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Humores no siempre son amores


Siguiendo el hilo de una situación o incidente que publiqué ayer en Facebook y en mi blog "Apuntes de un seductor atolondrado", ya sin necesidad de mencionar a la persona involucrada (que espero lea esto), retomo su respuesta a mi publicación:

"Hasta la vista. Espero que mejores la calidad de tus bromas y que te informes antes de publicar tus comentarios".

Cabe señalar que ese "Hasta la vista", por ahora no ha implicado que me "borre" de sus amistades (ya lo verifiqué); puede ser interpretado como "ya no me interesa leerte", "vete al demonio", una cortés despedida y mil maneras más.

Siempre agradezco, por muy agrias que puedan a veces ser las respuestas de lectores, curiosos, amigos, colegas, musas, etcétera, la información que me proveen para nutrir estos apuntes. Esto no significa que yo no tenga la creatividad y recursos suficientes para publicar aquí y allá alrededor de muchos temas. Basta dar una vuelta por la casi veintena de blogs creados por mí, escritos por mí, editados por mí, publicitados por mí, administrados por mí, gestionados por mí, sin mencionar los menos en los que he colaborado o colaboro, siempre sin ganar más que los pocos centavos de algunos clicks que pueden hacer los visitantes a los anuncios.

La reflexión ahora va en dos líneas: "Espero que mejores la calidad de tus bromas".


Si algo siempre he tenido claro es que nadie es monedita de oro o perita en dulce para caerle bien a todo mundo, que en gustos se rompen géneros y que cada cual tiene su muy particular sentido del humor y este no siempre ni necesariamente puede o debe empatar con el de tal o cual grupo o persona.

Yo dije ayer que soy ocurrente, provengo de familia ocurrente. Jamás dije que sea un escritor humorista o comediógrafo. Mucho menos payaso, cómico o comediante. Entiendo y he practicado la escritura del chiste, ya para hacer guiones o para vestir a mis personajes. Y tengo claro que no es la más sencilla ni la más gratificante de las tareas. Hacer llorar es más "fácil" que hacer reír. No basta apelar o adoptar una actitud positiva, feliz, optimista, juguetona para arrancar ya no digamos la risa, sino apenas la sonrisa de alguien.

El buen humor es la más humana de nuestras expresiones y el más determinante indicio de la inteligencia. Y no lo digo yo, lo han dicho muchos antes que yo, de esos gigantes del pensamiento en cuyos hombros muchos quisiéramos posarnos para otear el horizonte.

Que tú, él, ella me digan "espero que mejores la calidad de tus bromas" me hace pensar en cuántas veces yo mismo he sido objetivo de las vaciladas, burlas, gracejadas de propios y ajenos y jamás he chistado. Me han puesto motes, me han caricaturizado, han hecho remedo de mis modos, señalado irónicamente mis defectos y jamás, desde niño, he reaccionado si no es comprendiendo que tal tiene sangre pesada o cual es un chinga quedito, etcétera. Jamás me había tocado que alguien me dijera algo así, y vaya que he topado con gente atufada, severa, intolerante, de piel delgada en contraste con la mía que los años han engrosado y engrasado para que reboten y se resbalen los "insultantes dardos de la fortuna", citando a Hamlet.

Si me lo dice desde el punto de vista estrictamente literario, bueno. Aún así, como todo, tomo las cosas como de quien vienen. Si me lo dijera un experto humorista, me detendría a estudiar mejor las fórmulas literarias conocidas para conseguir el texto hilarante, aun a sabiendas de que ni siquiera los mismos Moliere, Aristófanes, Ionesco, Jardiel Poncela, Chaplin, Tin Tan, Shakespeare o Cervantes logran o han logrado generar simpatía en todos los espectadores. He visto a gente desternillarse de risa con un film de Buster Keaton, con su carota, y a quien, ante un sketch de Eugenio Derbez, pone más gesto de palo que el mismo mimo. Pero, si el comentario es de otra índole, entonces tendría yo que pensar en volverme a meter al molde del vientre de mi madre y solicitar un "update", que actualice y mejore la calidad de la  versión 50.5.2 del widget o el gadget de mi existencia, de mi manera de ser, incluidas mis bromas, quizá consiga una versión avanzada del "Hombre Bicentenario" más parecida a Robin Williams.

El otro tema que mueve a reflexionar estos torpemente seductores apuntes es la segunda parte de la respuesta: "[...] que te informes antes de publicar tus comentarios".

Ya me veo a mí, preguntando aquí, en las dinámicas redes sociales, como haría en la calle: "¡Oiga, usted! ¿Qué quiso decir con tal publicación? ¿Cuál es el fundamento de su dicho o del hecho que hace público en su estado o en su cara?", para obtener la información elemental a partir de la cual decir en un comentario que estoy de acuerdo o en desacuerdo, que me resulta gracioso, etcétera. Ya quiero ver a la persona dándome santo y seña para instruirme y orientar mi opinión y expresarla de manera "informada" y "al gusto del consumidor", comenzando con ella. Y sin embargo, cuando ha sido necesario lo he hecho, por lo general mediante correo privado, sobre todo en tratándose de temas de interés público, porque del privado, ese, cada quién sabemos lo que cargamos en el costal y las tonterías o la lucidez que publicamos. Pero... ¿dónde queda la espontaneidad tan característica de la dinámica social?

Esta misma persona, a quien estimo y respeto, ayer anotó: "[...] Siempre se los digo a mis alumnos: piensen lo que escriben en Redes Sociales, infórmense antes de opinar y no hagan mofa del trabajo de los demás".


Puedo decir que, desde un ámbito educacional, esa es la instrucción correcta. ¡Estudiantes, hagan caso! Pero... (me encantan los peros, las peras y las canciones de Perales). Eso de "piensen lo que escriben" va mucho más allá de la sola ortografía, tan importante y menoscabada en estos medios. Tiene que ver con el orden de las ideas, aún más que con la "información" que las sostiene. La información hoy es lo que abunda, en contraste con la formación. La información básica está en lo que se va diciendo, cada letra, cada signo, cada estructura gramatical ya nos da la información elemental susceptible de desatar la opinión. El problema no está en la tarea de opinar, porque la opinión no forma juicio, así como el gustar o no de tal o cual gracejada de equis persona no nos erige en especialistas en chistología. Y el mismo gustar requiere de la experiencia previa y la "información" fundamental que acomoda la percepción. Pienso en quien dice: "no me gusta comer grillos", cuando ni siquiera los ha probado. En este caso, yo probé la publicación como a los grillos y emití el comentario que relaté en la vez anterior. Mi colega probó mi humor y concluyó que no comulga con él. Cada quién. En adelante, si vuelvo a comentar en sus espacios, ya sé que sólo tolera cierto tono y temática. En esto de ir conociendo a la gente no hay mejor y más arduo método que el del ensayo y el error.

Algo que es muy común en el ambiente de la academia y la investigación, y de manera muy acusada en las Ciencias Sociales es la pedantería con que llegamos a veces a exponer nuestros hallazgos, los que queremos seguir invistiendo de ley, sucedáneo de la severa "exactitud" de la naturaleza, cuando lo menos preciso que hay es el ser humano y su quehacer. Pero (de nuevo un pero), en el caso del fenómeno comunicativo son muy característicos aquellos refranes: "en casa del jabonero, quien no cae, resbala"; "en casa del herrero, azadón de palo". Por eso, a diferencia de mi colega, yo he preferido enseñar a mis estudiantes en su momento, a contrapelo y aún bajo la máxima que aprendí mientras estudié Ingeniería en Sistemas Electrónicos (matriz de las Ciencias de la Comunicación, aunque pese a muchos): así como el programador, en comunicación has tus mensajes a prueba de pendejos.

¿Qué significa "a prueba de pendejos"?  Dejo abierto el paréntesis...

Calavera Florida Bicentenaria

¡Ay, chiquito, ven para acá!,
le dijo la Parca a Peña.
Agarrándole la greña,
al copetes llevose allá

donde su amada le espera
volando entre las Gaviotas.
Con grandes aires patriotas
construyó red carretera

en feliz Bicentenario
del Grito y la Revolución.
Gran revuelo su decisión
causó por el vecindario



de La Florida y otras más
colonias en el trayecto.
"¡Qué caray con el proyecto!
¡Parece hecho por Barrabás!",

pensaron algunos cuates
no sin faltarles la razón.
Varios sabios en comisión
miraron los disparates

y muy pronto concluyeron
"Mal y a la mala no vale;
mas por más que se señale
el error, ya nos pudrieron

los gusanos del gobierno".
-¡Que sea menos!-, dijo Parca
cuando llegó a la comarca
-peor es que te den un cuerno.

Un doctor con su conchita
mar de reclamos oía
mientras de la muerte huía.
-¿Adónde, cuánta prisita?-,

dijo la huesuda al punto.
-¿Y ahora, quién me defiende?-,
pensó el hombre por ende.
-Nadie, pues ya estás difunto

y todos los de Defiende...-.
La Florida muerte puso
en tela de juicio el uso
del suelo que no se vende.

En el Valle de los Muertos,
en su tumba de relumbrón.
descansa el joven faraón,
uno más entre los yertos.

¿Cómo le mató la Flaca?
-Lo primero, emborrachele-
explicó OHL,
-luego sufrió la resaca

del poder en las alturas-.
-¡Mientes!- reclamó la Dueña;
-yo conozco bien a Peña-.
-¡Calla! Y a ver si te apuras

porque también por ti vengo,
para llevarte conmigo
y ofrecerte buen abrigo
en el lugar que me tengo

reservado pa'las bellas
actrices y conductoras
que fueran en otras horas
del Canal de las Estrellas.

Ya en el panteón todos están
bajo elevado viaducto.
La Catrina hizo usufructo
de aquellos que vienen y van.


Delegados y Azucena
en la solapa del menú
son mostrados a Belcebú
para que goce su cena.

Gran banquete en el Estado
de México se augura ya
pues se cree que de ahí surgirá
presidente coronado.