EL COMITÉ MUNICIPAL DEL PRD de Naucalpan, determinó este lunes que Paz Ochoa asuma como Secretario General las funciones de Presidente, ante la separación temporal de Andrés García Rivera, de su cargo como Presidente sustituto por motivos de salud.
En sesión del Comité Ejecutivo Municipal, realizada en las instalaciones del PRD Naucalpan, por unanimidad se tomó la decisión de que Paz Ochoa, por el momento funja como Secretario General en funciones de Presidente de este Comité, a fin de dar continuidad a los trabajos para lograr los mejores resultados en el proceso electoral que se desarrolla para obtener el triunfo con la Coalición “Por el Estado de México al Frente”.
(Con información de José Eduardo López - PRD Naucalpan.)
ERA DE LA
OPINIÓN... de que la gama cromática era
el mejor ejemplo que da la naturaleza sobre la variedad en la existencia.
Porque no todo es blanco ni negro, existen matices y esas pequeñas variaciones
de un tono a otro hacen la diferencia.
Lo que leerás
enseguida, amable lector, no es simple ocurrencia sacada a la fuerza desde las
entretelas de notas de color, de esas que siempre se dan en política. Cuando de
política se trata, la gama cromática parece azas reducida en sus posibilidades
y puede ser causa de todo lo contrario, de coincidencias como de desencuentros;
de traslapes como de rechazos. Incluso el muaré (ese distorsionador efecto de
olas resultante de la superposición de ondas cromáticas) redunda ya en
identificación, ya en traidora contrariedad, al difuminar los principios que
sostienen a un color o a otro implícitos en la mezcla resultante.
Yo solo pinto lo que veo
Sabíamos que de la
combinación de azul y amarillo resulta el verde, del amarillo y el rojo
entendemos el naranja. Azul y rojo nos pintan el panorama con tonos violáceos.
Del rojo y el verde suponemos el marrón. Si hacemos la prueba con pintura,
veremos que sale marrón; pero, ¿y si giramos un círculo que combine segmentos
rojos y segmentos verdes? ¡Vemos el color amarillo! No hay color ni luz
amarilla en la rueda que hacemos girar, pero en realidad vemos ese color, sin
importar cuál se aplique en primer plano o primera instancia; y eso es debido a
la interpretación que el cerebro hace de los colores que vemos, mediante la
información que captan y combinan los ojos.
De ello se encargan
los conos, células fotosensibles que tenemos en la capa fotorreceptora de la
retina y que se dividen en tres tipos llamados conos L, M y S. Cada uno de
ellos es sensible respectivamente a luces rojas (longitudes de onda largas),
otro a luces verdes (longitudes de onda medias) y luces azules (longitudes de
onda cortas).
No tenemos un cono
para luces amarillas ni naranjas ni de cualquier otro color, sin olvidar que,
de acuerdo con Newton, el blanco no es color, sino la suma de todos y el negro
la ausencia de luz. Sin embargo, como bien nos enseña, entre otras, la teoría
Gestalt, los tres conos trabajan conjuntamente con el cerebro para interpretar
y mostrarnos el resto de colores del espectro, así completamos lo que nos
resulta significativo.
Pues algo similar
es lo que nuestro cerebro capta —toda proporción metafórica guardada— por
virtud de las banderas de los partidos políticos, cuando se efectúan esos
réprobos esperpentos llamados coaliciones (uniones transitorias de personas,
grupos políticos o países con un interés determinado) o alianzas (pactos,
convenios o tratados en que se recogen los términos en que se alían dos o más
partes; unión de cosas que concurren a un mismo fin). ¿Por qué réprobos? Pues
por los motivos que los alientan, más mezquinos que solidarios.
Cuando los extremos
se tocan, los contrastes de las oposiciones o estallan en una debacle o dejan
de ser tales para revelar a estas, igual que ocurre en el círculo cromático,
como lo que son: puntos de vista complementarios sobre una situación de orden
común.
Lo que para el PAN,
por ejemplo, en tanto partido etiquetado como de derecha parece oponérsele de
manera natural por ser de izquierda, parecería serle y le es más bien
complementario, así como para el PRI —hoy identificado con el rojo, en casi
constante unión con el Verde
Ecologista a la par del germen que fue el Frente
Nacional Democrático hacia 1988— gestó el amarillo PRD como consecuencia.
Claro que más de
uno en este punto dirá que ya me fumé un carrujo ahora que se ha legalizado la
mariguana en México y, en su derecho, tratará de desacreditar mi análisis.
Pero, no. Desde que la mercadotecnia y la psicología aplicada al estudio del
consumidor entraron al campo de la política —algunos piensan que fue reciente,
mas eso comenzó en los años 30 del siglo XX—, el conocimiento sobre la manera
de influir en la mente del elector, a todas luces consumidor de un producto
visto con figura de candidato o partido políticos revestidos con ideas, se
afinó con el propósito de incidir en la clarificación de los intereses
alrededor de la política; o, viceversa, la opacidad de la política alrededor de
los intereses que la sustentan y facilitan.
Del gesticulador al prestidigitador
¡Ah, si viviera
Rodolfo Usigli, ya habría escrito una crítica obra teatral intitulada “El
Prestidigitador” complementaria de El Gesticulador!
En México, todavía
hoy hay —unos más demagogos que otros— quienes, como el prestigiado candidato
presidencial por tercera vez, Andrés Manuel López Obrador, siguen haciendo
malabares conceptuales (de ahí surge la palabra “prestigio”, de “prestidigitador”)
para confundir y enredar al electorado, a sus simpatizantes y militantes, buscando persuadirlos en su favor por medio de
la emisión de mensajes contradictorios al sistema, empero, en tanto prejuicios,
coincidentes con la rebeldía de una sociedad harta del abuso y el olvido de quienes
la gobiernan y dicen representarla, más ocupados en vigilar sus prebendas que
las necesidades generales del pueblo. Esos, como AMLO, con sus reacciones
retrógradas y atávicas propias de tiempos que se remontan a la primera mitad
del siglo XX y para atrás, siguen temiendo “un fraude electoral” a la vieja
usanza: con pistola en mano, jugando al carrusel, convocando a los mapaches, etc., sin reparar que, incluso
el mismo partido MORENA (por cierto, cuyo logotipo es de color marrón) ha
incurrido en prácticas desleales y es susceptible de ser analizado desde la
manera como influye en el electorado por la sola asociación entre el color y
las ideas.
¡Sí, ya sé!; en
contraste están esos otros que pintan el panorama, en caso de triunfar AMLO o
cualquiera identificado como perteneciente a la izquierda, como el peor de los
escenarios para México, cuando al final todos y cada uno de los aspirantes al
poder están cortados con la misma tijera, moldeados en el mismo horno y
ajustados con el mismo clisé para producir el estereotipo que tanto nos ahoga
hoy con la andanada de publicidad enfocada a: posicionar, difundir, promover,
influir, destacar, contrastar, proyectar, denostar al contrincante, identificar
a una persona coloreada al gusto del consumidor, dando al mismo la oportunidad
de escuchar, ver o que se atienda lo que quiere o necesita como parte de una
más sofisticada y sutil pirámide de necesidades sociales. El modelo que hoy
observamos y está aplicándose sobrepasa el ya elemental creado por Abraham
Maslow y en el actual las necesidades son vistas, así por comerciantes y por
políticos, como un “conjunto borroso”.
Usar la “lógica
borrosa” permite mayor flexibilidad y tolerancia “democrática” al momento de
establecer y comprender relaciones e impide considerar a la realidad como
compuesta por una serie concreta y limitada de necesidades. Y es que, en
abstracto, no hay frontera bien definida a partir de la cual se pueda afirmar
que un individuo ya no padece tal o cual necesidades o que, por estar en cierto
grado satisfechas, son indignas de consideración al momento de darse la
movilidad social o plantearse soluciones a cualquier plazo a distintas
situaciones y problemas.
La noción de
“grado de pertenencia” es la que mejor expresa la naturaleza del conjunto
borroso. Mientras en los conjuntos clásicos, cuyos límites se aceptan como
precisos, se dice que un elemento pertenece o no pertenece, sin más, al
conjunto, en los conjuntos borrosos, de límites difusos, hay que distinguir en
cada grado de pertenencia según sea su posición central o periférica dentro de
la necesidad (BALLESTER Brage, 1999, págs. 71-74).
Un sistema político shakesperiano
Es decir, con estas
coaliciones sobre las que basaremos nuestra decisión electoral en las urnas el
primer día de julio de 2018, ya no tenemos claridad sobre si Ricardo Anaya, la
persona, lleva en su legajo el ideario del PAN o si en sus talegas carga
revueltas las fojas de un mamotreto sin pies ni cabeza escrito a saber por
cuántas plumas “conspirantes” en coordinación o complicidad. José Antonio Meade
no está afiliado a ningún partido, sin embargo, es llevado en andas cual torero
a dar la vuelta al coso en busca de un burel con pitones recortados por las
ideas de un ecologismo burocrático propio del sistema del cual ha cobrado sus
emolumentos por años. Entonces, ¿son o no son? Me pregunto qué diría Hamlet.
En algún artículo
pasado rememoré a don Daniel Cosío Villegas y su teoría pendular con la que
explicaba el vaivén del sistema político mexicano de la izquierda liberal y
revolucionaria a la derecha conservadora y reaccionaria, pasando por el centro
conciliador institucional, constitucional.
Cosío Villegas
sustentaba sus explicaciones en la historia misma del país y en especial la
vivida en las etapas revolucionaria y post revolucionaria de México, entre las
décadas de los veintes a los setentas del siglo XX. Pero, sobre todo,
observando el “estilo personal de gobernar”, el que hasta Enrique Peña Nieto ha
sido el factor determinante tanto para la decisión de los electores al momento
de emitir su voto como para la definición de las políticas, estrategias, planes
y programas gubernamentales. Pues, aun cuando existe un proyecto general,
amplio en su visión de país por parte de las élites en el poder, ha sido el
toque personal el que ha inclinado los favores, simpatías o antipatías hacia el
sistema político mexicano en general, así en lo interno como en las relaciones
exteriores.
Las alianzas entre
partidos no son algo nuevo, cierto. Empero, las alianzas que hoy atestiguamos
prácticamente son más que una novedad. Ninguno, ¡ninguno! de los partidos va
solo en estas elecciones salvo en una o dos circunstancias concretas y de
índole local. Ni siquiera los candidatos independientes Margarita Zavala y el
“Bronco” Calderón se zafan del sistema con sus antecedentes.
Así, los mexicanos
esta vez no votaremos por el candidato más guapo o la filiación más próxima a
nuestros afectos, sino habremos de votar por bloques de instituciones que se
han mostrado incapaces por sí solas y en los años recientes para mostrar sus
valores democráticos con suficiencia, para hacer valer sus idearios
particulares que les dieron en su origen el carácter de oposición al partido en
el poder.
Hoy, todos prometen
lo mismo e incumplen lo mismo. La partidocracia ha desdibujado a las
personalidades, ahogándolas en el marasmo de la ineptitud y la ingenuidad
colectivas. De ganar las elecciones Ricardo Anaya, ¿quién nos gobernará, el
hombre, su partido o la coalición (inclinada a la izquierda) que lo puso como
punta de lanza en la cacería por el poder? De ganar López Obrador, ¿sería de
veras una victoria para la izquierda mexicana o la ampliación ficticia de la
izquierda priyista renegada la que al fin accedería al ansiado hueso en
consonancia con la teoría pendular (si bien ya lo ha hecho en municipios y
gubernaturas estatales)?
Hoy ya no es solo
cuestión de esclarecer si México está listo para ser gobernado por una mujer o
por un ciudadano cualquiera que no es como cualquiera. No es un asunto de
género o posición social, de ideología o de preferencia sexual o nivel
socioeconómico o cultural. Ya no es asunto de intelectos, deseos, habilidades,
conocimientos o experiencia. Tampoco es un tema ni una preocupación por los
números que suman los simpatizantes más los correligionarios en tanto “fuerzas
vivas” de los partidos lo que podrá inclinar la balanza para definir ganador. Elegir
en México, esta vez, será la expresión dispersa de razones más allá de lo
evidente, de las apariencias.
Los coloridos huevos pascuales
Veamos un ejemplo.
En días recientes, en Naucalpan, dirigentes y militantes del amarillento PRD
manifestaron su apoyo y respaldo al diáfano azul panista Alfredo Oropeza Méndez
como candidato a la alcaldía por la coalición “Por el Estado, México al Frente”,
en consonancia con el frente creado de manera nacional por ambos partidos para
competir por la presidencia de México en la persona de Ricardo Anaya. Y esto
sucede después de que el ex alcalde Edgar Olvera Higuera renunciara a sus aspiraciones
para ser reelecto y preferir una candidatura al senado (¡no sea que el fuero se
nos escape!).
Alfredo Oropeza irá en la boleta electoral compitiendo por la alcaldía de Naucalpan representando a la coalición PAN-PRD-MC. Foto: Mario Ruiz / Vallemex Noticias
El candidato panista a la alcaldía de Naucalpan en compañía del ex munícipe Edgar Olvera. Foto: Perfiles Instagram y Facebook, Alfredo Oropeza
Biografía aparte,
Oropeza ha sido un personaje conformado entre las sombras del cuasi anonimato y
empezó a vibrar su color tras ser nombrado por el ex alcalde Olvera como Secretario
de Innovación Gubernamental en la administración municipal, un cargo que,
conforme a su descripción más sonó a pretexto acomodaticio y aula preparatoria que
a otra cosa.
En reunión con
integrantes de la dirigencia local del Partido del Sol Azteca como el
Secretario General, Paz Ochoa, y Anselmo García Cruz, los perredistas
naucalpenses reiteraron su convicción de trabajar junto con Oropeza para
obtener el triunfo el próximo 1 de julio en las urnas. Señalaron que, con su
candidatura, la coalición integrada por los partidos PAN, PRD y MC (un
anaranjado Movimiento Ciudadano), en Naucalpan ganará la elección, “porque es
un hombre con valores, que trabaja para el beneficio y mejoras de la ciudadanía
y sus comunidades”. ¿Importa de verdad el hombre?
En contraste, manifestando
su desacuerdo con las decisiones políticas que ha tomado el PRD y la supuesta
venta de candidaturas, más de cinco mil perredistas de Naucalpan abandonaron al
Sol Azteca y afirmaron que permanecerán como independientes hasta el día de las
votaciones. O sea, hicieron, igual que la grisácea panista Margarita Zavala o
el ex priyista Jaime Rodríguez “Bronco” Calderón cuando se lanzaron como
candidatos independientes “hago como que me voy, pero no me voy”. Esos votos,
¿a quién se redirigirán? Si a MORENA, ¡sería casi lo mismo desde que Patricia
Durán, de origen panista, es la candidata oficial y respaldada por el mismo
AMLO. ¿Se ve la trampa?
Encabezados por la
lideresa de “Mujeres Organizadas por la Democracia en México”, Graciela Nieto, dichos
perredistas hicieron arder en rojizas llamas sus chalecos amarillos frente al
Comité Municipal de Naucalpan, donde aseguraron que su ex partido es un
cascarón, porque los verdaderos líderes lo han abandonado para dar pie a
proteger intereses familiares. O sea, siguiendo la metáfora, la yema no es tal
y la clara está más turbia que huevo empleado para hacer limpia por un brujo en
Catemaco. El huevo de Colón estaba podrido. Llegar al poder cuesta un huevo,
sin duda. Y “a huevo”, no me queda duda que la izquierda será la ganona en 2018, sea como sea.
Sin duda, 2018 ganará alguna
izquierda
Por supuesto que,
metidos a hacer estos análisis, debemos tener cuidado científico de especificar
cuál modelo teórico nos sirve de base. Pues no son las mismas conclusiones las
que podemos tener si nos basamos en el modelo cromático lumínico (RGB), cuyos colores
primarios están en la triada Rojo-Verde-Azul, que en cualquiera de los otros
dos: el modelo cromático pictórico (RYB) que toma a los colores primarios
Rojo-Amarillo-Azul, o el modelo cromático tipográfico (CMYK) que usa como
primaria la tétrada Cian-Magenta-Amarillo-Negro. Pues, las combinaciones y
relaciones de oposición o complementariedad son distintas en sus matices,
resultados, efectos, finalidades y alcances.
Elegir un color puede
ser, lo saben bien los diseñadores, pintores, arquitectos e interioristas, un
dolor de cabeza aun existiendo herramientas y manuales para el efecto o
conociendo el significado que, psicológica o culturalmente puede tener. Por fortuna,
para ellos ya se ha creado una
aplicación informática llamada Color
supply que ayuda a la selección más acorde con los intereses de lo que
se propone un decorador o artista. ¿No podríamos inventar una aplicación
semejante para elegir candidatos políticos y similares, incluso coaliciones más
en sintonía con las necesidades del país?
Si jugamos un poco
con esa aplicación, bien podemos constatar que, al menos por lo que a colores
toca, el Partido del Trabajo es más complementario del PVEM que solo opuesto a
sus ideas. El PRD complementa más a Encuentro Social, próximo al PAN. Y algo
similar sucede con Movimiento Ciudadano. Los que se hallan en un verdadero
problema son el PRI y MORENA, más el segundo. El PRI porque, por años, usó los
colores de la bandera nacional, verde, blanco y rojo. Pero, el blanco, ya
dijimos, es la suma de todos los colores y ¡es lógico! Basta ver la historia
del partido para comprender que en sus ideales revolucionarios están la matriz
y las semillas de todos, ¡todos! los demás partidos con excepción del PAN, que
surgió de entre las cenizas del sinarquismo. Así, solo le quedaban el verde y
el rojo. Escogió el rojo, pero no a regañadientes, sino como consecuencia de la
insistencia de los otros partidos que vieron en el
escudo priyista una suerte de monopolio cromático, aun cuando no se
detuvieron en analizar literalmente los matices (ROLDÁN Benitez, 2016).
Por lo que toca a
MORENA, recordemos lo dicho al principio, su color es resultado de la suma de
verde y rojo.
No importan los
nombres o los grupos, este caldo de olla ya se coció y va tomando un cálido
color de izquierda, vótese por quien se vote. Los debates próximos seguirán
mostrando la fachada de individuos contendientes, de fórmulas ideológicas
acartonadas; pero, detrás, lo que estará en juego será la posibilidad y
factibilidad de arribar una facción u otra al poder.
Mientras en las
formas se sigue dando preponderancia a la persona, al personaje, en el fondo lo
que está en juego es la pertenencia a un grupo o a otros, y eso no solo en
México, sino en la forma como se van alineando los países en el ámbito
internacional, adhiriéndose a los bloques asiático, latinoamericano, europeo,
norteamericano, afroasiático, como ya había previsto Samuel Huntington en su
famoso libro El choque de civilizaciones.
A despecho de Pedro
Ferriz de Con, Margarita y el “Bronco” así lo entendieron y optaron —o no les
quedó de otra— por abrazar el espejismo de la independencia, de un
“ciudadanismo” que en realidad no representan; mientras, en cambio, como los
demás, representan la continuidad disfrazada.
En este escenario,
lo que empezamos a vislumbrar es la inoperancia de los actuales partidos
políticos, en tanto instituciones, con su estructura y sus funciones tal como
están previstas en el papel y en el supuesto; y, aún más, el reconocimiento furtivo
de ellos en semejante crisis.
Lo que vislumbramos
también es la inoperancia de los grandes consorcios de comunicación atropellados
por el marasmo de las redes sociales, marasmo que se traduce en libertad de
elección de contenidos, así sea falsa su fuente y amañada su meta.
La conformación de estas
coaliciones comodinas podría ser el germen de un nuevo reacomodo como el que
procurara a mediados del siglo XX don Jesús Reyes Heroles al propugnar por la
creación de “los partidos pequeños”, contando con el “padrinazgo del sistema”;
pero, esta vez, estaríamos ante la creación de grandes partidos aglutinadores
de voluntades más similares que disímiles. Es una forma distinta de reformar al
sistema político sin pasar solo por el lento y farragoso escrutinio de las
curules legislativas. Es, quizás, el primer paso en el tránsito hacia una
democracia de cinco partidos con posibilidad de representar los extremos
ideológicos, las moderaciones solidarias y, en el centro, el ciudadanismo, este
no como sugerencia, etiqueta o puente discrecional para chapulines, sino como expresión fidedigna del fiel de la balanza
que es el pueblo en plena participación y ejercicio de sus derechos ciudadanos.
El primer paso para asegurar que la alternancia entre fuerzas, ideologías,
intereses puede ser, no solo posible, sino cierta y plausible con miras a una
democracia parlamentaria.
Solo una cosa me
preocupa, aunque suene a extraída de la ciencia ficción y es que dicho reacomodo
no resulte, como en la saga formada por las novelas Divergente e Insurgente,
en la creación de cinco facciones conviviendo en un simulado equilibrio:
Abnegación (la desinteresada), Cordialidad (la pacífica), Verdad (la honesta),
Osadía (la valiente) y Erudición (la intelectual). El resto de la población son
los Abandonados, que no tienen ningún estatus o privilegio en esta sociedad.
Referencias
BALLESTER Brage, L. (1999). Necesidades sociales,
Las. Madrid: Editorial Síntesis.
ROLDÁN Benitez, A. (3
de marzo de 2016). "Proyecto de Decreto que reforma la Ley sobre el
Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales y la Ley General de Partidos
Políticos". Gaceta del Senado, LXIII/1SPO-97(61182). Ciudad de
México, Ciudad de México, México: H. Congreso de la Unión LXIII Legislatura.
Recuperado el 16 de abril de 2018, de
http://www.senado.gob.mx/index.php?ver=sp&mn=2&sm=2&id=61182
VALLE DE MÉXICO., a 10 de abril del 2018.- En sesión pública celebrada la noche de ayer, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación falló a favor del equipo de Jaime Rodríguez Calderón, por lo que éste podrá contender en el proceso electoral por la Presidencia de la República.
En una votación con resultado de 4-3 a favor del gobernador con licencia de Nuevo León, el Trife estaría cambiando la postura que el Instituto Nacional Electoral había asumido de rechazar la candidatura de "El Bronco", tras detectar anomalías en la recolección de firmas, por lo que no alcanzaba el número de apoyos ciudadanos requeridos para aparecer en la boleta electoral el próximo 1 de julio.
Los votos a favor fueron de los magistrados Mónica Aralí Soto, Felipe Fuentes, José Luis Vargas e Indalfer Infante.
En contra del recurso votaron la magistrada presidente Janine Otálora, Reyes Rodríguez y Felipe de la Mata.
De esta forma, la Sala Superior del Tribunal Electoral aceptó las impugnaciones SUP-JDC-186/2018 y SUP-JDC-201/2018 que se habían presentado contra las resoluciones del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, que había emitido en marzo pasado.
La primer objeción buscaba impugnar el dictamen del INE sobre el porcentaje de apoyo ciudadano, mientras que la segunda pretendía quitar el fallo con el que se había determinado que Jaime Rodríguez no había presentado su solicitud de registro como candidato.
El Pleno del TEPJF consideró fundado el alegato de Rodríguez Calderón, quien argumentó que no se le permitió verificar conjuntamente con la autoridad electoral la totalidad de los apoyos que fueron considerados inválidos de aquellos que había presentado.
Además, alegó que el INE le negó el derecho a ejercer una completa y adecuada defensa, porque el procedimiento instaurado por el Instituto a través de una aplicación le impidió contar con argumentos y pruebas para contradecir esa decisión, a pesar de haber asistido en 12 ocasiones a audiencias ante la autoridad electoral.
En ese sentido, el INE deberá emitir un nuevo acuerdo, para pronunciarse respecto al cumplimiento de los demás requisitos legales atinentes y, de ser el caso, otorgar el registro correspondiente, sin que ello implique la validación de apoyos que no cumplan los parámetros normativos.
Lo anterior, porque la determinación se sustenta en la válida presunción de que el aspirante cuenta con el número necesario para alcanzar su registro derivado de las deficiencias advertidas en los actos procesales que originaron la negativa de su registro.