No cambies (Herencias 2)

Siguiendo con la serie de "Herencias" de mi madre Maria Teresa Torres Pallares, recuerdo que de chico y todavía en la adolescencia muchos amigos y maestros me decían, admiradores de mi forma de ser (como si fuera la gran cosa), "nunca cambies". ¿Qué veían en mí que yo jamás he podido hacer suficientemente consciente? ¿Qué valoraban de mi persona que yo, ciego, no he aquilatado del mismo modo?
Pasaron los años, momentos gratos e ingratos vividos en complicidad con mi madre, haciéndose entrambos una relación simbiótica indescriptible. Un buen día sentí que había cambiado... ¿para bien?

NO CAMBIES
Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado, deprimido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y no dejaban de recordarme lo neurótico que yo era.
Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara.
Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara. Y también con él estaba de acuerdo; y no podía sentirme ofendido con él. De manera que me sentía impotente y como atrapado.
Pero un día me dijo: "no cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte".
Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: "No cambies. No cambies... Te quiero...".
Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y, ¡oh, maravilla!, cambié.
Ahora sé que en realidad no podía cambiar hasta encontrar a alguien que me quisiera, prescindiedo de que cambiara o dejara de cambiar.
¿Es así como tú me quieres, Dios mío?

Decretando (Herencias 1)

Con los siguientes pensamientos comienzo una pequeña serie de entregas. Hace casi siete meses murió mi madre y entre sus papeles encontré una serie de lecturas y pensamientos que le fueron dados una ocasión que tomó un breve curso de comunicación interpersonal y psicología transpersonal. Como si fueran una forma de herencia, o si se prefiere como mensajes de ultratumba, los leí acuciosamente y hoy los comparto con mis generosos lectores, entre los que se cuentan amigos y familiares.
Es probable que algunos textos les resulten conocidos y quizá incluso reconozcan o conozcan al autor. Desafortunadamente en los papeles de mi madre no están anotadas las referencias, así que me perdonarán los autores originales, para mí la autoría corresponde a la de María Teresa Torres Pallares.
MERECIMIENTO
Me lo merezco. Merezco todo lo bueno. No algo, no un poco, sino todo lo bueno. Ahora dejo atrás todos los pensamientos negativos restrictivos. Abandono y olvido las limitaciones de mis padres. Los amo y voy más allá de ellos. No soy sus opiniones neegativas, ni sus creencias limitantes. No estoy atado por ninguno de los temores o prejuicios de la sociedad actual e la que vivo. Ya no me identifico más con las limitaciones de ninguna clase.
En mi mente tengo libertad total. Ahora me muevo en un espacio nuevo de conciencia, donde estoy deseoso de verme de diferente manera. Deseo crear pensamientos nuevos sobre mí y sobre mi nueva vida. Mi pensamiento nuevo se convierte en experiencias nuevas.
Ahora sé y afirmo que soy uno con la Fuerza Próspera del Universo. Como tal, ahora prospero en muchas formas. La totalidad de las posibilidades yace en mí. Merezco la vida, una buena vida. Merezco el amor, un amor en abundancia. Merezco la buena salud. Merezco vivir confortablemente y prosperar. Merezco la alegría y la felicidad. Merezco la libertad de ser todo lo que puedo ser. Merezco más que eso. Merezco todo lo bueno.
El universo está más que deseoso de manifestar mis creencias nuevas, Acepto esta vida abundante con alegría, placer y gratitud. Soy merecedor. Lo acepto; sé que eso es verdad.

LEY DE SALARIOS MÁXIMOS

En distintas ocasiones, en varios espacios de esta nuestra revista Indicios Magazín-e, publicamos artículos alusivos a la ley de salarios máximos, incluso desde antes de que se pensara en ello, como consta en las referencias que hemos anotado en dichas aportaciones. Pero también hemos dado seguimiento a lo que los legisladores y políticos en general han efectuado o declarado en torno a este tema. Y no es que hablemos mal de México, nuestra nación querida.
Ahora que la ley ya promulgada ha entrado en vigor desde esta fecha, retomamos el tópico, no sin insistir en que nuestra propuesta desde un principio ha señalado la necesidad de que semejante ley no sólo afecte al ámbito gubernamental y burocrático, sino que es forzoso que siente precedente para que en la aún eludida reforma laboral se considere una adición equivalente para el ámbito privado, pues es inconcebible que haya particulares que obtengan emolumentos muy por encima incluso de los magistrados a los que ahora trae la crítica entre ojos.
Si resulta grosero e injusto que la disparidad de sueldos en el gobierno sea uno de los factores causales de la corrupción, no lo es menos en el caso de la empresa privada. Las grandes fortunas deben también ser ajustadas a cierto techo, así como la base obedece a un piso denominado salario mínimo. Si bien no es LA fórmula, sería una manera de estrechar la brecha entre ricos y pobres que bien vale la pena explorar seriamente, y no nada más para México, sino en general para el mundo.
Hemos planteado en otros artículos que una forma de contribuir al mejoramiento y normalización de la economía nacional sería precisamente mantener los ingresos individuales dentro de cotas flexibles, de modo que los excedentes pudieren ser reinvertidos en otros rubros y se propicie el ahorro en vez del consumo a ultranza como medida de salida presupuestal. Esto, bien pensado y legislado no atentaría contra las utilidades de las empresas, sino daría un elemento de certidumbre para que estas utilidades no fueran causa de dispendio o de engrosamiento de cuentas particulares.
Por supuesto, estas modificaciones y reformas no pueden ir solas, es también obligado que vayan de la mano de la reforma hacendaria integral, pues de lo contrario se corre riesgo de que continúen caminando por senderos bifurcados la economía de los hogares y la economía comercial. De nada serviría establecer techos y pisos, si por otra parte la industria, la banca y el comercio no son regulados igualmente. Se trata de definir controles económicos, no precisamente proteccionistas, pero con la inteligencia suficiente como para promover el desarrollo interno, la generación de empleo, la inversión productiva y la competividad. Especialmente debe romperse el círculo vicioso de dependencia en torno a la economía estadounidense (incluidas las remesas) y el petróleo. México tiene muchos otros recursos en los cuales cifrar y apuntalar su progreso y su crecimiento, el más importante, su recurso humano. Disciplina, educación, agricultura, tecnología y ciencia propias, muchos han subrayado, pueden ser columnas capaces de sostener al país, pero mientras sigamos peleando entre nosotros por un trozo de silla...
Esto es lo que debería colocarse En primera, claro sin menoscabo de los otras prioridades que hoy por hoy nos preocupan.