y a saber cómo lo aprovecharon o desaprovecharon. Pero, ya fueron lo que pudieron, aun cuando sus sueños de ser coronados quedaran truncos, gachos por la frustración. Si Edgar Olvera o Paty Durán aspiran a la reelección, Parra volverá por sus fueros; si van cayendo los orquestadores del arresto de David Sánchez Guevara, quizá este se vea tentado a surcar de nuevo las corrientes procelosas del Mar Estigia; y así cada cual con su meta propia en el derrotero de la aventura por el poder.

Todo, al final, es un gran mito, no por "mentira" (mala traducción del concepto), sino por lo que implica de leyenda, de legible e inteligible y, como diría Shakespeare por voz de Hamlet: "Todo el mundo es un escenario, y todos, hombres y mujeres, son meros actores. Todos tienen sus entradas y salidas, y cada hombre en su vida representa muchos papeles, siendo los actos siete edades..." (aquí un reto, para ver quién lee, que me digan la referencia exacta de esta cita). Pero, hay aspirantes ambiciosos y tozudos, que, en pos del estrellato, son capaces de entrar a destiempo, empalmar diálogos, confundir a replicantes, tramoyistas y espectadores, en vez de hacer mutis a tiempo.




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Referencias

Corporación Acme. (2020, 24 de agosto). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 00:21, agosto 26, 2020 desde https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Corporaci%C3%B3n_Acme&oldid=128708100.

CAMBELL, Joseph. El héroe de las mil máscaras. Fondo de Cultura Económica. México, 1959 (3a. Reimp., 1984)

HERNÁNDEZ, Gabriela. "Encabeza David Parra preferencias para presidencia municipal en 2021", en elpuntocritico.com, México, 6 de abril de 2020, fecha de consulta: 25 de agosto d 2020. https://www.elpuntocritico.com/world/93-estado-de-mexico/174992-encabeza-david-parra-preferencias-para-presidencia-municipal-en-el-2021-para-naucalpan.

ETCÉTERA, Redacción. "Erradas, predicciones de López-Gatell sobre acmé y cierre del ciclo de Covid.19", 25 de junio de 2020. Fecha de consulta: 25 de agosto de 2020. https://www.etcetera.com.mx/nacional/erradas-predicciones-lopez-gatell-acme-covid/

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