LICOR DEL 43 O VÁMONOS HACIENDO... CHAVOS
La siguiente nota acerca de la "detención" del chavo joven estudiante de Filosofía y Letras de la UNAM Sandino Bucio Dovalí (me pregunto que es de la actriz Olivia Bucio y del arquitecto Antonio Dovalí, proyectista del Viaducto Bicentenario y el último tramo del Segundo Piso del DF) escribe al final:
[...L]a comunidad de artistas y escritores de México dio a conocer un pronunciamiento para reprobar la detención del joven y expresar que "no es nuevo que un Estado persiga a los poetas, a los que hacen uso del habla, a los que se atreven a decir no sólo lo que es obvio sino lo que es posible: la potencia de los sueños y de su generación. Un país no puede existir sin una literatura que lo represente, que le dé identidad, que lo revitalice". [http://www.sinembargo.mx/29-11-2014/1180471]
Aunado a la noticia sobre el fallecimiento de Roberto Gómez Bolaños "Chespirito", esto y algo de Julio Cortazar que leí apenas esta mañana me hace pensar algunas ideas que he venido barruntando y las que quizá más de uno podría leer como justificaciones burdas, ingenuas, cuando no vacuas de lo que personalmente vengo haciendo desde mi trinchera, así de aislada, así de solitaria, así de humilde, como escritor. Dice Cortazar:
"¿De qué podemos jactarnos los escritores en este panorama en el que sólo brillan unos pocos, aislados y admirables fuegos de vivac? Nuestros libros son botellas al mar, mensajes lanzados en la inmensidad de la ignorancia y la miseria; pero ocurre que ciertas botellas terminan por llegar a destino, y es entonces que esos mensajes deben mostrar su sentido y su razón de ser, deben llevar lucidez y esperanza a quienes los están leyendo o los leerán un día. Nada podemos hacer directamente contra lo que nos separa de millones de lectores potenciales; no somos alfabetizadores ni asistentes sociales, no tenemos tierras para distribuir a los desposeídos ni medicinas para curar a los enfermos; pero en cambio [sic.] nos está dado atacar de otra manera esa coalición de los intereses foráneos y sus homólogos internos que genera y perpetúa el statu quo, o mejor aún el stand by latinoamericano. Lo digo una vez más para terminar: no estoy hablando tan sólo del combate que todo intelectual puede librar en el terreno político, sino que hablo también y sobre todo de literatura, hablo de la conciencia del que escribe y del que lee, hablo de ese enlace a veces indefinible pero siempre inequívoco que se da entre una literatura que no escamotea la realidad de su contorno y aquellos que se reconocen en ella como lectores a la vez que son llevados por ella más allá de sí mismos en el plano de la conciencia, de la visión histórica, de la política y de la estética. Sólo cuando un escritor es capaz de operar ese enlace, que es su verdadero compromiso y yo diría su razón de ser en nuestros días, sólo entonces su trabajo puramente intelectual tendrá también sentido, en la medida en que sus experiencias más vertiginosas serán recibidas con una voluntad de asimilación, de incorporación a la sensibilidad y a la cultura de quienes le han dado previamente la confianza" [CORTÁZAR, Julio. Clases de Literatura, Alfaguara, México, 2013: 303-305].