“En los
asuntos triviales, el estilo y no la sinceridad es lo esencial. En los
importantes, también el estilo es lo esencial”.
Óscar Wilde
ERA DE LA OPINIÓN…
de que cuando se empuña la espada, la pluma o se toma la palabra en un podio,
uno de los elementos fundamentales es el estilo, pero tal parece que ni uno
solo de los candidatos a gobernar el Estado de México conoce un ápice con qué
se come tal sutileza política y retórica.
Cuestión de estilo
El primer debate
que organiza el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), aun con su
valor histórico en el contexto de la democracia de la entidad, resultó un
fiasco como otros debates ya vividos en otros momentos. En parte por la
insistencia de organizadores y partidos y candidatos por ceñirse a un formato
acartonado, obtuso, más interesado en el aprovechamiento del tiempo, la
distribución temática y menos enfocado en la exposición argumental. Tal parece
que 140 caracteres en un tuit pueden tener mayor influencia, penetración y
generar más interés que un minuto de ejemplos, diatribas gazmoñas, afirmaciones
previsibles.
Puede pasar que,
siendo el primero y con carácter “informativo”, es decir como un primer paso en
la presentación de los candidatos ante la ciudadanía mexiquense, el formato se
preste para incluir a seis candidatos para que “hablen rapidito y de pasadita”
de quienes son, de dónde vienen, a dónde quieren ir y qué traen entre manos. Ello
no obsta para que deje qué desear incluso para los que gustan de ver en esta
clase de contenidos mediáticos una ocasión para la apuesta.
¿Quién ganó? Nadie.
Ninguno de los candidatos puede llamarse triunfador de un espectáculo gris
donde las propuestas en general se basaron en lugares comunes, frases de esas
pegadoras por que implican mensajes que el grueso quiere escuchar; las promesas
no dejaron de ser las más elementales, trilladas y vacuas. Donde se careció de
argumentos de peso no solo respecto de las propuestas y maneras para conseguir
el voto, sino de lo que se pretende hacer ya una vez en el poder. De nuevo, el
cómo hacer las cosas brilló por su ausencia.
Hasta los ataques
entre los candidatos resultaron sosos y tanto que más pareció que veíamos una
mala película de espadachines mediocres, o una comedia de pastelazos. ¿A qué
hora comenzaba la pijamada?, me pregunté en algún momento y ese pareció llegar
cuando el candidato del Partido del Trabajo, Óscar González Yáñez, sacó de su
funda la pluma. ¡Viene la estocada!, pensé. Propuso a los otros candidatos
firmar un pacto para aceptar ser removidos del cargo en caso de no cumplir sus
promesas. ¡Vaya decepción! Más semejó la ocasión para cazar autógrafos de
celebridades que no lo son tanto y, al contrario, cada cual tiene el tacón
dorado.
La crónica de un dizque debate
Los protagonistas
de esta comedia de portazos fueron el periodista Javier Solórzano en calidad de
moderador, primero en meter la pata apenas comenzó el debate, cediendo la
palabra a quien no debía. Los candidatos: Teresa Castell (independiente),
Josefina Vázquez Mota (PAN), Juan Zepeda Hernández (PRD), Óscar González Yáñez (PT),
Delfina Gómez A. (MORENA), Alfredo del Mazo Maza (coalición PRI-Verde
Ecologista-Nueva Alianza-Encuentro Social). Quien se quedó con las ganas de
asistir y en huelga de hambre fue el otro candidato independiente, el ex
priyista Isidro Pastor.
Todos hablaron,
sacaron láminas con gráficos ilegibles o consignas de campaña que mostraron a cámara,
la que, por formato obligado solo retrató medium
close up individual o full shot
del conjunto. Algunos optaron por escudarse tras el típico discurso construido
con cifras que ningún elector promedio se va a meter en la cabeza y menos a
corroborar, y esto en la vieja idea de que los números, en tanto “datos duros”
no mienten, cuando está visto que sí lo hacen ya porque encandilan o porque
aparecen maquillados.
Este primer debate
abordó tres temáticas generales para exposición: seguridad, corrupción y
desarrollo social. Desde un comienzo, los candidatos dejaron claro su estilo: Teresa
Castell abusó de repetir y sobar slogans
de su campaña como ese de “Vota independiente” o ese otro de “No más partidos
políticos”, mostrándose aguerrida, contestataria.
Josefina Vázquez Mota,
para no variar, con su oratoria hipnótica, soporífera, monótona, fue
repetitiva, aunque eso sí congruente, repitiendo lo mismo casi tal cual que ha
dicho en distintos mítines y de modo tal que, con ver uno ya se han visto
todos, lo sé por experiencia propia.
El perredista Juan
Zepeda, ufano de sus logros como ex munícipe de Nezahualcóyotl, pero poco
creativo en el discurso.
Óscar González del
Partido del Trabajo se mostró redundante en señalar sus capacidades para
gobernar Metepec.
Delfina Gómez, ex
alcalde de Texcoco, se mostró envalentonada y segura, crédula de las estadísticas
que la colocan como “predilecta” de los mexiquenses.
Alfredo del Mazo
Maza, de rancia estirpe familiar y política, primo del presidente de la república,
Enrique Peña Nieto, y ex alcalde de Huixquilucan, se observó arrinconado, pero
optimista a causa del soporte estructural de la coalición esperpéntica que
representa y lo sostiene.
Al comienzo del
dizque debate, que ni a batidillo llegó por falta de contraste en las ideas,
oposiciones intelectuales y contradicciones paradigmáticas, en sus respectivas
presentaciones personales los candidatos se definieron: “Tengo la experiencia
para gobernar”, dijo Josefina, quien nunca ha gobernado. “Me indigna la
corrupción; en el PT encontrarás a la verdadera izquierda”, expuso Óscar. “No
hay nadie más capaz que yo”, presumió Alfredo. “Los ciudadanos hemos sido
olvidados”, reclamó Teresa. “La gente del Estado de México merece un mejor
gobierno”, apuntó Juan. “Ya basta de tanta insensibilidad de los políticos”,
afirmó Delfina escupiendo al cielo.
Luego, al abordar
el primer tema, la seguridad, procuraron no resbalar. “Vivimos en un estado de
emergencia”, dijo escandalizada Josefina. “Nosotros redujimos 63% los delitos
en Nezahualcóyotl”, se ufano Juan. “De la seguridad me encargo yo”, volvió a
presumir Alfredo. “A los partidos políticos les ha faltado la mano dura en
materia de seguridad, yo no sembraré pretextos; no tengo pacto con mafias ni
delincuentes”, aseguró Teresa, quien en la independencia ha fincado el partido
de los inconformes, los hartos y los olvidados. “Si quieres seguridad, quien
sabe cómo hacerlo soy yo”, dijo Juan lanzando el guante.
En el segundo tema,
el de la corrupción, aprovecharon para lanzarse migajonazos. “La corrupción
tiene nombre y apellido”, acusó la panista descalificando a Delfina y a
Alfredo, y fue más allá al proponer no solo transparencia sino ¡cadena
perpetua! a los funcionarios corruptos. Afirmación que me hizo recordar, entre
muchas, las consideraciones de Mercedes Llamas:
México, aún y
cuando no cuenta con cadena perpetua como tal en sus legislaciones, es uno de
los pocos países en el mundo que la aplica. En contadas naciones el interno
tiene la posibilidad de pasar el resto de su vida tras las rejas, y
desgraciadamente México es una de ellas. Evidentemente esto no nos hace un país
más seguro, como ya lo he mencionado muchas veces, la solución a nuestro
problema de seguridad no reside en políticas represivas con sentencias
infinitas, sino en una política integral social. (LLAMAS, 2014).
En el mismo bloque,
Del Mazo arremetió contra los gobernadores —teniendo en mente a Duarte,
Yarrington y quizá Moreira, Montiel— como los villanos favoritos, prohijadores
de la corrupción, pero para ello curiosamente salió en defensa de Delfina a la
que eximió de las acusaciones infamantes —cuando veas las barbas de tu vecino…—
que han circulado en su contra durante estas campañas, señalándola de
secuestradora, exhortando a mirar “más allá de quién sale en la foto” (pues él
también ha salido en imágenes con personajes comprometedores).
Óscar González hizo
suya la queja ciudadana de que, por causa de la corrupción, el pueblo no tiene
lo que merece y arremetió cuestionando a sus contrincantes, en especial los ex
alcaldes como él, señalando su incongruencia: “¿Por qué no implementaron sus
propuestas cuando fueron gobierno?”. Pero, una muy atenta Teresa Castell reviró
a todos espetándoles: “Candidatos —como si ella no lo fuera— quiero que les
quede claro que los ciudadanos ya no les creemos” y enseguida exhortó a la
gente a dar su beneplácito a los observatorios y las contralorías ciudadanas, a
lo que se ha dado en llamar el movimiento de “ciudadanización”, como si los
ciudadanos tuvieran también todas las respuestas de lo que de veras no nada más
hace falta, sino es oportuno o conveniente o posible llevar a efecto en
beneficio de todos. Quizá la mayor tentación de la ciudadanización estriba en
los caprichos que individuos o grupos queremos imponer como si necesidades
reales.
Vázquez Mota lanzó
el primer almohadazo, aprovechó para inquirir a Del Mazo por sus relaciones con
la empresa OHL y él hizo como quien le habla la virgen, saliéndose por la
tangente: “A mí no me van a manchar con la corrupción de ustedes”. Y entonces
Delfina hizo lo propio: “Me acusan tanto porque me tienen miedo; no crean todo
lo que se dice”, se justificó mirando a la cámara, llamando a los electores y
Teresa, siguiéndole el paso y la forma enunció contundente: “Solo hay dos
opciones: partidos o independencia. Una sola opción ganará: o nosotros los
ciudadanos o los partidos”.
Ya, cuando tocaron
el tema del desarrollo social, unos parecieron calca de los otros: pensiones
duplicadas o permanentes por ley, apoyos a mujeres, ancianos, estudiantes, etcétera.
Palabras más o menos, de cabeza o de pie, pero básicamente lo mismo de lo
mismo.
Alfredo del Mazo
apostó a la continuidad: “Yo cuidaré y acrecentaré los programas de desarrollo
social que ya tenemos en el Estado de México” y, en el afán de atraer el voto
femenino, prometió un “salario rosa” para las amas de casa. Es decir, ahora, la
casa, entendida como empresa, deberá fijar una nómina con una sola empleada, el
ama de casa y si acaso la fámula, reafirmando así la idea machista del hombre
en tanto proveedor. ¿O será que el
estado subsidiará al hogar?
Teresa Castell
entiende el desarrollo social como “generar mayores recursos para los
ciudadanos”. Ella, que es empresaria, afirmó sí saber cómo generar empleos y no
solo políticas y programas asistencialistas.
Por contraste, Óscar
González se vio más altruista: “La verdadera izquierda cree en la igualdad; haremos
el bien sin mirar a quién”. Mientras, Delfina, con una actitud típicamente
morenista y lopezobradorista afirmó tajante: “Mientras gobierne el PRI no habrá
desarrollo social en el Estado de México”. ¿En qué condiciones se encuentra el
desarrollo social en los municipios, delegaciones gobernados por MORENA?
De otro lado, Juan
Zepeda optó por apelar a la sensibilidad política de las minorías y se ostentó
como abanderado de sus causas. Pero, virando el timón, Del Mazo aplicó su
apellido acusando: “¡Que no los engañen! PAN y MORENA buscan quitar programas
sociales”.
Para ese momento,
el estudio de grabación ya parecía gallinero y las plumas de los almohadazos
volaban por todas partes. “El desarrollo social que yo propongo”, dijo Teresa
Castell muy filosófica, “es dejar atrás los vicios de la corrupción”. Y
entonces, Óscar González tomó una pluma al vuelo y propuso a los otros
candidatos signar un pacto para atenerse a las consecuencias de sus actos y
plasmó su firma en el pliego donde quedaron para la posteridad los autógrafos
y, mientras decía y hacía clamó: “¡Basta de que los mexiquenses seamos factor
de una estrategia política!”. ¿Los mexiquenses no son elemento básico de su
estrategia para atraer el voto?
Y así terminó el
debate, en medio de un plumaje adherido a la brea de las inconsistencias de los
dichos, salpicado con notas de color y cifras de miles y millones y
porcentajes, apenas para acomodar en la percepción la idea de que algo hay.
P,D.: Al finalizar el primer debate de candidatos transmitido por el Instituto Electoral del Estado de México, quienes lo seguíamos en vivo mediante el canal oficial de streaming en YouTube, nos pudimos percatar que el mismo fue bloqueado por la empresa Sony Music y la plataforma YouTube para ser visto en México.
Uno de los seguidores, lectores y amigos de estos
Indicios Metropolitanos me preguntó acerca de este contenido qué tiene que ver Sony con el debate. Buena pregunta que agradezco y ahora también aquí incluyo la respuesta.
SonyMusic, en sí, nada tiene que ver con el debate. Pero los organizadores del debate incluyeron clips musicales de entrada y salida a la transmisión que automáticamente identificó YouTube como factores de conflicto por Derecho de Autor, igual que sucede con casi todos los videos que se montan en esa plataforma. Es casi inmediato, cuestión de segundos ya, que se notifique al creador del video que este puede contener material sujeto a derechos y, en muchos casos, muchas compañías y otros creadores de contenidos (como puedo ser yo) configuran estos de manera que se presente el reclamo correspondiente y/o incluso el bloqueo del video en ciertos países. Es lo que pasó con este, como dice la leyenda.
En estos casos, el creador del video puede presentar un reclamo a su vez, sobre todo para comprobar que tiene los derechos de todo el contenido no original, como esos clips musicales. Las soluciones entonces son cuatro: 1) el creador acepta que el reclamante de derechos incluya anuncios comerciales en el contenido de los cuales verse beneficiado a costa del creador. 2) Bloquear el video para ser visto en ciertas localidades. 3) Presentar querella. 4) El creador puede optar por retirar el video, cosa que finalmente hizo el IEEM Oficial para luego montarlo de nuevo sin el contenido motivo del conflicto de intereses. Por lo mismo, con una nueva URL y arreglado, el video íntegro del debate puede ser visto en el área de videos en mi blog, derivando al canal del instituto.
Referencias
LLAMAS, M. (4 de septiembre de 2014). ¿Cadena
perpetua en México? Recuperado el 25 de abril de 2017, de Sin Embargo:
http://www.sinembargo.mx/opinion/04-09-2014/26954