AL CREAR ESTOS INDICIOS
METROPOLITANOS hace ya casi diez años, lo hice bajo muy claras
premisas. La primera, elaborar una revista que, aun partiendo de un punto de
vista personal, permitiera el abordaje de las temáticas que, desde la localidad
y el interés propio permitieran catapultar su valor universal por la carga
significativa que conllevan no solo para un individuo aislado, sino para
comunidades enteras.
De la anterior
premisa salió el propósito no menor de apostar a los hechos y dichos de
quienes, en el ámbito de mi localidad, pudieran dar elementos para
circunscribir más allá de esa sola localidad los efectos de las decisiones de
gobierno, empresariales, académicas y que a veces terminan en el olvido por quedarse
en el nivel de lo actual, al menos en el marco de la narración periodística común.
Semejantes premisas
obligan a uno, en tanto profesional de la comunicación y el periodismo, a
replantear la manera de atajar los retos que la misma profesión implica al
efecto. Porque estamos muy acostumbrados a leer los reportajes y las notas que
tratan de los grandes temas, o los que la clase política y los medios
tradicionales marcan como los temas determinantes; estamos muy hechos a la idea
de que esos temas, en el contexto de la formación de una opinión decantan lo
que debería fundar lo que creemos ser y hacer con justicia. Pero las nuevas
tecnologías han venido a mostrar que las cosas pueden hacerse a la inversa y
que no es desde los medios, como antes, que se filtra la información hacia la
sociedad, sino ahora es la sociedad misma la que impone su voluntad, para bien
o mal, en la selección de los temas que son de su interés y competencia, y que por
lo tanto requieren de la atención adecuada de parte de quienes laboramos en la
construcción de los mensajes informativos y de opinión.
Tiempo atrás algún
lector, funcionario público municipal, me hizo la observación de que estos, mis
Indicios
Metropolitanos, estaban inaugurando una nueva forma de comunicación al
nivel municipal, porque generalmente los grandes diarios dedicaban poco espacio
y líneas a los acontecimientos locales, los pocos periódicos locales o rayan en
pasquines al servicio de específicos intereses políticos o económicos, viviendo
directa o indirectamente del presupuesto, y los articulistas cuando mucho hacen
menciones esporádicas acerca de los hechos y dichos de las personalidades
municipales.
Cierto, esa ha sido
mi preocupación; y tanto, que mientras otros buscan agrandarse en sus alcances,
yo he ido, viceversa, achicando la mira, en afán de ser más asertivo y más
acertado en los comentarios o testimonios que puedo hacer para el interés de la
comunidad inmediata que me rodea.
Sí, al principio
pensé en grande, como cualquiera. Comenzar con un blog que creciera hasta cotas
insospechadas como sucedió con algunos que, incluso unidos en colmenas mediáticas,
han llegado a construir “emporios” en la Internet como el ahora muy citado Huffington
Post. Yo he ido, en cambio, al revés. Ya no privilegio tanto las
noticias internacionales, sino en estricta relación con los hechos locales. Así,
publicar algo sobre la empresa OHL y sus cuitas en España tiene como finalidad
establecer las conexiones que, desde aquellas latitudes explican la realidad
alrededor de obras más próximas a mí y a mi gente como el Viaducto
Bicentenario, enfrente de mi casa, el fraccionamiento La Florida. De esta
manera la lupa crítica concentra la luz sobre lo inmediato, lo que, a decir
verdad, aumenta la temperatura de lo que uno puede afirmar, razón de más por la
que uno ha de ser más cuidadoso, porque ya se sabe que, a pueblo chico,
infierno grande.
Aun cuando puede parecer
similar hacer señalamientos sobre los problemas y corrupciones en torno a la Presidencia
de la República y los que se suscitan en un ayuntamiento, los efectos a corto
plazo no lo son. Decir que tal presidente de una asociación de colonos comete
tropelías, puede ser visto por quienes miran desde muy arriba como un asunto de
chisme, anecdótico, pero la experiencia reciente —que no dista de lo que ha
pasado siempre— indica, como la máxima esotérica, que, como es arriba, es
abajo. Y tan lícito es señalar la falta del vecino, como pisar el callo del
edil, denunciar la prepotencia de un gobernador o exhibir los tejes y manejes
de los ministros más encumbrados.
Las redes sociales
hacen más factible y legítima la ansia del pueblo por comer, no nada más a los
gobernantes, sino al mismo pueblo que, contrario al interés común, afecta al
resto de la comunidad, ya por prejuicios, ya por actitudes contrarias al
derecho o ya en francas rebeldía o indiferencia frente al orden social esperado
y convenido.
Semejantes ideas
han fundado mis escritos aquí, lo mismo los reportajes que los artículos de opinión,
ensayos, los cartones de “Paréntesis”, las crónicas. Empero, algo falta para
complementar el trabajo que, parece, ya va dejando huella y haciendo crecer a
estos Indicios Metropolitanos —tan míos como tuyos, amigo lector— como
en una suerte de efecto por implosión. Eso faltante es la crónica legislativa.

En el pasado he
escrito y publicado algunas crónicas. En tanto género del periodismo literario,
me resulta uno muy cómodo, pero también de los más complicados. Lo es y tanto
que no en balde la impericia, además de la celeridad de los acontecimientos en
los tiempos actuales, han ocasionado que esta forma de noble periodismo haya
quedado un poco en el olvido o tergiversada, reducida a la publicación de las
actas de congreso, las relaciones de acuerdos en forma de resúmenes más
parecidos a informes ejecutivos que a crónicas periodísticas, o notas mínimas
sobre estos y los dichos de los legisladores.
Al decir
legisladores me refiero en concreto a los diputados locales y federales y los
senadores. Antaño había muy buenas, entretenidas y puntuales crónicas
legislativas, que no nada más recogían los dichos y hechos, sino también
registraban las anécdotas y las decisiones cuyo carácter decisorio incidirían
en la sociedad y el país, haciendo una descripción y narración capaces de
ubicarnos en el teatro de los debates. Además, permitiéndonos conocer mejor y
adentrarnos en los personajes mismos, por lo menos los de talla estatal y
nacional. Traigo dos ejemplos actuales que podemos tomar como los extremos de
lo deseable: las crónicas legislativas que viene elaborando Jorge Reyes
Pastrana para el congreso mexiquense (REYES Pastrana, (2016 en proceso)) o la medianamente
redactada por Miguel Ángel Cristiani López dentro de su blog Bitácora Veracruz (CRISTIANI González, 2016).
En el marco
municipal nunca —que yo sepa— se ha hecho algo así, fuera de la publicación de
las actas de cabildo en las gacetas de gobierno (las que ahora, tampoco se
difunden con la misma prestancia, pues es más cómodo, útil, fácil y práctico
grabarlas en video y montarlas en la red, a falta de un canal abierto o
restringido como el del Congreso, y del modo que ya hacen algunos municipios como
Naucalpan y Tlalnepantla), mismas que solo acaban leyendo los involucrados en
determinado asunto tratado. Pero, ¿el público?
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Pausa en la sesión de cabildo de Naucalpan para discutir diferencias "técnicas" en la redacción de un punto de acuerdo. Foto: Archivo VETA Creativa |
Los periódicos
locales, como los nacionales en sus secciones dedicadas a lo local, solo
registran la nota, por ejemplo, de la autorización de cierta obra y los pocos
datos sensibles que consideran de interés común. Y los gobernados nos sentimos
medianamente informados, pero hasta ahí. No nos formamos un criterio respecto
de lo que nos atañe de manera inmediata. Porque tampoco hay quien nos ayude a
asimilar y comprender lo que producen los cabildos.
Es verdad que
existe la figura del Cronista Municipal o de la Ciudad, pero este lo más que
hace es concentrar su atención a los hechos que hacen historia grandilocuente,
tarea ya en sí complicada y loable, pero muchas veces alejada de lo que el
ciudadano común va requiriendo en el día a día para su particular toma de
decisiones.
Por ello, he
decidido inaugurar aquí, como uno más de estos Indicios Metropolitanos y
a partir de las próximas semanas la Crónica Edilicia, equivalente a aquellas viejas
crónicas legislativas, con miras a retratar y registrar los dichos y decisiones
más relevantes que atañen, por lo pronto —no puedo abarcar más de lo que me es
humanamente posible— en el municipio que habito, Naucalpan.
Dichas crónicas las
publicaré cada domingo, considerando que cada viernes hay sesión de cabildo en
Naucalpan, pero no me sujetaré al calendario del gobierno tanto como a la
agenda de estos mismos Indicios Metropolitanos, dado que
soy el hombre orquesta y puedo, de pronto, fallar en las tareas de elaboración
de mis contenidos. Hay plan gustoso, pero no obligación.
Las agruparé bajo
la sección “Archivo de Crónicas” y podrán localizarse organizadas también con
las categorías “Crónica Edilicia” y las que sean pertinentes, según el tema. Espero hacerlas lo suficientemente
entretenidas como informativas y, dado que la crónica es un género más
literario que ejecutivo, espero también que la crítica que me caracteriza pueda
hacer su aparición en contexto y no solo, como hasta ahora, como pretexto para señalamientos
y propuestas específicas.
¿Por qué hacer
esto? Por algo más que solo “llenar un hueco”. Ya en 2010, Alex Grijelmo,
presidente de la Agencia EFE, había reflexionado que la salvación del
periodismo impreso reside en la crónica de verbo audaz, dado que los lectores reciben
antes las noticias por otros canales más inmediatos:
Hoy en día todos conocemos las noticias a través del
celular (móvil), de la radio, de la televisión, del teletexto... Cuando uno
compra el periódico es muy difícil que se encuentre una noticia a la que no
haya tenido acceso el día anterior o muchas horas antes (INFORMACIÓN, LA, 2016).
Y tiempo después, en 2015, Juan Villoro secundó esta idea,
así como las propuestas por Elmer Mendoza:
El periodismo está en una gran crisis debido
a las nuevas tecnologías, las versiones en línea son las más consumidas ahora,
al ser un servicio “gratuito”.
Esta condición ha castigado mucho a los
periódicos, los anunciantes se están retirando, hay documentos que sólo se
publican en Internet y no en papel y los periódicos que sólo viven de los
anuncios y sus lectores, los que no pertenecen a un gran grupo de negocios, lo
están pasando mal.
La crónica podría ser la salvación y el
futuro del periodismo.
La crónica es un género que mezcla de manera
extraordinaria, la información con la emoción, hay noticias que no nos tocan el
alma porque nos parecen datos fríos. Nos dicen, murieron 300 personas en un
tsunami en Asia, pues nos afecta porque decimos es algo tremendo, pero no nos
involucramos directamente. En cambio, si alguien escribe una crónica en la que
vincula esta noticia con el destino personal de quienes padecieron esto, nos
podemos sentir identificados […] (VILLORO, 2015).
Esta realidad incuestionable e indiscutible ha obligado a
que los medios tradicionales, la prensa, la televisión y la radio, modifiquen
sus formatos clásicos privilegiando, más que la crónica, el reportaje en un afán
por hacer más comprensible para el respetable lector el significado de los
hechos y los dichos, y ello explica el surgimiento de espacios periodísticos —más
que noticiosos— dedicados a ese género o la entrevista o el comentario
editorial, hasta el debate, aun cuando la crónica sigue quedando para la
curiosidad documental. Y es que algo les va fallando a las televisoras y las
radiodifusoras donde ni, aun así, consiguen mantener de manera suficiente y
bastante la atención del público, de la audiencia, salvo en casos
excepcionales. Para la gente, a pesar del esfuerzo, parecerían estar ofreciéndoseles
contenidos que son más de lo mismo. ¿Serán? Más sobre este tópico lo abundaré
en un texto posterior.
Referencias
CRISTIANI González, M. (18 de agosto de 2016). "Crónica
legislativa en Perote". Recuperado el 2 de diciembre de 2016, de
Bitácora Veracruz:
http://bitacoraveracruz.blogspot.mx/2016/08/cronica-legislativa-en-perote.html
INFORMACIÓN, LA. (30 de
noviembre de 2016). "El futuro del periodismo impreso reside en la
crónica, según Alex Grijelmo". Recuperado el 2 de diciembre de 2016,
de La Información:
http://www.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/diarios-periodicos-y-revistas/el-futuro-del-periodismo-impreso-reside-en-la-cronica-segun-alex-grijelmo_OqzdnX6AWhMhUfH4KaQkJ3/
REYES Pastrana, J.
((2016 en proceso)). Crónicas legislativas mexiquenses de la LIX
Legislatura del Estado de México Septiembre 2015-Septiembre 2018. Toluca,
México: Congreso del Estado de México / Secretaría de Asuntos Parlamentarios.
VILLORO, J. (5 de
octubre de 2015). "La crónica, futuro y salvación del
periodismo". Recuperado el 2 de diciembre de 2016, de Crónica
Legislativa: http://cronicalegislativa.com/2015/10/05/la-cronica-futuro-y-salvacion-del-periodismo/