SONIDOS DE VIDA Y DE MUERTE

¡Me encuentro patidifuso!
Enclaustrado, abrumado por mi duelo, hasta esta fecha me entero de la muerte de un artista (etnoartista, como se le definía) que tuve el gusto de conocer en persona en la época cuando quien suscribe producía el programa radiofónico Sin Máscaras, conducido por la periodista Elizabeth Vargas. Una gran pérdida, definitivamente, tanto para la difusión de las tradiciones prehispánicas en materia musical, como para la investigación y la experimentación musicales, pues cuando en Estados Unidos y Europa comenzaba a explorarse la producción de espectaculos musicales a partir de la producción de sonidos, teniendo como único o principal instrumento el cuerpo, ya Jorge Reyes tenía un camino andado en la utilización de percuciones, vientos y sintetizadores en la producción de obras modernas a la vez que llenas de una sensibilidad profundamente ancestral.
Sonidos de vida y de muerte, remembranzas silbadas de anhelos conquistadores, golpes de pecho que movían a la contrición y el hallazgo del alma de las piedras.
Jorge, un hombre bueno, tímido, muy tímido; sensible, extremadamente sensible; sencillo por antonomasia, fue de los pocos artistas internacionales de México que, aun en medio de la fama, transitaba por el mundo como cualquier viandante, como cualquier desconocido. Las hojas secas cantaban bajo su caricia, el palo de agua arrullaba la conciencia, los caracoles murmuraban el grito del tiempo, los cascabeles hendían sus chispeantes lágrimas en el fuego nuevo, la garganta balbuceaba frases guturales, aullidos, tonos prolongados que narraban la intimidad de la luna.


Cómplice de los huesos, de la madera, de la arena, del viento, del maíz, Jorge Reyes fue, era, es, será (gracias a sus grabaciones) traductor de chaneques. Seguramente hoy deambula entre las nubes huracanadas, bajo las sombras de chopos y encinas, agitando sauces llorones, recorriendo cascadas, hundiendo su alma en el sueño de antaño y volviéndolo el deseo de hogaño.
Me entero de la noticia cerca de los días de difuntos. Jorge Reyes murió el 8 de febrero de este año. Con razón no me enteré, ese día, cumpleaños de una de las mejores amigas de la juventud de mi madre, día previo al cumpleaños de mi madre, 5 días luego de mi cumpleaños, 9 días después de la muerte de mi amada Coneja, qué iba a estar en este mundo, si con dificultad podía salir de la hondura del dolor propio.
Hoy, sumo a mis duelos acumulados y que no acabo de superar por ir uno detrás de otro, uno más. ¡Dios, así no puedo; cuántas pruebas más!

MEDICINA TRADICIONAL MEXICANA


Recientemente la Universidad Autónoma de México (U.N.A.M.) presentó el resultado de un esfuerzo monumental, consistente en la construcción de una enciclopedia multimedia especializada en la medicina tradicional mexicana.
Esta enciclopedia o biblioteca (como se ha intitulado en realidad) recupera en gran medida, y superando por mucho cualquier expectativa, el enorme bagaje cultural que en cuestión de herbolaria y tratamientos curativos caracteriza a México.

Primero en su tipo, por su alcance, este ejercicio ha involucrado no sólo a académicos, médicos, informáticos, estudiantes, antropólogos, sino de manera muy particular a los curanderos o "terapeutas", los chamanes y otros personajes que a lo largo y ancho del país ejercen esta actividad considerada por muchos como marginal, cuando en realidad en muchas comunidades y regiones es la única forma institucionalizada de cuidado y procuración de la salud, especialmente entre las diversas etnias que conforman la vasta y variada población mexicana.
En esta encicplopedia puede encontrarse la información relativa a plantas, tratamientos, padecimientos, variantes, regiones de empleo, nombres originales y referencias. Por supuesto que no se trata de un manual para automedicarse ni nada parecido, ya que eso iría también en contra de los principios más elementales.
Enhorabuena por ese lanzamiento. Nos congratulamos porque de este modo la U.N.A.M, contribuye una vez más al rescate del patrimonio cultural de México y el mundo.
Probablemente a algunos de nuestros lectores les parezca extraño encontrar este artículo en este espacio. No hay razón para la extrañeza, pues este hallazgo por sí mismo es suficiente para provocar múltiples meditaciones acerca de la importancia de la salud como elemento constitutivo del ser.

No cambies (Herencias 2)

Siguiendo con la serie de "Herencias" de mi madre Maria Teresa Torres Pallares, recuerdo que de chico y todavía en la adolescencia muchos amigos y maestros me decían, admiradores de mi forma de ser (como si fuera la gran cosa), "nunca cambies". ¿Qué veían en mí que yo jamás he podido hacer suficientemente consciente? ¿Qué valoraban de mi persona que yo, ciego, no he aquilatado del mismo modo?
Pasaron los años, momentos gratos e ingratos vividos en complicidad con mi madre, haciéndose entrambos una relación simbiótica indescriptible. Un buen día sentí que había cambiado... ¿para bien?

NO CAMBIES
Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado, deprimido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y no dejaban de recordarme lo neurótico que yo era.
Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara.
Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara. Y también con él estaba de acuerdo; y no podía sentirme ofendido con él. De manera que me sentía impotente y como atrapado.
Pero un día me dijo: "no cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte".
Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: "No cambies. No cambies... Te quiero...".
Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y, ¡oh, maravilla!, cambié.
Ahora sé que en realidad no podía cambiar hasta encontrar a alguien que me quisiera, prescindiedo de que cambiara o dejara de cambiar.
¿Es así como tú me quieres, Dios mío?