Donald Trump: ¿Calígula o Nerón?

Artículo e imagen elaborados con asistencia de inteligencia artificial

El Nuevo Desorden Mundial y el Eco del Siglo XIX

En un escenario donde la historia se repite como una farsa de mal gusto, la figura de Donald Trump se erige como el enigma político definitivo, evocando a dos de los emperadores romanos más escandalosos: Calígula y Nerón. Su reelección y sus decisiones desmedidas han acelerado una reconfiguración geopolítica y geoeconómica que recuerda al “desorden ordenado” del siglo XIX, cuando el multipolarismo caótico, el proteccionismo extremo y los nacionalismos agresivos gobernaban un panorama de alianzas volátiles, donde el narcotráfico, la represión estatal y la censura informativa se entrelazaban con el poder.


Parte I: La Roma Decadente en la Era Trump

Entre el Capricho de Calígula y el Espectáculo de Nerón

Trump, tanto en su primer mandato como en su regreso, actúa como un moderno emperador romano. Al estilo de Calígula –recordado por su crueldad, sus escándalos sexuales, su desprecio absoluto por las normas y la infamia de nombrar a su caballo Incitatus cónsul–, Trump utiliza Twitter y órdenes ejecutivas para desmantelar acuerdos internacionales: el Acuerdo Transpacífico (TPP), el Acuerdo de París e incluso el TLCAN, que él mismo rebautizó como T‑MEC. Su grito de “América Primero” resucita la lógica del proteccionismo del siglo XIX, aunque contrasta con los principios detrás de la frase "América para los americanos" de la Doctrina Monroe. En esa lógica, cada nación se cierra a sus propios intereses mientras el multilateralismo se desmorona en un juego de suma cero.

Pero no es solo el capricho lo que define su legado. Como Nerón, que tocaba la lira mientras Roma ardía, Trump ha convertido la gestión de crisis –desde la pandemia de COVID-19 hasta el asalto al Capitolio, su versión de "la noche de los cuchillos largos"– en un espectáculo que privilegia el show y la polarización frente a un liderazgo responsable. Su imagen se fusiona en esta dualidad con la de un emperador que prefiere el derroche visual a la acción sustantiva, evidenciando la inoperancia del capitalismo depredador y dejando a las instituciones democráticas al borde de la decadencia.

La presidencia de Joe Biden, promocionada como “el regreso a la normalidad”, ha servido paradójicamente para alimentar el desencanto con el establishment. Biden, como Claudio en la Roma de Nerón, intentó restaurar el orden, pero su gestión –titubeante ante la inflación, la crisis migratoria y las retiradas caóticas en Afganistán y Ucrania– solo reforzó la narrativa trumpista de que las élites son inherentemente incompetentes, lo que en sí implica una contradicción proveniente de un miembro de esas mismas élites. En este contexto, la figura de Andrés Manuel López Obrador, cuya administración se caracterizó por dividir y someter, se presenta no como un contrapunto sino como un burdo indicio que ya resaltaba la tentación de la arbitrariedad.


Parte II: La Geopolítica del Caos y del Big Money Mafioso

La Política Transaccional, el Control Informativo y la Violencia Organizada

El estilo de Trump trasciende lo meramente nacional para escenificar una geopolítica del caos. Su política de aranceles —imponiendo un 25% a México y Canadá y aumentando en un 10% los impuestos sobre productos chinos— es la encarnación moderna del “Big Stick” proteccionista, una estrategia que evoca el proteccionismo de McKinley, pero distorsionada por la megalomanía de un Calígula moderno. Los acuerdos comerciales se transforman en herramientas de dominación y rescate financiero, donde las fronteras son barreras arcaicas y los socios, simples vasallos, al punto de deleznarlos con calificativos como que Canadá es el estado cincuenta y uno, o que México es "ese territorio al sur de nuestra nación". Y si por un lado se queja y reclama la grosera distribución de fentanilo a través de las fronteras de sus socios, no muestra la menor verdadera intención por remediar los males asociados a las drogas en el propio Estados Unidos. Al contrario, pues incluso la Corte ha desestimado con escepticismo los alegatos de México acerca de que son las empresas armamentistas estadounidenses las que dotan de capacidad de fuego a los cárteles del narcotráfico. Razón por la que declarar a estos como "terroristas globales" encierra una doble moral.

El Papel de México: Entre el Chivo Expiatorio y el Catalizador Regional

En este tablero global, México se posiciona en una situación paradójica. Tradicionalmente, ha sido el chivo expiatorio de las amenazas migratorias y de seguridad de Estados Unidos, no solo ni especialmente de Trump, utilizado para justificar muros y aranceles, como si el país fuera el origen de todos los “problemas” estadounidenses. Sin embargo, México también emerge como un actor crucial en la reconfiguración regional. Con un gobierno que, pese a la presión de Washington, impulsa reformas que abren la puerta a la represión estatal –recordando sin nombrar explícitamente el “delito de disolución social” del Movimiento del 68– y que busca sustituir importaciones chinas con bienes locales para fortalecer su soberanía económica, México podría redefinir el equilibrio de poder en Norteamérica. Pero también de las rutas de distribución del comercio internacional y no solo de las drogas, pues proyectos como el Tren Transístmico (construido con inversiones chinas) ponen en tela de juicio la relevancia en costos del Canal de Panamá que hoy, Trump, declara abiertamente que quiere recobrar, lo que en cierto modo ya de inmediato consiguió luego que BlackRock, la enorme trasnacional, comprara los puertos principales en los extremos del canal, por cierto reconstruidos por los chinos. No fue un triunfo de Trump, como se anunció, sino un triunfo más de su acreedor principal, China.

El reciente discurso de Trump ante el Congreso, cargado de amenazas y retórica incendiaria, ha encendido alarmas a nivel internacional. Mientras en Estados Unidos se debate el alcance de sus declaraciones, funcionarios chinos aseguran estar “listos para cualquier tipo de guerra”, declaración a la que ha contestado ya EE.UU. ¿Estamos al borde de una nueva conflagración mundial? La convergencia de tensiones en migración, comercio, narcotráfico –con decretos que califican a cárteles de fentanilo de “terroristas”– y la creciente censura en redes sociales para combatir las denominadas fake news hacen que el panorama global sea cada vez más incierto.

La Repartición del Mapa y el Nuevo Mundo

Trump no se contenta con la agresión comercial y la retórica incendiaria. En un acto que evoca los oscuros días de Rodrigo Borgia, conocido como Pontífice Alejandro VI, el mandatario se lanza a “reconfigurar” el mapa geopolítico. Con decretos absurdos, nombra a Canadá “el estado cincuenta y uno”, clasifica a México como “el territorio al sur de nuestra nación” y se atreve a renombrar, entre otros accidentes geográficos, el Golfo de México como “Golfo de América”. Estos gestos no son meras excentricidades: son intentos de dividir el mundo y asignar territorios a conveniencia —nada distinto de lo que ha pretendido China con su plan de "Línea de nueve puntos" o "Gran Muralla de Arena" con que crea un anillo protector y una red de suministro recobrando territorios marítimos antes ocupados por esa nación en el Mar de China, y reclamando su autoridad sobre islas como Taiwan— en una lógica que recuerda al reparto del Nuevo Mundo por los Borgia, quienes, con la bendición del poder papal, esculpieron el mapa de la hegemonía en la era de los descubrimientos.

Paralelamente, el control informativo se ha intensificado. La administración trumpista utiliza la lucha contra las “fake news” para justificar una censura que borra verdades incómodas, ignorando que muchos gobiernos, incluso los propios, generan desinformación para moldear su imagen. Esta censura, combinada con el menoscabo de libertades –similares a las restricciones que se viven en regímenes autoritarios como el chino– profundiza el clima de represión y aislamiento.

Además, la influencia de los cárteles de delincuencia organizada, que se infiltran en las políticas gubernamentales y participan en guerras por territorio y canales de distribución del fentanilo, sirve de pretexto a medidas represivas que exacerban la militarización de las fronteras y consolidan un círculo vicioso de violencia y control estatales.

Y en medio de este caos, figuras como Elon Musk, Sam Altman emergen como protagonistas ambiguos. Oscilando entre genios tecnológicos y bufones. Musk se asemeja a Hermann Goering y al mítico Incitatus –el caballo de Calígula–, simbolizando un poder arbitrario que, en manos de los nuevos señores feudales de Silicon Valley, se entrelaza con el Big Money mafioso para transformar el espacio digital y comercial en una nueva arena de dominación.


Parte III: Reflexiones y Perspectivas – ¿Pax Mafiosa o Abismo?

Hacia un Nuevo Orden en Medio del Caos Global

Si la antigua Roma fue testigo del colapso de instituciones y la fragmentación del poder, hoy el legado de Trump parece sentar las bases de una “Pax Mafiosa”, un nuevo orden en el que el desorden se normaliza y las reglas tradicionales se desvanecen. Su imperio se sustenta en un transaccionalismo brutal y en la imposición del miedo, donde aranceles, decretos represivos y control de la información son la moneda de cambio.

El reciente discurso de Trump ante el Congreso ha reavivado tensiones globales, y las reacciones no se han hecho esperar: mientras EE. UU. debate la veracidad y el alcance de sus declaraciones, China proclama estar “lista para cualquier tipo de guerra”, y el ambiente de confrontación se intensifica en foros internacionales. Este clima se agrava con la lucha por recursos estratégicos, desde tierras raras hasta el control de sectores tecnológicos y energéticos, y se ve agravado por el cambio climático, que acelera la degradación del medio ambiente y pone en riesgo la supervivencia planetaria.

Ante este panorama, se vislumbran tres escenarios alarmantes:

  1. Fragmentación de la OTAN: Si Europa no logra consolidar una defensa propia frente a una Rusia agresiva, el antiguo orden liberal podría desmoronarse en una red de alianzas rotas.

  2. Guerra Comercial Total con China: Una escalada de aranceles y sanciones podría desestabilizar las cadenas de suministro globales, provocando una crisis que impacte desde semiconductores hasta la inteligencia artificial.

  3. Carrera por el Ártico y la Antártida: La fiebre del “oro blanco” en el Ártico, sumada a la posibilidad de romper tratados internacionales en la Antártida, podría desencadenar conflictos por recursos vitales en un escenario de competencia feroz entre EE. UU., Rusia y China.

Lo que AMLO fue para México –una figura que supo capitalizar el desencanto y reconfigurar la narrativa política, aunque con sus propias contradicciones y aperturas a la represión– Trump lo es para Estados Unidos: más síntoma que causa, un reflejo roto de un sistema en decadencia. La verdadera cuestión es si este caos servirá de cimiento para una nueva era de “Pax Mafiosa”, donde el poder se negocie en términos de dinero, miedo y control, o si aprenderemos de nuestros errores para evitar que la farsa se convierta en una tragedia irreversible.

El reloj no se detiene, y la historia, con su ironía punzante, espera. La decisión está en nuestras manos: ¿despertaremos antes de que el espectáculo del desorden se consuma por completo, o seremos cómplices de un futuro incierto y potencialmente explosivo, al borde de una conflagración mundial?

Rumbo a un México sin espinas


LO HE VENIDO ESCRIBIENDO, aquí y en el grupo de este blog en Facebook, y en la red social X (antes Twitter). Para obtener los favores de la hegemonía emergente de China, México, como otros países tiene que "pagar" de algún modo y no será en lo económico tanto como en lo político, acomodando las piezas de la legalidad para el control al estilo del partido hegemónico chino (poco importa si es o no comunista en su membrete).

La Reforma Judicial, si bien era indudablemente necesaria, no lo era de la manera como se ha impuesto autoritariamente por un Congreso ensoberbecido. Lo mismo podemos decir de la reciente propuesta de reforma a la Ley de Seguridad, y ni mencionar la nueva intentona por imponer una reforma que elimine la posibilidad de ampararse contra los efectos de reformas constitucionales, o la que pretende desaparecer el INAI "pero no la transparencia" —a dicho de la presidenta—. Y sí, la transparencia será mucho más notoria en este gobierno que apenas tiene un mes y ya experimenta la vorágine dejada por el ex mandatario, pero lo será en un sentido contradictorio pues no cabe duda que el cinismo y la desfachatez de los políticos que nos gobiernan es muy transparente.

¿Ante qué estamos? Sin duda estamos ante lo que muchos anunciamos con preocupación: la cancelación de muchas de nuestras libertades frente a la opción de un presumible progreso con miras a los objetivos de la Agenda 2030, así como del acomodo de China como hegemonía relevo de la estadounidense. Estamos ante la respuesta que algunos han optado ante la pregunta: ¿qué prefieres, libertad a costa de tu seguridad, o ceder libertades en pro de mayor control con tal de conseguir una mayor percepción de seguridad?

Los recientes violentos sucesos registrados desde el comienzo del gobierno actual en Culiacán, Tabasco, Chiapas, y muchos otros puntos de México apuntan, en el más acérrimo estilo del terrorismo de estado (en colusión con el crimen organizado) a la desestabilización para propiciar una más marcada inclinación de la ciudadanía para exigir eso: control y sentir que el Estado puede ser capaz de garantizar la seguridad, la paz y la tranquilidad.

Lo que atestiguamos de boca de los políticos no son más que falacias y no otra cosa en las que, dado el saldo rojo real, se forma el caldo de cultivo donde el miedo es el "fiel de la balanza" con posibilidad de llevar a los extremistas (sean de derecha o izquierda) agua para su molino. Si a eso sumamos, no la ausencia, sino la presencia de una oposición disminuida, anulada, malo se antoja el pronóstico para los primeros cien días del gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum.

Si alguno albergaba esperanzas en que pudiera ella, la presidente o presidenta, la letra final poco vale al momento del ejercicio, en hacer la diferencia, vaya poniendo sus barbas a remojo, porque la barbería morenista está determinada a volver a México lampiño. El águila ya voló, la serpiente está entretenida cambiando de piel y ahora toca limpiar de espinas al nopal.

La mesa está puesta

Imagen generada con inteligencia artificial por Indicios Metropolitanos.


ERA DE LA OPINIÓN... lo he dicho en otras ocasiones, y lo repito: MORENA se corresponde con la cuarta transformación pero de los fundamentos del PRI hegemónico y autoritario, y no con las ficciones que nos han querido vender bajo el paraguas de un discurso proveniente de un izquierdismo rancio, enteco, caduco, trasnochado. Es una especie de "segunda temporada reloaded".

Estos cambios y reformas son además parte de las condiciones puestas bajo la mesa por China para justificar los financiamientos que ha venido haciendo en muchos de los proyectos empresariales encabezados de un modo u otro por los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Si a otros países China les ha exigido el pago en recuperación y, al no cumplírseles se ha quedado con la infraestructura para su beneficio (ejemplos los tenemos en Grecia, los puertos y astilleros; en varios países africanos ha "financiado" minas, proyectos urbanísticos), en varios lugares como México la condición ha sido el acomodo de las condiciones políticas para asegurar el cierre del broche que significa nuestro país para la Nueva Ruta de la Seda y sacar a Estados Unidos de la ecuación. Es un intervencionismo que no interviene. Y lo digo así porque ha sido característico de ese gigante asiático a lo largo de su historia por contraste con la política de doble moral estadunidense del "Big stick or big money". EE.UU. siempre aplicó en México lo segundo, salvo en las dos intervenciones militares, de las que una derivó en una invasión oportunista, aprovechando la división interna, la que no sucedió cuando Francia pretendió poner su bota. Mientras los gringos nos agarraron desprevenidos, los franceses toparon con nuestro hartazgo investido de nacionalismo. Hoy, los gringos nos tienen hasta la madre por tenernos como extensión de sus abusos, y los chinos, expertos instigadores, deslizan sus escamas siseando en nuestros oídos promesas de nuevas oportunidades. ¿Serán?

Los recientes intercambios de declaraciones entre AMLO y el embajador estadounidense, sin olvidar las de los candidatos presidenciales y otros actores en el vecino país del norte, o incluso Canadá, abren la ventana para la liquidación del proyecto de economía regional conjunta que nos impulsara como nación regionalmente y ante la OCDE. Sí, leíste bien, ve diciendo adiós al T-MEC antes Tratado de Libre Comercio impulsado por Carlos Salinas de Gortari. Las baterías ahora se enfocan a una relación más determinante y combinada con ambas hegemonías, la china y la estadounidense (gústele a esta o no), y eso requiere nuevos términos en los contratos, términos apelando a un nuevo orden mundial multipolar.

A lo largo del actual gobierno esa fue la consigna, la que en buena parte hubo de seguir Marcelo Ebrard como Secretario de Relaciones Exteriores y Tatiana Clouthier como Secretaria de Economía, y por eso no extraña que ahora Claudia Sheinbaum, en el interés de dar continuidad al proyecto (ni siquiera lopezobradorista, sino de mayor envergadura, pienso en la Agenda 2030) lo nombrara para encabezar la cartera de la Secretaría de Economía, y también de ahí que Tatiana Clouthier haya buscado reacomodarse encabezando el Instituto de Mexicanos en el Exterior (IME) dependiente de SRE. Es decir, la mancuerna Clouthier-Ebrard será vital en la consolidación de esa denominada cuarta transformación, en la parte más fina del hilado. Ya con las elecciones recientes los mexicanos dieron carta blanca y todo el poder a Claudia Sheinbaum, incluso más que el tenido por AMLO, para hacer y deshacer. Solo falta que se acomoden las piezas en el que será de ahora en adelante el partido hegemónico PRI.2, es decir MORENA, donde veo que podrían acomodarse en la presidencia partidista personajes como Gerardo Fernández Noroña (en una suerte de premio de consolación nada despreciable), Ifigenia Martínez (en reconocimiento a su trayectoria y para hacer virtuosa mancuerna feminista con Claudia Sheinbaum, primera presidente o presidenta de México, da igual cómo se diga) o Dolores Padierna Luna (por aquello del liguero que la sostiene en la izquierda, y también por su condición de mujer preparada).

Eso explica la necesidad de dar una vuelta de tuerca al sistema judicial, para acomodar la administración de la justicia y el cumplimiento de las leyes conforme a las nuevas expectativas, sin obstáculos legaloides, pero igualmente ajustados a otras clases de intereses no solo económicos sino ahora además políticos. Y poco importa si en el proceso quedan sacrificadas muchas de las libertades conseguidas paso a paso tras la Revolución. Y también poco importan (a los promotores de dicha reforma) los costos económicos que implicaría la elección popular de jueces en todos los órdenes. El desorden que se avecina en este tema es mayúsculo y tendrá proporciones descomunales que solo mediante el autoritarismo podrían solventarse. Ahí está, otra vez, el ejemplo del sistema judicial chino que varios autores han cuestionado cuán independiente y eficaz ha sido sobre todo después de la revolución maoista [(GAROT, 2009); (LIN, n.d)], sobre todo luego de los acontecimientos suscitados en Hong Kong durante y después de la pandemia. Datos nada menores que hacen cuestionarnos qué ha habido realmente detrás del altercado del cónsul adscrito en Shangai, Leopoldo Michel Díaz, con funcionarios de la embajada incluido el cónsul general Miguel Ángel Isidro Rodríguez, o el ambiente anómalo que se vive en el Consulado General de México en Nogales, Arizona, desde la llegada del cónsul Marcos Moreno Báez desde el veintitrés de mayo de dos mil veintidós, en un caso que parece involucrar un tema de acoso, violencia organizacional y discriminación sexual.

Naciones con semejanzas más allá del ideograma

Hacia los años cuarenta y cincuenta, Ángel Palerm, un importante etnólogo catalán afincado en México hacia los años cuarenta, introductor de la Antropología Social y creador de la licenciatura y posgrado al respecto en la Universidad Iberoamericana, y la cual diera pie a la fundación de la Escuela Nacional de Antropología, decía mediante sus estudios que si había dos naciones casi gemelas en su desarrollo antropológico esas eran México y China.

Hoy más de uno, no solo el colega Pedro Ferriz de Con y quienes le rodean, se espantan ante la posibilidad de que México se vuelva comunista. Y yo siempre he dicho, eso no va a ocurrir. Y no va a ocurrir por una razón: la vocación socialista de México. Y no es lo mismo el socialismo que el comunismo. De hecho, al crearse el PRD la finalidad era, en parte, explorar la posibilidad de un giro en el sistema político mexicano para anclarlo de manera más decisiva en el socialismo democrático. Desafortunadamente en el camino las tribus izquierdistas pudrieron el esfuerzo. A ello se debió, en buena medida, el surgimiento de MORENA como he escrito en este mismo espacio.

Los espantados olvidan que a lo largo de su historia moderna, el interés social del sistema político mexicano ha sido el fundamento de las luchas intestinas desde la Independencia. Los teóricos de la Revolución Rusa dejaron claro que esta se inspiró en muchos aspectos en la Revolución Mexicana, más que en las propuestas de Rosa de Luxemburgo, Marx o el propio Lenin. La gran mayoría de los caudillos revolucionarios fueron impulsados por alguna idea de corte socialista, mejor que comunista. En los años sesenta, Adolfo López Mateos y sus variadas reformas y desarrollos, la creación del IMSS, la creación de los libros de texto en la educación pública, y etcétera tuvieron un corte socialista. Así, todos fuimos, hemos sido educados en una línea socialista con tintes de un capitalismo progresista. En los ochentas y noventas del siglo pasado los programas sociales siguieron la línea, aunque se reconoció la necesidad de insertarlos en un esquema más depredador para acelerar el desarrollo, generando así un incremento en la brecha de desigualdad, tristemente. Eso es lo que muchos llamaron "neoliberalismo". Fue necesario, hoy ya no. El mundo es distinto como las fuerzas enfrentadas en una circunstancia que, punto por punto, confirma los pronósticos dados a finales del siglo veinte por autores como Samuel Huntington augurando un choque civilizacional.

Los conflictos bélicos actuales son un eslabón más como lo son las polémicas obras lopezobradoristas en la construcción del último tramo de la Nueva Ruta de la Seda.

Y mientras nosotros seguimos sumidos en la falsa ilusión de soberanía y autonomía, los verdaderos dueños del tablero mueven las fichas a su antojo, ignorando las líneas trazadas en constituciones, tratados y convenios. Lo que vemos no es más que un reflejo distorsionado de lo que sucede en las sombras, donde las decisiones más trascendentales se toman sin siquiera consultarnos, ocultas tras capas de discursos patrioteros y promesas vacías.

Así, el juego de poder continúa, con México atrapado en su rol de peón en un tablero global donde los alfiles y las torres ya no pertenecen a las viejas potencias, sino a nuevos jugadores que no necesitan declarar guerras para conquistar. Y mientras algunos siguen preocupados por si seremos rojos o azules, ya hemos sido pintados de un color que ni siquiera conocemos. ¿Será que en medio de todo esto hemos olvidado lo más importante: quiénes somos y hacia dónde realmente queremos ir? El tiempo, como siempre, tendrá la última palabra. Pero, ¿nos atreveremos a escucharla antes de que sea demasiado tarde?

___________

Referencias.

GAROT, Marie-José, 2009. https://indret.com/wp-content/themes/indret/pdf/629_es.pdf.

LIN, Li, n.d. https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3020/5.pdf.