Los chivos ciclistas de la política mexicana

Patricia Elisa Durán Reveles, alcaldesa morenista (ex panista), y
Presidente Andrés Manuel López Obrador (ex priyista).
Foto: Mario Ruíz / Cuestión de Polémica

YA COMENZADAS las campañas electorales rumbo a los comicios de julio de este año, la mayoría de las encuestadoras han reflejado una fuerte tendencia en todo el país mostrando que MORENA podría de nuevo hacerse con la mayoría en el Congreso, aunque no le iría muy bien en algunas de las alcaldías ganadas en 2018. ¿Podría obtener una mayoría suficiente como para dar continuidad al desastre que ha significado hasta ahora la 4T o, por el contrario, sería el segundo aire para demostrar que su capacidad y curca de aprendizaje para gobernar es más acelerada y tersa de lo que ha podido verse?

Aun cuando al PAN, al acceder al poder máximo de la presidencia, le sucedió algo similar y México dio algunos tropezones pagando la novatada de la transición democrática, también es cierto que no le tocó bailar mal. Si a Ernesto Zedillo le tocó bailar con la fea dejada por Carlos Salinas, a Andrés Manuel López Obrador le tocó bailar con la fea, tarada y tullida de la fiesta, y como el pelotero no lleva buen ritmo, pues el danzón ha resultado un desastre, en medio de una pandemia y una recesión mundial que ni el más optimista puede descartar como elemento determinante de las decisiones afortunadas y desafortunadas de propios y ajenos.

La pelea de los partidos ahora está, y así lo han expresado sus dirigentes, en restarle mayoría en el Congreso al partido en el poder, para conseguir un mayor balance en las decisiones, listas o torpes, de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, los números no parecen apoyar esa idea si bien es pronto para hacer algún pronóstico determinante.

A ti, ¿ya te llamó Paty?

Esta mañana de domingo recibí una llamada en mi domicilio, una de tantas que en tiempos electorales suelen ocurrir por causa de las encuestadoras que, tomando datos de las telefónicas (¡qué bueno que no se venden las bases de datos!), han convertido en costumbre. Fue una llamada breve, grabada, automatizada, pero que implicó una preocupación, eso me quedó claro: tanto el partido MORENA como la alcaldesa naucalpense Patricia Elisa Durán Reveles están preocupados porque no figuran en los resultados hechos públicos desde mediados del año pasado por encuestadoras como TResearch, Mitofksy, Berumen y otros.


En las mediciones de estas empresas estadísticas e incluso en las elaboradas por la Asociación Nacional de Alcaldes (ANAC A.C.) alcaldes como Patricia Elisa Durán Reveles prácticamente aparecen reprobados por la ciudadanía, ocupando los lugares más bajos de la evaluación o apenas a escasos lugares por debajo de la mediana. Aun cuando tienen excusa en la pandemia y la recesión, sus desempeños han sido magros. No han bastado las ganas, el entusiasmo, el carisma, la belleza, la simpatía o los contactos.

Los alcaldes mejor evaluados en abril de 2020.
Fuente: Página Facebook de ANAC A.C.

La esperpéntica y casi desesperada alianza entre PRI-PAN-PRD no ha mostrado cambio alguno en las tendencias y, al contrario, parece reforzarlas salvo en algunos casos excepcionales como es Naucalpan, municipio de mi particular interés en tanto habitante del mismo. Y no se diga respecto del resto del Estado de México. ¿Por qué? Porque todos, ¡todos los partidos! los gobernantes y los opositores se han dedicado a hacer acopio de impresentables como candidatos a los puestos de elección popular.

Digo, no tengo nada personal en contra de Paquita "La del Barrio" o de Lupita Jones, pero ya que la primera, con gran ingenuidad y franco desconocimiento declarara, palabras más o menos "yo no sé que hago aquí, pero las personas que me rodean me van a enseñar" (ya se verá qué le enseñan), nos pone en tenderete y de manera prístina la calidad de candidatos que tendremos que elegir aquí y allá los mexicanos en julio próximo.

Es verdad que todos tenemos el derecho ciudadano a votar y ser votados, y que la participación ciudadana es vital para el desarrollo de una democracia sana, pero... ¿Tendrán mejor criterio los neófitos que los profesionales de la política para guiar nuestro destino como nación? ¿Tendrán mejor sentido común que los ahora detentadores del poder, desde la cúpula hasta el más humilde regidor?

La preocupación de MORENA naucalpense y de la alcaldesa se hizo notar más tras la designación de la ex alcaldesa panista Angélica Moya como candidata a la alcaldía por parte de la coalición PRI-PAN-PRD. Quizás de entre todos los alcaldes recientes, la menos vapuleada por la política, errores y maledicencias ha sido Moya, cuya gestión, si no impoluta, por lo menos fue de las menos discutibles y carente de escándalos ominosos.

Mucha agua ha pasado por debajo del puente y quizás algunas de las ideas que no pudo implementar en su primera gestión pudiera llevarlas a la práctica ahora, de resultar triunfadora y, claro, haciendo las adecuaciones pertinentes actualizando ideas y expectativas. Pero, la cosa no está tan sencilla, pues aunque por un lado los panistas ven en ella un respiro, el apoyo de AMLO para la ex panista Patricia Elisa Durán Reveles, el que su hermano y ex alcalde José Luis Durán se enfile como candidato a diputado local por el Partido Verde Ecologista de México (siempre satélite del PRI y ahora satélite de MORENA) parecería significar un fuerte obstáculo a vencer.

La diferencia estadística entre noviembre y diciembre era de escasos cuatro puntos porcentuales entre MORENA y el PAN, y se ve difícil que las fuerzas vivas priyistas y las disminuidas perredistas puedan aportar una gran diferencia. Incluso, la diferencia frente a la posibilidad de anulación del voto es para enfatizar. En noviembre, el desencanto llevó a los naucalpanses a preferir al PAN por sobre MORENA, pero el porcentaje de indecisos que puede traducirse en anulación o abstencionismo resultaba ya elevado.


La pregunta telefónica cuestionaba a uno sobre el parecer acerca de la gestión de Patricia Durán, limitándose a preguntar si se estaba de acuerdo o no con su gobierno. Es claro que MORENA y Paty quieren tener claro qué les falta o sobra para remontar una diferencia sustancial frente a Angélica Moya, y deja clara también la intención de Paty para reelegirse, digo, haría bien si lo que quiere es sacarse la espinita de gobernar sin gobernar por culpa de un maldito bicho que ha tenido a todos encerrados, pero que también ha servido de pretexto para la imposición de cuestionables políticas a medio tueste y de planes como el de Desarrollo Urbano que tanto ha dado de qué hablar. Deja claro también que el partido duda en la posibilidad de esa reelección, aunque en realidad desde los comicios anteriores no ha tenido de entre sus filas nadie con tamaños para encaminar al puesto.

Paty, quien alguna vez se declaró fan de este plumífero y este espacio (honor inmerecido), ha tenido en contra una pandemia, una recesión mundial, pero también las malas prácticas políticas de quienes se han dicho paladines contra la corrupción cayendo en lo mismo que señalan frente a los que ellos han llamado, en contraposición, paladines de la corrupción.

Cuando pienso en Paty, promotora de la transparencia en el Estado de México, primero me viene a la cabeza la imagen de Morticia Adams, cuando al comienzo de su gobierno compartía poder con Manuel "Homero" Espino, ni más ni menos que el creador de la frase que encasilló a AMLO como "un peligro para México" y hoy se desempeña como delegado para el mismo. Luego, más me ha hecho imaginarla como Penélope Glamour en medio de peligros, enlodada por el resto de los locos villanos de la carrera política, amenazada desde el inicio de su gobierno por el narcotráfico con multitud de mantas presumiblemente firmadas por Ismael "Mayo" Zambada y en medio de intereses familiares y económicos diversos. Y es que hay que ver que esta es una loca carrera hacia el 2024 que pasa por la pista enredosa y enredada de los comicios de julio de este 2021 y por el acomodo de fuerzas de toda índole para reconstituir a la llamada "mafia en el poder" más allá de la etiqueta retórica gustada y gastada por AMLO.


La división de las huestes morenistas y lopezobradoristas no ayuda a tener un panorama que no parezca de caricatura salida de la pluma de algún momenro de la más burda factura, como tampoco ayuda la división interna del PAN que, dispuesta a reconciliarse con Margarita Zavala, opta marginalmente por hacer como que la virgen le habla. Mientras Ricardo Anaya incursiona en las prácticas lopezobradoristas haciendo campaña para la presidencia desde ahora, tres años antes. Si a aquel le sirvió estar chingue que jode por 18 años, ¿por qué a mí no?; ha de pensar.

Hoy, la revista electrónica Polemón publicó un editorial que revisa la calidad de impresentables de los candidatos a diputados y alcaldías y algunos gobiernos estatales que están siendo promovidos por el Partido Acción Nacional. A primera vista el artículo se antoja indiscutible. Sí, mucho de lo expuesto en él encierra verdad; pero, si hemos de ser objetivos y neutrales, ¿no han hecho lo mismo MORENA, PRI y todos los demás, no ahora sino desde la creación del PRD? Entre chapulines y patiños, los calificativos empleados en este artículo aplican y han aplicado siempre, empezando incluso por el propio Andrés Manuel López Obrador hoy encumbrado a la posición más alta como mandatario mexicano.

Ayer discutía con alguien y le decía: Si en las elecciones de 2018, cuando ganó López Obrador no había realmente un solo candidato medianamente presentable a no ser por filiaciones y fobias que encarrilaron ya a Meade, Anaya (chamaqueado) y AMLO, y por lo mismo votar por alguien (individuo) se hizo muy difícil, hoy la cosa está peor, pues no solamente abundan los impresentables en todos los partidos, sino las condiciones mismas internas de los partidos los hacen impresentables como instituciones políticas. Y el afán necio de AMLO por abrir la boca a contrapelo de lo que indica la ley para los tiempos electorales no ayuda sino, al contrario, insufla los ánimos y promueve aún más el divisionismo. Y ya se sabe la máxima: divide y vencerás, ¿quién? AMLO es el vencedor al más rancio estilo del PRI anterior a 1994, no su partido ni los candidatos. A él le acomoda gobernar un país donde nadie se pone de acuerdo, porque así él puede dictar lo que es propio y adecuado a la imagen mental que se ha hecho del país, sin oposición, con objetivos extraídos de algún raro manual escrito en calidad de diario íntimo y que, por inconfesable, ni siquiera comparte con los más allegados de su gabinete mientras, divertido, observa en la distancia los jalones de unos y otros, lo mismo los conspiracionistas, los amlovers, los "haters" y demás runfla de troles.

A nadie, a ninguno, candidatos o partidos, les interesa verdaderamente resolver los temas que nos apremian hoy de la salud y la economía. Todos y sin excepción están motivados como nunca antes a arrebatarse el poder de entre las manos o conservarlo para hacer más de lo mismo, bajo distintas banderas y siglas, mientras al resto nos lleva Pifas al rancho del presidente. Y así, todos y cada uno en cualquiera de los puestos que ocupan hoy o pretenden ocupar, desde la presidencia de la nación hasta una regiduría, andan como el chivo ciclista: tratando de hacer equilibrio, pero estrellándose, a querer o no, contra el gendarme de la realidad y atropellándonos a todos a su paso.


Pronostiqué más de una vez que el 2018 lo ganaría la izquierda mexicana y muy probablemente MORENA y AMLO. Así fue, sin que ello signifique que tenga voz de profeta. En 2018 yo anulé mi voto y para la presidencia voté en blanco, anotando mi nombre completo, José Antonio de la Vega Torres, como candidato no registrado a la presidencia de la República. Los mismos lopezobradoristas que estaban en la casilla, en calidad de funcionarios escrutadores se burlaron abiertamente del hecho, exhibiendo mi voto expresado a ciencia, paciencia y a mucha honra.

Mi voto está decidido

Para este 2021 no pretendo influir de ninguna manera, solo expreso abiertamente mi sentir y pensar y anuncio desde ahora que este año anularé enteramente mi voto, sin que ello signifique abstenerme de hacerlo.

Reitero lo que he dicho en artículos muy anteriores: el voto es, más que un "deber" ciudadano, un derecho humano y más, una forma de expresión. Más allá de la moralidad, el verdadero humanismo electoral pasa por la definición de dicho acto realizado en forma de sufragio.

Me replicaba esta persona que entonces, si anularé y he anulado mis votos, entonces no me interesa México, ni la gente que ha sido afectada por las decisiones de gobierno y que me importa un bledo quién termine gobernando; y respondí que, al contrario, me interesan y mucho más de lo que puede suponerse. Anular el voto o votar en blanco, ya lo he dicho, no significan, ninguna de las dos formas, claudicar; no significan ceder; no significan eludir; pero, significan una abstención activa, con peso y valor específicos, a diferencia de la abstención pasiva por ausencia, aun cuando sus razones de ocurrencia puedan ser similares y hasta más radicales, en la segunda, como para llevar a la inmovilidad. Su valor no es menor que el del voto marcado y, si es menos "efectivo", es porque la ley y los hombres que la escriben y los jueces que la hacen valer, no le han dado su lugar en una sólida filosofía política.

Francisco I. Madero luchó por un sufragio efectivo y la no reelección de Porfirio Díaz, no por tratarse de un hombre en el poder, sino porque representaba la misma confrontación artificial entre liberales y conservadores encarnada por el mismo Benito Juárez y tantos más en el siglo XIX.

La Revolución nos hizo creer que ese ideal se había concretado a pesar del conflicto entre facciones, y el sistema creado desde Plutarco Elías Calles nos dio una maquillada certeza de que la paz iba de la mano de una supuesta libertad sufragista que "impedía" la reelección, cuando en realidad promovía una distinta manera de reelegir no a los hombres sino la fórmula gobernante y en contubernio con la oposición, dispuesta a mamar del presupuesto en el papel de patiño.

De haber en México un verdadero sufragio "efectivo", si la reelección disfrazada que hemos atestiguado por decenios (primero con el PRI, luego pasando al PAN, luego con MORENA) no ocurriría constantemente haciéndonos creer que nuestro sistema es una democracia en pleno desarrollo.

Si a mí se me presentan dos candidatos A y B y ninguno me resulta una opción viable, nada me obliga a entregar mi voto a la "menos pior" de las opciones. Eso ya lo probamos cuando votamos por el PAN para la presidencia y "sacamos" al PRI del gobierno. Y el PAN gobernó con un congreso medianamente balanceado, por las dudas de que la regara el nuevo presidente. Y lo mantuvimos dos sexenios, dando el beneficio de la duda. Y entonces, la inseguridad nos volvió a meter el miedo y las opciones nos pusieron al menos malo, supuestamente, Enrique Peña Nieto, y volvió el PRI, en ese movimiento pendular observado por don Daniel Cosío Villegas sobre el sistema político mexicano. Y al cabo del sexenio nos pareció habernos equivocado, y nuestras decisiones sufragistas dieron oportunidad a la izquierda, en un nuevo movimiento pendular, permitiendo la llegada, ahora sí de veras y no en medio de un melodrama chabacano a Andrés Manuel López Obrador. Y estoy seguro que tendremos igualmente un segundo sexenio morenista en 2024, quizás teniendo por cabeza a Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal o Claudia Sheinbaum o Perico de los Palotes, con el mismo historial de haber pasado por las filas de este y el otro partidos en su búsqueda acomodaticia. Y estoy seguro que en este 2021 el congreso se equilibrará de nuevo en julio, pero que eso no significará necesariamente un pisotón al acelerador del progreso mexicano.

Nuestra democracia ha demostrado que no puede darse "sin adjetivos", a despecho de Enrique Krauze.

De verdad, ¿más vale malo por conocido...?

Miro los candidatos y miro los partidos y, aunque se coaliguen y alíen —lo que, insisto, es una contradicción de orden ideológico entre partidos—, veo que de todos no se hace uno. Sencillamente no hay a quién irle. Así es muy fácil pasar del grupo de los indecisos al de los que ya tenemos definido el voto desde ahora. Quien tenga su filiación clara, ya sabe para donde jalar. En mi caso, sin duda, la anulación y para alcalde, mi nombre de nuevo en blanco (que no es anulación), como candidato no registrado (¡porque no pienso registrarme ni como independiente, con las trabas existentes ni ganas da; quien quita es clicle y pega, entre broma y en serio!).

En mi caso, repito, la anulación como una reacción virulenta. Para la que sigo esperando la vacuna.

La anulación con la finalidad de que los legisladores acaben por darle significado más que solo estadístico al dato e incluirlo a cabalidad en la ley y el reglamento como una expresión legítima y contable de inconformidad, y para que así sea leída por candidatos y partidos y el sistema entero.

La anulación como un dato capaz de revertir el proceso y generar el cisma necesario para, de veras, transformar las conciencias de los políticos y los ciudadanos.

La anulación como una ruidosa, en lo que de callado tiene, protesta contra el estatus quo.

La anulación como rebelión franca, honesta, determinada.

La anulación como el primer paso revolucionario y pacífico, muestra de desobediencia civil frente a una caterva de imbéciles que no han sabido hacer más que hundirnos, ya con sus buenos e hipócritas propósitos o con sus groseras y aviesas pretensiones y su codicia desmedida.

La verdadera transformación, cuarta, quinta o sexta, pasa por nuestro afán razonado como ciudadanos. Tú, vota por quien, persona física, te parezca la opción adecuada, idónea, pero ya no por el "menos malo" o de lo perdido lo que haya.

Tú, vota por la organización política que llene tus expectativas, no por la que te colme de promesas vanas, recurrentes y calca de tiempos pasados, la misma sopa de siempre.

Vota por lo que sabes, no por lo que crees, supones, imaginas o te cuentan. No te conformes con informarte y participar haciendo boruca, fórmate, lee, aprende, empápate de lo que es la democracia, creada de origen no para dar voz a la mayoría, sino para dar voz, entre la mayoría, a las minorías. La democracia no es, aunque así te la hayan querido vender, el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, y esto por una razón sencilla: el día que la gente del pueblo acceda al poder, ¡Dios nos agarre confesados, en especial a los políticos profesionales! quienes son los actuales y verdaderos detentadores del poder. Para votar y así emitir tu juicio electoral básate en los hechos y no en los dichos, que por sus obras y palabras huecas ya los hemos conocido a los viejos como a los nuevos.

Rumores que son más que una canción


AYER ALGUIEN me preguntaba si creía el "rumor" sobre el estado de salud del presidente Andrés Manuel López Obrador en el supuesto de que padece una embolia y no Covid-19 como se anunciara días atrás.

Respondí que no. Pero, aprovecho mi espacio, nuestro espacio, para extenderme en mis consideraciones.

Sea que solo haya sido contagiado del virus o que haya sufrido una embolia, cualquiera y las dos situaciones pueden ser factibles y posibles en el mandatario, dada su avanzada edad y su condición física y de salud desde el primer infarto que sufriera en 2013 y tomando en cuenta que es diabético; estos dos solos por sí mismos son factores de alto riesgo en esta pandemia, así que el rumor podría contener algo de verdad, siempre y cuando las autoridades de salud y gubernamentales lo confirmaran, cosa que nunca va a suceder.

Hay cosas que los gobiernos se callan, siempre, sobre todo cuando se trata de información cuyos efectos colaterales o derivados pueden implicar nerviosismo financiero, social o político. Hay rumores que, fuera de los más cercanos, en eso quedan, en una información que se lleva el anecdotario. Y en México tenemos muchos ejemplos de eso que, aun teniendo los pelos de la burra en la mano provistos por una fuente cercana, comunicacionalmente acaba confundido en la peluca de la Historia. Uno que me viene a la memoria es la pedrada que supuestamente recibiera Luis Echeverría Álvarez en 1975 durante una visita que hiciera a la UNAM.

No es la primera vez que en México a nuestros mandatarios les ocurren situaciones que afectan a su salud como bien nos recordaba ya en agosto de 2020 Raúl Rodríguez Cortés. Pero, y aquí entra la comezón del régimen, de cualquier régimen, ningún gobierno da su brazo a torcer notificando los pormenores "privados" de la cabeza, aun cuando sea no solo de interés sino de relevancia públicas, a menos que se trate de "minucias" sin grandes consecuencias o hechos incontrovertibles, evidentes y escandalosos, como pudo ser el atentado que cobró la vida de John F. Kennedy o casi mata a Ronald Reagan.

Este es otro dato que nos pone de manifiesto el retroceso en el tiempo que nos ha traído el actual gobierno de la 4T. Aquí y muchos hemos destacado que la forma de gobernar al estilo de los años setenta era no nada más notorio sino anacrónico. Y cada día confirmamos esa lectura. El hecho de la forma como se ha manejado por el gabinete y el equipo detrás del presidente el asunto de su enfermedad solo subraya el dato que creíamos superado luego de que la apertura a los medios se hiciera mucho más franca, en la idea del interés público, en los sexenios de Ernesto Zedillo y de Vicente Fox. Del primero nos enteramos de su operación de rodilla, y los rumores no se hicieron esperar: que si le había disparado un francotirador, etc. En el caso de Fox, sus padecimientos mentales, su medicación psiquiátrica dio tela de donde cortar a periodistas, cartonistas y público en general. Abrir la información entonces, sin embargo y contra lo que piensan los que manejan la secrecía, en vez de suscitar un cisma, calmaron las aguas, dieron certeza o por lo menos dieron cauce positivo a los rumores sin desmentirlos pero matizándolos.

El actual gobierno, ya bastante criticado por los errores, las mentiras, las exageraciones, el divisionismo que ha provocado, no puede darse el lujo ni con simpatizantes ni con opositores de dar motivos para la maledicencia. Y eso es lo que se lee detrás de las contradicciones en este caso tanto como de los rumores, con o sin sustento.

Si la oposición se ve mezquina, por decir lo mínimo, deseándole mal al mandatario como a cualquier persona (nunca desees ni a tu peor enemigo lo que no quieras para ti), del lado de los simpatizantes lo que hemos podido ver a sido una repentina angustia combinada con un exceso de confianza que deriva en más inquina. Y eso no lo pueden permitir ni AMLO ni su gente. Más les valdría a todos que, tan pronto como sea posible aclaren, si se quiere matizado, el rumor. Que nada tendría de particular que el presidente hubiera sufrido una embolia, si es que él y su equipo confían en las instituciones. ¡Ah! ¡Cierto! Olvidaba que el mismo AMLO había declarado años atrás mandar al Diablo las instituciones, entonces, con o sin embolia o Covid-19, lo que pesa en el ánimo es la sensación de orfandad en un pueblo para el que, de nuevo, se le trata como a un infante ingenuo, lento en su desarrollo, inmaduro incapaz de comprender que nuestra Constitución nos brinda los elementos suficientes para resolver casi cualquier situación.

En el supuesto de que el presidente haya sufrido una embolia:

La embolia cerebral es un tipo de infarto cerebral (accidente cerebrovascular), es decir, se trata de una enfermedad vascular que afecta a las arterias del cerebro o a las que llegan a este.

El problema se produce debido a la obstrucción de un vaso sanguíneo, lo que lleva a la formación de coágulos en la sangre. Estos coágulos se pueden generar en cualquier parte del cuerpo, y posteriormente viajan por el torrente sanguíneo hasta el cerebro, produciendo una embolia.

Al ocurrir esto, las células del cerebro quedan sin oxígeno y pierden su función, con lo que producen daño cerebral, lo que compromete la vida, o deja secuelas permanentes en el paciente, tales como parálisis o trastornos del habla.

... De ser cierto, la institución presidencial se vería sujeta por ley a un proceso de restauración, siendo en primera instancia la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, la encargada del despacho (no nada más del despacho de las "Mañaneras") y en ella recaerían las decisiones conducentes a convocar a nuevas elecciones junto con el Congreso, el que se erigiría en Congreso Electoral para designar al presidente sustituto, cargo que podría recaer, de acuerdo con la Constitución, en el Presidente de la Suprema Corte de Justicia Arturo Zaldivar Lelo de la Rea o en el mismo encargado del despacho o en algún candidato sugerido por las bancadas.

También cabe aclarar que todo ello dependería de la gravedad del caso, pues médicamente se han dado casos de embolias cuya recuperación es rápida y no dejan grandes secuelas. Pero, si el cuadro ha sido complicado con la presencia del Covid-19, entonces el pronóstico podría ser reservado.

Los casos de embolia cerebral asociados a los efectos colaterales del Covid-19 no son aislados ni extraordinarios como reportan los informes médicos más diversos, si bien es cierto que en la literatura médica conocida y generada  a lo largo de un año se informa que se corresponden con apenas un uno por ciento de las causas de mortalidad. Y en el caso de padecer el presidente de una embolia cerebral, tendría que aclarársele al pueblo mexicano la gravedad de la misma, de la que dependería la incapacidad temporal o definitiva del mandatario. Es decir, AMLO podría seguir gobernando en semejante condición siempre y cuando sus procesos mentales, más que los físicos, no se hallen deteriorados al punto de la invalidez o, para usar el eufemismo, discapacidad y, por supuesto, contando con el apoyo no nada más incondicional sino certero de su equipo, lo que por ahora nomás no es ha visto por haber apostado todos al "gobierno de un hombre". La Historia nos ha presentado muchos casos de discapacitados que, no obstante su condición, no nada más han destacado sino han incidido positivamente en sus pueblos.

La 4T y el gobierno emanado de ella, hoy, tienen que revaluar los dichos y los hechos y empujar al país por la senda de la reconciliación, aun tratándose de tiempos electorales. A nadie hace bien lucrar con los rumores como tampoco acallar información que es vital para el buen desempeño de los mercados, la sociedad y la política de México.

La secretaria Sánchez Cordero hasta ahora ha sido o un pieza caracterizada por una gran discreción o un a franca nulidad en más de un aspecto. El desgaste del canciller Marcelo Ebrard, todólogo, es notorio. En la medida que los partidos enfoquen sus baterías al bienestar del país y no a dar palos al avispero, rumores o no de por medio México saldrá fortalecido.

Y con lo siguiente termino. Si con Trump el tema de su infección fue cierto o una estratagema electoral es casi tan dudoso como en el caso de AMLO. Pero, si con AMLO el rumor de un estado más delicado de salud fuera cierto, ya como estratagema electoral o como verdad, nos pondría en evidencia la mezquindad de tirios y troyanos en la búsqueda por conservar el poder.

Cuando la gramática perdió valor o la desunión de los opuestos. Un discurso nunca pronunciado.


Lectoras y lectores, amigas y amigos, seguidoras y seguidores de estos Indicios Metropolitanos que tienen a bien justipreciar las palabras y los enunciados que aquí vierto con amor a mi oficio de escritor y a la lengua que me sostiene:

SI BIEN EN PERIODISMO la objetividad es discutible, casi tanto como la neutralidad, por aquello de la intervención que sobre la narración de un hecho imprimen el periodista o el medio para el cual trabaja, ya desde el punto de vista elegido para la descripción o el argumento empleado para la explicación, es aún más cierto que en Lingüística el valor del signo depende del significante y nunca al revés, y que el referente es la piedra de toque mediante la cual el triunvirato consigue la cabal comprensión.

Leo una nota en el diario El Financiero cuyo titular dice de manera errada: "Estos son los requisitos que pedirá EU para las y los viajeros que ingresen al país".

¿Cuál es el error en esta nota, ya desde su encabezamiento? Muy aparte de abreviar equivocadamente el nombre de Estados Unidos, debiendo decir EE.UU., pues el estúpido e insistente, machacón afán por insertar un discurso "políticamente correcto" más producto de la imbecilidad de la lucha de géneros y, por ello, incidir obtusamente en la innecesaria redundancia gramatical la cual también requiere de ser empleada con algo de virtuosismo, cuando viene a efecto.

Que lo hagan los estúpidos políticos ya resulta chocante como para que además incurran en ello los colegas periodistas que se supone conocen y dominan el lenguaje.

Basta decir "los viajeros", que el artículo "los" en el doblete, aunque masculino, en su semántica contextual se hace neutro y abarca a todos los géneros y siglas estúpidas que quieran incluir del impronunciable LGTTTBIQ o como sea. Ahora, he dicho, "semántica contextual" porque el contexto es relevante y la concordancia gramatical indica que el adjetivo vuelto sustantivo por el uso del artículo determinado (en el ejemplo no decimos "las mujeres viajeras", sino se apocopa a "las viajeras") ha de adoptar el género del artículo que le precede. Así que, ¡oh, sorpresa!, al colocar en segundo lugar a "los", las mujeres (independientemente de si pertenecen a alguna de las siglas mencionadas o son francas) han quedado de nuevo excluidas por la concordancia. Igual pasaría viceversa, si se dijera "los y las viajeras". Sería incorrecto decir "los y las viajeros" o "las y los viajeras". Entonces, la estupidez queda en evidencia. Así sucede también cuando, como vemos en los anuncios del INE para el actual periodo electoral hacia los comicios en México, en julio de 2021, se destaca que "todas y todos votamos", cuando el pronombre indefinido, repito, indefinido, "todos", por su indefinición ya incluye a todos los géneros, y digo todos por "respeto y corrección política" (valga la ironía al propósito), porque al cabo solo hay dos géneros independientemente de las variantes que en identificación hagan los individuos; hay masculino y femenino y sanseacabó, así se hable de una lesbiana o de un lesbiano (que en estricto sentido no aplica a un varón a menos que sea oriundo de la isla Lesbos). "Esto ocurre" —explicaba ya en 2007 el catedrático de la Lengua José Antonio Martínez en la revista Pensamiento Crítico— "porque la concordancia –como procedimiento formal de integración de la información léxica– es sistemática e implacable, y una vez desencadenada, ya no se puede hacer otra cosa que tirarse en marcha e interrumpir el discurso, incurriendo en lo que se conoce con el feo nombre de anacoluto". Para "los y las" que no quieran remitirse al diccionario por pereza intelectual, se llama anacoluto a la inconsistencia en la construcción del discurso, y eso es lo que estamos atestiguando ya todos los días.

Pero, ¿qué no se dan cuenta todos esos que defienden semejante aberración lingüística que, en la búsqueda de incluir e integrar a los grupos, para formar identidad de pertenencia, a la vez promueven la exclusión, la discriminación endógena? ¡Sí!, la que reza y espeta a la cara del otro "soy esto y a mucha honra y hazle como quieras", olvidando que quien se yergue digno es tan persona como quien lo mira o ataja o señala, con o sin razón, justa o injustamente.

En vez de unirnos más como especie, en la "defensa de los derechos" estamos consiguiendo dividirnos más y más, vernos como extraños en vez de como iguales.

Que conste que no estoy en contra de la defensa de los derechos, del esfuerzo que ha costado conseguir y hacer conciencia, y que estoy claro que aun falta camino por andar al respecto; pero, cada día me convenzo más de que el camino que creíamos adecuado, correcto, ha sido el fallido, lleno de recovecos, meandros, grietas, circunvoluciones, divergencias, perversiones que desvían de lo que tenemos como objetivo: ser mejores seres humanos.

Si antes nos veíamos con desprecio acusando raza, clase social, hoy a esas categorías hemos sumado más clasificaciones y, si por un lado significa la aceptación de la diversidad, por otro lado significa la exultación de lo distinto no para comprender lo que nos equipara, sino para establecer fronteras más sutiles y próximas y peyorativas y egoístas de las ya existentes entre países, sistemas, ideologías.

El discurso de género es una mini ideología que busca asentar mini idiosincrasias. Tras la caída del Muro de Berlín, ¿creímos habernos liberado de la taxonomía provista y promovida por el Estado? ¡Sorpresa! Ni fue así y, al contrario, llevados por el rencor, el miedo y el afán reivindicatorio hemos prohijado una nueva Torre de Babel y una taxonomía más especializada, reduccionista y maniquea. Un discurso de odio disfrazado de tolerante comprensión y asimilación, plagado de eufemismos disfrazados de enunciados sensibles aunque tan segregacionistas como lo mismo que pretenden descontinuar.

Así como en la música, por ejemplo, a la cultura del bolero se opuso la contracultura del rock, a la cultura del machismo  grotesco se ha opuesto la contracultura del feminismo a ultranza y, ya se sabe lo que ocurre con todas los movimientos de contracultura: tarde o temprano el sistema los absorbe, adopta y adapta, no para aplastarlos, sino para insuflarlos hasta el paroxismo y luego, con carácter dominante, imbricarlos como parte de la política misma, consiguiendo que los miembros se ostenten como "triunfadores" frente al sistema, cuando en realidad han sido sumados al mismo, como una pieza más del engranaje que lo hace funcionar sin que ello signifique una suerte de ramplón o retorcido conspiracionismo. Al bolero le siguió el rock, le siguió la salsa, le siguió la banda y así, como una paráfrasis del poema de Gertrude Stein que reza que una rosa es una rosa es una rosa. Y la traigo a cuento porque Gertrude Stein (1874-1946) era, nos recuerda el articulista andaluz Carlos Manuel López:

[...] feminista y lesbiana y además una ferviente trabajadora del lenguaje literario; y, en este sentido, su caso es comparable al de Teresa de Jesús: habitante, hacía siglos, del mismo distrito infernal.

[...] Al igual que la monja abulense, Miss Stein, fundadora de lengua,  practicó una libertad  perfecta a la hora de escribir. Inventó una nueva forma de concebir la frase, una nueva forma de puntuación radicalmente distinta y libérrima con el objetivo de romper las numerosas  barreras inútiles de la sintaxis, y, por añadidura, lograr la nitidez y la exactitud expresivas.

[...] El pensamiento helicoidal característico de Gertrude Stein avanza mediante estructuras deliberadamente  reiterativas  para obtener un preciso reflejo de la realidad, la existente y la inexistente: cuando la realidad se transmuta en ultima ratio regis. Ella deseaba plasmar la cadencia del mundo visible, mientras vivía atormentada por el problema de lo externo y lo interno.

[...] La teoría literaria de Gertrude Stein gira reincidentemente alrededor de la pasión intelectual por la exactitud, y esto la asemeja a Santa Teresa, que se esforzaba en transmitir, con el mayor rigor posible, la inefabilidad de sus experiencias místicas. [LOPEZ, op.ref.].

La gramática, aunque sujeta a la evolución dinámica del habla en su funcionalidad semántica, en cambio en su estructura sintáctica da coherencia que mira más allá de esa evolución, busca y procura la exactitud. Ello no la hace inamovible, pero da certitud sobre lo dicho y lo por decir. Toda esa sabiduría milenaria está sintetizada en los artículos neutros, los artículos y pronombres indeterminados capaces de referirse al ser y no a su accidente, pues el género es eso, un accidente y nada más. Podrá alegarse que el recurso retórico de añadir esa "precisión" políticamente correcta abona al desarrollo de una estilística contemporánea de una política inclusiva; pero, hace justo lo contrario al extraer del indeterminado "los" el femenino "las". ¿No sería en ese caso más preciso, siguiendo el estilo de Gertrude Stein, decir: "Estos son los requisitos que pedirá EE.UU. a quienes viajen a su territorio". ¿Están o no están todos y todas incluidos e incluidas, valga la redundancia?

Valga también traer a cuento la recomendación del citado académico de la Lengua en relación del uso de semejante doblete referencial característico en la oratoria de más rancio cuño [ibid.]:

Esta fórmula –que prolonga el señoras y señores de siempre– se ha generalizado en los actos de palabra públicos y formales: mítines políticos, solemnes alocuciones, aperturas de curso…, hasta el punto de que no seguir esta convención verbal sería hoy ya casi una grosería. El doblete puede resultar elegante, pero siempre que no sobrepase los límites del vocativo. Porque, cuando entra en las normales funciones sintácticas del enunciado, puede amargarle la elocución al más temerario de los oradores, y también meter al auditorio en una situación de nerviosismo incontrolable [...].

Se alegará nuevamente que el ejemplo empleado para este ensayo crítico no sobrepasa los límites del vocativo sumando doblete tras doblete como suele hacerse en los saludos de preámbulo oratorios, cierto; no obstante, el que se haga ya tan usual en todos los políticos, en todos los actos con cualquier pretexto y ya no nada más en los ámbitos políticos raya en los límites del vocativo por extensión cotidiana por vía de los medios masivos de comunicación, las redes sociales, los servicios de mensajería digital convertidos en modernos templetes. Así, y para terminar, aun cuando la "corrección política" oratoria, discursiva apunta a un noble fin, yerra en su consecuencia. Verdad, errar es humano, dobletear es cortés y no quita lo valiente; pero, abusar del tropiezo tantas veces y a propósito con la misma piedra ya es cosa de imbéciles.