Información tóxica

julio 18, 2020 Santoñito Anacoreta 0 Comments



DESDE EL COMIENZO DE LA PANDEMIA empezó a difundirse de manera más acusada y hasta la saciedad información contradictoria acerca de la probable utilidad del dióxido de cloro, entre muchos otros compuestos y fármacos, como un remedio para contrarrestar los efectos del Covid-19. Con el paso de las semanas, a despecho de las informaciones y estudios especializados, médicos, disponibles en multitud de plataformas y medios, videos y artículos variopintos fueron publicados y compartidos tanto en pro como en contra, algunos tachados de bulos y que, no obstante su falsedad la Organización Mundial de la Salud ha investigado para advertir, confirmar o desmentir las consejas populares circulantes en redes sociales. Hasta el mismo Donald Trump, presidente de EE.UU., cuestionó y ponderó ¿sarcástica o irresponsablemente? su uso —en realidad de la hidroxicloroquina, un compuesto diferente, empleado para el tratamiento de la malaria—, poniendo en una situación incómoda a su secretaria de salud a pesar de las publicaciones de advertencia muy previas de la FDA.




Desde la semana pasada un par de notas provenientes de Ecuador han vuelto a poner el tema sobre la mesa y no deja de ser preocupante que también clérigos incurran en el error de confundir y promover patrañas no suficientemente confirmadas por la ciencia, dividida entre "adoradores del ClO2 (dióxido de cloro)" y los "detractores" (entre los que me cuento) del mismo "desinfectante" en tanto "remedio milagroso" para la salud. Por todos lados del mundo parecería estarse dando una confrontación entre la verdad y la mentira que llega incluso a una "cacería de brujas" en la persecución legal de especuladores, estafadores y promotores fraudulentos, oportunistas al amparo de la angustia y la zozobra ocasionada por estos días aciagos de pandemia, recesión mundial y lo que se sume.



No se trata ya de si la gente lee más, sino si lee mejor, si ha aprendido a elegir las fuentes de información, a discriminarlas, a verificar los datos.

La gente común no lo hace. Y quienes tendrían que hacerlo, periodistas profesionales, científicos, funcionarios públicos comprometidos con la labor de informar, educadores, no lo hacen tampoco a cabalidad (hacemos, diría el otro). Y no lo hacen porque o no saben cómo, lo ignoran, no tienen la pericia, la metodología o los recursos —incluido el conocimiento más elemental respecto del tema— de cualquier índole para investigar a fondo. Pretextan entre otras razones la dificultad técnica, el vocabuario, la extensión aceptable de los textos a producir para el consumo masivo. La mayoría prefiere quedarse con lo prejuzgado a priori, lo supuesto, lo imaginado, lo narrado a manera de "testimonio inexcusable", ligero, digerible y síntesis a favor o en contra, porque es perezosa y prefiere confiar a ciegas en quien estima como el mejor enterado, así no lo conozca más que por limitadas referencias de contubernio o conexión; o porque es crédula.

Pedanterías aparte y para no confundirnos

El conocimiento necesario para comprender algo, aunque suene pedante, no necesariamente (valga la redundancia) tiene que serlo cuando de estar bien informado se trata, para bien y para mal. Y disculpa las palabrotas "técnicas", amigo lector, pero son las que explican de manera puntual a qué me estaré refiriendo enseguida.

No es lo mismo el dióxido de cloro que la hidroxicloroquina: un principio activo antimalárico o antipalúdico utilizado para reducir la inflamación en el tratamiento de la artritis reumatoide y del lupus; como tampoco es igual que la cloroquina, un fármaco del grupo de las 4-Aminoquinolinas que se utiliza en el tratamiento o prevención de la malaria,​ así como en el de determinadas enfermedades autoinmunitarias ​como la artritis reumatoide ​o el lupus eritematoso sistémico. Lo que las distingue es la presencia de un grupo hidroxilo en el extremo de la cadena lateral. El hidroxilo es un grupo funcional formado por un átomo de oxígeno y otro de hidrógeno, característico de los alcoholes, fenoles y ácidos carboxílicos entre otros compuestos orgánicos.

La hidroxicloroquina está disponible para administración oral como sulfato de hidroxicloroquina (Plaquenil, uno de sus nombres comerciales), de los cuales 200 mg contienen 155 mg de base en forma quiral. La quiralidad es la propiedad de un objeto de no ser superponible con su imagen especular. Como ejemplo sencillo, la mano izquierda humana no es superponible con su imagen especular (la mano derecha). Como contraejemplo, un cubo o una esfera sí son superponibles con sus respectivas imágenes especulares. El dióxido de cloro no tiene una geometría quiral.



Algunas lecciones de química orgánica y aplicaciones médicas

La hidroxicloroquina tiene una farmacocinética similar a la cloroquina, con rápida absorción gastrointestinal, y se elimina por vía renal, lo que establece ya riesgos, entre otros, de insuficiencia renal de no administrarse de manera correcta.

La historia de la hidroxicloroquina se remonta a Perú, donde los indígenas extraían la corteza de los árboles Cinchona (o chinchona) y usaban el extracto (Cinchona officinalis) para combatir los escalofríos y la fiebre en el siglo XVII. En 1633 se introdujo esta medicina herbal en Europa, donde se le dio el mismo uso y también se empezó a utilizar contra la malaria. Pero, fue el médico y homeópata alemán Samuel Hahnemann, quien realizó su conocido experimento con Quina, tomando de esta cuatro dracmas (gotas, sobre este concepto escribiré un texto aparte) dos veces al día, lo que le produjo paroxismos semejantes de frío y fiebre. Concluyó que no podía seguirse diciendo que la Quina cura los paroxismos de frío y fiebre, porque es una droga astringente o amarga. La verdadera deducción resalta enérgicamente: la Quina cura los paroxismos de escalofrío y fiebre porque los produce.​ Es decir que, en una persona sana, la Quina produce los mismos síntomas que curaba en el enfermo, lo que no significa por extensión que sane al enfermo. El principio homeopático conocido es el lema que sustenta a esa disciplina en latin: "similia similibus curantur", lo semejante se cura con lo semejante, máxima que también se presta a equívocos interpretativos, leyendas y mitos, como los expuestos ¿irónicamente? por el presidente Trump al exponer la idea de que si el covid-19 puede eliminarse con facilidad aplicando desinfectantes en manos y superficies, pues lo "lógico" sería inyectarlo o beberlo para "limpiar y desinfectar" al organismo desde dentro.

Derivados de esas investigaciones surgieron remedios como las bebidas tonificantes o tónicos que "daban tono", enrojecían al paciente dándole una apariencia más "saludable" y proveyendo de una energía vital pasajera. El agua carbonatada dio paso al agua quinada y estas a bebidas refrescantes endulzadas de cola (en referencia a la semilla medicinal, tanto como a la pasta medicinal) como la Coca-Cola de la que se desconoce a ciencia cierta la fórmula, pero en la que se sospecha la presencia de algun alcaloide derivado de la cocaína o de la quina.

La cloroquina, por su parte, es citotóxica, pudiendo provocar daños en el sistema nervioso, el corazón, el riñón o el hígado. No es difícil que, de nuevo, aplicando la máxima homeopática y mirando los efectos del covid-19 sobre el organismo desatando "tormentas de citocinas", haya quien piense que los efectos de la cloroquina incidirían como símil contrarrestante, pues calmar dichas tormentas podría ser la clave para el tratamiento del también llamado SARS-CoV-2.

La citotoxicidad es la cualidad de algunas células para ser tóxicas frente a otras que están alteradas. La citotoxicidad constituye uno de los mecanismos efectores de ciertas poblaciones celulares especializadas del sistema inmunitario consistente en la capacidad para interaccionar con otras células y destruirlas.
Las tormentas de citoquinas se han asociado con varias enfermedades, no todas infecciosas, como el Ébola, la gripe, la malaria, el lupus y ciertos tipos de artritis. Se manifiestan de manera diferente en cada caso, y las particularidades de los casos severos de COVID-19 aún no se han resuelto, lo que probablemente varía de un paciente a otro. Los investigadores aún no están seguros de las características que ponen a ciertas personas en mayor riesgo ante estas respuestas exageradas, aunque la genética y la edad parecen desempeñar un papel contribuyente [WU, 2020].

Tras la administración de cloroquina en dosis adecuadas para el tratamiento de un ataque agudo de paludismo o amebiasis extraintestinal se han observado efectos ligeros y pasajeros como: dolor de cabeza, prurito, molestias gastrointestinales, anorexia, náuseas, vómitos, diarrea, cólicos, estimulación psíquica y raramente episodios psicóticos y convulsiones. Rara vez se han observado efectos cardiovasculares, como hipotensión o cambios electrocardiográficos (particularmente inversión o depresión de la onda T, ampliación del complejo QRS). Se han registrado algunos casos de sordera de tipo nervioso después de tratamientos prolongados, generalmente en dosis elevadas, y también neuromiopatías, discrasias sanguíneas, erupciones de tipo liquen plano y cambios de pigmentación en la piel y mucosas.

Sustancias que son tóxicas para las células, como lo es el elemento cloro, pueden estar involucradas en la inmunidad o pueden estar contenidas en los venenos. Estos se distinguen de los agentes citostáticos en el grado de efecto. Algunos de ellos se usan como antibióticos citotóxicos, mas no por ello ha de pensarse como consecuencia que el dioxido de cloro puede ser empleado de semejante manera aun cuando se justifique que la clave diferenciadora entre la cura y el veneno está en la dosis y la frecuencia de administración e ingestión.

Por otra parte, se han observado trastornos visuales y complicaciones oculares al usar cloroquina en tratamientos prolongados.

Lo que no mata, fortalece

La conseja popular afirma que, lo que no mata, fortalece, y los promotores del Dióxido de Cloro parecen tomarla como máxima sin detenerse en las causas y las consecuencias, y lo que va en contra es tomado como una oposición del sistema reinante, mientras ese sistema los tacha de variante conspiranoica.

La gente consume lo primero que encuentra, se conforma con lo superficial, lo atractivo, grato y lo que da soluciones rápidas, mágicas, milagrosas, sin cuestionar lo que hace posible que eso suceda, si sucede en realidad. Eso es a lo que normalmente han apostado publicistas, mercadólogos y periodistas (incluyo a influyentes blogueros y vlogueros) sin escrúpulos, más preocupados por el incremento de ventas que en beneficiar a los consumidores. Y no importa si se trata de un profesional de la medicina y la química, pensar por fuera de la caja puede ser tan atractivo, tan productivo, como destructivo. La creatividad también ha creado monstruos.



Te preguntaría, amable lector, ¿cuántos hipervínculos aclaratorios, explicativos, descriptivos incluidos en este texto has seguido para abundar en el conocimieneto de esas palabras, conceptos, fuentes, arduas de comprender y pronunciar que he soltado en la redacción de este texto? ¿De qué sirve mi trabajo de síntesis si no haces el esfuerzo de consultar más allá de mis entrelíneas? ¿Acaso de veras esperas todo tan digerido y en la boca? ¿Por qué no dudas de lo que escribo y publico? ¿Crees a rajatabla lo que aquí redacto o crees que por estar opuesto aparentemente a lo que es tu opinión estoy equivocado? Y pregunto esto suponiendo que has tolerado las líneas y los videos previos hasta llegar aquí.

Al hacer una búsqueda mediante su explorador en internet, la gente no navega más allá de unas 10 a 20 páginas, y es mucho decir pues en realidad no pasan de las primeras 10 referencias enlistadas en la primera página de resultados de la búsqueda. No lo digo yo, lo dicen los estudios respectivos acerca de la metodología y la confiabilidad en la búsqueda de información. De ahí la importancia y la trampa de las palabras clave como detonador de las búsquedas algorítmicas de Google y las demás plataformas. Ni los hashtags tan llevados y traídos como tendencias informativas sirven cabalmente para orientar el sentido de la información hacia lo correcto, preciso o verdadero.
Frente a la lista de resultados, el lector actual tiene que evaluar de forma rápida para tomar decisiones en dos sentidos: por una parte, hay que evaluar la pertinencia de la información con respecto a lo que se busca; y por otra, hay que decidir si la información es potencialmente confiable. El exceso de información requiere que el lector tome decisiones rápidas con el menor riesgo posible de perder algo importante o de revisar sitios que no son confiables. Pertinencia y confiabilidad son dos componentes que se interrelacionan en el momento de decidir qué sitios abrir. En primer lugar, es fundamental tener criterios para saber si la información que contiene un sitio es pertinente en relación con el propósito de búsqueda. Pero, la pertinencia no es tan fácil de determinar; se vincula, también, con la posibilidad de interpretar un nuevo tipo de texto que es la lista de resultados que arroja el buscador: una lista con títulos y breves fragmentos que contienen las palabras de búsqueda que utilizó el usuario y donde, con frecuencia, aparecen puntos suspensivos con una función diferente a la que tienen, en tanto signos de puntuación, en otros tipos de texto.

La evaluación de la confiabilidad es necesaria para poder seleccionar, dentro de lo pertinente, aquello que puede ser útil, pero, sobre todo, seguro. Determinar la confiabilidad de la información es un problema del que tradicionalmente se ocupaban los editores de los textos de estudio; sin embargo, en Internet esta responsabilidad recae en los lectores, y constituye uno de los quehaceres del lector actual [KRISTKAUSKY / FERREIRO, 2018].
 
Las falsas noticias, la información deficiente circula no por causa de malos o perversos informadores, o por una distorsión matemática del algoritmo solamente, sino porque tú, yo, proveemos los datos a partir de los cuales se calculan las probabilidades de hallazgo de aquello que forma mediana satisface nuestra necesidad de información y conocimiento. El algoritmo discrimina en función de las probabilidades de combinación y permutación de los datos, de los documentos con base en la experiencia individual o de grupo. Si no, trata de buscar lo mismo en dos o tres ordenadores diferentes y verás resultados distintos, organizados de manera desigual.

Por eso es importante que, en esta Era de la Información y el Conocimiento cada lector aprenda como una primordial habilidad y competencia comunicativa la de saber buscar de manera eficiente la información de su interés. Y aquí, en la palabra interés, está el quid del asunto, pues a final de cuentas ¿qué autoridad tiene la estatura suficiente para clasificar la información y las fuentes correctas, precisas, verdaderas para todos, cuando la verdad absoluta no existe y todo es según el color del cristal con que se mira?

De ahí que también es válido, al contrastar presumibles bulos de ida y vuelta, preguntarnos si lo que unos consideran válido de verdad lo es y todos los demás están equivocados; o viceversa, si uno está equivocado mientras los demás no.
Un gran porcentaje de estudiantes y profesorado del área biomédica, utilizan Google como la primera opción de fuente de información (FI) ante una pregunta académica, por otro lado sólo el 40% de las búsquedas realizadas por médicos para resolver problemas clínicos, encuentran la información correcta [MONCADA, 2014].
Platónicamente hablando, ¿quién está dentro de la caverna mirando las sombras proyectadas? Quien ha salido de la caverna y hace evidente la razón de las proyecciones, ¿topó con verdad o con una maquinación para distorsionar y canalizar la verdad tras la verdadera mentira y la mentira presentada como verdad indubitable?

El Dióxido de Cloro al descubierto

El conocido como Suplemento Mineral Milagroso (porque se le atribuyen beneficios hasta para el tratamiento del autismo) , por sus siglas en inglés MMS o CDS promovido entre otros por el biofísico suizo Andreas Kalcker, no es otra cosa que Dióxido de Cloro o Clorito de Sodio (NaClO2) con agua destilada que se activa con un ácido, por ejemplo el cítrico, el muriático (ácido clorhídrico), para producir Dióxido de Cloro en forma de gas. El Clorito de Sodio es un limpiador empleado en las industrias papelera y textil como blanqueador y, en pequeñas dosis, desde 1944, para hacer potable el agua. Una ventaja de esta aplicación, en comparación con el cloro (que ha sido el sistema más barato y comúnmente utilizado hasta ahora), es que genera menos trihalometanos (gases tales como el cloroformo) al reaccionar con los contaminantes orgánicos que pueda llevar el agua a potabilizar.

En su libro La Salud Prohibida, Kalcker expone sus respectivas conclusiones como biofísico, reconociendo que no es médico y en los capítulos 7 y 8 del mismo hace un listado y observaciones acerca de la toxicidad del producto, y afirma:
Hay que considerar que estos efectos indeseables están estudiados y dirigidos a los trabajadores que emplean o fabrican productos a base de dióxido de cloro.
Por tanto las dosis a que pueden estar expuestos para que ocurran estos efectos son mucho más altas que las recomendadas y usadas en otros campos, como en el campo terapéutico desarrollado en este libro, y por ello no se puede extrapolar.
Los efectos de una sobre-exposición crónica pueden producir daño en los pulmones y agravar los problemas de asma y otras patologías respiratorias preexistentes [...]
Es bueno ser escéptico en nuestra sociedad tan manipulable por la información engañosa, pero no es lo mismo ser escéptico que ser detractor. Es fácil desacreditar una idea simplemente por ser incrédulo. Pero el hecho de que no pueda creerse una cosa no significa que no sea así, y por lo tanto los detractores de una idea tienen la obligación de probar lo contrario.
Para probarlo necesitan evidencias y esas evidencias deben ser fehacientes, y no solamente una copia de otra opinión sin fundamento y sin investigación propia [...]
Habitualmente, se utiliza la fórmula de que los datos obtenidos en las investigaciones son falsos y por lo tanto el científico está supuestamente cometiendo un fraude[...]
Los detractores se limitan a copiar y a pegar textos oficialistas que acusan a la sustancia de una supuesta toxicidad, sin haberla estudiado de manera profunda, no dándose cuenta de que no es lo mismo inhalar que ingerir [KALCKER, 2016, pp. 407-409].
Pero, además, también advierte:
¿Es cierto que el dióxido de cloro puede curar todo?
Quiero dejar claro aquí que el dióxido de cloro no puede curar todas las enfermedades, sobre todo una de las peores enfermedades de la humanidad:... La estupidez ...
Sólo el cuerpo puede curar enfermedades, y existen herramientas que le ayudan a realizar esta labor, cuando no es capaz de hacerlo exclusivamente por sí mismo.
Jim [Humble] afirmó en su libro, que con el MMS se pueden curar todos los cánceres... evidentemente no es así, ya que se trata de una enfermedad compleja, con muchas causas, y además existen muchos tipos. Sé que él lo dijo de todo corazón, cuando al principio se podía ver que la gente se recuperaba, y lo que sí es cierto, es que muchas personas se han recuperado completamente de cánceres terminales; pero, no es lo mismo decir muchas que todas.
Otra cosa importante, es que en ocasiones se confunden los términos químicos, les ocurre incluso a profesionales médicos. La sustancia base precursor para hacer dióxido de cloro es el clorito sódico [op.cit., p. 59].
Sus defensores, entre los que se encuentra la monja (con licencia) Teresa Forcades quien se ha erigido también como crítica del sistema capitalista; sus defensores, decía —que han llegado a crear en EE.UU. por iniciativa de Jim Humbel y la iglesia católica la "iglesia" Génesis II de Sanación y Curación como una artimaña legal para aplicar el compuesto en calidad de "sacramento" acogiéndose así al derecho eclesiástico y, además, "potegerse" de la persecución estatal—, tienen razón al afirmar que los detractores se equivocan al presentarlo como cloro, a secas; pero, hay que decir que estos pasan por alto que el elemento cloro, gaseoso en su estado natural, como se asienta en la Wikipedia, "en condiciones normales y en estado puro forma dicloro: un gas tóxico amarillo-verdoso formado por moléculas diatómicas (Cl2) unas dos y media veces más pesado que el aire, de olor desagradable y tóxico. Es un elemento abundante en la naturaleza que no se encuentra en estado puro ya que reacciona con rapidez con muchos elementos y compuestos químicos, por esta razón se encuentra formando parte de cloruros (especialmente en forma de cloruro de sodio, sal de mesa), cloritos y cloratos, en las minas de sal y disuelto en el agua de mar y se trata de un elemento químico esencial para muchas formas de vida.



El clorito de sodio, NaClO2 también se usa como componente en enjuagues terapéuticos, colutorios, pastas dentales, geles, aerosoles para boca y también en la disolución para la limpieza de lentes de contacto. También se utiliza para la desinfección de conductos de aire y de HVAC/R y sistemas de las áreas de contención de animales (paredes, pisos, y otras superficies).

En síntesis orgánica, el clorito de sodio se utiliza frecuentemente para la oxidación de aldehídos a ácidos carboxílicos. Siendo como es un fuerte oxidante puede causar síntomas clínicos similares a los del clorato de sodio, tales como: metahemoglobinemia, hemólisis, insuficiencia renal.

La confusión esencial de quienes lo promueven como remedio para diferentes padecimientos parecería partir de una o estas dos causas: la similitud fonética entre la hidroxicloroquina y el dióxido de cloro o la función potabilizadora y desinfectante adjudicada. Pero, también puede deberse a lo dicho lineas arriba acerca de su relación con los ácidos carboxílicos o simplemente porque se lo confunde con el ión clorito. Y es, además, una confusión que pone de relieve el abrumador divorcio informativo y educativo que ocurre entre legos y especialistas en cuanto a la difusión de las ciencias, una asignatura pendiente sobre todo en los llamados países en desarrollo entre los que se cuenta México y que médicos como los hermanos chilenos Rodrigo Nicolás y Juan Ignacio Veller se han esforzado por reducir, convencidos de que la única manera de multiplicar el conocimiento es compartiéndolo.


Nosotros debemos ser críticos. Nosotros como estudiantes y/o profesionales de la salud entendemos el lenguaje técnico, sabemos traducir las ideas y debemos filtrar y, a partir de ese filtro, debemos procesar de manera crítica y transmitir a las personas que no lo entienden que tienen una desinformación [o mala información]. Porque, en tiempos de pandemia, con el miedo, el estrés, con el dolor y el sufrimiento de la gente, todos nosotros somos muy susceptibles [...] a creer discursos disfrazados con palabras técnicas [...] Y yo entiendo a todas las personas que se dejan convencer por estos argumentos [...] porque recuerdo cuando yo no estudiaba medicina [...] y era muy fácil también convencerme sobre todo cuando escuchba a alguien que yo lo consideraba tal vez una autoridad en el tema [...] Muchas veces saber un poco sobre algún asunto nos hace creer que sabemos mucho [VELLER, Rodrígo Nicolás, 2020].
La confusión también puede deberse a los estudios efectuados en la literatura médica para comprender los probables usos clínicos y terapéuticos del ácido hipocloroso cuya descomposición química deriva en la emanación de dióxido de cloro. Dichos estudios existentes desde la Primera Guerra Mundial buscaron dar respuesta al alarmante incremento de muertes (situación apremiante similar a la vivida hoy con la pandemia) por infecciones en los soldados, lo que hizo que se emprendiera la búsqueda de un desinfectante aplicable de manera directa en las heridas, que destruyera microorganismos y sus toxinas, sin dañar el tejido normal.
El ácido hipocloroso forma parte de un nuevo grupo de sustancias microbicidas conocidas como "moléculas antimicrobianas no antibióticas", que por su amplio espectro, rápida acción y amplio margen de seguridad puede ser utilizado para controlar y prevenir un amplio número de infecciones de piel y mucosas. Biológicamente se clasifica dentro de un grupo de pequeñas moléculas conocidas como especies reactivas del oxígeno (ROS), sintetizadas por células del sistema inmune (neutrófilos y macrófagos) durante un proceso inmunológico conocido como "estallido respiratorio", durante la fagocitosis de antígenos en reacción con la enzima mieloperoxidasa peróxido de hidrógeno (H2O2) y un ion de cloro. Funciona como una sustancia quimiotáctica que permite un excelente control microbiano y activación del sistema de defensa que facilita la rápida e inocua reparación de tejidos [WANG et. al. 2007; cit. en (Ácido hipocloroso, 2020)].

La realidad es que ambas partes, la defensora y la acusadora del uso del producto no han presentado pruebas fehacientes, investigaciones puntuales de su efectividad en la promoción de la salud, fuera de testimonios anecdóticos sin sustento. Con lo que se cuenta en cambio es con investigaciones acerca de la toxicidad probable en plantas y animales.

En la medida que el público general se eduque apropiadamente y no solo llevado por la curiosidad o la necesidad o el miedo, los temas que pueden afectar a su salud y bienestar le serán menos onerosos tanto para su integridad física como económica. Pero, como he dicho líneas arriba, esto pasa de manera especial por el desarrollo de esas habilidades y competencias para la discriminación informativa que permitan a los lectores y consumidores de información, en este caso profesionales o no de la medicina, seleccionar lo verdaderamente útil y trascendental.

Puede ser muy valiosa una síntesis como esta o la publicada por la BBC de Londres, alertando sobre el uso del Dióxido de Cloro. Pero, al final solo el lector, solo, determina, mediante el contraste de la información, qué le sirve en su creencia y limitado conocimiento, como lo demuestran los cientos de usuarios del producto, número creciente patrocinado incluso por las iglesias proveedoras de esperanza frente a los temores palpitantes en la acualidad.

En el lector queda responder si estamos ante un choque de paradigmas o ante una teoría que ha propiciado desde 1991 el registro de algunas patentes y más recientemente la reacción regulatoria de algunos gobiernos tanto a favor como en contra de su aplicación con carácter experimental o incluso terapéutico, a veces con carácter "preventivo" y como un ¿placebo paliativo? ante la deseperada situación que enfrentan los sistemas de seguridad mundiales:


  • Patente sobre una solución estabilizada de DIÓXIDO DE CLORO para su uso como biocida universal: sustancias químicas destinadas a destruir, contrarrestar, neutralizar, impedir la acción de cualquier organismo considerado nocivo para el hombre. Patente EE.UU. 20120225135 A1 Fecha: 6/9/2012 Inventor: Tadeusz Krogulec Enlace directo Google Patents: http://goo.gl/RAUFWe
  • Patente sobre la utilización de varias sustancias incluido el CLORITO DE SODIO para el tratamiento de asma alérgica, rinitis alérgica y dermatitis atópica. Patente EE.UU. 8435568 B2 Fecha: 7/5/2013 Inventores: Mathias Brosz , Friedrich-Wilhelm Kuhne ,Klaus Blaszkiewitz , Thomas Isensee Enlace directo Google Patents: http://goo.gl/AEBndF
  • Patente sobre la utilización del DIÓXIDO DE CLORO para el tratamiento parenteral (vía intravenosa) de infecciones por el HIV. El objeto de la presente invención es proporcionar un agente que inactiva los virus VIH en la sangre sin tener una influencia perjudicial en el cuerpo del paciente. Patente EE.UU. 6086922 A Fecha: 19/3/1993 Inventor: Friedrich W. Kuhne Enlace directo Google Patents: http://goo.gl/LJTbo8
  • Patente sobre la utilización del DIÓXIDO DE CLORO para la prevención y el tratamiento de infecciones bacterianas, incluyendo la mastitis, en la ubre de mamíferos. Las composiciones incluyen dióxido de cloro en una cantidad que varía desde 5 ppm a 1000 ppm. Patente EE.UU. 5252343 A Fecha: 12/10/1992 Inventor: Robert D. Kross Enlace directo Google Patents: http://goo.gl/emKbrx
  • Patente sobre la utilización del DIÓXIDO DE CLORO para la desinfección o esterilización esencialmente de componentes de la sangre (células sanguíneas, proteínas de la sangre, etc.). La composición se forma mediante la adición de un compuesto que libera dióxido de cloro con un ácido orgánico débil. Patente EE.UU. 5019402 A Fecha: 28/5/1991 Inventores: Robert D. Kross , David I. Scheer Enlace directo Google Patents: http://goo.gl/LZpqdX
  • Patente que trata sobre la utilización del DIÓXIDO DE CLORO para el control de un amplio espectro de enfermedades infecciosas en la acuicultura, incluyendo el tratamiento de animales acuáticos infectados con patógenos asociados con las enfermedades infecciosas. Los animales acuáticos infectados con un patógeno son tratados por contacto con una cantidad terapéuticamente eficaz de dióxido de cloro. Patente WO 1995018534 A1 Fecha: 05/1/1995 Inventor: Robert D Kross Enlace directo Google Patents: http://goo.gl/RyszsQ
  • Patente que trata sobre la utilización del CLORITO DE SODIO para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), el alzheimer (EA) o la esclerosis múltiple (EM) Patente EE.UU. 8029826 B2 Fecha: 04/10/2011 Inventor: Michael S. McGrath (http://goo.gl/76oy3F) Patente apoyada por el gobierno de los EEUU donde el propio gobierno puede tener derechos sobre la misma. Enlace directo Google Patents: http://goo.gl/HCPxC7






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Referencias y fuentes consultadas:

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Desplegado como anillo al dedo

julio 16, 2020 Santoñito Anacoreta 0 Comments


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El basurero lunar

julio 02, 2020 Santoñito Anacoreta 0 Comments



VA A SER UN AÑO, días más o menos, de la "incursión China" al lado oscuro de la Luna, de los 50 años de la misión Apolo 11 y de la difusión de un conjunto de imágenes tomadas por diversas sondas desde años atrás en el afán por desmitificar la llegada del hombre a nuestro satélite principal (no olvidemos que desde 2018 sabemos que tenemos una nueva luna, diminuta, en un asteroide recién capturado por la gravedad lunar). Aquí la suma de indicios donde se muestra el basurero lunar; pero...

Personalmente jamás he cuestionado que el hombre haya llegado a la Luna y más lejos en su investigación y descubrimientos y aventuras por el espacio exterior o a las profundidades del cosmos o de los océanos. No solo me maravilla y cautiva, me fascina todo ello. Por lo mismo, soy muy cauto cuando de temas científicos se trata porque sí, también existe la tendencia a generar, por incredulidad e ignorancia, las más bizarras versiones de los hechos. Aunque no se crea, la ciencia también puede tener forma de credo opiáceo.

En el caso del viaje a la Luna, las teorías conspirativas han pecado de distorsionar y desviar la atención de los verdaderos hechos, poniendo en tela de juicio hasta las mentiras alrededor de la verdad o, si se prefiere, las verdades alrededor de la mentira, añadiéndose además al insidioso afán de algunos por prohijar la desmemoria, ya en el periodismo, la publicidad o la política.

Cuando cursé la carrera de Comunicación, en la Universidad Anáhuac y bajo la dirección del publirrelacionista Jean Domette Nicolescu, amigo de mi padre, tuve la fortuna de haber sido parte de una generación de pupilos que fuimos educados en la producción de televisión por una de las glorias mexicanas fundadoras de la televisión en México y en el mundo: el Ing. Roberto Kenny, a quien también tuvo el gusto de conocer mi padre y de colaborar alguna vez en su paso por la publicidad.

Por él supimos, de primera mano y entre otras cosas de no creerse, que el Apolo 11 nunca llegó a la Luna en 1969, aunque los defensores del tema opinen lo contrario y aleguen, con aparente rigor científicista —que no científico, más papistas que el Papa—, que la tecnología de televisión en la época no daba para tanto.

Él perteneció al equipo multinacional de producción de TV contratado por la NASA y CBS para efectuar la grabación del "hecho", "en vivo" y, sí, aunque rudimentaria, la creatividad puesta sentó las bases de lo que serviría para el desarrollo de los posteriores efectos especiales empleados en la televisión mundial y que, de alguna manera, ya se venían desarrollando en los programas unitarios y los filmes de ciencia ficción de esa década de los sesentas, sobre todo en EE.UU. e Inglaterra, donde la BBC destacaba con el "Dr. Who".

CBS, valga anotar, ha sido una cadena de producción de cine, radio y televisión que, desde su comienzo, siempre ha sido parte fundamental en la creación, difusión o enmascaramiento de teorías conspirativas, controversias, retorcidas negociaciones, escándalos y abusos. Y no lo digo yo, lo dice la Historia.

Que ese caso en especial no haya ocurrido, no obsta para que conste que el hombre ha llegado a la Luna más de una ocasión y que sus efectos estén descansando desperdigados en la superficie con carácter de memorabilia de desperdicios que nadie recoge, recicla, composta, transforma. Sí, en la Luna no hay pepenadores, a menos que los chinos hayan descubierto una cañada como el bordo de Xochiaca en el lado oculto del astro y aun no quieren darlo a conocer, herméticos como son. La Luna no es de queso, sino alberga literal y metafóricamente y a despecho de nosotros los poetas, mierda humana.

Esceptisismo no implica conspiración y viceversa 

No tengo por qué poner en duda el testimonio de un testigo de la calidad del Ing. Kenny, cuya hija, años después, colaboró como científica y técnica en la NASA. El problema, en realidad, consiste en que los escépticos han confundido la duda con el descrédito y esa es la base de muchas de las teorías conspirativas que ni siquiera —quedadas en la pasividad de la ataraxia que acompaña al escepticismo, o enredadas en los meandros de las contradicciones a que llevan datos incompletos, investigaciones inconclusas, declaraciones y evidencias no comprobadas que rayan en variantes del ocultismo—, ni siquiera hacen lo pertinente para corroborar lo cierto y lo falso. Y, como se antoja imposible en muchos casos por temas como el oscuro peso del poder gubernamental, económico, militar, político o religioso, capaces de cubrir las cosas con el velo del misterio, todo esfuerzo legítimo y humilde por tratar de desvelar la verdad acaba en el ridículo por falta de recursos, conocimientos, habilidades o información fidedigna. Lo prohibido tanto como lo ignoto y lo perverso siempre resultan atractivos, aun más que temibles. Algo tenemos de gatos y la curiosidad nos mata, cuando no de ansias, de certitud.

El conspiracionismo es otra manera de hacer aquello de "divide y vencerás". Hay los escépticos recalcitrantes que dudan hasta del aire que respiran; los hay que dudan hasta del aire que no respiran, porque tienen pruebas documentadas de que fue otro el que quitó el resuello. Unos y otros luego hasta se mueven a ofensa si uno osa confrontar sus posturas en la finalidad de allegar algo de luz sobre la oscuridad, independientemente de qué lado aporte qué.

Recientemente tuve a bien conminar al escritor Mauricio Schwarz a mostrar su postura escéptica informada para contrastar la de José Luis Camacho quien, en un video retaba a los "defensores" de la tecnología 5G a presentar pruebas fidedignas y fehacientes de que la tecnología no es "maléfica", para usar yo esa palabra.



Schwarz me respondió con alguna virulencia y compartiendo un video propio ya visto por mí con anterioridad:

Image from Gyazo



Hasta ahí llegó el debate.

Así, las teorías conspirativas, por apelar a la construcción de significado desde la distorsión del mismo, acaban en el rincón de la biblioteca que hace frontera entre las seudociencias, como apunta un reciente documental de la Deustche Welle (ahí se sigue ubicando a la Psicología en los sistemas de clasificación bibliográfica) y la religión; un rincón acaso más visitado por las personas de poca fe o en busca de algo inteligible en qué creer.

Las teorías de este tipo podemos entonces clasificarlas en dos caras de una misma moneda: de un lado están los que consideran que lo establecido es una conspiración de quienes detentan el poder; del otro lado están los que, diciéndose cercanos a las fuentes de información y dotados de una metodología infalible, consideran a los primeros unos conspiradores de pacotilla cuyas conjuras y elucubraciones pensadas fuera de la caja de la normalidad más semejan anatemas que actos de fe en el conocimiento.


Ese toro enamorado de la luna que es la humanidad, sigue todavía hoy rememorando y reviviendo el mito de Mitra, aunque en los cosos ya no corran ni la sangre ni el semen como proyecciones de la Vía láctea y cuales huellas del Sol de Justicia.



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