Hoy me vino el recuerdo
... aquello que me dijo en Facebook en algún comentario cierta amistad de mis tiernos años, como una síntesis de su parecer respecto de la evolución y motivos de mis publicaciones aquí y allá: "¡Qué desperdicio de inteligencia!" Y mastico cada palabra lentamente. Ya parezco vaca, regurgitando lo dicho en el afán de extraer la última sustancia desde que me nutrieron con tal afirmación, la que sigo sin comprender como positiva o negativa. Positiva si implica, en su probable admiración y seguro afecto, que el mundo está desperdiciándome, y negativa si supone una moralina reprobación de quien soy ahora como si nunca lo hubiera sido (quizá descubre una parte de mí "tan solo"). Y hoy concluyo que quizá sería más para preocuparse semejante desperdicio si fuera de la mano de una vida desperdiciada.
Y entre tanto decir, diciendo esto me cago de risa, no en mi amigo o en su dicho que sería tanto como hacerlo en la mar salada, sino de la percepción que puede haber de mí. Pues soy como cenzontle en la enramada, que con su canto imita al que pasa y lo asimilo y apropio como canto salido de mi garganta. Y desde lo alto de la copa de mi engreimiento oteo a los soberbios que deambulan entre las sombras, los que incluso en mi busca se detienen bajo la mía, confundiéndola con el espectro de una verde nube pasajera enredada en la hojarasca.