Con la vara que mides serás medido AMLO



ME NIEGO a guardar silencio luego de los dichos ensoberbecidos del presidente Andrés Manuel López Obrador a la reportera y colega de UNIVISIÓN en la mañanera sobre sus cuestionamientos tras la publicación del New York Times y sobre todo por su estúpida manera de responder y poner en riesgo la privacidad e integridad física de la reportera de dicho medio estadounidense.

Concedo que no "debería" calumniarse al presidente de México como de ningún país. Pero de que se puede, se puede. Y de que a veces se ponen de pechito, no lo pueden evitar. Y el propio AMLO dio muestra fehaciente de ello a lo largo de sus dieciocho años de campaña con los presidentes que le antecedieron, desde Fox hasta Peña, a los que calumnió tanto como dijo sus verdades. Así que, como dice el refrán, quien se ríe se lleva y no le queda bien ponerse de chilletas. ¡Con la vara que midas serás medido!

Por otro lado, puedo conceder que el reportaje de New York Times como los que le antecedieron hacen más escándalo que aprobar información con datos duros, son más especulativos que asertivos en cuanto a los señalamientos sobre los posibles vínculos de personas alrededor de AMLO con el crimen organizado, en especial con el cártel de Sinaloa y el Mayo Zambada. Sin embargo, sí hay datos e informaciones desde el comienzo de su gobierno que permiten no nada más especular sino sospechar de dichos lazos. Recordemos, para no ir lejos, las numerosas narco mantas que surgieron a lo largo y ancho del país advirtiendo a alcaldes y gobernadores de no meter las manos, porque el cartel Sinaloa contaba con la "venia" del presidente AMLO para "limpiar" y recuperar territorios de los "jóvenes" narco menudistas (en alusión a los cárteles Jalisco Nueva Generación y Tepito, para empezar). En esos primeros meses más de uno señalamos que era un pésimo indicio que seguro derivaría en un terrorífico derramamiento de sangre como en efecto ha sido, pues este, con mucho, ha sido el sexenio más violento que hemos vivido los mexicanos.

Y esto que digo no es cuento, más de un medio impreso y electrónico dio cuenta y registro de dicha información. Las mantas en su mayoría remataban con un "atentamente el Mayo Zambada". La verdad detrás de esos avisos se lo guardaron las direcciones de seguridad locales y estatales, pero ahí están para la Historia, gusten o no a AMLO y sus seguidores y simpatizantes.

Los nuevos datos velados con que se han elaborado esos reportajes, esa información tomada a partir de testimonios obtenidos por agentes de la DEA y la CIA (quienes han tenido un incesante aunque callado quehacer durante este gobierno en connivencia con SEDENA y Marina —espero no me regañe mi querido Jose H. Orozco Tocaven —) tiene, no cabe duda, un tinte político que pasa por las elecciones en México y en EE.UU., tratando de cerrar el paso a Trump tanto como a los chinos. Pero el tejido es tan intrincado que se hace difícil explicar en un espacio como este.

Por otra parte, la soberbia de AMLO ya lo ciega y muestra en todo el clímax de su delirio de poder. Eso de afirmar que por encima de la ley de transparencia (o de cualquier otra ley) está la dignidad de la autoridad, y en especial de la autoridad moral del mandatario es no nada más un desatino, una exageración sino una aseveración totalmente inconstitucional sobre la que los poderes complementarios legislativo y judicial deberían ya poder un alto determinante, pero también el propio pueblo de México.

Y no es que AMLO tenga la sensación de que el país se le sale de control, sino que está cierto de que ha perdido el control y en su furia recala sobre los que le ponen freno al caballo desbocado de su sinrazón y su ceguera de emperador de pacotilla. Ha mostrado a pocos meses de realizarse las elecciones el verdadero cobre que lo sostiene.

Personalmente sigo seguro de que quien triunfará en los comicios para acceder al cargo de presidente será Claudia Sheinbaum, pero eso no significa por fuerza que de veras vaya a ser una calca de su patrocinador. Mal haría Claudia en no irse zafando desde ahora luego de esas declaraciones infaustas de AMLO. Ella debe mostrar carácter, que no es un títere, que tiene una visión propia del país, un estilo personal de gobernar como todos sus predecesores, y que es capaz de tomar las riendas por si sola, sin verijas que la ayuden a medio flotar en la procelosa mar mediterránea de la incertidumbre.

Por su parte, Xóchitl ha dado un paso atinado al frente con sus observaciones al respecto, pero no son suficientes. La fuerza femenina tan vapuleada y ninguneada por este gobierno tiene ahora la ocasión de mostrar su músculo, ya con Xóchitl, ya con Claudia, o conformarse con servir de patiño del mal comediante de Palacio Nacional que, en su último stand up sacó la más cínica y peor de sus inquinas al sugerir sarcástico que la reportera cambie de número telefónico.

Por menos que eso, al chiapaneco Belisario Domínguez le cortaron la lengua y lo asesinaron. AMLO, como opositor, no solo conservó su vida, sino, ya se ve, su lengua bífida.

Todos por el congreso o los muertos también votan

"Todos por el congreso o los muertos también votan".
Cartón Paréntesis (31 de enero de 2024) de mi autoría. Imagen creada con inteligencia artificial.

JUSTO lo que señala el colega periodista Joaquín López Dóriga en su columna más reciente es lo que he dicho en mis escritos muy anteriores, incluso hace un par de días en un grupo de WhatsApp creado por un conjunto de vecinos mexiquenses en dos mil dieciocho para dizque impulsar las candidaturas independientes, y entre cuyos aspirantes a fungir como candidato me apunté, entre broma y en serio, ya fuera para el gobierno estatal o la presidencia. (Por cierto, desde entonces el grupo mantuvo el silencio hasta ahora, raro.)

En efecto, la oposición puede dar su lucha para la presidencia de dos mil veinticuatro como perdida. Lo escribí en mi blog, lo he dicho aquí, de varias maneras.

El sistema político mexicano con su dinámica pendular así lo tiene establecido: tantito pa'l centro, luego pa'la derecha, luego de nuevo al centro, de retache pa'la izquierda. Solo hay que ver en todo lo largo de nuestra historia como república esa tendencia, así teniendo —como diría mi madre— sus asegunes. Incluso desde la guerra de facciones en el siglo diecinueve, entre liberales y conservadores de los que Antonio López de Santa Anna es figura telenovelesca, a veces héroe, a veces villano de petate, engendrador de chapulines con síndrome de piernas inquietas que los hacen brincar ya para un partido, ya para el de enfrente y cuya descendencia todavía anda divertida entre nosotros con sus colores naranja, amarillo, azul, rojo, marrón.

Desde mucho antes que AMLO ganara la presidencia lo anuncié, lo predije, lo auguré, lo "profeticé". Las muestras de congruencia están aquí en el blog, para que no se muevan a engaño. Dije que el dos mil dieciocho sería para la izquierda y lo ganaría quien ya sabemos. No era difícil leer los indicios y antecedentes para "adivinarlo". La tozudez de AMLO es como describe el refrán: tanto va el cántaro al agua que es malo para el cántaro. En este caso el cántaro fue México, nosotros, en la desesperación por hallar un gobierno menos corrupto, más esperanzador. Y ya vimos que el agua se nos escurrió por entre los dedos de las manos dejándonos sedientos de progreso y justicia. Aún a quienes no votamos por el gobierno en turno so pena de previo aviso.

Desde el comienzo del gobierno actual las narco mantas fueron elocuentes, firmadas por el Mayo Zambada [parafraseo]: "señores y señoras munícipes, no se metan, tenemos el permiso del presidente Andrés Manuel López Obrador para sacar de las plazas a las nuevas generaciones de narco menudistas". La verdadera guerra entonces comenzó. No la anunciada de Calderón (que algunos maloras podrían ligar con la familia michoacana, por ser él oriundo de aquel estado), sino la de las bandas del crimen organizado. El ejército, contrario a las promesas de campaña, no ha salido de las calles y, al contrario, se ha mimetizado con las mismas por virtud de un grisáceo uniforme de guardia nacional más al servicio de los intereses migratorios del vecino norteño que a los del pueblo de México.

La inmigración ha sido un recurso vital para este gobierno, para el toma y daca que cotidianamente sostiene con EE.UU. Convertido en llave de paso, México tiene el control del tránsito migratorio, sin medir las consecuencias que internamente eso ha traído también en otros ámbitos. Derechos humanos vulnerados, aumento de la presión social y un largo etcétera al que no quiero sumar los vaivenes de la naturaleza que hoy, junto con las estúpidas decisiones de administración pública, tienen al país al borde de la desesperación: falta de agua y sequía, aguas puercas y crecimiento poblacional desmedido y desordenado, un campo abandonado y ciudades retacadas, dádivas gubernamentales a diestra y siniestra de la mano de una cada vez peor distribución de la riqueza. El panorama no es halagüeño para ninguna de las candidatas a ser la primera presidente (o presidenta, ya que la RAE lo admite) de México.

De un lado tenemos un palo llamado Claudia. Del otro una flor, no la más bella del ejido. La primera es un esqueje del Peje. La segunda una ocurrencia opositora.

La oposición seria tuvo en sus manos no hace mucho opciones más enteras, con conocimiento, experiencia y visión de estadistas. A mí me gustaba Beatriz Paredes, pero ya fue. De todos modos ni ella ni los otros tenían un arrastre popular suficiente para contrarrestar el de AMLO, que no el de Claudia quien es un cero a la izquierda, y se destaca por ser apenas un soflamero reflejo del mandamás macuspanense. Xóchitl, aun con toda su humilde herencia de un indigenismo mestizo, no tiene arraigo entre las etnias, tanto así la separaron de sus orígenes sus afanes por sobresalir socialmente. Con tal galatina no se consigue contundencia, diría Asterix a Vencigétorix. Así que en la condición actual no hay poción mágica que valga.

La cuestión no es si México y su democracia ya están maduros para ser gobernados por una mujer. El tema no es discusión entre sexos. Las facultades femeninas no están en duda, solo las de Claudia y no por ser ella, sino por su trayectoria como sombra reptante bajo la sombra de AMLO. Pero, quién sabe. Si AMLO está regresando al pasado de la década de los setenta en muchos aspectos de su gobierno y su manera de hacer política y detentar el poder presidencial, no descarto que igualmente Claudia Sheinbaum haga lo propio y, tal como sucedía durante el priato, ya sentada en el trono se desvincule como hicieron los precedesores respecto de sus respectivos dedos de gran elector. ¿Podría, querría Claudia distanciarse de AMLO para hacer válido su estilo personal de gobernar? Auguro que así será. Taimada sacará las uñas. Y Andrés lo sabe. Por eso él también está apostando a ganar el congreso, para tener a raya a Claudia con la mayoría morenista, para mantener el control. Y esa es la apuesta que debe hacer también la oposición: ganar el congreso para tener a raya no solo a Claudia, sino a los embates morenistas.

Por eso voy con las palabras del colega López Dóriga. Es el congreso, pendejos. No se vayan con las fintas. Los indicios dichos a tiempo y destiempo están más que claros. Aunque no echemos la campanas al vuelo, porque luego de una terrible pandemia que nos alteró los números de población y padrón electorales, faltará ver si no ahora más que nunca, dicho entre paréntesis, los muertos también votan.




Palabras que matan


LA INTRINCADA RELACIÓN entre el lenguaje y el terrorismo pone de relieve una verdad pocas veces considerada, en especial por quienes, so pretexto de no tener el lenguaje como principal herramienta de su quehacer, olvidan que es todo lo contrario y que, a querer o no, en el principio está el verbo y es este el factor que determina nuestros grados de libertad, aun cuando, como es el caso de estas líneas, se acuda al recurso inhumano de la inteligencia artificial*.

Una afirmación categórica se alza como faro en medio de un mar de conceptos complejos: el acto de terrorismo no se limita únicamente a señales de alarma, sean estas falsas o verídicas, ni a explosiones devastadoras ni al salvaje y despiadado derramamiento de sangre. En la esencia misma del terror, encontramos su anclaje en un lugar mucho más sutil y retorcido: el lenguaje y, más específicamente, la forma y la intención con la que se emplea.

El verdadero terror no yace en las palabras por sí mismas, como algunos algoritmos de búsqueda en redes sociales o equipos de censores pueden hacernos creer. No, el verdadero terror reside en el contexto que envuelve estas palabras, en la carga emocional que transmiten y en la motivación subyacente. Para comprender esta compleja danza entre el lenguaje y el terror, examinemos las declaraciones recientes del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, como un caso paradigmático.

Aunque yo mantenga diferencias con mi presidente Andrés Manuel López Obrador en diversos aspectos, compartimos, como mexicanos, una profunda vocación pacifista. Esto no implica abrazar una "neutralidad" irresponsable y desapegada de la realidad, sino más bien asumir una postura moral e íntegra. El terrorismo, en cualquiera de sus manifestaciones, es condenable, no solo por su inmoralidad, sino también por su profunda inhumanidad.

Es imperativo que tanto musulmanes como israelíes, a pesar de la pesada carga histórica que los separa, reconozcan que tanto quien ejecuta un acto atroz como quien permite que esto ocurra comparten la responsabilidad. Las atrocidades cometidas por grupos como Hamás, Putin y otros son igualmente condenables que las reacciones violentas y desproporcionadas de aquellos que han sido sus víctimas. En el conflicto de intereses, justos y pecadores a menudo comparten el mismo fardo de la culpa.

El verdadero reto radica en comprender que el terrorismo no es un fenómeno aislado, sino un ciclo de violencia que se retroalimenta. Solo cuando seamos capaces de aprehender la relación intrincada entre el lenguaje, el contexto y el terrorismo podremos buscar soluciones reales y duraderas. En la búsqueda de la paz, la responsabilidad recae en todos nosotros, sin importar nuestra procedencia o afiliación política.

Las palabras también matan, aquellas que inflaman los corazones y avivan el fuego del conflicto. Mientras continuemos en este camino de reflexión y comprensión, estaremos un paso más cerca de construir un mundo más pacífico y humano.

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* En efecto, este artículo basado en una entrada escrita por mí en el grupo de este blog en Facebook lo retoqué con inteligencia artificial y posteriormente lo edité para publicarlo en la forma que ahora lees, querido lector.