¿VOTAR O ANULAR? FALSO DILEMA
En casi vísperas de las elecciones intermedias a celebrarse el próximo domingo 5 de julio en México, y en las que se elegirán diputados locales y federales, presidentes municipales, y en algunos estados gobernadores, algunos medios, opinadores, políticos, académicos, comunicadores han venido presentando el fenómeno del aparente movimiento pro voto nulo y voto blanco con variopintas descripciones. Ya como esfuerzo ridículo por inútil, ya como un intento de desestabilizar el sistema democrático mexicano, ya como una amenaza al sistema de partidos, ya como una aberración democrática; ora cual salida estúpida y marginal variedad del abstencionismo...
En fin, palabras más o menos, exactas o inexactas, la reacción no se ha hecho esperar. Incluso el dilema original entre votar o no votar se ha traducido falsamente entre votar o anular, como si el voto nulo no fuera en sí mismo una opción de sufragio válida y legítima, debidamente comprendida en el código electoral mexicano, aunque cucha en sus definiciones respecto a su uso e interpretación por parte de electores, autoridades, legisladores, juzgadores, pueblo y elegidos.
Falso dilema
El dilema en cuestión hoy como siempre es y ha sido votar o no votar. Por supuesto, siempre en este dilema y apuntando al mejoramiento del sistema político de corte democrático, es preferible votar a no hacerlo, o sea asistir y ejercer el derecho en vez de abstenerse (que también es un derecho, admitámoslo, por muy aborrecible que se antoje a algunos).
El "movimiento", si se le puede llamar tal a la ola "reaccionaria" totalmente espontánea y natural surgida de las filas de la gente por sí sola, y que tiene en jaque a los "políticos profesionales" hoy, a lo que apuesta es a promover el voto y no lo contrario. Pero a votar con auténtica libertad y haciendo empleo de todas y cualquiera de las opciones legalmente estatuidas para el efecto de la emisión del sufragio. O sea, en palabras llanas: VOTA, POR QUIEN QUIERAS Y COMO QUIERAS, PERO VOTA CON CLARIDAD, CONTUNDENCIA Y DECISIÓN.
Por otra parte, entre los críticos de dicha reacción no faltan los que han calificado al fenómeno también de "microrrevolución" o hasta lo han bautizado como "movimiento anulacionista". En el afán de ubicar los fundamentos ideológicos, hay los que han pretendido construir una telaraña de "teoría política", para tratar de entender y contener conceptualmente una onda que, extrañamente para sus ojos, carece de foco, de cabeza, de liderazgo específico y evidente. Ha habido muchos que también han reclamado a la supuesta élite detrás del fenómeno (élite que en todo caso se conformó a posteriori) el trazo de propuestas concretas a demandar y realizar tras las elecciones.
Están los que han denominado al voto nulo como el futuro termidor (cuya etimología alude al hecho de dar calor) de la democracia mexicana, en franca y preocupada alusión al undécimo mes del calendario republicano francés, que empezaba el 19 de julio y terminaba el 17 de agosto, y durante el cual ("9 de termidor") se suscitó el episodio del golpe de Estado con que la Revolución Francesa dio fin al Terror e instauró en su lugar la reacción de la Convención (27 de julio de 1794).
La cabeza de la Hydra
Pues bien, poniéndonos el saco luego de lo que hemos expuesto en artículos previos de forma escrita y auditiva, daremos el gusto y mostraremos primero que en efecto la gente puede sorprender organizada alrededor de un tema, idea, concepto, hecho o sentimiento que la resulta de sentido común, y para ello no hace falta una voz primigenia y estentórea, una batuta intencional y voluntaria; basta la difusión y el consentimiento de lo que se cree justo y adecuado.
Es principio básico del liderazgo que la gente elige a su líder y hay de aquél que se ostente como tal sin el justo reconocimiento del grupo. De aquí los temores y muy comprensibles, pues siempre se estima y así ha sido más de una vez que la gente sin rienda puede causar más estropicio que orden. ¿Esto es una razón política justificante del control o la modernidad comunicativa revelará caras inimaginadas tras el potencial de la gente vista ya no más como una masa informe, deforme, amorfa y conforme, sino como un cuerpo con muchas cabezas y múltiples corazones tan individuales como interdependientes?
Más allá de cualquier populismo trasnochado, de cualquier forma de mesianismo, lo que hoy se experimenta en México es la cohesión de ciertos grupos entre la gente a partir de un sentimiento y unas ideas compartidas. Si estas fueron sustentadas por lo dicho en una página web perdida, o por un académico o un político profesional, poco importa. Lo relevante es la fuerza que pudo tener para suscitar una reacción espontanea que diera pie a breves intentos de acción organizada en la forma de manifestaciones de diversos tipos aquí y allá.
¿Durará? Lo que tenga que durar, ni más ni menos, hasta lograr la satisfacción de los individuos adheridos. ¿Gestará otro nivel de relación y conciencia social? Ya lo ha hecho, ha mostrado que existe en verdad la tan discutida y dudosa por inasible e invisible conciencia social. ¿Sembrará propuestas?
Las propuestas están ahí desde hace mucho, son simples; ni muy alejadas ni muy cercanas a las promesas de campaña de unos y otros, están incluidas a la letra en el espíritu de la nación y del Estado (distingámoslo, por favor, del gobierno; Estado = Gobierno + Territorio + Población) consagrado en la Constitución tan vapuleada, tan olvidada, tan manoseada. Pero sobre eso nos extenderemos en la siguiente entrega.
En fin, palabras más o menos, exactas o inexactas, la reacción no se ha hecho esperar. Incluso el dilema original entre votar o no votar se ha traducido falsamente entre votar o anular, como si el voto nulo no fuera en sí mismo una opción de sufragio válida y legítima, debidamente comprendida en el código electoral mexicano, aunque cucha en sus definiciones respecto a su uso e interpretación por parte de electores, autoridades, legisladores, juzgadores, pueblo y elegidos.
Falso dilema
El dilema en cuestión hoy como siempre es y ha sido votar o no votar. Por supuesto, siempre en este dilema y apuntando al mejoramiento del sistema político de corte democrático, es preferible votar a no hacerlo, o sea asistir y ejercer el derecho en vez de abstenerse (que también es un derecho, admitámoslo, por muy aborrecible que se antoje a algunos).
El "movimiento", si se le puede llamar tal a la ola "reaccionaria" totalmente espontánea y natural surgida de las filas de la gente por sí sola, y que tiene en jaque a los "políticos profesionales" hoy, a lo que apuesta es a promover el voto y no lo contrario. Pero a votar con auténtica libertad y haciendo empleo de todas y cualquiera de las opciones legalmente estatuidas para el efecto de la emisión del sufragio. O sea, en palabras llanas: VOTA, POR QUIEN QUIERAS Y COMO QUIERAS, PERO VOTA CON CLARIDAD, CONTUNDENCIA Y DECISIÓN.
Por otra parte, entre los críticos de dicha reacción no faltan los que han calificado al fenómeno también de "microrrevolución" o hasta lo han bautizado como "movimiento anulacionista". En el afán de ubicar los fundamentos ideológicos, hay los que han pretendido construir una telaraña de "teoría política", para tratar de entender y contener conceptualmente una onda que, extrañamente para sus ojos, carece de foco, de cabeza, de liderazgo específico y evidente. Ha habido muchos que también han reclamado a la supuesta élite detrás del fenómeno (élite que en todo caso se conformó a posteriori) el trazo de propuestas concretas a demandar y realizar tras las elecciones.
Están los que han denominado al voto nulo como el futuro termidor (cuya etimología alude al hecho de dar calor) de la democracia mexicana, en franca y preocupada alusión al undécimo mes del calendario republicano francés, que empezaba el 19 de julio y terminaba el 17 de agosto, y durante el cual ("9 de termidor") se suscitó el episodio del golpe de Estado con que la Revolución Francesa dio fin al Terror e instauró en su lugar la reacción de la Convención (27 de julio de 1794).
La cabeza de la Hydra
Pues bien, poniéndonos el saco luego de lo que hemos expuesto en artículos previos de forma escrita y auditiva, daremos el gusto y mostraremos primero que en efecto la gente puede sorprender organizada alrededor de un tema, idea, concepto, hecho o sentimiento que la resulta de sentido común, y para ello no hace falta una voz primigenia y estentórea, una batuta intencional y voluntaria; basta la difusión y el consentimiento de lo que se cree justo y adecuado.
Es principio básico del liderazgo que la gente elige a su líder y hay de aquél que se ostente como tal sin el justo reconocimiento del grupo. De aquí los temores y muy comprensibles, pues siempre se estima y así ha sido más de una vez que la gente sin rienda puede causar más estropicio que orden. ¿Esto es una razón política justificante del control o la modernidad comunicativa revelará caras inimaginadas tras el potencial de la gente vista ya no más como una masa informe, deforme, amorfa y conforme, sino como un cuerpo con muchas cabezas y múltiples corazones tan individuales como interdependientes?
Más allá de cualquier populismo trasnochado, de cualquier forma de mesianismo, lo que hoy se experimenta en México es la cohesión de ciertos grupos entre la gente a partir de un sentimiento y unas ideas compartidas. Si estas fueron sustentadas por lo dicho en una página web perdida, o por un académico o un político profesional, poco importa. Lo relevante es la fuerza que pudo tener para suscitar una reacción espontanea que diera pie a breves intentos de acción organizada en la forma de manifestaciones de diversos tipos aquí y allá.
¿Durará? Lo que tenga que durar, ni más ni menos, hasta lograr la satisfacción de los individuos adheridos. ¿Gestará otro nivel de relación y conciencia social? Ya lo ha hecho, ha mostrado que existe en verdad la tan discutida y dudosa por inasible e invisible conciencia social. ¿Sembrará propuestas?
Las propuestas están ahí desde hace mucho, son simples; ni muy alejadas ni muy cercanas a las promesas de campaña de unos y otros, están incluidas a la letra en el espíritu de la nación y del Estado (distingámoslo, por favor, del gobierno; Estado = Gobierno + Territorio + Población) consagrado en la Constitución tan vapuleada, tan olvidada, tan manoseada. Pero sobre eso nos extenderemos en la siguiente entrega.