¡Y RECHINÓ EL GIS!
¡Y se la llevó al baile! |
Enrique Peña Nieto, en tanto gobernador del Estado de México, se caracterizó por no ser precisamente un gobernante de mano blanda, pero sí de buen capote. En más de una ocasión a sus opositores o los ninguneó o los cooptó de algún modo para imponer su voluntad bajo la premisa de que "no puede permitirse que una minoría vaya contra los intereses de la mayoría".
El concepto de minoría de Enrique Peña Nieto nunca ha sido suficientemente claro. Lo mismo ha etiquetado de minoría a la obvia minoría de unos cuantos ciudadanos inconformes, pero en derecho de protestar legítimamente sus derechos, como ha metido en el costal del mismo juicio a movimientos enteros de diversa factura, ya sean de izquierda o derecha, en desacuerdo con alguna política o decisión suya. La mayoría, entonces, parece estar ajustada en realidad a los criterios de una minoría oculta que algunos identifican en el llamado "grupo Atlacomulco" de discutible existencia. Lo cierto es que la revisión de Peña Nieto del concepto fundamental de la democracia no ajusta a los intereses propios y de los poderes fácticos detrás de su investidura, antes como gobernador del Estado de México, ahora como Presidente de la República.
Posiblemente pocos mexicanos saldrán a la defensa moral de Elba Esther Gordillo y más de uno aplaudirá el caballazo dado a la líder sindical más fuerte.
Jugada de pizarra
Desde mi punto de vista, y lo dije y escribí en distintas ocasiones en el pasado, el corporativismo sindical en nuestro país se había convertido ya en un quiste canceroso al que era necesario aplicar el tratamiento preciso para extirpar de raíz lo nocivo para el crecimiento y desarrollo de la nación mexicana. Felipe Calderón hizo lo propio con la desintegración de la Compañía de Luz y Fuerza, y por lo tanto con el atropellado desmantelamiento de las oportunidades de negocio de los líderes del sindicato de electricistas, más interesados en sacar raja del advenimiento del servicio de Internet mediante la distribución de las líneas eléctricas (en el contacto de la luz de cada casa, además de electricidad, habrá conexión a la red) que en de verdad defender los derechos de sus agremiados. Felipe Calderón, entonces, consciente del poco tiempo que queda para la explotación de los yacimientos petroleros de México, sentó así las bases para el futuro energético del país y encaminando a CFE (Comisión Federal de Electricidad) a convertirse en la futura "PEMEX" que sostendrá los destinos de los mexicanos. Se antoja, a poco no, jugada de pizarrón.
La promulgación de las iniciativas de las reformas legislativas que el país requiere, ya lo había vislumbrado el ex presidente Ernesto Zedillo, sólo tenía y tiene dos maneras de efectuarse, por las buenas o por las malas y cualquiera de ellas pasa necesariamente por quitar de en medio los mostruos corporativistas en que derivaron los sindicatos más fuertes.
Hace tiempo, mucho tiempo que escribí palabras más o menos que el día que fuere trastocado el poder tras el magisterio, como dice el dicho, al ver la barba de su vecino cortar, los demás grupos se verán forzados a ceñirse a las necesidades del pueblo y no sólo de unos cuantos vividores oportunistas hambrientos de poder. Cayó primero "La Quina", por intermediación de Carlos Salinas de Gortari, y con un sindicato petrolero más "a modo", pudieron los gobiernos siguientes andar por un sendero menos pedregoso en cuanto a políticas y estrategias en materia petrolera, si bien aún falta mucho por hacerse al respecto. Cayó enseguida el sindicato Ferrocarrilero, en medio de escándalos, asesinatos, y el desmantelamiento total de la corporación con la consiguiente vía libre para erradicar un medio de transporte problemático, costoso, a pesar de su histórica y comprobada nobleza en tanto medio fundamental para la comunicación y el desarrollo regional y nacional. Se privilegió entonces a los grupos empresariales más interesados en la construcción de autopistas y carreteras, más ligados con una múltiplicidad de sindicatos pequeños y medianos más "maleables" como son en general los relacionados con la industria de la construcción o los de la industria alimentaria.
En la tarea de hacer reminiscencia, detrás de los mencionados el más reciente en ser tocado fue el sindicato de electricistas, y ahora tenemos esta noticia que pretende descabezar a uno de los más grandes y poderosos de todos, el SNTE. Dije uno, pues todavía falta ver qué medidas tomará el gobierno de Peña Nieto para con los dos restantes, no menos complicados de atajar en sus intereses: el sindicato que aglutina a los trabajadores del estado, y los sindicatos que conjuntan al sector salud. Pienso que en la agenda, mirando las necesidades más imperiosas del país, se impondría ablandar al sector salud para propiciar la consolidación de las políticas y cambios que en esa materia han venido introduciéndose desde el gobierno de Vicente Fox Quezada. Mientras, el caso de los trabajadores del estado puede significar cierta rispidez por tratarse de una corporación ligada con los entresijos del gobierno, la función pública y el poder. La reforma hacendaria más delicada y que tendrá que pasar por ahí es ni más ni menos que la hacendaria, pues con la aplicación pretendida del IVA generalizado el gobierno actual podría encontrarse con que tiene al enemigo adentro. Y no es cosa menor, pues a diferencia de lo sucedido en relación con los temas de seguridad y justicia, donde el enemigo, es decir el crimen organizado, desde dentro fue minando las estructuras, en este caso el enemigo siempre ha sido un aliado incondicional pero con una fuerte tendencia hacia la defensa de los derechos adquiridos a despecho del poco a poco aceitado engranaje de la maquinaria gubernamental.
Funcionarios públicos de distintos niveles tendrán que tomar posición y verse entre la espada y la pared.
Con la aparente caída de Elba Esther Gordillo apenas se aflojan los grilletes que nos tienen atados a la incómoda comodidad de lo establecido.
Removiendo el fango
Para mover a México, Enrique Peña Nieto ha debido hacer el no menos ingrato e impopular acto de quitar la piedra en el zapato. Hace años, Jesús Reyes Heroles ideólogo del PRI afirmaba que, "en política, la forma es fondo", Fidel Velázquez afirmaba "quien se mueve no sale en la foto". Luego, con los gobiernos panistas, los términos se invirtieron, había que moverse para salir en la foto y el fondo se difuminó bajo las apariencias. El regreso del PRI al poder no necesariamente es un regreso de la filosofía de antaño, aun cuando hay varios fósiles vivientes que así querrían que sucediere. La cuestión es si Enrique Peña Nieto está atado por los intereses fácticos que arrastra, ¿cuán apretadas están sus ataduras?
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