LECCIONES PARA UNA VOTACIÓN (Segunda parte)

junio 30, 2012 Santoñito Anacoreta 0 Comments

En la primera parte de estas entregas expuse suscintamente los detalles relacionados con la conformación de la boleta electoral a usarse en los comicios por venir. Asimismo puntualicé de forma ilustrada los casos y formas como podrás emitir tu sufragio. La didáctica de estos artículos tiene como finalidad servir como apoyo para la reflexión y práctica de tu voto.

Ahora, en esta segunda parte, abundaré en lo tocante a la perversión implícita en el diseño de la boleta. Perversión ocasionada (no exclusivamente en esta y para esta ocasión) por la reglamentación de los propios partidos y el apego a la ley por parte del IFE. Pero no se malentienda aquí el concepto perversión como una maldad, sino en el sentido etimológico del mismo en tanto per-versum: por-dar-la-vuelta, por-cambiar, entendido como una manera diferente de plantear o traducir un mismo suceso, aquí el suceso de decidir.

Todas las boletas electorales, como todo producto visual, impreso, obedece a una composición gráfica. Eso lo sabemos bien quienes tenemos al menos un mediano contacto con las artes gráficas y con las artes en general, no se diga los diseñadores. Siempre que se diseña algo, ya sea de manera consciente y calculada o de forma inconsciente y espontánea, ese algo diseñado, sea bidimensional o tridimensional obedece a varias normas, reglas y fórmulas estudiadas y conocidas desde muy antiguo. Una de ellas, y quizá la más determinante de los efectos de una obra en el espectador es la relacionada con la proporción: la regla áurea.

No me detendré a cansarte con detalles alrededor de esta regla, sin embargo apuntaré que es un factor semántico importante en la construcción de mensajes visuales, ya que permite establecer los límites y alcances matemáticos y perceptuales de una obra y sus partes en su apreciación estética tanto como en su interpretación (lectura).

Imagen "A". Una supreficie dividida por una cuadrícula
en cuatro partes. La espiral muestra la relación
proporcional entre las partes.
¿Cómo aplica a una boleta electoral? Sencillo. Dicho de manera en extremo sintética, la regla áurea, también conocida como llave de oro, establece la propoción entre las cosas como una relación armónica y simétrica de tamaños y medidas. A efectos de la boleta electoral... Cuando a una superficie como el papel en que se imprime la boleta se la cuadricula en nueve partes iguales y se acomodan en la cuadrícula elementos visuales, el acomodo de estos elementos, para que sea armónico ha de obedecer a la regla de proporción. Véase la imagen "A". Así, para que al ojo parezca que el contenido de la boleta tiene un equilibrio armónico entre tamaño de casilleros y distribución de los mismos en la hoja, su acomodo debe ser matemática y geométricamente proporcional. Un ejemplo práctico es el acomodo empleado por Twitter para el diseño de su interfaz de usuario (la página en la cual navegamos).


Ahora bien, más allá de la simple proporcionalidad,  otro dato que aporta esta regla es la tendencia probabilística de que un elemento dentro del espacio arreglado sea percibido (suceda u ocurra en la conciencia) antes que otro.

Por naturaleza, el ojo humano al leer, sigue una trayectoria ajustada a la regla de oro de tal modo que la visión obedece a la inercia de la proporcionalidad, fijando la atención (así sea un instante) en los elementos que proporcionalmente tienen mayor peso por ubicación de lectura. Por lo general el ojo humano (que no la corteza cerebral) comienza a ver una página por la esquina superior derecha (primer cuadrante de la cuadrícula) y a partir de allí comienza, siguiendo la espiral de la llave de oro, a cerrar breves espacios triangulares y rectangulares, de arriba a abajo y de derecha a izquierda, hastsa completar en la mente la imagen total. Ver imagen "C".


Cada elemento que encuentra a su paso, según sus características de color, tono, matiz o acento, forma, dimensión, inclinación, ubicación tiene mayor o menor probabilidad de ser captado más o menos tiempo y por lo tanto obligar al ojo a detenerse un poco más para asimilarlo. Claro que la propocionalidad puede ser manipulada al antojo de quien elabora el mensaje visual, para efectos de interesar al lector en tal o cual sección del mensaje. Como podemos ver en la imagen "B", es lo que hizo Twitter al acomodar el historial de tuits en el lado izquierdo. Con un espacio blanco, brillante y en movimiento obliga al ojo a leer por el lado contrario del natural y rematar su lectura en la sección de resumen del perfil. O sea, la distribución de los elementos y su forma de presentarlos distribuye también proporcionalmente las probabilidades de ocurrencia de los mismos en la conciencia y conforme a un modo de arreglo y lectura convencionales (al menos para el ojo occidental).

En el caso de la boleta electoral que nos ocupa, la determinación de acomodar los casilleros de los partidos en orden secuencial a partir de la antigüedad del registro de los mismos ante el IFE establece un orden de lectura lógico, convencional, pero no natural a efectos del recorrido visual. Para este, lo primero que aparece no es el PAN, sino el PRI, por lo tanto el candidato Enrique Peña Nieto, dándole en apariencia y proporcionalmente una probabilidad de aproximadamente el 14% de ser visto antes que el resto. Pero el ojo no se detiene sólo en ese punto, pues hace su recorrido natural abarcando de la parte al todo, guiado y detenido por factores como ya dijimos tales como el color, etcétera y, más adelante, sigue encontrando casilleros que, por la repetición del nombre de un candidato y/o los otros factores visuales mencionados multiplican la probabilidad también proporcionalmente. Es decir, si al comienzo de esta explicación ya pensabas que la boleta podía inducirte involuntariamente a votar por Enrique Peña Nieto, te equivocas, porque quien aparece mayor número de veces es Andrés Manuel López Obrador, y basta ver la distribución de su nombre en el conjunto de casilleros para concluir que la probabilidad de que sea votado más veces, sólo por la abultada ocurrencia visual en la conciencia del elector es tanto más alta (aproximadamente 62%) que la del primero toda vez que la probabilidad se distribuye de manera geométrica y proporcional a lo largo y ancho del conjunto total que es la boleta. Nada tiene que ver con que seas zurdo o derecho.

Ahora, una cosa es la probabilidad de marcar la cruz sobre uno o más casilleros de la boleta, en el supuesto de un elector participativo y otra cosa es estimar sobre la base de las tendencias la  manera como esas probabilidades se modifican por la acción directa del voto.

Hasta días pasados, las tendencias resultaban de las múltiples y variadas encuestas de opinión, cada una de las cuales, según la firma encuestadora que se tratara, consideraba para sus pronósticos ciertas variables. No obstante, todas las encuestas sólo reflejan valores relativos, nunca absolutos. Son relativos por que no incluyen en la metodología (salvo algunas excepciones) los datos relacionados con los votos blancos (candidatos/partidos no registrados), la opción de anular el voto voluntariamente y la opción de no acudir a la casilla (abstencionismo).

Cuando echamos un vistazo a la página del PREP del IFE notamos que este sí contempla absolutamente todos los casos, de ahí que las cifras que arroja son absolutas. Ello no significa que no pueda al final hacerse la correspondencia relativa. Es decir, mira la imagen de abajo (Cf. IFE Estadísticas PREP 2006):


Estos datos se corresponden con las elecciones presidenciales de 2006. En ese año la participación ciudadana resultó en un 58.55%, lo que deja al abstencionismo con un muy alto 41.45%. ¿Cómo veo que podrán acomodarse ahora los porcentajes absolutos en la presente elección? Eso lo dejo para la siguiente parte.
(Continuará)

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