Divagando con Jacobo

Soy un asiduo lector y oyente de Jacobo Zabludovsky. En gran medida debo mi incursión en los medios a su ejemplo, como lo hice de su conocimiento al regalarle mi tesis de licenciatura, misma que ignoro si seguirá en su vasta biblioteca o si siquiera alcanzó un rincón en algún anaquel, como ignoro si leerá esta entrega.
Su columna más reciente intitulada "Adiós calidad de vida" que publica en el diario El Universal, del que hace algunos años fui columnista, como siempre es una impecablemente bien escrita, bien pensada. Sólo un pero le he puesto a @Zabludovsky_  (como es su cuenta de Twitter): jamás he leído ni escuchado de su pluma y su boca (ni cuando estaba en Televisa) que vacacione en México. Sólo hace comparaciones con Madrid, Paris y Buenos Aires. Aunque cosmopolitas, como las que puede efectuar Carlos Fuentes quien pasa la mitad del año en Cuernavaca y la otra mitad en Inglaterra, me parecen muy pobres sus referencias. Nunca he leído de él que reseñe y loe nuestras ciudades, nuestra gente, fuera del zócalo y el Centro de la Ciudad de México que, hay que decir de paso, no son todo el país aun cuando en ellos se concentren muchos acontecimientos que reflejan lo que sucede a lo largo y ancho de la nación. Y España, Argentina y Francia no son todo el mundo. No todos los lugares de recreo y convivencia son cantinas, hostales, El Taquito, la Plaza de la Maestranza, La Merced.

Calavera Florida Bicentenaria

¡Ay, chiquito, ven para acá!,
le dijo la Parca a Peña.
Agarrándole la greña,
al copetes llevose allá

donde su amada le espera
volando entre las Gaviotas.
Con grandes aires patriotas
construyó red carretera

en feliz Bicentenario
del Grito y la Revolución.
Gran revuelo su decisión
causó por el vecindario



de La Florida y otras más
colonias en el trayecto.
"¡Qué caray con el proyecto!
¡Parece hecho por Barrabás!",

pensaron algunos cuates
no sin faltarles la razón.
Varios sabios en comisión
miraron los disparates

y muy pronto concluyeron
"Mal y a la mala no vale;
mas por más que se señale
el error, ya nos pudrieron

los gusanos del gobierno".
-¡Que sea menos!-, dijo Parca
cuando llegó a la comarca
-peor es que te den un cuerno.

Un doctor con su conchita
mar de reclamos oía
mientras de la muerte huía.
-¿Adónde, cuánta prisita?-,

dijo la huesuda al punto.
-¿Y ahora, quién me defiende?-,
pensó el hombre por ende.
-Nadie, pues ya estás difunto

y todos los de Defiende...-.
La Florida muerte puso
en tela de juicio el uso
del suelo que no se vende.

En el Valle de los Muertos,
en su tumba de relumbrón.
descansa el joven faraón,
uno más entre los yertos.

¿Cómo le mató la Flaca?
-Lo primero, emborrachele-
explicó OHL,
-luego sufrió la resaca

del poder en las alturas-.
-¡Mientes!- reclamó la Dueña;
-yo conozco bien a Peña-.
-¡Calla! Y a ver si te apuras

porque también por ti vengo,
para llevarte conmigo
y ofrecerte buen abrigo
en el lugar que me tengo

reservado pa'las bellas
actrices y conductoras
que fueran en otras horas
del Canal de las Estrellas.

Ya en el panteón todos están
bajo elevado viaducto.
La Catrina hizo usufructo
de aquellos que vienen y van.


Delegados y Azucena
en la solapa del menú
son mostrados a Belcebú
para que goce su cena.

Gran banquete en el Estado
de México se augura ya
pues se cree que de ahí surgirá
presidente coronado.

Soy como soy

Retrato del autor
Foto: Jorge Álvarez Salazar
Soy como soy y punto. Tengo lo que tengo, y lo que no pues no; así de pedestre puede ser mi filosofía de la vida. Situarnos en un mismo canal, siempre resultará difícil, porque cada quien como individuo tiene su propia forma de expresarse, independientemente de la circunstancia en que se halle. Que aquí estemos entre "amigos" no nos coloca necesariamente en un mismo plano de experiencias ni siquiera relacionadas con aquellos años que lo mismo implican ventura que desventura. Hablo como hablo. Este soy yo, auténtico, desde chico. Y ya algunos aquí han expuesto la inquietud de quién es Ella. Lo mismo podrían decir respecto de mí o de ti o de cualquiera, porque aun cuando ligados por las letras no convivimos todo el tiempo.

Para empezar, la mía fue una generación parteaguas. La primera o de las primeras mixtas en la escuela secundaria. Recuerdo el shock que para muchos de nosotros supuso el encuentro entre géneros y la adaptación que requirió. Algunos salieron avante en esa adaptación, otros con más dificultad.

Si a mí me preguntan, puedo decir que a la mayoría ni los ubico. Especialmente entre las mujeres, salvo las de mi grupo de tercero o las que andaban en boca y ojos de todos. De los varones sí, a más, por los años que compartimos desde la preprimaria hasta la preparatoria o incluso la universidad. Algunos solo me conocen de referencia y viceversa, para bien o mal. Pero conocer no es saber. Y esto aplica tanto a las relaciones humanas como al empleo de una herramienta, llámese martillo o lenguaje.

Mi persona se expresa de este modo. ¿Correcto, incorrecto? Qui sá. Desde siempre, pero también puedo cambiar el nivel cuando es requerido. Que estemos en una "red social" moderna, práctica, y donde "así se conducen las nuevas generaciones" no obsta para que conste que mi forma de ser es tan única como la de cualquiera. Ninguno somos monedita de oro para caerle bien a todo mundo. Eso lo sé desde hace añales y precisamente fue mi generación de la escuela la encargada de hacérmelo notar más de una vez. Tú entre ellos, lo mismo sobrio que borracho.

Que no cuadra que sea irónico, lo siento.

Que no cuadra que sea cuidadoso en el decir, lo siento.

Que no cuadran mi vocabulario porque no lo vuelvo superficial, reducido, ni mi forma de expresarme por apelar a un diálogo mucho más edificante, lo siento.

Que perdí gracia para contar chistes, lo siento. Pero sigo riendo de mí tanto como de los demás y sobre todo con los demás. Y mi humor es muy mío.

Que mi discurso raya en monólogo, lo siento. Eso no quiere decir que no sepa hacer silencio para escuchar al otro con toda la atención y el respeto que me merece, porque sé el valor de la con-versación y su arte. Que el otro no pueda extenderse en su decir del modo como yo peco, no es problema mío.

Así, este soy yo; mejor dicho una parte de mí. La más visual, la más difundida lo mismo como profesor que como profesionista, hijo, hermano, condiscípulo; ya ante jefes y patrones, como ante vecinos, amigos y extraños. Gústele a quien le guste.

Por lo tanto, en buena onda, ubicado estoy. Si los demás no me ubican... Hace muchos años que dejé de sufrir por el sentimiento que produce saberse no "encajado". Y por eso vivo en el aislamiento físico, la virtualidad me ha abierto un mundo de posibilidades. Pero si tampoco encajo, tan fácil como cerrar mi ventanita y dedicarme a mí, lo único que tengo para explicarme la existencia, parafraseando a Unamuno (quien por cierto recomendaba en un poema que cuidara uno que el verso expresado fuera denso, denso, pues conlleva sustancia).

Y me ubico así, poeta, escritor que no ha publicado del modo que podría esperarse, soñador analítico, el vacilador relajiento, el bebedor moderado, el solitario, el loco de la colina que ve desde lo alto de su necedad a los villanos del valle y eventualmente baja para buscar su sustento y aprender de ellos lo que significa ser humano, lo que presuntamente conlleva la cordura y la normalidad. El personaje confrontado con la disyuntiva que implican la levedad del ser y la risa (recordando a Milán Kundera).
Finalmente, voy por la vida recogiendo pedruscos, guardándolos en el bolsillo de mi gabán, para darme cuenta, al final del día, que algunos se han convertido por arte de magia en gemas. Palabras, personas, momentos así los veo y así me maravillan y de ellos me enriquezco aunque sea con el sólo conocimiento de su existencia.

Y, como llegado a este punto tal vez más de uno se durmió por la muy natural animadversión que comporta reflexionar y exhibir lo que cada cual es, tan abierta y vulnerablemente como puede hacerse en un sitio como este, por no hablar de la flojera de leer, aquí digo ¡TAN TAN!, cierro mi "manchado" locker, guardo mi pergamino y cuelgo la invitación a mi alma, para quien la quiera aceptar tal y como la ofrezco, sin máscaras. Y algún día guardaré silencio. Largo silencio, no sin antes agradecer la oportunidad para exponer esto y todo lo anterior y todo lo que viniere.