LA MANO QUE MECE LA DEMOCRACIA
A veces abrir un Paréntesis no es cosa sencilla. En ocasiones lo difícil es cerrarlo. Hoy no quisiera calzar los coturnos de los griegos, pero tampoco formar parte del corifeo que declama desesperadamente versos de la anarquía. No quisiera intervenir en la comedia democrática, pero tampoco pretendo ser simplemente espectador de la tragedia que se cierne cuando la necesidad asoma. Y, sin embargo...
Más de una vez he escuchado y leído a distintas personas decir que los sucesos en países muy alejados del nuestro no inciden notoriamente en nuestro diario acontecer. Es sabido también que es un principio periodístico que la distancia de un hecho respecto de los espectadores determina en buena medida su relevancia noticiosa. En lo personal soy de los que piensan desde hace muchos años, aplicando una mentalidad bajo el enfoque de sistemas, que aún por muy difuminada que pueda parecer la influencia de algo, lo peor que puede uno hacer es restarle importancia.
No estoy hablando de los huracanes que puede "formar" el aleteo de una mariposa, pero por ahí va la idea. Lo que ha venido ocurriendo en Grecia, con la economía griega, no es para echarse en saco roto, toda vez que, aún desde antes de formarse la Comunidad Europea, la interrelación comercial y las ligas financieras entre los países, especialmente desde la segunda mitad del siglo XX, han demostrado que los "catarritos" no existen más que como primigenios indicios de enfermedades que deben ser controladas antes de que desestabilicen todo el sistema inmunitario de un conglomerado de personas, instituciones o sociedades. La decisión de efectuar el "rescate" económico de Grecia so pena y menoscabo aparente de su soberanía de nuevo coloca este tema, la soberanía, en el centro de la discusión, por más que haya analistas que no le den la importancia que merece.
Tampoco, al mencionar lo anterior, me enfilo a apuntar entre paréntesis una defensa a ultranza de la soberanía; quizá todo lo contrario. Revisar seria y concienzudamente el concepto a la luz de las interrelaciones de todo tipo que hoy unen a todos los países, los grandotes y los chiquitos (parafraseando a Cri-Cri), cada vez se hace más necesario e imperativo, pues en él descansa buena parte de la seguridad de cada individuo y sus decisiones diarias.
Soberanos pendejos seríamos si no hiciéramos caso de las señales de la Historia para no cometer los errores del pasado. Soberanos imbéciles seríamos si no atendiéramos el corte a modo de las barbas del vecino para meter las nuestras a remojo. Soberanos estúpidos seríamos si no fuéramos autónomos e independientes, por ejemplo, de Estados Unidos. Y esto que ya suena a sorna... aquí entre paréntesis, lo es. Porque más de uno somos exactamente lo dicho o exactamente creemos ser todo lo contrario. En esa sutil diferencia radica que el día de mañana el Bordo de Xochiaca no se desborde nuevamente para malestar más de los vecinos que de candidatos a gobernadores, o que pasado mañana los fantasmas de nuestros temores más diversos se acerquen a la cuna de nuestras democracias para mecerla amorosa o lascivamente.
Apliquemos esta "teoría" a las recientes elecciones locales de México y entenderemos por qué y cómo el remojón (no por causa exclusiva de las lluvias) que el desencanto democrático conlleva pudo suponer el triunfo o la derrota de candidatos convertidos en "de-batidos" personajes de una comedia mexicana con riesgosas aspiraciones de traducirse en una tragedia griega. Sencillamente las escenas estaban escritas por autores más interesados en su vanagloria personal que en la utilidad catártica que para cualquiera significa el acto de decidir.
Entre los Dardanelos (que tanto preocupaban a Winston Churchill) y el Gran Canal del Desagüe, las implicaciones económicas, políticas y sociales de verse ahogado como Ío son, para cada cual, el leitmotiv que justifica el mutis discreto o el corrimiento del telón de las circunstancias. Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador sometieron a concurso sus talentos dramáticos en el escenario del Estado de México. El ganador que hoy ciñe su cabeza con la lureóla no es precisamente el poeta Javier Sicila, sino un chapeado actor de maneras afectadas por exageradamente declamatorias de nombre Eruviel Ávila. Los ríos de Baco corren cargados de desechos por el Bordo de Xochiaca, anegando con descontento la cuna de la democracia; y el carnero ciudadano se haya desprovisto de su cornamenta de la abundancia.
¿Rebuscado? Bueno, dicho entre Paréntesis, es otra forma de afirmar cuán jodidos nos encontramos.
Всякая жизнь, насколько от неё зависит, стремится пребывать в своём существовании.
ResponderBorrar