SER HUMANO, SER POETA
Una añeja discusión más amplia según se la mire: ¿qué es ser escritor? ¿qué es ser artista?
Llevamos siglos debatiendo estas y otras preguntas semejantes y nunca logramos una conclusión. Generalmente terminamos yéndonos por las ramas, cayendo en extremismos, generando groseras discriminaciones o petulantes guetos.
Personalmente he preferido mantenerme al margen amparado en la etimología y la semiología misma de Poesía, es decir, el acto creativo y su resultado, sin importar su forma o soporte, el poema. Desde este punto de vista, la categorización de los poetas se vuelve tan amplia como los oficios e intereses creativos que cada persona, profesión o cultura puede ofrecer y experimentar.
Se trata de una discusión que tiene derivados. Por ejemplo, no faltan los medios periodísticos y profesionales del periodismo, colegas, que cuestionan quién es o no tal. Unos opinan que basta escribir en un pediódico con suficiente frecuencia para hacer periodismo. Otros reclaman el coto de poder que da el conocimiento genérico y el oficio de reportero como requisitos para aspirar al grado de periodista. En la primera perspectiva, tan periodista es el político que colabora con artículos semanales como el jefe de información que redacta la editorial todos los días. En el segundo caso, sólo el "obrero redactor" encargado de buscar, organizar y difundir la información concreta de su fuente, ajustado a ciertas normas es digno del título de periodista.
Aquí cabe preguntarse quién es más poeta, ¿quien tiene sensibilidad y maestría para construir metáforas? ¿El que emplea amplia y ricamente el idioma? ¿Quien redacta de modo impecable, sin fallas gramaticales de ningún tipo? ¿El que retoma la realidad y la voltea para recrearla desde su punto de vista? ¿Aquella persona que logra desahogar sus sentimientos y pensamientos de una manera más o menos organizada?
En mi perspectiva anunciada, todos cabemos en la misma canasta. Tan "poeta" es el escultor, como el artesano; el redactor del diario, como el compositor de boleros; así el declamador, como la abuelita que teje encajes; el maya constructor de pirámides, o el gaviero que pone a volar en sus velas las ilusiones mercantiles que abren fronteras al hombre.
Los seres humanos hemos pecado de soberbios y de ambiciosos. Personalmente no tengo nada en contra de las asociaciones de escritores, incluso hace años me inscribí a la de mi país, por breve tiempo (por ¿falta? de consecuencia en mi modo de trabajar); nunca pasé de "aspirante", a pesar de vivir medianamente de la escritura para diversos medios. Pero creo que hemos sobrevalorado demasiado los "derechos" que nos asisten en tanto "obreros" de la palabra, como si la palabra, el "logos" nos perteneciera en exclusividad. Qué bien que se registren y respeten los derechos, pero no puede olvidarse que una vez expuesta la obra deja de pertenecer a su creador para pasar a ser del dominio del recreador, o sea de su consumidor. El intérprete, el lector.
Porqué disminuir una composición de un infante sólo por el hecho de su edad. ¿Un poema de Rubén Darío, declamado por un niño en la escuela lo hace menos poeta; o al niño lo hace más maduro?
Reza el proverbio que "del dicho al hecho hay mucho trecho" y me resulta ocioso detenerme en el trayecto para ver los áboles de las categorías, cuando el bosque de la creatividad es tan vasto y compartido. Habrá árboles incipientes, arbustos, yerba nociva, enormes copas, troncos robustos, sombras y claros, hoja perenne y hoja caduca, pero todo hace al bosque, así los zorros como las ratas, los búhos y las mariposas, las larvas y las arañas. Y diciendo esto extiendo una mirada a mi biblioteca y veo lo que he leído y lo que me falta por descubrir.
Que el trabajo creativo es perfectible, nadie lo duda, pero no podemos dejar de lado que en más ocasiones una carta de amor puede ser más releída, con todo y sus faltas, que una novela escrita por un Premio Nobel.
La poesía es el acto humano que nos aproxima en potencia y significativamente con el acto divino cuyo fin es el mismo, crear. El poeta sólo es el instrumento chueco o derecho, agudo o necio. El poeta es el primer poema, el más inacabado. Humildemente, eso pienso, eso creo. ¿Lo he dicho bien o mal? ¿Esto me vuelve más o menos poeta, escritor, lector...? Y, ¿dónde queda en todas estas consideraciones Dios y sus sublimes creaciones?
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