¡Santas opiniones, Batman!

Foto: Notimex
Era de la opinión..., como muchos, de meter a la iglesia, mejor dicho al clero católico en la misma canasta que a los políticos civiles o que a cualquier ciudadano. Y digo esto en relación al tema discutido en la actualidad acerca de la pertinencia de la canonización de Karol Wojtyla "Juan Pablo II" y los llamados hechos desde dentro y fuera de la iglesia católica al Papa Francisco para que aplace el nombramiento hasta que no se investiguen acuciosamente, incluso por la ONU, las causas que interesan a las víctimas de pederastia, que consideran en la presumible omisión papal del primero comisión de culpa compartida. Hago constar que, aún habiendo sido bautizado como católico, mi personal y actual convicción es 100% agnóstica.

Es necesario, para hacer una crítica justa, empaparse del derecho canónico aunque no se esté de acuerdo con sus principios. No confundir al lector revolviendo la gimnasia con la magnesia. Una cosa es la canonización y los motivos que llevan a ella y otra muy distinta el régimen de derecho por el cual se juzga (al interior de la institución clerical) la probidad de un sacerdote. La probidad no la dan los milagros. La santidad no se pierde por las flaquezas humanas.

No creo en los santos, aunque contradictoriamente creo en los demonios que nos hacen humanos. O dicho de modo vernáculo, ni tanto que queme al santo, ni tanto que no le alumbre.

Voy de acuerdo con la idea de que tanto peca quien mata a la vaca como quien le agarra la pata; humanamente, por mí que los capen a todos, ¡parejos al rastro! Y si se trata de mujeres que les apliquen la Talión correspondiente. Pero soy o procuro ser, sin que por esto justifique, aplauda u omita ciertos actos concretos, menos papista que el Papa.

¡Santa María la Redonda, qué onda! ¿Adónde va esta lucubración aparentemente desordenada? Allá voy.

En el mundo hay la queja amarga de la ausencia o inexistencia de líderes. No hay tal. Líderes hay y abundan. El problema está en la calidad de los líderes y es que seguimos, como humanos, a querer o no, queriendo colocar (o colocarnos) individuos sobre pedestales. El hijo al padre o madre o maestro, el ciudadano a la figura de autoridad y un largo etcétera. Seguimos, al menos en México, esperando héroes épicos, dechados de virtudes, sin detenernos a pensar que no son Súperman venido de otro planeta, sino hijos como nosotros de cualquier vecino y que, en determinada circunstancia y por específicas causas de pronto salta a la palestra a ostentar el poder, la fama y la responsabilidad que eso conlleva.

Todos nos ostentamos directores técnicos de la selección, presidentes y gobernadores de café, ¿pero qué haríamos a la hora de los catorrazos, cómo pesaría nuestra, pequeña, enorme, gorda o flaca cola de infortunios, frustraciones, culpas y aciertos a los ojos de los otros? Que no nos dé ni orgullo ni vergüenza la mezquindad y miseria del otro. El mundo no va a cambiar por escandalizarnos o darnos golpes de pecho por lo que deja o no de hacer tal o cual. El mundo cambiará en la medida que cada quien, mirando para su santo, haga los votos correspondientes y se cuelgue los milagritos que a su causa convengan.


Muy independientemente de que cada cual es líder en determinado aspecto (de acuerdo con la psicología organizacional hay nueve tipos de liderazgo), que se produzcan esos héroes o esos santos depende más de las consecuentes formación y convicción que de un hecho aislado. Pedimos que nos prediquen con el ejemplo --obras son amores--, pero no hacemos lo propio en la vida de cada quien. Y aquí escupo para arriba. No basta con ponerme ante un aula o ante una persona o en una red social y decir esto soy, esto he hecho, esto digo, esto callo. Congruencia es la clave y no solo coherencia. En este como en otros blogs propios y redes sociales, amable lector, has leído salidas de mí poesías, ocurrencias, confesiones insanas, diatribas, discusiones, opiniones, a veces graciosas, a veces odiosas, breves o "kilométricas", y siempre que ha sido necesario aclaro lo que haya a lugar; has visto construirse un personaje tan villano como el del sátiro al que temen damas y musas, como el del iluso heroico que se enfrenta al poder de un gobernador como el entonces Enrique Peña Nieto en una específica circunstancia vecinal. Pero en esa congruencia debo decir que soy el primer consciente de que por la vida andamos con máscaras, que ninguno soportamos la autenticidad por entero si no es asumiendo los riesgos que implica.

El público se escandaliza y anda con dedo flamígero señalando a diestra y siniestra los casos de pederastia, de las vejaciones ominosas, terribles a manos de sacerdotes o monjas o profesores o funcionarios públicos. Pero, también en ésas hay matices, muy sutiles, que se cometen en la intimidad de la casa con los sueños, las vocaciones, las aspiraciones de niños y adultos.

Sí, miremos por el cambio y mejoramiento de las instituciones como la iglesia, el gobierno, pero ¿qué hacemos con las instituciones que más nos competen como individuos, aun más que como ciudadanos de una nación o del mundo: la familia? No queramos retomar la familia nuclear de antaño, el mundo y su dinámica es otra. Y hacen igualmente mal clérigos, gobernantes y políticos de cualquier credo o facción en cerrar los ojos o mostrar una taciturnidad medrosa frente a lo que imponen los tiempos.

La beatitud de Karol Wojtyla es innegable como fue, a mis ojos, la de mi madrecita santa. La santidad, hasta la de mi madre y dicho por ella misma, es harina de otro costal, es un concepto que rebasa el análisis político o la vulgar nota roja, que va más allá de simplemente la abnegación entregada o el éxtasis mirífico. Nada ganamos negando cualquier cosa solo por tener esta un tufito inexacto para nuestro sentido olfatorio; nada ganamos negando por motivos de un escepticismo maltrecho por su consecuente y natural ataraxia y como si los actos y decisiones concatenados de generaciones de hombres y mujeres no tuvieran que ver con el estado que hoy guardan las cosas que nos atañen.

Sí, que los infames y nefandos atrabiliarios paguen sus atrocidades infaustas y experimenten en carne propia los tiempos nefastos resultantes de la aplicación de la justicia humana. Pero esta, para ser justa, ha de colocar a víctima y victimario en sus justas dimensiones.

Personalmente Era de la opinión... que es un desatino equiparar los derechos humanos de la víctima y del victimario, pero entiendo el trasfondo humanista del alegato y creo que se consigue más venciendo al mal con el bien que disfrazando el bien de mal para contrarrestar los efectos perniciosos de cualquier perversión de lo humano.

DE SINSAJOS Y CHARLAJOS

Recientemente publiqué en Facebook algunos textos en que empleé una, para algunos, “palabreja”, de esas que, sin ser altisonantes, les parecen a las “buenas conciencias” malsonantes, ofensivas, impúdicas: verga. No abundaré más en ella, porque sola se abre paso en nuestras respectivas conciencias y digo esto sin ánimo de hacer albur o acaso retruécano.

Luego, cuando pensaba que a pesar de esos vocablos hay otros de uso no muy común que a los ignorantes les parecen tan ofensivos como aquellos, por significar una bofetada recordatorio de su falta de vocabulario, yo mismo me he topado con la pared de una nueva palabra, un verdadero invento como aquella ‘fulsfisférnica’ palabra que me inventé de adolescente para referirme a todo y nada. Una palabra como extraída de algún idioma alienígena como el verbo y el sustantivo ‘catafixiar’ y ‘catafixia’ provenientes según los comediantes mexicanos Germán Valdez “Tin-Tan”, Manuel “Loco” Valdez y Xavier López “Chabelo” del ‘maute’, supuesto idioma marciano hablado por el invisible y diminuto acompañante del “Loco”, “Colofox”.

La palabra a que me refiero es ‘sinsajo’ y presto investigué qué carajo (ojo a la cacofonía introducida a propósito) podría significar. Encontré que en el Diccionario de la Real Academia, como era de esperarse, ni huella. Lo más cercano: cintajo, como sinónimo despectivo de cinta. Luego, navegando por el universo de la internet me enteré de que el actor cubano-mexicano William Levy podría participar en la más reciente o última entrega de la saga Los juegos del hambre: Sinsajo. Abundando, en Wikipedia hallé que ‘Sinsajo’ (en inglés ‘Mockingjay’) es «una novela para jóvenes adultos ‘distópica’ de 2010 y es el tercer libro de la trilogía de Los juegos del hambre, de la autora Suzanne Collins. Después de Los juegos del hambre, publicado en 2008, y Los juegos del hambre: En llamas, publicado en 2009, este continúa con la historia de Katniss Everdeen. Es donde se compromete a liderar la rebelión contra el Capitolio en el país futurista de Panem. La serie fue inspirada en el mito griego de Teseo y el Minotauro y en los juegos de los gladiadores romanos. Los críticos han señalado que aborda temas como la lealtad, la guerra y la pobreza, además de cuestionar la realidad. La novela y el audiolibro fueron publicados el 24 de agosto de 2010, mientras que el libro electrónico fue publicado seis días antes, el 18 de agosto. Sinsajo vendió 450,000 copias en la primera semana de lanzamiento, superando las expectativas de la editorial Scholastic. Recibió una reacción positiva por parte de los críticos en general» [“Sinsajo”. (2013, 9 de junio). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 01:55, junio 27, 2013 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Sinsajo&oldid=67575327].


El tema base, por lo que veo, conecta esta saga con la que personalmente he venido escribiendo desde octubre de 2011 intitulada Laberinto Bestial y de la que sólo he autopublicado mediante Lulu.com y Bubok.com el volumen Laberinto Bestial I. Semillero de Indicios y del que, por contraste, sólo he vendido la exorbitante cantidad de dos libros por causa de no contar con los medios para contratar los servicios de distribución y promoción, o un agente literario o el apoyo de una editorial establecida y, en cambio, en su formato electrónico ha sido descargada gratuitamente 280 veces (que si se tradujeran en ventas ya me habrían significado una ganancia aproximada de $128,128 pesos mexicanos). Gajes de ser autor independiente y editor novel.

También ha llamado mi atención otra coincidencia aparente entre el concepto de esta novela y parte de mi trabajo literario reciente, y lo digo a partir de la definición que da la misma fuente citada:

Cenzontle
«La palabra ‘sinsajo’ no existe en castellano. Se trata de un neologismo creado para traducir el neologismo inglés ‘mockingjay’. Existen en inglés los términos mockingbird y Eurasian jay. El mockingbird es el: Mimus polyglottos conocido como sinsonte o cenzontle [nombre nahua, nota mía]. El sinsonte es un ave paseriforme nativa de América del Norte. Los ejemplares adultos son grises por la parte superior del cuerpo, con ojos de un amarillo pálido y pico negro. La cola es de color oscuro con los bordes blancos, y las patas largas y negras. Las alas muestran finas líneas blancas, y durante el vuelo dejan ver manchas, también blancas, en las alas y dos franjas blancas longitudinales en la cola. Se caracterizan por imitar sonidos de otros animales. El Eurasian jay es el: Garrulus glandarius conocido como arrendajo o gayo, otra especie de ave paseriforme de la familia de los córvidos. Es un ave muy ruidosa, con un reclamo muy característico, fácil de ver. Se mueve en pequeños grupos familiares, aunque se agrupa más en primavera. Es un ave muy abundante, sin problemas generales de población y que de hecho en los últimos tiempos ha aumentado, como el resto de los córvidos.
Arrendajo

»De la combinación de los nombres sinsonte y arrendajo los traductores formaron el nuevo nombre ‘sinsajo’, con las mismas raíces que ‘mockingjay’. El sinsonte posee la característica de imitar sonidos de otros animales o incluso máquinas, mientras que el arrendajo es de mayor tamaño y de sonido estridente.

»Aunque en Los juegos del hambre se especifica claramente que el ‘sinsajo’ surge de la combinación de los charlajos, una especie creada por el Capitolio durante los “días oscuros” para espiar a los rebeldes que tenían la capacidad de memorizar y reproducir una conversación humana completa, cuando los rebeldes lo descubrieron los utilizaron en contra del Capitolio enviando información falsa; así, el Capitolio “se deshizo de ellos” liberándolos y estos se reprodujeron con las hembras sinsontes y de ahí surgieron los ‘sinsajos’».

Siguiendo mi búsqueda en el afán de restar ambigüedad al término, y dejando aparte el interesante neologismo adicional de ‘charlajo’ que, dada la descripción de la novela supongo que permite asociar los personajes con los loros, hallé un afiche que describe (ignoro si es un extracto de la novela): «¿Qué es un ‘sinsajo’? ‘Sinsajo’ […] no es una simple palabra. Es aquella persona que te hace ver más allá de una ventana. Un protector, un guía, algo más que increíble… Alguien que sabe lo que mereces y no deja que se te utilice. [… Una] persona que sabe más de mí que cualquiera […,] que [yo] no sería capaz de olvidarla aunque ella lo pretendiera […]». Y esta descripción me conectó, en cierta forma platónica, con el trasfondo de mi personaje de la “Señora X”, porque mi versión de Ariadna no se entiende sin su ‘sinsajo’ que es mi versión de Teseo. Abandonada en la isla Naxos, a la deriva en sus pensamientos, recuerdos, rencores, dudas, mi “Señora X” ama y odia, trata de olvidar al hombre que ama pero, entre más lo intenta, más se hunde la presente ausencia de su amado en su ánimo, ocasionando que lo añore horrores. Y viceversa, Konstantinos, mi versión de Teseo, es nada sin esa mujer “X”, ‘sinsajo’ en la que vertió toda su historia, su inocencia, su madura inmadurez, todos sus anhelos y esperanzas, y de ahí que su aventura épica consista en hallarla aun en el infierno si es necesario.

El paralelismo aparente, sin que yo lo pretendiera, estriba en el empleo del mito de Teseo y el Minotauro, pero Suzanne Collins invierte los términos, colocando en el personaje de Teseo a una mujer, Katniss Everdeen y en el papel de Ariadna a un varón, Peeta Mellark. La autora comienza su historia luego de la “desaparición” del equivalente de Ariadna, mientras yo retomo desde los antecedentes del mismo Teseo y la historia griega preolímpica. Mi “Señora X”, correspondiente con Ariadna, en mi novela tiene varias identidades aunque la central es Mármara Afrodakis, y no pierde la memoria ni es torturada como Peeta. El equivalente en Collins del Minotauro, muere, mientras en mi novela, anclando el personaje en una versión del mito griego, no. La historia de amor para Collins deriva en la progenie de dos hijos, mientras en mi caso deja en suspenso, en el primer tomo, la probable muerte de Teseo o su alter ego Konstantinos Mirídakis. La diferencia fundamental entre ambas sagas es que la de Collins ocurre en una antiutopía de una sociedad polarizada, mientras la mía ocurre en un mundo aparentemente dominado por la ciencia.

Dejando huellas

Los seres humanos en general somos muy ingratos. Hemos sido ingratos con la naturaleza y ahora, apenas ahora, nos preocupamos hasta exageradamente por el cambio climático. ¡Qué bien!, pero qué mal. Que bien celebrar un día o semana del Medio Ambiente, pero que mal pues ahora estamos otra vez dando por sentadas cosas. Antes dábamos por sentado que había un planeta y que nuestro papel de administradores consistía en explotarlo para asegurar nuestra sobrevivencia y preeminencia como especie. Ahora, queremos remediar los errores de generaciones a punta de plumazos interesados sobre contratos, chequeras y vouchers, y damos por hecho que el planeta es nuestro medio ambiente. De nuevo nos equivocamos.

El medio ambiente primordial del hombre, en tanto bestia, sí lo conforman el suelo que pisa, el aire que respira, etcétera, pero el medio ambiente primordial  del hombre, de ese hombre que se ufana de su racionalidad aparentemente superior a la de otras especies no lo constituyen la cueva ni la montaña ni el mar sino la cultura, el mundo que ese hombre, incluyendo a la naturaleza que lo sostiene y rodea, va creando cotidianamente a punta de ingenio como de avaricia.

La naturaleza se ve transformada por la cultura aun cuando esta se vea influenciada por aquella. Cuidar el medio ambiente pasa por reconocer que nuestra cultura ha sido más que constructiva destructora, por muy admirables que sean muchos de sus logros. Cambiar las condiciones del medio ambiente para favorecer el equilibrio planetario pasa indefectiblemente por el cambio cultural. Mientras el hombre no cambie de fondo en su proceder para consigo mismo en el mantenimiento de su medio ambiente cultural, poco podrá hacer en favor del medio ambiente natural.

Pero, ojo, esos cambios por ser introducidos culturalmente también deben ser racionalmente pensados en función de nuestra naturaleza como especie, pues hacer modificaciones culturales no es cosa de capricho de unos cuantos con o sin poder e intereses para efectuarlas. Esos cambios van mucho más allá de pensar en la modificación de hábitos alimenticios o de vestido, transporte o de producción fabril e industrial, implican el aumento y mejoramiento de la conciencia de lo que somos y por qué somos lo que somos, y para qué somos y hemos sido lo que somos.

Meditar al respecto apunta más que a sólo lamentar y escandalizarse por la matanza de focas, el deshielo, las inundaciones, la hambruna, implica actuar en consecuencia, cada cual desde sus limitaciones y habilidades y funciones: el periodista informando, el ingeniero desarrollando, el economista planificando, el educador capacitando, los padres formando, el artista imaginando, todos educando y recreando. El compromiso de cada quien ha de converger en el interés común. Estas líneas, por ejemplo, si bien están escritas por un solitario y no son un tabique sólido, no son menos por estar hechas con, para la mayoría, desdeñables signos que quizá se lleven el viento o la desmemoria. Al contrario, por su volatilidad, tal vez sean más semejantes al diente de león y viajen flotando, de ojo en ojo, más lejos que el esfuerzo loable de unas manos edificadoras.

Aunque he sido criticado por muchas razones, yo quiero cambiar el mundo. No busco imponer mi forma de pensar, sentir, hacer. Sé que sólo no lo voy a conseguir. Sé que no viviré para ver buena parte de los cambios, pero hago lo que está humildemente en mi mano para hacer del grano de arena que puedo aportar la piedra de toque sobre la cual levantar el mañana. ¿Tú, qué piensas, qué estás haciendo?