A TRAVÉS DEL PUENTE DE CRISTAL

Esto del luto es una monserga, pero también una aventura. Hacía mucho tiempo que no escribía tanto y en tantos lados, lo que me encanta pero también me asusta. Mas no me asusta la responsabilidad, el compromiso, sino el riesgo latente de estar en ascuas por causa del acecho de los fantasmas que fustigan así el dolor como el amor. (Y me asusta que aún no percibo un centavo por esas palabras; y la ausencia de comentarios a veces me hace dudar de su utilidad y penetración, aunque claro, la safisfacción personal y la difusión aparejada por ahora bastan y sobran)
Hay muchas formas de duelo, tantas como cabezas en el mundo y como experiencias afectivas. Pero todos en algún momento de la vida experimentamos El Duelo, así con mayúscula. Generalmente ese tiene que ver con la pérdida del más grande y definitivo amor. Y puede repetirse, aunque graduado. El Duelo es un hito, el punto de partida de la iniciación para ser humano.
Recientemente, la indignación por la tragedia sufrida por las familias de los pequeñitos fallecidos a consecuencia del incendio de la guardería en Hermosillo, Sonora, México, inscribe y nos incluye a todos en esta forma de duelo, si bien los principales protagonistas de esta historia son los padres.
De nuevo, mi madre sale al paso para ayudarme a asimilar la realidad. Pues aun cuando ella para mí representa hoy El Duelo de mi vida (título que se suma a la lista de mis novelas, cuentos, poemas y ensayos que tengo frente a mí en el escritorio, en plena producción) sé por ella y su experiencia personal que incluso semejante quebranto no se compara con la pérdida (por cualquier medio o circunstancia) de un hijo, máxime cuando la privación sucede en las edades más tiernas. En mi familia lo sabemos y comprendemos con claridad y con dolor compartido.
Pensado y dicho lo anterior me veo al espejo y descubro una copia de mí mismo. Una versión masculina y mexicana de Susan Boyle. De pronto me parece ver en derredor máscaras de facciones neutras, sin embargo imitando los rostros de mis seres queridos. La superficie del espejo me revela el cambio que he venido padeciendo día con día. Soy como Bipa, la joven protagonista de La Emperatriz de los Etéreos, con hilos de plata entre los cabellos cada vez más escasos, una piel que se va adelgazando erosionada por la pena, desgastada por la edad. Tras mi mirada ahora más transparente adivino la piedra semipreciosa que palpita en mi pecho, el ópalo que regula mi vida, el reservorio de la belleza y la razón de mi ser. Como agua cristalina, el frío bloque de hielo, el reflejo mercuriano ante mí me expone invertido, divertido, controvertido, en una compleja introversión que apuesta por extrovertirse aunque sea por medio de las promesas contenidas en las palabras, ésas como estas que ahora lees con paciencia y quizás algún afecto, como cruzando un puente de cristal tan firme y vulnerable como el sueño que he tenido.
Aunque no la había leído cuando la mencioné por primera vez en este espacio, La Emperatriz de los Etéreos es una novela cuyo público objetivo lo conforman los infantes y los adolescentes; pero no exclusivamente. Se trata de una historia fantástica, que se antoja de ecología un poco futurista. Es una historia que linda con las fronteras de los mitos de iniciación. Sencilla, visual, su motivo central es el cambio, la única constante en la vida; la transformación de la corporeidad a la espiritualidad, el abandono del prejuicio para abrazar el juicio de la madurez.
No es necesario ser niño o adolescente, físicamente, para identificarse con los personajes de la novela y la historia que narra. Personalmente, al principio me identifiqué con Aer, el amigo de Bipa, por lo curioso, su alegre interés en la novedad, su idealismo y su carácter disperso pero firme. Confieso que a Bipa la repelí por su exagerado pragmatismo que a veces raya en la grosería. Me cayó mal. Pronto descubrí que es más cercana a mí de lo que imaginaba.
Aquí no tiene qué ver el lado femenino o masculino del lector, sino los valores y cómo se van lustrando en el transcurso de la narración muy bien escrita por la autora española Laura Gallego García.
Parecerá que ahora, en el párrafo que comienza, cambio de tema. De ningún modo, mi Elogio de la Lectura consiste en la concatenación de sensaciones y experiencias enraizadas en las imágenes que suscitan las palabras, o las palabras que detonan las imágenes. En el cuento "Carta a una señorita de París" de Julio Cortázar incluído en el primer volumen de los Cuentos Completos editado por Alfaguara y que originalmente formó parte del libro Bestiario, el protagonista y narrador detalla su peculiar estado. Es un individuo que vomita gazapos, conejitos vaya. Aquí usé la palabra gazapo con todo propósito, tanto como sinónimo de cría de conejo, como en su sentido de "error o equivocación que por inadvertencia se deja escapar al escribir o al hablar".
El personaje del cuento se dedica a escribir, así que Cortázar tampoco utiliza gratuitamente la palabra "gazapo" sino como metáfora. Quienes escribimos o pretendemos hacerlo, como dicho personaje vivimos entre gazapos, a veces muy encariñados con ellos a pesar de lo molestos e incómodos que pueden ser. Como el personaje, ahora yo veo mi entorno y, agobiado por la ausencia de mi madre, también concluyo "qué difícil oponerse, aún aceptándolo con entera sumisión del propio ser, al orden minucioso que una mujer instaura en su liviana residencia. Cuán culpable tomar una tacita de metal y ponerla al otro extremo de la mesa, ponerla allí simplemente porque uno ha traído sus diccionarios ingleses y es de este lado, al alcance de la mano, donde habrán de estar. Mover esa tacita vale por un horrible rojo inesperado en la modulación de Ozenfant, como si de golpe las cuerdas de todos los contrabajos se rompieran al mismo tiempo con el mismo espantoso chicotazo en el instante más callado de una sinfonía de Mozart. Mover esa tacita altera el juego de relaciones de toda la casa, de cada objeto con otro, de cada momento de su alma con el alma entera de la casa y su habitante lejana. Y yo no puedo acercar los dedos a un libro, ceñir apenas el cono de luz de una lámpara, destapar la caja de música, sin que un sentimiento de ultraje y desafío me pase por los ojos como un bando de gorriones".
Susan Boyle, como yo y de mi misma edad y también soltera, de algún modo adolescente, también recientemente huérfana; Bipa, como ambos, enamorada de la esencia del huérfano Aer, del que en un momento se ve privada, se lanza a la aventura del duelo y todos, igualmente, nos lanzamos a la búsqueda de nosotros mismos, sin rumbo definido, acompañados apenas por un fardo de recuerdos que, no obstante su peso y apariencia de golem monstruoso, fielmente nos sigue por el sólo hecho de ser el resultado de la memoria, el conjunto más cuidado de gazapos, la reminiscencia de lo que acostumbramos ser como suma de aciertos y errores, la esperanza de resultar en el orgullo de nuestra madre por obra y gracia de nuestros talentos, tal y como promete el físico relativista Daniel Hawking a su mamá dentro de la serie televisiva Lost. "Las costumbres", escribe Cortázar, "son formas concretas del ritmo, son la cuota de ritmo que nos ayuda a vivir". Pero estas también con el tiempo se diluyen convertidas en rutina. La rutina es útil mientras sirve a la construcción de lo que se tiene: la vida.
"Vivir la vida", pone Laura Gallego en voz de Bipa: "eso no tiene precio. Quien no haya pasado nunca frío no apreciará el valor de una huoguera. Quien nunca haya llorado no disfrutará de los momentos de risas. Quien no haya pasado hambre no valorará un plato de estofado caliente. Quien no conozca la muerte no sentirá amor por la vida". Esto es lo que mi Coneja me enseño.

Una postdata para ser congruente con estos Apuntes alrededor del vacío, secuela como bien sabes de mis Apuntes alrededor del Deseo: La Emperatriz de los Etéreos por su impresión es como dos libros en uno. El forro con solapas, impreso en técnicas offset y serigráficas, equivale a uno con cuerpo pero vacío de sustancia; es preferible quitarlo para no dañarlo, así se descubre una portada de diseños menos corpóreos. Es el segundo libro, nada hueco.

Voto Blanco e ingobernabilidad. Un tema que algunos evaden

(Publicado originalmente el 6 de junio de 2006 en mi blog VETA Personalhoy ya con otros contenidos y ubicado en otra dirección; luego el 10 de junio en la versión anterior de este blog de ahora, en Wordpress.
Adicionalmente publiqué un par de podcasts en 2009 al respecto de este tema y para aclarar el origen de lo que se dio en llamar "movimiento anulista". Dichos podcasts pueden ser escuchados en estos indicios y aquí)

Como más de 900 mil mexicanos, recientemente recibí mi nombramiento como funcionario de casilla para el distrito en el que habito. Igualmente se me capacitó para efectuar mi rol adecuadamente y he descubierto algunas cosas que, estoy seguro, la mayoría de nosotros en nuestra calidad de ciudadanos desconocemos, en parte por natural ignorancia de los menesteres propios del proceso electoral y la ley, y en parte por desidia.

Bien, es momento de abrir los ojos a todos aquellos que como yo, no alcanzan a ver un riesgo real, latente y no poco probable de las elecciones en ciernes a celebrarse el próximo 2 de julio de 2006. Dicho riesgo es ni más ni menos la posible ingobernabilidad de México.

No trato de ser alarmista ni cosa parecida, solo referiré una serie de deducciones producto del análisis de dos hechos concretos y que en gran medida coincide con las observaciones de otros; con la diferencia de que en mi calidad de funcionario de casilla, especialmente como escrutador (contador de votos), me veré cercanamente involucrado en tal posibilidad como lo harán miles de otros en mi situación. Y esto lo explicaré mediante el planteamiento de tres escenarios probables derivados de los resultados de las encuestas actuales que indican la percepción de los electores sobre la carrera hacia la presidencia.


Un tema evadido

El primer hecho concreto tiene que ver con la posibilidad que otorga la ley electoral de emitir lo que en otros países se conoce como “voto blanco” y que aquí se ha denominado como voto por “candidatos no registrados”. Un tema que la mayoría de los analistas con voz en los medios masivos de comunicación no ha tocado o de plano evade.

Ocurre que todos aquellos indecisos o en desacuerdo con los candidatos registrados pueden marcar en su boleta electoral la casilla para “candidatos no registrados”. En dicho espacio pueden poner su nombre (si quieren ser presidentes o senadores o diputados), o pueden escribir “Cantinflas”, “Subcomandante Marcos, “Víctor González Torres”, “Dr. Simi”, “Perico el de los Palotes”, el nombre que quieran de la persona que crean digna de ejercer el cargo indicado en la boleta (presidente, senador o diputado). Pero cuando lo hagan deberán tener en consideración algo que nadie nos ha dicho, sino sólo los escrutadores sabemos (y no todos): mientras en la boleta hay una casilla para “candidatos no registrados”, en el acta que se levanta en la casilla hay un espacio para “partidos no registrados”. Es una pequeña gran diferencia este cambio de una palabra, a lo que hay que añadir que el espacio destinado para asentar el “partido” no permite anotar de cuáles o quiénes se trata, en el caso de ser varios.

Es decir, como escrutador estoy obligado a separar los “votos blancos” y contarlos como cualquiera de los otros, pero no hay posibilidad de desglosar los nombres anotados para elaborar una lista de “candidatos”. Estoy obligado a juntarlos a todos en una misma cuenta y tengo opción no obligada de desglosar el resultado en un borrador que no tendría validez legal a menos que fuere integrado en el paquete y debidamente notariado. La ley no prevé esta situación.

¿Qué significa esto? Para que lo veas mejor estudia la siguiente tabla. En ella expongo tres escenarios probables, simplificados y basados en las encuestas recientes, por lo que respecta a los candidatos registrados. Debajo de “otros” he anotado cualesquiera nombres para ejemplificar un desglose de “candidatos no registrados”.



En el primer escenario, la suposición es que el ganador para el puesto de Presidente de la República, por mayoría de votos sería claramente el Sr. Calderón. En el segundo escenario, la suposición es que el ganador sería López Obrador. En el tercer escenario, ganarían por mayoría de votos “otros”. Así lo consignaríamos los escrutadores en cada caso.

Digo que está en riesgo la gobernabilidad porque en los dos primeros escenarios, dada la distribución de los votos entre los candidatos registrados, a todas luces se observa que quien gane tendrá que pactar para gobernar sin ser afectado por la oposición, pues el bajo porcentaje en este ejercicio —que no contempla el abstencionismo estimado en un orden del 40%— muestra que estas elecciones dejarán como resultado un presidente con poca legitimidad. Esto de alguna manera es previsible tras el análisis de las encuestas independientemente de su factura o autor. Pero hay algo más.

El “fantasma” de la ingobernabilidad
En el tercer escenario, de ganar “otros”, la lógica obligaría a revisar el desglose y a partir de él resultaría que el ganador o es “Toño de la Vega” o una coalición formada por personas reales e identificables, además de personajes de ficción, alias o inclusive personalidades fallecidas. ¿Quién gobernaría?

Sé que tu reacción inmediata, querido lector, es aducir que este escenario es poco probable. Déjame decirte que no lo es tanto, para empezar porque, revisando los números, nuestro padrón electoral (con los defectos sabidos como que incluye personas muertas, homónimos, duplicidades, etc.) es de alrededor de 70 millones de votantes. De estos, conforme a las estimaciones de los estadísticos, alrededor de 13 millones caen en el grupo de los indecisos o “switchers” (para citar a De las Heras) o sea que representan el 18%, si a estos se suman los que se desencanten tras las campañas y decidan castigar a los políticos, el porcentaje podría elevarse a cerca del 20%. Lo que deja 80% para repartir entre 5 candidatos registrados. Equitativamente le correspondería a cada uno 16%. Como puedes ver, por sí solos, los indecisos pueden hacer que la balanza electoral se incline hacia la probabilidad de que nos gobierne “un fantasma” no registrado, a menos que todos se pongan de acuerdo y anoten uno y sólo un nombre, digamos por ejemplo el del actor Ernesto Gómez Cruz. Sólo así, el partido-candidato no registrado tendría cara, cuerpo e identidad reales y rastreables (a esto ha hecho su apuesta el Contador Víctor González Torres y, en su momento, Jorge Castañeda dirimió en tribunales internacionales).

Como la distribución de los votos, por sentido común no se efectúa equitativamente debido a las preferencias de los electores, la estimación es que entre los tres candidatos más fuertes se repartirá alrededor del 65% de los votos útiles (descontando el abstencionismo), es decir alrededor del 22% para cada cual con una diferencia de más-menos 8% como límite.

Segundo hecho a considerar. En Chile y otros países donde hay voto blanco, por ley está determinado que éste significa la anulación del voto, es una forma de abstencionismo registrado, un dato estadístico definido. En México, nuestra ley tiene enormes huecos al respecto, no define al “voto blanco” de ninguna manera aunque obliga a su conteo, por lo que efectivamente puede ganar la elección un candidato no registrado; pero cuando la identidad de este no es clara, no hay modo de legitimar al ganador si no es a través del juicio del Tribunal Federal Electoral (TRIFE).

Aquí viene el problema. Si de por sí la competencia está muy cerrada y se temen luchas postelectorales, impugnaciones y desacatos, imagina si gana un conjunto de candidatos no registrados no identificados (llamémoslos CANORNI, para generar una denominación que los empate con los OVNI). De inmediato los sí registrados se irían a la impugnación y las elecciones se dirimirían realmente en el TRIFE, algo que ya se está perfilando. Y qué decir de los CANORNI, tendría que establecerse cuál de ellos ganó.

En el ejemplo del tercer escenario, ganan los CANORNI con 28 votos a favor, y entre ellos, por mayoría de votos, Toño de la Vega. Primero habría que averiguar quién es este fulano. Luego, el candidato registrado Madrazo podría impugnar con base en que obtuvo más votos que el fulano (25 contra 11), pero no sólo él obtuvo más de 11. La lógica indica que omitir la mayoría de votosen cuanto conjunto (28 para “otros”) supondría una injusticia para Toño de la Vega, pero tomarlo en cuenta supondría una injusticia para los registrados. ¡Qué dilema! Y la ley no lo contempla y no se puede hacer ninguna reforma hasta que termine todo el proceso electoral.

En conclusión
Siguiendo el pensamiento del escritor portugués José Saramago en su novela “Ensayo sobre la Lucidez”, el voto blanco puede muy bien ser un instrumento en las manos del ciudadano para mostrar legal y legítimamente a la clase política no nada más su inconformidad con el sistema y el estado, sino algo más fundamental: la utilidad del voto inútil.
Hoy, la mayoría de los políticos hacen cuentas y malabares con el llamado voto útil, es decir el del votante que no se abstiene de emitir su parecer y su decisión, acertada o equivocada, en una boleta electoral. Este voto útil incluye al “voto duro” de los correligionarios y los simpatizantes aglomerados. Pero ninguno contempla al voto inútil, que implica una decisión y un mensaje ordenados y dirigidos, y que no es anárquico como el abstencionismo. El voto blanco, legalmente instituido, puede ser más que un mero dato estadístico, puede ser (como podría serlo en México el próximo 2 de julio) el fiel de la balanza que explicite a los políticos y a propios y extraños el grado de hartazgo de la ciudadanía o el grado de divorcio de la clase política respecto de los intereses de la nación y del pueblo.

Esto nos lleva a puntualizar algunas ideas cuya única pretensión es orientar al elector.


  1. La boleta electoral cuenta con seis espacios útiles, uno de ellos para el voto blanco aún no debidamente normado, pero que puede introducir un cambio sustancial en la forma como podrían resultar las elecciones del próximo 2 de julio.
  2. Es importante que sepas marcar debidamente tu voto, tu decisión, para lo cual te invito a que bajes y leas el manual para el funcionario de casilla ( http://www.ife.org.mx/portal/site/ife ), donde se especifica en qué casos cuenta el voto como válido. Además, debes estar preparado(a) para la eventualidad de que no lleguen los funcionarios, pues es probable que en el momento mismo de las elecciones se te invite a que ejerzas el rol. La ley lo establece. De pasada te recomiendo que revises la ley para que tengas claros cuáles son los delitos electorales en los que puede incurrir un ciudadano, funcionario o no.
  3. Si no estás de acuerdo con ningún candidato, en vez de abstenerse de votar, vota en blanco. Este se contará, pero…
  4. Si no te convence el sistema electoral actual, vota en blanco.
  5. Si no te convence el sistema, pero simpatizas con alguno de los candidatos o partidos registrados, entonces vota por el que mejor te parezca. Pero vota, no te abstengas. Recuerda que el abstencionismo significa desinterés, apatía, “valemadrismo” y no refleja descontento o inconformidad, estos requieren expresión clara e institucionalizada.
  6. Si estás convencido de los logros del sistema electoral mexicano, pero no simpatizas con alguno de los candidatos o partidos registrados, entonces vota en blanco y manda el mensaje de la necesidad de ajustar al sistema.
  7. 7. Si estás indeciso, porque ves en cada candidato o partido rasgos con los cuales comulgas parcial pero no totalmente, vota en blanco y ayuda al sistema a definir las tendencias y los perfiles de partidos y candidatos que te harían tomar decisiones más plenas y definitivas.
  8. Si te vale, no votes ni en blanco. Abstente, pero entonces no esperes que el sistema adivine tu pensamiento y tus preferencias. La ciudadanía se define mediante la participación comprometida en los diferentes procesos que conforman a la nación. Quien se abstiene difícilmente puede ser considerado ciudadano en activo, aun cuando tenga sus papeles en orden.
  9. Si votas en blanco, en la presente circunstancia, a menos que se dé un acuerdo generalizado sobre el nombre a anotar en el espacio respectivo, tu voto podría ser sólo un dato estadístico que habrá de evaluar el Tribunal especializado, y quizá gane tu candidato.
  10. En cualquier caso, siempre es mejor votar, decidir, que no hacerlo.

Finalmente, seguramente has visto las campañas publicitarias para invitar a la juventud a emitir su voto el próximo 2 de julio. Es una campaña agresiva y que trata de sorprenderte. No caigas en el engaño de una intolerancia disfrazada. Nadie, absolutamente nadie puede, en un país libre como México, negarte tu libertad de expresión. Por el sólo hecho de vivir (y por lo tanto padecer) en México tienes todo el derecho de decir lo que te parece y lo que no, de quejarte del sistema y de los políticos, aun cuando no hayas participado activamente en su constitución y elección.

Voto y voz son dos derechos indubitables, mas no mutuamente incluyentes o excluyentes. Tú puedes votar o no y aún así tener voz. Tu voto no es tu voz, ni tu rock (como dice el anuncio), aunque se trate de una decisión expresada. Se trata de dos actos distintos, si bien complementarios. Decidir y expresar. Pero la expresión, la opinión pública, nunca podrá ser regla a diferencia de la decisión.

También es una falacia el argumento que trata de llevarte a contrapelo del abstencionismo, diciendo que no dejes que otros decidan por ti. Eso necesariamente tendrá que ocurrir, votes o no. Porque, a pesar de tu decisión individual, democráticamente será la mayoría quien decida quién gobernará, estés o no de acuerdo. Una es la satisfacción personal por el voto dado en conciencia, y otra muy diferente la satisfacción popular.

Analiza las propuestas y las personalidades de los candidatos. Conócelos. Conversa con tus allegados. Contrasta ideas y obras y solo sobre esa base decide.
El dilema verdadero no estriba en votar o no votar, sino en cómo y por quién votar.

SOLICITO AYUDA DE LOS LECTORES

Hace unos días cierta persona me hizo un comentario por otro medio distinto de este en el sentido de que "tengo muchas admiradoras(es)", a lo que contesté lejos de una postura de falsa humildad que simplemente no lo creo.
Como habrán notado los amables lectores que eventualmente visitan la red de blogs que constituyen nuestra revista electrónica sui generis y muy personal Indicios Magazín-e, y de la cual este blog forma parte, nos encontramos (me encuentro, el autor y editor, el nosotros obedece a un formulismo academicista quizá un poco rancio que pretende mostrar respeto ante el público mostrando una actitud no petulante); nos/me encuentro, decía antes de la disgresión, efectuando cambios en el diseño de estos sitios. Empero, hete aquí, amigo lector, que entre el luto en que me encuentro y otras viscitudes que no viene al caso exponer, no alcanzo a decidirme por completo por la plantilla más adecuada para el conjunto de mis blogs. Aquí es donde cabe mi solicitud de ayuda.
Por una parte me sería de mucha ayuda que antes de terminar esta semana visitaras mis sitios A Vuelapluma, Tiempo y Destiempo, Mucho más que Molinos y Gén-Eros Con-Texto, y opinaras sobre el aspecto (aún inacabado) de los mismos. La idea es proporcionar a tus ojos y dedos un producto interesante.
En segundo lugar, me ayudarías a confirmar si lo que dice esta personita sobre la existencia de "admiradoras(es)" es verdad aunque sea mínimamente. Yo digo que no, ¿quién apuesta por que sí? ¿Será que existe un club de fans y uno ni enterado?
En fin, conociendo la dinámica de los comentarios, tengo mi propia teoría, ya me desmentirán.