Genera Naucalpan condiciones propicias para nuevas empresas

PARA VINCULAR A EMPRESARIAS en un intercambio de experiencias que les permita impulsar sus negocios y generar riqueza y empleo, el gobierno municipal, a través de la Dirección General de Desarrollo y Fomento Económico llevó a cabo el Primer Foro de Empresarias Naucalpenses.

La Presidenta del Sistema DIF Naucalpan, Liliana de Olvera, expresó que el gobierno que encabeza el Presidente Municipal, Edgar Armando Olvera Higuera,  trabaja para generar las condiciones propicias para que en Naucalpan se puedan abrir nuevas empresas.

Ante 120 empresarias, Liliana de Olvera indicó que en materia de seguridad pública, la administración ha dignificado las condiciones laborales de los policías, para que estén más comprometidos con la ciudadanía, con un incremento salarial, la entrega de uniformes y equipamiento, así mismo para realizar trámites se cuenta con la Ventanilla Única en la Dirección General de Desarrollo Urbano.

Por su parte, el Director General de Desarrollo y Fomento Económico, Gustavo Arturo Vicencio Acevedo, expresó que las mujeres que son empresarias, son la columna vertebral de sus familias y además arriesgan su capital para trabajar por el bien común.

“Por ello, cuentan con el apoyo del gobierno municipal para que se puedan vincular entre ellas y compartir información en cuanto a capacitación, apoyos gubernamentales y financiamientos, además lo más importante es que puedan hacer negocios entre ellas”, agregó el funcionario municipal.

Una de las tres ponentes de este foro fue Leticia Buitrón Cornejo, fundadora y Directora General del Instituto Landa, evaluadora y capacitadora de la calidad educativa para los Clubs UNESCO y conductora del programa Mujer sin Fronteras, quien manifestó que “acceder a puestos de toma de decisiones es darle voz a nuestro género y abrir brecha para que otras mujeres también puedan llegar a esos cargos”.

A su vez, María Teresa Castell del Oro Palacio, Directora Nacional de Emprendedoras de la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias, Consejera Consultiva de Nacional Financiera y creadora de la primera franquicia mexicana de entretenimiento infantil, “Sipirily”, expresó que de cada 5 microempresas, las mujeres abren 3, “dominamos el ámbito de las micro, pero no hay las condiciones para que podamos crecer a grandes empresarias”.

Adriana de la Fuente, presidenta de la Asociación Mexicana de Capacitación y Desarrollo, consultora empresarial y primera mujer Presidenta del Club Rotario Plateros, señaló que “querer no es poder, también hay que saber cómo hacerlo, porque el conocimiento va a abrir tu conciencia y te dará oportunidad de elegir, de tomar decisiones”.

Cabe mencionar que la Dirección General de Desarrollo y Fomento Económico continuará realizando estos foros con mujeres empresarias, para acercarles las herramientas necesarias para desarrollar sus negocios, generar nuevas fuentes de empleo y hacer de Naucalpan una Ciudad con Vida.

(Fuente: Boletín de prensa.)

Estadísticas mercenarias

ERA DE LA OPINIÓN... que encuestas y  sondeos de opinión tenían como finalidad recabar información sensible y útil para la toma de decisiones de quienes requieren conocer datos duros, el mínimo retrato de un sector seleccionado de la población, ya para establecer estrategias de mercadotecnia, de comunicación, mejorar procesos administrativos, definir políticas, o determinar límites, cotas poblacionales, de desarrollo, crecimiento, distribución de públicos, géneros, etcétera. Pero con el advenimiento de una nueva enfermedad que comenzó a prender hacia finales de los noventas del siglo XX, la encuestitis, la cantidad de organizaciones e individuos infectados por este raro bicho que afecta a la concepción de uno mismo y su entorno ha venido a hacer estragos lenta y someramente hasta convertirse en una pandemia.

No nada más las campañas políticas nos provocan calenturas y temblores a quienes nos vemos bombardeados con cifras muchas veces contradictorias, metodologías mal pensadas, preguntas mal elaboradas en su lógica y su redacción, también los consumidores de cualquier producto o servicio somos víctimas potenciales no nada más de los estadísticos interesados en conocer lo que de información pueden extraer del sistema inmunológico de nuestra privacidad, sino en tentarnos con la ambición de que, a cambio, podemos conseguir una suerte de inmunidad agradecida mediante pertenecer al selecto grupo de premiados con bonos, emolumentos risibles, cupones, descuentos.

Personalmente, de un tiempo a esta parte, en la idea de allegarme pellizcos de ingresos extra he venido jugando el juego que ahora tantos juegan respondiento encuestas y sondeos de los socios de un sitio de comercio electrónico: Beruby, en la esperanza de que el pago correspondiente de 5 pesos por proveer información sea abonado. En muchos casos el abono tarda siglos en sumarse al saldo (falla de cobranza de parte de este sitio de creación española y ya en varios países como México), en otros nunca se abona un centavo.

Entiendo que, en algunos casos, las encuestadoras, al responder uno ciertas preguntas "de control", terminen el proceso de cuestionamiento por no formar uno parte del público de interés del encuestador; sin embargo, algo obtienen de información, así sea del perfil demográfico de uno o el dato de la edad o la IP de la computadora desde donde uno responde. En ocasiones uno tiene que "mentir", proveyendo información alterada para seguir adelante con las preguntas y ganar esos "ridículos" 5 pesos, el cupón, el descuento, etc., invirtiendo tiempo y exponiendo otros datos verídicos.

Declaro que ya no pienso contestar encuestas y proveer información si no obtengo ni siquiera lo justo por decir "sí, existo", "sí, consumo". Como dicen los médicos más metalizados: toda consulta causa honorarios.

Yo me hube dedicado en el pasado a esos menesteres, elaborando encuestas y sondeos, y también desde la academia he propugnado por eliminar esas prácticas que discriminan a los probables informantes so pretexto de que, por su perfil (laborar en medios, publicidad, mercadotecnia o similares) pueden sesgar la información obtenida, cuando a fin de cuentas también son tan consumidores como el que más. Entiendo las razones y los criterios metodológicos para el efecto, y son útiles sin duda en ciertos casos, mas no siempre. Esos criterios, hay que decirlo, se crearon en los años treinta del siglo pasado para evitar en lo posible que gente consultada pudiere ser un "esquirol" informativo relacionado con la competencia del cliente de la encuestadora o la agencia de mercadotecnia, publicidad o relaciones públicas. Concretamente, en aquellos años la competencia entre políticos o firmas industriales y comerciales se prestaba a esa clase de prácticas con singular alegría y por ello empresas como Gallup y Nielsen desarrollaron esquemas de control como los que comento.

Para la década de los cincuentas, la reserva del público para proveer información por sentirse abrumado por las encuestadoras a través de correo directo, telefonemas, cambaceo, etc., propició que la gente optara por negarse a responder, y fue por esos años que se desarrolló la idea y la tecnología para medir el raiting mediante la colocación de dispositivos en los televisores y los aparatos de radio, práctica que pronto cayó en desuso por las mismas razones de que el público no gusta de ser examinado en el ámbito de su privacidad.

Frente a esas actitudes de la audiencia y los consumidores, la estrategia de "pagar" por la información obtenida se hizo más y más popular. Pero también la paga por la paga convierte a los informantes en mercenarios de la mercadotecnia, pues estos pueden ser capaces de alterar datos de su perfil en el interés de ir sumando, de cinco en cinco pesitos o cupones una ronchita en el cochinito.

Si a lo anterior añadimos el mal uso y abuso que llega a darse de la información provista por los particulares, tarde o temprano derivamos en la preocupante y triste realidad que han de enfrentar ahora los investigadores, los estadísticos, ya no tanto para recabar la información, sino para validarla, verificarla. Desafortunadamente, para poder afinar este control, las estrategias y tácticas desarrolladas en la actualidad son todavía más invasivas de la privacidad, más riesgosas y sutiles para la seguridad de las personas físicas y morales. Y que conste que en esto no estoy metiendo el odioso tema del afán de algunos por controlar los contenidos en la Internet.

Ya no basta cuestionarnos como Hamlet si ser o no ser, ahora también debemos preguntarnos, ¿contestar o no contestar? He ahí el dilema.

OHL se dice al servicio de la sociedad



(El presente texto es el comienzo de un ensayo que forma parte de mi antología Apuntes alrededor de la soledad en preparación. Puede ser leído completo aquí: Empresas solitarias.)


DE UN TIEMPO A ESTA PARTE se ha —podemos decir— instalado en la mentalidad empresarial y de algunos partidos políticos y gobiernos, la idea de que lo políticamente correcto es ostentar a la firma como una socialmente responsable.

Este discurso que comenzó a mediados de los noventa como una estrategia de comunicación organizacional e institucional y de relaciones públicas, buscaba anclarse en un principio filosófico maniqueo por el cual la empresa, en tanto factor social, debía establecer nexos armónicos con los públicos clientes de su ámbito: el vecindario, los proveedores, los consumidores y los empleados. Así, empezaron a desarrollarse políticas más preocupadas por la imagen de marca con base en la percepción y se comprendió la responsabilidad como una forma de resarcir cierto probable daño o inconveniente derivado de la ubicación, los modos fabriles, la convivencia, las formas de distribución o explotación de bienes y servicios respecto de las expectativas humanas de quienes dentro o fuera de la empresa, el partido o el gobierno definen su dinámica económica.

Las empresas, partidos y gobiernos entonces entraron en el juego de mostrarse solidarios, filantrópicos, didácticos, pedagógicos, estableciendo líneas de acción (a veces más bien de coacción sutil) para generar en los clientes y proveedores, en simpatizantes o gobernados un sentido de identificación y pertenencia mutua. De ahí surgen las marcas asociadas con lo familiar, lo divertido: el refresco familiar, el yogurt divertido, el cemento de todos, el representante que abraza un compromiso con cierta causa capaz de volverle familiar a los ojos de los otros.

Tras las evidencias del cambio climático, dicha perspectiva sumó la visión ecológica para hacer de las empresas y su hipotética responsabilidad social una no nada más preocupada y ocupada en convertir los productos y servicios en algo familiar y divertido, sino además encontrar la forma para justificar la obsolescencia con argumentos que incluyen ideas como el reciclaje o lo renovable en tiempos cuando los recursos no renovables, como el petróleo, comienzan a escasear. Entonces, ya no importa tanto si el producto o servicio tiene una vida útil corta o prolongada, sino que sea sustituible mejor que desechable, biodegradable mejor que reparable.

En ese tenor y con variantes comprensibles de cultura a cultura, de país a país, tarde o temprano tal o cual empresa, gobierno o partido, incluso las organizaciones sociales de todo tinte, entran en el juego de designarse como entes dotados de una consciencia social suficiente y asaz responsable respecto de los efectos de sus actos, aun cuando no siempre de sus omisiones.

Lipovetsky, el filósofo y sociólogo francés, señalaba críticamente ya en 1992:
[…] por todas partes se esgrime la revitalización de los valores y el espíritu de responsabilidad como el imperativo número uno de la época: la esfera ética se ha convertido en el espejo privilegiado donde se descifra el nuevo espíritu de la época […] mientras que la ética recupera sus títulos de nobleza, se consolida una nueva cultura que únicamente mantiene el culto a la eficacia y a las regulaciones sensatas, al éxito y la protección moral, no hay más utopía que la moral, «el siglo XXI será ético o no será» (LIPOVETZKY, 1994, pág. 9).
Pues bien, ya estamos acercándonos al primer cuarto del siglo XXI y, en efecto, la preocupación moral en torno a diversos temas campea, a veces destilando más inquina que propiciando equilibrio y comprensión.

Los nuevos medios electrónicos, entre los que las redes sociales —en tanto extensiones de la sociedad— juegan ya un papel fundamental traducen y enfatizan este afán por hacer del discurso uno a como dé lugar responsable.