Soy como soy y punto. Tengo lo que tengo, y lo que no pues no; así de pedestre puede ser mi filosofía de la vida. Situarnos en un mismo canal, siempre resultará difícil, porque cada quien como individuo tiene su propia forma de expresarse, independientemente de la circunstancia en que se halle. Que aquí estemos entre "amigos" no nos coloca necesariamente en un mismo plano de experiencias ni siquiera relacionadas con aquellos años que lo mismo implican ventura que desventura. Hablo como hablo. Este soy yo, auténtico, desde chico. Y ya algunos aquí han expuesto la inquietud de quién es Ella. Lo mismo podrían decir respecto de mí o de ti o de cualquiera, porque aun cuando ligados por las letras no convivimos todo el tiempo.
Para empezar, la mía fue una generación parteaguas. La primera o de las primeras mixtas en la escuela secundaria. Recuerdo el shock que para muchos de nosotros supuso el encuentro entre géneros y la adaptación que requirió. Algunos salieron avante en esa adaptación, otros con más dificultad.
Si a mí me preguntan, puedo decir que a la mayoría ni los ubico. Especialmente entre las mujeres, salvo las de mi grupo de tercero o las que andaban en boca y ojos de todos. De los varones sí, a más, por los años que compartimos desde la preprimaria hasta la preparatoria o incluso la universidad. Algunos solo me conocen de referencia y viceversa, para bien o mal. Pero conocer no es saber. Y esto aplica tanto a las relaciones humanas como al empleo de una herramienta, llámese martillo o lenguaje.
Mi persona se expresa de este modo. ¿Correcto, incorrecto? Qui sá. Desde siempre, pero también puedo cambiar el nivel cuando es requerido. Que estemos en una "red social" moderna, práctica, y donde "así se conducen las nuevas generaciones" no obsta para que conste que mi forma de ser es tan única como la de cualquiera. Ninguno somos monedita de oro para caerle bien a todo mundo. Eso lo sé desde hace añales y precisamente fue mi generación de la escuela la encargada de hacérmelo notar más de una vez. Tú entre ellos, lo mismo sobrio que borracho.
Que no cuadra que sea irónico, lo siento.
Que no cuadra que sea cuidadoso en el decir, lo siento.
Que no cuadran mi vocabulario porque no lo vuelvo superficial, reducido, ni mi forma de expresarme por apelar a un diálogo mucho más edificante, lo siento.
Que perdí gracia para contar chistes, lo siento. Pero sigo riendo de mí tanto como de los demás y sobre todo con los demás. Y mi humor es muy mío.
Que mi discurso raya en monólogo, lo siento. Eso no quiere decir que no sepa hacer silencio para escuchar al otro con toda la atención y el respeto que me merece, porque sé el valor de la con-versación y su arte. Que el otro no pueda extenderse en su decir del modo como yo peco, no es problema mío.
Así, este soy yo; mejor dicho una parte de mí. La más visual, la más difundida lo mismo como profesor que como profesionista, hijo, hermano, condiscípulo; ya ante jefes y patrones, como ante vecinos, amigos y extraños. Gústele a quien le guste.
Por lo tanto, en buena onda, ubicado estoy. Si los demás no me ubican... Hace muchos años que dejé de sufrir por el sentimiento que produce saberse no "encajado". Y por eso vivo en el aislamiento físico, la virtualidad me ha abierto un mundo de posibilidades. Pero si tampoco encajo, tan fácil como cerrar mi ventanita y dedicarme a mí, lo único que tengo para explicarme la existencia, parafraseando a Unamuno (quien por cierto recomendaba en un poema que cuidara uno que el verso expresado fuera denso, denso, pues conlleva sustancia).
Y me ubico así, poeta, escritor que no ha publicado del modo que podría esperarse, soñador analítico, el vacilador relajiento, el bebedor moderado, el solitario, el loco de la colina que ve desde lo alto de su necedad a los villanos del valle y eventualmente baja para buscar su sustento y aprender de ellos lo que significa ser humano, lo que presuntamente conlleva la cordura y la normalidad. El personaje confrontado con la disyuntiva que implican la levedad del ser y la risa (recordando a Milán Kundera).
Finalmente, voy por la vida recogiendo pedruscos, guardándolos en el bolsillo de mi gabán, para darme cuenta, al final del día, que algunos se han convertido por arte de magia en gemas. Palabras, personas, momentos así los veo y así me maravillan y de ellos me enriquezco aunque sea con el sólo conocimiento de su existencia.
Y, como llegado a este punto tal vez más de uno se durmió por la muy natural animadversión que comporta reflexionar y exhibir lo que cada cual es, tan abierta y vulnerablemente como puede hacerse en un sitio como este, por no hablar de la flojera de leer, aquí digo ¡TAN TAN!, cierro mi "manchado" locker, guardo mi pergamino y cuelgo la invitación a mi alma, para quien la quiera aceptar tal y como la ofrezco, sin máscaras. Y algún día guardaré silencio. Largo silencio, no sin antes agradecer la oportunidad para exponer esto y todo lo anterior y todo lo que viniere.