LO MEMORABLE COLECTIVO

abril 22, 2014 Santoñito Anacoreta 0 Comments

21 de abril de 2014

Foto: Archivo VETA Creativa
Revisando mis materiales en archivo, al fin pude encontrar la copia fotostática ampliada del fragmento de artículo publicado en una conocida revista de espectáculos hacia 1993, y en cuyo final incluí (cosa prácticamente inusual en ese tipo de revistas de contenidos de información ligera y de entretenimiento) una nota de corrector. Ilustro la publicación de ahora con dicha imagen. Para ser más exacto se trata de la copia de la prueba de corrección tras ser revisada por el jefe de información y cuyos apuntes, añadidos y taches manuscritos destacan la forma como una aportación puede ser borrada literalmente por algo así como 10 plumazos, lo cual acepto sin guardar rencor. Ahora, pongamos el tema en contexto.

A 24 años de introducida una palabra: memorabilia

Entre los años 1992 y 1994 fungí como corrector de estilo de la revista TVyNovelas a la sazón dirigida por su creador, el periodista de espectáculos Jesús Gallegos. Entonces también trabajaba como formador de la revista su hijo, Armando Gallegos que en la actualidad se desempeña como director de la misma en consecución de Juan José Origel.

En esos años uno de los negocios de restaurante más pujantes por novedosos a causa de su concepto temático era el Hard Rock Café. Entre muchas de las cosas que lo destacaban era lo que llamaban su “memorabilia”.

Sería el año 1993 cuando la mentada firma, que entonces tenía entre sus accionistas a Miguel Alemán Magnani, hijo de Miguel Alemán Velasco socio de Emilio Azcárraga Milmo en Televisa; la mentada firma, decía, contrató además de espacios publicitarios para anuncios uno para un publirreportaje en la revista. La gente de la empresa envió la información y el director de la revista me pidió hacerle la corrección de estilo. A sabiendas que se trataba de un publirreportaje era poco, muy poco lo que podía yo hacer (por políticas empresariales y criterios editoriales), sin embargo consideré importante y pertinente que una palabra nueva y que tras una larga investigación apoyada por otros correctores de revistas vecinas de la misma editorial Intermex, por cierto entonces recientemente comprada por Grupo Televisa; consideré importante y pertinente, repito, incluir una nota para beneficio de los lectores que, me constaba, estaban en la misma duda que yo respecto de la palabreja, misma que tampoco tenía registro en inglés dado el origen de la información, siendo la franquicia estadounidense (y vaya que consulté diccionarios de varias lenguas).

Volviendo a la idea. Tras una acuciosa consulta, la mejor solución fue recurrir a las etimologías toda vez que es relativamente usual que muchas palabras anglosajonas conserven la etimología y fonética casi igual de vocablos originarios de las lenguas indoeuropeas. Así, me di a la tarea de ir más allá de la descripción básica y mercadológica que Hard Rock Café hacía de su “memorabilia” sin definirla a carta cabal.


Cabe señalar que en esos años la Internet todavía no existía del modo que ahora gozamos y, aun así, hoy sigue sin definirse adecuadamente la palabra. Basta hacer una búsqueda elemental para darse cuenta que es un concepto que sigue dando tumbos, si bien en la Wikipedia[1] hallamos un apunte (no referenciado) que asocia el concepto con la acepción “conjunto de cosas memorables” a partir de la línea que ya yo había trazado en aquella nota a pie ―que pasó al olvido pues jamás fue publicada― y tomando como base el empleo del sufijo latino en sus formas “-alia” e “-ilia” para denotar nombres colectivos. Pero además recurriendo a una forzada o adelantada ley del menor esfuerzo por vía de apocopar mediante sinalefa y sinéresis los sonidos resultantes de añadir el sufijo al concepto fundamental: ‘memorable-alia’, ‘memorable-ilia’ = ‘memorablalia’, ‘memorablilia’ y que, para evitar la confusión con el pseudo prefijo griego ‘laléin’ (con el significado de “habla”, como en “dislalia”), en el primer caso se contrae a ‘memorablia’. Como ocurre con la palabra “biblia” que en su construcción elemental resulta de ‘biblos-alia’, ‘biblos-ilia’ (colección de libros), si no del añadido del sufijo “-ia” (relativo a libros), “memorabilia” es más cómoda de pronunciar y de mejor recordación.

Al parecer el Diccionario Oxford[2] incluyó memorabilia con una base histórica, definiéndola en función de la época vitoriana, dando a entender sin fundamento que el concepto pudo haberse acuñado en esos años o en relación específica al coleccionismo que tuvo un excepcional auge en la época victoriana. Por su parte, el Diccionario Cambridge[3] en línea asienta un significado más correspondiente a la idea de la empresa restaurantera en cuestión: Objects that are collected because they are connected with a person or event that you want to remember. Por lo que toca al diccionario de la RAE no hay el asiento respectivo ni siquiera en asociación con el vocablo “memorable” incluido en sus páginas.

Entre recortes y nubes

Foto fuente: http://lascaniophoto.com/wp-content/uploads/2012/05/Lascaniophoto-39.jpg
En 2013, Hard Rock Café México cerró sus puertas[4], sin embargo el concepto “memorabilia” sigue vigente en el hablar y en ámbitos ya distintos del restaurantero, pero no se piense que como derivado de marca ―¡faltaría más! que los empresarios se hubieran apropiado como marca registrada de una palabra de uso relativamente común―. Incluso no hace falta usar la palabra para que destaque su latencia. Internet misma se ha vuelto una inmensa memorabilia donde, como en aquella de Hard Rock Café, lo mismo caben y son exhibidas las bragas de zutana, la guitarra de mengano o el álbum fotográfico y familiar de perengana.

Estos tres, zutana, mengano y perengana (no nos olvidamos de otros fulanos) bien podemos ser tú, yo, o cualquiera de los demás en torno. La familiaridad con que cada uno de nosotros exponemos nuestros recuerdos, ideas, ya sea en la forma de texto o en álbumes fotográficos que complementan nuestros perfiles y muros en distintas redes sociales, ha hecho de la pantalla digital un escaparate cuyo contenido más difundido no es tanto la información textual o gráfica sobre la actualidad como sí la relacionada con determinados aspectos de la privacidad de cada quien.

Antes como ahora, todos teníamos una memorabilia casera: el álbum de recortes, la galería de fotos familiares, la colección de libros o elepés, la vitrina con las cerámicas de la abuela… Hoy todos abonamos una prenda o cien o mil al enriquecimiento de una memorabilia global donde lo mismo vale y  tiene interés la muerte del ser querido, el retrato de las bodas de plata de la abuela o el momento de frustración y ridículo más risibles. Nuestra privacidad es ahora cosa memorable, si no para uno, quizá para otro y, en la red, esta se suma a la colección de cosas memorables que desde distintas partes del mundo alguien tiene y desea compartir con el resto, modificando radicalmente el concepto que teníamos de las categorías de lo público, lo privado y lo íntimo: los momentos de dicha, las ocurrencias, tragedias; noticias locales, nacionales, mundiales; la receta de tal platillo o bebida, el consejo para cierta manualidad o arreglo y un largo etcétera. La valía enciclopédica de los contenidos en la red, más allá del debate alrededor de su calidad pedagógica, didáctica, formativa e informativa es indiscutible. Todos somos autores, todos somos lectores y eso las leyes de derechos de autor no lo están contemplando, pues están escritas para proteger los derechos de unos cuántos sujetos a certificación y registro, en su mayoría las grandes corporaciones o agrupaciones erigidas en representantes de esos derechos de sus representados. El capitalismo está siendo rebasado por la democracia y el caos organizado que implica; aún no se da cabal cuenta de ello a pesar de los resquebrajamientos más recientes como la crisis y recesión más prolongada en la historia del orbe desde 2005 y que apenas en 2014 parece aminorar.

En Hard Rock Café las reminiscencias incluidas en la memorabilia estaban materializadas en la forma de suvenires enclaustrados en una vitrina y algunos reproducidos como consumibles para efectos promocionales y publicitarios. En la Internet, con las nuevas tecnologías, los recuerdos, la nostalgia, la melancolía y la risa tienen el valor de la gratuidad eventual, pero sufren de la ingratitud del anonimato al de pronto compartirse, difundirse como en una interminable imagen especular que además es portable por virtud de los adminículos móviles. Y sin embargo son susceptibles de ser igualmente consumidos y promovidos publicitariamente, qué mejor ejemplo que algunos vídeo blogs o “vlogs” circulando en la red desde YouTube como fuente principal.

Autorretratos o ‘selfies’, chacotas, aforismos, falsedades, verdades, certezas, dudas, lo propio vuelto ajeno, lo ajeno apropiado aun siendo inapropiado van tapizando las horas, los muros o pizarras virtuales que como bandas sin fin recorren la pantalla en una acumulación de tiempo sin fondo, en una eternidad más pronto que tarde inalcanzable y por lo mismo apetencia del olvido.

Por lo pronto, en la construcción de un significado ad hoc para una palabra, más nos valdría recordar que todos contribuimos a esta memorabilia global de lo que como humanidad somos y nos determina. Todos, aun los que ni siquiera tienen acceso a la Internet; porque basta con que sean capturados subrepticiamente por la lente de un celular, como telón ambiental de cierto o incierto acontecimiento o como personajes incidentales en el drama cotidiano atendible por medio de la televisión en línea, por cable, satelital o abierta. Si todos cobráramos los derechos relacionados con la imagen personal, no habría caudales suficientes para pagar a ciertas personas ―ilustres desconocidos― cuya fotografía pulula en las redes.

En esta memorabilia global, los silencios, las omisiones pueden ser tan espectaculares como las menciones, los estruendos terroristas o los discursos, catilinarias, sermones y encíclicas antologadas en sitios que no son más que las caras visibles de un conglomerado de nubes de archivos electrónicos conteniendo lo prosaico tanto como lo poético de la existencia.




[1] Colaboradores de Wikipedia. Nombre colectivo [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2014 [fecha de consulta: 21 de abril del 2014]. Disponible en: .
[2] http://www.oxforddictionaries.com/es/traducir/ingles-espanol/memorabilia [fecha de consulta: 21 de abril del 2014].
[3] http://dictionary.cambridge.org/es/diccionario/ingles-americano/memorabilia [fecha de consulta: 21 de abril del 2014].
[4] http://www.eluniversal.com.mx/notas/923812.html [fecha de consulta: 21 de abril del 2014].

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