Trump
habló el martes 5 de diciembre con cinco líderes de la región para
comunicarles su decisión: el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu; el
presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás; el rey Abdalá II de
Jordania; el presidente de Egipto, Abdelfatah Al Sisi; y el rey de Arabia
Saudita, Salman ibn Abdelaziz.
En redes sociales,
no faltaron los que tacharon tal noticia como "falsa", sobre todo
tras la sátira elaborada y difundida por un portal canadiense acerca del
“probable comentario” —más no exento de verdad desde la perspectiva netamente
histórica— del presidente palestino en el sentido del reconocimiento de Texas
como territorio arrebatado por Estados Unidos a México.
Hoy, la
Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.) votó con una amplia mayoría de 128
países en contra de la propuesta de Estados Unidos para tal efecto.
Los especialistas
ven este revés dado por las Naciones Unidas a Estados Unidos —quien de inmediato
vetó la votación— e Israel como el probable comienzo del final de las negociaciones
para la paz en Medio Oriente, otra vez. ¿Será que se están ya colocando las
piezas últimas para el Armagedón?
Si por una parte
Rusia ha venido jugando el papel de “fiel de la balanza” haciéndose con
determinante hegemonía en la región antes más dominada por Estados Unidos. Si
China, en unión con Rusia ha tendido las redes políticas y económicas
necesarias para ejercer mayor control sobre las viejas rutas comerciales de
Oriente y Medio Oriente. Si el mismo mundo musulmán ahora se halla dividido
entre quienes apoyan a Isis y quienes se le han opuesto. Si el parentesco judío
del presidente Trump es una especie de piedra en su zapato que lo tiene
maniatado a los intereses creados que lo llevaron al triunfo electoral, suponer
que tras estos acontecimientos podría desatarse una debacle diplomática de
“apocalípticas” proporciones no suena tan descabellado, sobre todo si
consideramos la supina estupidez diplomática que ha caracterizado a Donald
Trump y su camarilla desde que se desenvolvió en su campaña presidencial. O, al
menos, siendo benevolentes, solo de tal manera podría calificarse la omisión
hecha por el presidente estadounidense al dato fundamental de la división
ya existente de la ciudad israelí en Jerusalem oriental y occidental,
división con claras y específicas razones instrumentales —no por ello menos injustas
para israelíes y palestinos— desde la creación del estado de Israel.
Todo esto me recuerda
la “broma” de humor negro de un amigo judío que, harto de la división y las causas
antisemitas, en un arranque de terrorismo intelectual propuso en una plática de
café: “¡Explotemos Jerusalem! ¡Estallémosla! ¡Desaparezcámosla del mapa! Así, nos
quitaremos judíos, musulmanes y cristianos de la manzana de la discordia.
Tal vez estamos comenzando
a comprender cuál es la verdadera ramera alegórica a que hizo alusión San Juan en
su Apocalipsis,
esa manzana de la discordia que, a lo largo de la historia y aun más y antes que
Roma, fornicara con los reyes de la tierra.
LAS DECLARACIONES RECIENTES del presidente del partido MORENA y "pre candidato" a la presidencia de México por tercera ocasión (gesto que lo muestra más que como necio como incongruente, según apunté en artículos previos), Andrés Manuel López Obrador, en torno a la propuesta de ofrecer una amnistía a los narcotráficantes cimbró a la opinioncracia mexicana e internacional.
La propuesta del político no puede ni debe ser descontextualizada como ha ocurrido en las redes sociales y en los medios tradicionales. Se dio en un contexto específico, espacial y temporal, en la zona del Istmo, de valor geopolítico fundamental para México y el mundo, más que por las etnias habitantes de la zona, golpeadas por la injusticia social, el abandono, el oportunismo, sino además una zona históricamente brava en la que solo el dictador Porfirio Díaz consiguió, durante el gobierno de Benito Juárez, atraer el control social y político en favor del Benemérito de Las Américas (de quien es fan Andrés Manuel López Obrador) sino incluso del mismo Díaz.
El Istmo de Tehuantepec ha sido visto como botín político desde el siglo XIX y quien consigue atraer no tanto su control sino su adhesión, por lo general ha conseguido la fuerza necesaria para, desde ahí, ejercer influencia sobre las zonas del sur y sureste del país y por consecuencia mantener abierto el paso hacia Centro y Suramérica. Porfirio Díaz, en su momento, desde ahí y en cierto modo detonó y controló los alzamientos de los henequeneros en Yucatán y Campeche, a los que luego pretendió aplastar en contubernio con los terratenientes dando paso a la vergonzosa llamada Guerra de Castas. Fue ahí donde Porfirio Díaz comprendió la importancia del desarrollo ferroviario para comunicar al país entero y "balancear" los desequilibrios entre norte y sur, comercialmente hablando. Fue ahí donde Díaz entendió el afán de los estadounidenses para construir un canal o una vía para conectar ambos océanos, Atlántico y Pacífico y establecer control sobre el Golfo de México, los campos petroleros en las costas de este, las salinas del Pacífico y las selvas productoras de maderas preciosas, goma y frutas. Fue ahí donde Díaz comprendió que México no podía ni debía ser considerado uno más entre los "países bananeros" al servicio de los intereses económicos de los industrialistas ingleses, estadounidenses y alemanes, a no ser en "asociación" con un gobierno fuerte.
El Istmo entonces tiene un valor geoestratégico en más de un sentido para las campañas políticas que se avecinan para elegir presidente en 2018. Andrés Manuel lo sabe, lo ha sabido de sobra desde que laboraba en el Instituto Nacional Indigenista. Tonto no es. Y la propuesta de ahora, más que ser una "locura más" resulta ser una de las más congruentes y sensatas que permiten ubicar a este político tabasqueño como el personaje político que ya había yo descrito en artículos previos, como el provocador de oficio emanado del sistema mismo.
Provocadores como AMLO son, nos gusten o no, necesarios. Es mediante sus contribuciones marginales que consiguen mover las conciencias de apoyadores y de detractores, mover el tapete de los conceptos y los prejuicios estancados en la zona de confort. Mueven, en una palabra, a pensar y a repensar lo que somos, lo que hemos hecho o dejado de hacer.
Algunos lectores pensarán que con estas palabras defiendo a Andrés Manuel. Otros se harán a la idea de que es una forma sutil, una más, para vituperarlo. Lejos estoy de uno u otro extremos. La visión analítica y crítica tiene que poner a cada cosa, persona, situación, concepto en su justa dimensión. Nada más.
Las recientes declaraciones del "Peje", su propuesta de amnistía hacia los narcotraficantes, sin mencionarlos de suyo, no es nada nuevo. Eso mismo se llevó a efecto en Colombia con las FARC, en el interés de desmembrar y desarticular a las fuerzas del narco allá, concediendo el perdón a más de 7 mil miembros de la guerrilla.
No es una idea estúpida por inmoral que parezca. Discutible, sin duda. Pero ahí tenemos los resultados palpables de la aceleración en el desmantelamiento de ese lastre en Colombia, sobre todo cuando se extendió a niveles de la sociedad golpeada y desatendida por el gobierno, campesinos y pobres que vieron en su asociación con el narco la "única" vía para medio salir de su de por sí triste y penosa circunstancia, envolviéndose en una peor por sangrienta y cruel. La amnistía entonces no se dirigió (como no la dirige AMLO) hacia las lacras, sino hacia quienes, sin serlo, se han visto en la necesidad de abrazar causas contrarias al derecho como una vía alterna para la sobrevivencia.
Eso se hizo allá con relativo éxito e incluso a contrapelo de los intereses estadounidenses que, está demostrado, en más de una vez financió al narco y a las guerrillas en Centro y Suramérica para mantener control sobre sus intereses económicos, aun cuando no consiguió el 100% de lo propuesto.
Si alguien dudaba que México se colombianizaría como afirmó el Dr. Jorge Carpizo que sucedería , las evidencias saltan a la vista, día tras día, año con año, y estas declaraciones de Andres Manuel Lopez Obrador lo confirman como uno de los últimos pasos en la malhadada guerra contra el narco comenzada necesaria pero torpemente por Felipe Calderón Hinojosa.
Las declaraciones tampoco caen en el vacío cuando se comprende el panorama contextual del propio narcotráfico y lo que sigue, más allá de lo anecdótico, con arrestos como el del "Chapo" Guzmán. Todo, aunque suene y se antoje una novela asada en teorías conspirativas, todo está interrelacionado y se explica entre sí. Solo es cuestión de no perder los cabos sueltos que llevan a la madeja de relaciones, por muy enredada que parezca.
Las declaraciones de López Obrador son más que una simple contestación a las reacciones de los Secretarios de Defensa y Marina. En el trasfondo de todo está la circunstancia desfavorable para el Ejército mismo que, desde años atrás, aun más que lo que suponemos, ha venido ejerciendo funciones que no le son propias, como las policíacas, por ejemplo y al amparo de unas leyes plagadas de huecos que, por un lado, prohijan la impunidad, la corrupción, el abuso de poder, la desigualdad; y por otro dejan en la indefensión lo mismo a soldados que a ciudadanos. La Ley de Seguridad Interna es una urgente y necesaria para equilibrar las cosas. No es un asunto acabado y completamente aprobado, pues falta que pase por la Cámara de Senadores y de ahí a su revisión en los congresos locales. Así, quienes se ponen a chillar y patalear contra una ley que no comprenden del todo en su espíritu se adelantan a los acontecimientos llevados más por los temores infundados que por la certeza de los hechos consumados.
Perdonar, pero no olvidar. Es una máxima bíblica si bien no se halla como tal, textualmente, en ninguna parte del Viejo o del Nuevo Testamento; y ha sido traída a la memoria por Andrés Manuel, en un sitio donde el encuentro de creencias religiosas y sociales ya ha llevado al encono por sí mismo. No es una ocurrencia gratuita, especialmente en un país eminentemente cristiano, católico, guadalupano. La frase, popularizada tras el holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial, apunta a recordarnos la importancia del perdón como acto conciliatorio. Amnistiar, empero, no es un perdón amplio sino uno instrumental; es el perdón de cierto tipo de delitos, no de cualquiera ni de todos, y para los que queda extinta la responsabilidad de sus autores, lo que no contraviene, legalmente, la prescripción moral de algunos de ellos.
Si perdonar es divino, eso no significa que en el humano no haya esa capacidad; la hay en tanto que el humano es creación divina y en sí persiste y palpita dicha llama de bondad. Ahora bien, al margen de discusiones filosóficas y teológicas que, para los no creyentes toparían con el muro de la lógica del sentido común, el perdón al final de cuentas es una decisión de la voluntad que implica una elección consciente de quien en lo individual o lo colectivo ha sido infligido por la ofensa, el castigo, la crueldad, la muerte, el abandono, la segregación discriminatoria, la vejación vergonzante, el odio, la cerrazón, la desidia y muchas otras formas de degradación humana atentatorias de los derechos fundamentales.
El ofensor puede no desear el perdón y lo hemos visto en más de un caso de reos irredentos y quizá jamás cambie. Pero eso no quita lo que de bondad implica el solo acto de pretender la reconciliación en primer término por parte del agraviado en el afán de hallar paz a sus penurias. El perdón, entonces, es un acto hasta cierto punto egoísta desde la perspectiva del afectado, del ofendido; o debería de serlo, pero es leído frecuentemente en sentido contrario, como si el más beneficiado fuera el agresor incapaz de vencer al mal con el bien. La incapacidad de perdón transfiere el poder al ofensor y multiplica, potencia la ofensa en una réplica odiosa por amarga. Es lo que llamamos rencor.
México ha vivido decenios de rencor. Más marcado aun desde que las ofensas de Estado se han cebado y sumado sobre el pueblo mexicano por el interés de individuos, empresas, grupos, partidos políticos más preocupados por el lucro de cualquier tipo que por el bienestar común.
En este mismo espacio ya lo he dicho más de una vez y de distintas formas: México debe, necesita perdonarse a sí mismo y dejar atrás reconcomios. Dejar en el pasado las heridas ocasionadas por mezquindades o estupideces. Tenemos en nuestro haber del dolor pérdidas humanas, desaparecidos, vejaciones, corrupción, abusos de toda laya y nos parece más cómodo regodearnos en la sal para llorar más y más nuestras fallas, impidiendo que cicatricen las marcas de las laceraciones producidas por nuestra propia historia, es decir por nosotros mismos por acto o por omisión. México se ha convertido en un campo fértil donde las plañideras, lloronas milenarias pululan, hacen broza cegadora que recorre los cuatro puntos cardinales, espinando sin conseguir la paz por ser incapaces de perdonar a los otros y sobre todo a sí mismas de lo hecho, de lo no hecho, o de lo deshecho.
"Yo soy libre, independiente, no estoy sometido a ningún grupo de intereses creados", afirmó AMLO en el mitin en el Istmo, donde hizo la propuesta que generó escándalo, aun contradiciendo su personal trayectoria. Y con tal dicho dio cabida en su discurso a la nueva tendencia política efervescente en la actualidad: el ciudadanismo bajo la sombra de los candidatos independientes, los que, siendo políticos y haciendo política, pretenden disfrazarse de todo menos de lo que en la práctica ejercen en el afán de redefinir la manera de hacer más de lo mismo. Y es que ahora todos execran de los políticos "clásicos", pero se meten a la política de cualquier modo para, desde ella, repensarla; porque creen a pie juntillas que es más fácil cambiar las cosas "desde adentro" del Leviatán. Ya no solamente vale recalar contra las instituciones y mandarlas al demonio, ahora además para minarlas y estar de moda hay que declararse independiente no nada más del sistema político, sino de la idea misma de política. De nuevo, ¿la propuesta va más en la línea señalada por sus detractores y que lo ven con calidad de "falso mesías"? En realidad va más allá. Apunta a la conciencia del país.
Quienes han acusado a AMLO de ser un peligro para México han errado en los señalamientos por personalizarlos. El verdadero peligro para México no está en el populismo, sobre el que escribiré en otro momento, sino en la demagogia que acompaña a este como a otras formas torcidas de practicar la política, formas que han anidado, para bien y mal, en todos y cada uno de los partidos políticos y de los aspirantes a cargos públicos, AMLO inluido.
Andrés Manuel, en tanto medio y líder, es astuto y no carga con las culpas de entrada aun cuando sus dichos sean tomados como si sus personales propuestas. Solo da voz y proyecta lo que está en el ánimo colectivo, lo que la masa quiere escuchar, sea correcto y adecuado, idóneo o no. Es, retóricamente, oximorón encarnado, recurrente hipérbole por la que no nada más la izquierda sino el sistema político en sí consigue trastocar el orden dentro de cierto orden establecido, para posibilitar el ascenso significativo de los actos pendientes, previstos y planeados con una anticipación que antecede al mismo López Obrador. Basta leer con cuidado la estructura y las palabras en que queda enclaustrada la propuesta: "... se van a explorar todas las posibilidades. Y no descarto el que se someta a discusión que se consulte al pueblo sobre la posibilidad de una amnistía para lograr la paz. ¡Ya no queremos la guerra! ¡Queremos la paz en el país!". Repito, no es tonto. La decisión, lo sabe, no puede ni debe ser unipersonal sino emanada de, si no un consenso, al menos una amplia discusión popular que, por una parte, distraiga la atención de lo fundamental y, por otro, encauce las tendencias progresistas mejor que las retrógradas, los ánimos, el hastío, y los deseos de nuevas condiciones de vida más llevaderas.
La pregunta que, sin embargo, queda en el aire y sin respuesta es si México y su pueblo están suficientemente maduros en su alma y espíritu como para remontar la colina del sermón y aprender, al fin, a perdonarse y a perdonar.
MIENTRAS LOS
POLÍTICOS DEMAGOGOS, ya en plenas funciones públicas dentro de algún gobierno o
persiguiendo el hueso, elaboran discursos acerca de su adhesión a las políticas
de prevención de la diabetes o toman decisiones conducentes a la mejor calidad
de vida de los ancianos repartiendo sillas de ruedas o agendando programas de
salud general o entregando testamentos elaborados con descuentos o facilitan
lentes, en octubre, en la Universidad
de Exeter y en la Universidad de Michigan se han hecho descubrimientos e
invenciones de antología y que podrían revolucionar la medicina y, con ello,
trastocar todos los sistemas políticos y económicos existentes.
Estoy hablando de
un descubrimiento acerca de la probabilidad del rejuvenecimiento real (no
mercadológico o ficticio) de las células. Es tanto como decir que se ha
descubierto el “elixir de la eterna juventud”.
Cuando el destino nos alcance
Tiempo atrás y todavía,
los médicos discutían acerca de qué es la vejez, ¿un estado de involución
marcado por la decrepitud natural de los organismos o una enfermedad? Si lo
primero, ¿cómo frenar la decrepitud para propiciar no nada más una vida más
prolongada sino con mejor calidad? Si lo segundo, ¿cómo identificar las marcas
determinantes de esos síntomas que derivan en el envejecimiento y, más, cómo
saber la causa de la enfermedad, si se trata de una enfermedad relacionada con
el sistema inmunológico o si es ocasionada por factores de alguna clase de
toxicidad como pueden ser los oxidantes?
Film Cuando el Destino nos Alcance
Más allá de la
investigación científica o de la imaginación literaria y cinematográfica, las
preguntas esenciales tendrán que ver con las implicaciones sociales, políticas,
económicas y ecológicas de las posibilidades que se vislumbran con la apertura
de esta puerta. Si ya hoy estamos preocupados con poblaciones cada vez más
amplias de ancianos para los que los sistemas de salud no se dan abasto; si ya
hoy las economías de los países enfrentan fuertes déficits y quebrantos
relacionados con el peso de las pensiones de los jubilados y se ha propuesto
aumentar la edad de la jubilación para mantener más tiempo activos a los
senectos a riesgo de la “baja productividad” resultante de la baja energía
natural de esas edades, será poco halagüeño lo que podría esperarse de este
avance de la ciencia y de la tecnología mientras no se atiendan de manera
debida los otros asuntos más inmediatos.
En tiempos cuando
más y más ancianos quedan en el abandono o la pobreza o son vistos como una
carga social —basta ver la a veces irracional oposición de algunos (incluso
ancianos) a la instalación de casas de reposo, asilos por ubicarlos en zonas
residenciales del Estado de México—, pensar en la extensión de la vida y el
mejoramiento de la calidad de vida en años posteriores a la mediana edad se
antoja, por una parte, fantástico (lo cual no siempre es algo bueno) porque
aporta a la idea de una más prolongada y amplia productividad, más dichosa;
pero, por otro, lado, se antoja también problemático (lo que no siempre es
negativo) porque a la par tendría que desarrollarse todo un conjunto de
complejos métodos, procedimientos, programas administrativos, sociales, económicos,
tecnológicos, ecológicos sustentables,
es decir, capaces de soportar y resolver las consecuencias de una población en
edades económicamente activas más avanzadas y más o menos saludables.
¡Viejos!, los cerros; y
reverdecen.
Hacia comienzos de
octubre, un equipo dirigido por la Profesora Lorna Harries, Profesora de
Genética Molecular en la Universidad de Exeter, descubrió una nueva forma de
rejuvenecer las células viejas o senescentes inactivas. A las pocas horas del
tratamiento, las células más viejas comenzaron a dividirse y tenían más largos
los “capuchones” en los cromosomas —conocidos como telómeros— que se acortan a
medida que envejecemos.
Este
descubrimiento, financiado por Dunhill Medical Trust, se basa en hallazgos
anteriores del grupo Exeter que demostraron que una clase de genes llamados
factores de empalme se desactivan progresivamente a medida que envejecemos. El
equipo de investigación de la Universidad de Exeter, trabajando con el profesor
Richard Faragher y la doctora Elizabeth Ostler de la Universidad de Brighton,
descubrió que los factores de empalme pueden volverse a conectar con productos
químicos, haciendo que las células senescentes no solo parezcan físicamente más
jóvenes, sino que comiencen a comportarse más como jóvenes células y comenzar a
dividirse.
Los investigadores
aplicaron compuestos llamados análogos de reversión, productos químicos basados
en una sustancia que se encuentra naturalmente en el vino tinto, chocolate
negro, uvas rojas y arándanos, a las células en cultivo. Los productos químicos
causaron factores de empalme, que se apagan progresivamente a medida que
envejecemos para volver a encenderse. En cuestión de horas, las células
parecían más jóvenes y comenzaron a rejuvenecerse, comportándose como células
jóvenes y dividiéndose [cf. (EXETER, University of, 2017), (LATORRE, y otros, 2017)].
Esto de alguna manera
viene a reforzar las ideas populares acerca de los beneficios de las sustancias
antioxidantes contenidas en frutos como la uva, el arándano y sus derivados en forma
de vino, y explicaría los beneficios de su consumo moderado para la nutrición y
la salud del sistema circulatorio de los adultos, como ha argumentado por años la
industria vitivinícola en el mundo.
El descubrimiento
tiene el potencial de conducir a terapias que podrían ayudar a las personas a
envejecer mejor, sin experimentar algunos de los efectos degenerativos del envejecimiento
y quizá, por ende y con el tiempo, a la extensión del promedio de vida en condiciones
relativamente más saludables.
La mayoría de las personas
de 85 años ha experimentado algún tipo de enfermedad crónica y, a medida que
las personas envejecen, son más propensas a los accidentes cerebrovasculares,
las enfermedades cardíacas y el cáncer.
El profesor Harries
dijo: “Este es un primer paso para tratar de hacer que las personas vivan vidas
normales, pero con salud para toda la vida". Nuestros datos sugieren que
el uso de productos químicos para volver a la clase principal de genes que se
apagan a medida que envejecemos podría proporcionar un medio para restaurar la
función a las células viejas”.
A medida que
envejecemos, nuestros tejidos acumulan células senescentes que están vivas, pero
que no crecen ni funcionan como deberían. Estas viejas células pierden la
capacidad de regular correctamente la producción de sus genes. Esta es una
razón por la cual los tejidos y los órganos se vuelven susceptibles a las
enfermedades a medida que envejecemos. Cuando se activan, los genes emiten un
mensaje que da las instrucciones para que la célula se comporte de cierta
manera. La mayoría de los genes pueden generar más de un mensaje, lo que
determina cómo actúa la célula.
Como te ves, me vi; como me ves, te
verás. Vaya agendando su ancianidad
Los factores de
empalme son cruciales para garantizar que los genes puedan realizar su gama
completa de funciones. Un gen puede enviar varios mensajes al cuerpo para
realizar una función, como la decisión de cultivar nuevos vasos sanguíneos o
no, y los factores de empalme determinan la decisión sobre qué mensaje emitir.
A medida que las personas envejecen, los factores de empalme tienden a
funcionar de manera menos eficiente o no funcionan en absoluto, lo que
restringe la capacidad de las células para responder a los desafíos en su entorno.
Las células senescentes, que se pueden encontrar en la mayoría de los órganos
de personas mayores, también tienen menos factores de empalme.
El profesor
Harries agregó: “Esto demuestra que cuando se tratan células viejas con
moléculas que restauran los niveles de los factores de empalme, las células
recuperan algunas características de la juventud. Son capaces de crecer, y sus
telómeros, las tapas en los extremos de los cromosomas que se acortan a medida
que envejecemos, ahora son más largos, como lo son en las células jóvenes.
Ahora se necesita mucha más investigación para establecer el verdadero
potencial de este tipo de enfoques para abordar los efectos degenerativos del
envejecimiento”.
En el mismo mes, en
la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, otro equipo de científicos
elaboró un sesudo algoritmo computacional y matemático cuya finalidad es la
reprogramación celular con base en el código genético (RONQUIST, y otros, 2017).
En esta otra
investigación, el equipo interdisciplinario conformado por pediatras,
matemáticos, ingenieros en Computación, Medicina computacional, Bioinformática,
oncólogos, y biólogos, describieron un enfoque para optimizar el uso de los
factores de transcripción (TF) en la reprogramación celular, basado en un
dispositivo comúnmente utilizado en el control óptimo, para desarrollar mejores
predicciones y métodos para el control de procesos biológicos específicos y el
comportamiento de células en todo el sistema corporal humano.
“El día cuando
entenderemos el tiempo, la evolución de los eventos subcelulares, a un nivel de
detalle comparable a los sistemas físicos gobernados por las leyes del movimiento
de Newton parece muy lejano”, anota este equipo investigador en su artículo y añade:
“Aun así, los enfoques cuantitativos de la dinámica celular se suman a nuestra
comprensión de la biología celular”.
El equipo construyó
un modelo matemático y computacional aproximado para describir la evolución
natural de una población sincronizada de fibroblastos humanos, basada en datos
obtenidos al muestrear la expresión de más de 22 mil genes en varios momentos
durante el ciclo celular.
Fibroblastos humanos
Para llegar a un
modelo de complejidad moderada, el equipo agrupó la expresión génica basada en
la división del genoma en dominios que se asocian topológicamente (TAD) y luego
modeló la dinámica de los niveles de expresión de TAD.
Con base en este
modelo dinámico y en datos adicionales, como los sitios de unión a TF conocidos
y la actividad, el equipo desarrolló una metodología para identificar los
mejores candidatos de TF para una tarea específica de reprogramación celular,
lo que permite la predicción de algunas combinaciones potencialmente útiles de
TF.
Sin duda, ambos
hallazgos, el de la Universidad de Exeter y el de la Universidad de Michigan resaltan
el inmenso potencial de los modelos dinámicos, las matemáticas, tecnología y las
metodologías y substancias químicas específicas de origen natural guiadas por
datos para mejorar las estrategias de control de los procesos biológicos y el
envejecimiento.
Referencias
EXETER, University of. (7 de noviembre de 2017). "Old
human cells rejuvenated in breakthrough discovery on ageing".
Recuperado el 16 de noviembre de 2017, de University of Exeter/news:
http://www.exeter.ac.uk/news/featurednews/title_620529_en.html
LATORRE, E., BIRAR, V.,
SHEERING, A., JEYNES, J., HOOPER, A., DAWE, H., . . . HARRIS, L. (17 de
octubre de 2017). "Small molecule modulation of splicing factor
expression is associated with rescue from cellular senescence".
Recuperado el 16 de noviembre de 2017, de BMC (Biomedcentral.com):
https://bmccellbiol.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12860-017-0147-7
RONQUIST, S.,
PATTERSON, G., MUIR, L., CHEN, H., BROWN, M., WICHA, M., . . . RAJAPAKSE, I.
(7 de noviembre de 2017). "Algorithm for cellular
reprogramming". Recuperado el 16 de noviembre de 2017, de PNAS
(Proceedings of The National Academy of Sciences of the United States of
America": http://www.pnas.org/content/114/45/11832.abstract