Influir o no influir; ahí el dilema
DESDE QUE ESCRIBO para los medios y más desde la existencia de mi blog Indicios Metropolitanos, siempre me he cuestionado eso de ser visto como influencer (horrendo neologismo tomado del inglés desde 2005 a falta de una mejor fama para el calificativo "influyente", más asociado con los petulantes, atrabiliarios y nefandos personajes mal acostumbrados a abusar de su poder político, económico o de relaciones). ¿De verdad lo soy? Sinceramente más seguido que diario lo dudo, sobre todo cuando observo y comparo la respuesta que muchos otros blogueros, escritores, administradores de redes sociales, tuiteros, facebookeros o "juatsoperos", "troles" o "bots" se ven abrumados por comentarios, quejas, denuncias, participaciones, diálogos, señalamientos o referencias cíclicas e interminables de quienes los siguen, amigos, lectores, curiosos, detractores, oportunistas, admiradores; incluso solo mirar los números de suscripciones a un canal de YouTube como el mío o a grupos en Facebook o los "me gusta" dados a las páginas, comentarios, publicaciones, hacen, obligan a que uno mantenga los pies en la tierra.
Puedo, sí, estar de acuerdo en lo que se indica en cierto reportaje publicado en el Diario de Yucatán acerca de la responsabilidad social que implica el solo hecho de laborar o dedicarse a la información y más si la finalidad es hacer crítica y formar opinión pública enterada.
El modelo de comunicación conocido como de "Dos Pasos" explica este tema de los liderazgos de opinión. Liderazgos que todavía hasta comienzos del siglo XXI ostentaban los comunicadores y opinadores "profesionales" anclados en los "medios tradicionales"; pero que, con el advenimiento de las redes sociales, quedaron desdibujados, atomizados entre el cúmulo de hijos de vecino que somos cualquiera de nosotros, expertos profesionales o no.
Hoy, la opinión de Chuchita para Toño puede ser tan valedera como la de cualquiera de los informadores famosos de México o China; y a veces mucho más determinante del criterio por la simple cercanía, proximidad emocional y no solo física, social o geográfica de la "opinadora". Y poco importa si se expresa o escribe con cagarrutas o telas de araña; si se trata de exageraciones, chismes, falsedades, invenciones, campañas armadas por algún conspiracionista. Poco importa también, y es lo más grave, si sus fuentes informativas o de conocimiento son "oficiales" (a saber hoy qué vale como oficial) o un nodo en la maraña de cables de teléfonos descompuestos por vicio de errata o rumorología. Poco importa si lo dicho como hecho deriva o se basa en un hecho dicho de manera distorsionada, como vimos que sucedió, de manera enojosa y vergonzante, con el caso de Frida Sofía que, ante su inoperancia, dio paso al "plan B" enmascarado en la perrita Frida.
De ahí que he escrito, sostengo y critico severamente, sin perder de vista sus virtudes, la "opinioncracia" (que así bauticé años atrás) en que vivimos y que prohija, permite, propicia, sustenta, define, proyecta, explica, ilustra lo que hoy creemos, suponemos, presumimos, vanagloriamos.
Yo no sé si estas líneas, siempre efímeras, tienen el potencial para influir de alguna manera, poca o mucha, en el ánimo de quienes las lean. Creo sinceramente que no tanto, desde el momento cuando las personas siguen escribiendo y diciendo "potencializar" en vez de "potenciar", por mencionar un rasgo gramático a ojos de muchos quizá de poca monta existencial. Pero, pongo de mi parte al menos un grano de arena con el propósito de dar forma a la duna que, más pronto o tarde, se llevará el viento.
Lo que sí sé es que no me entiendo sin escribir diario (aun cuando no publique a diario). Que cada palabra escrita con estos dedos pulsando un teclado o sosteniendo mi pluma son el reflejo de mis palpitaciones, mis respiraciones, mis suspiros, mis ideas, mis pobres, escasos conocimientos y observaciones y análisis y lucubraciones. Que esas atléticas musas que alimentan mi poesía son la proyección de mis olímpicos deseos. Que esas ficciones avanzando lentamente entre las sombras de mis cajones y los folios de mis libretas, formando mi segunda vida, son la recreación de ideales y realidades que, es posible, tal vez algún político, un funcionario público o cierto viandante podría considerar lo suficientemente brillantes o iluminadoras para andar con paso más o menos firme en sus decisiones de gobierno o administrativas.
Aun más que Sócrates, no solo sé que no sé nada; que, lo que no sé, lo invento, sino, entrado en gastos, que solo soy menos que cualquiera, un don nadie aupado a la grupa de una raquítica palabra y cabalgando de manera independiente y solitaria, sin otro rumbo que el horizonte de una verdad que jamás se alcanza del todo.
Sin ir lejos, estos días rondaba por el Paseo Jerusalem, polémica "obra pública" efectuada en el fraccionamiento que habito, mi "villa florida de los girasoles" y pude notar que el gobierno de Naucalpan, presidido por Edgar Olvera, ya levantó el monumento con la serie de nichos donde colocarán, igual que en los Paseos Las Marinas y Arquitecto Luis Barragán, sendas placas conmemorativas con los nombres de personalidades naucalpenses específicas, selectas (nunca, ninguna revisión u homenaje alcanzan a ser exahustivos), como un reconocimiento a su contribución a la cultura, el deporte y el desarrollo del municipio, algo que este gobierno ha venido haciendo como una forma de celebrar los 60 años de existencia de Ciudad Satélite y sus alrededores y demostrar o recordar así que Naucalpan ha sido una "ciudad con vida", una ciudad cuyos circuitos viales contienen, clasificadas, nomenclaturas que ya hacían y hacen homenaje a historiadores, ingenieros, pintores, novelistas, poetas, cirujanos, médicos, actores, cronistas, escultores, arquitectos, misioneros, economistas, dramaturgos, puericultores, navegantes, héroes, geógrafos, músicos, periodistas, diplomáticos, juristas, científicos, educadores, fundadores, pensadores del siglo XX y anteriores.
Ya hubo hecho el gobierno los primeros reconocimientos, en marzo y septiembre pasados, haciendo de esos paseos una "ruta de las celebridades". Ahí ya pueden leerse los nombres de Javier Senosiain, exponente de la arquitectura orgánica; Rafael Limón Burgos "El Bazooka", boxeador, dos veces campeón mundial superpluma; Anabel "La Avispa" Ortiz Morales, campeona mundial paja del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), así como el nadador Luis René Velázquez Claudio, quien ha sido medallista de oro paralímpico a nivel nacional en diversas ocasiones; el ex futbolista Gonzalo Farfán Infante, seleccionado nacional y quien jugó para varios equipos, entre ellos el América.
El boxeador y Campeón Mundial Ricardo “Finito” López Nava, quien de 52 pelas ganó 51; el taekwondoín José Luis Olivares Amores, primera cinta negra en México y, Joaquín Leonardo Vivanco del Castillo, reconocido promotor de futbol infantil. El artista plástico, Paul Achar Zavalza, quien tiene más de 100 exposiciones nacionales e internacionales, así como Jade Ofelia Sánchez Gómez de 11 años de edad, reconocida por obtener el primer lugar en el Parlamento Infantil del Instituto Nacional Electoral INE
En realidad, muchos "influyentes" en esos rubros han vivido, nacido o invertido o muerto en Naucalpan, y varios de ellos en mi querencia, el fraccionamiento La Florida: como los compositores Tomás Méndez, autor vernáculo de "Paloma negra" y muchas más; Ricardo Ceratto, autor pop de baladas como "Me estoy acostumbrando a ti", ambos vecinos de la calle Rosas.
O también figuras del cine nacional como Evita Muñoz "Chachita", escritores, periodistas como don Carlos Ravelo, José Armando Gordillo, el guionista Mauricio Kleif creador de programas como "Los Polivoces"; bailarinas como Paloma Bernal; empresarios, publicistas y políticos como Miguel Alemán Velasco, Javier Chávez Tello, la infausta y nefanda ex alcaldesa Azucena Olivares, la ex alcaldesa y diputada Angélica Moya, vecina de Echegaray, o mi padre; promotores del deporte como Joaquín Leonardo Vivanco, gran amigo y vecino por muchos años en la calle Retorno de Petunias, en mi fraccionamiento, de donde también ha sido oriunda la ex candidata presidencial Josefina Vázquez Mota; o el más recientemente avecindado en Satélite, el medallista olímpico Carlos Mercenario...
El autor del blog con el deportista Carlos Mercenario Foto: Archivo Indicios Metropolitanos |
En fin, la lista es larga y seguro al gobierno de Naucalpan le faltarán, no solo tiempo, sino monumentos conmemorativos para homenajear a vivos y muertos que han dado vida y carácter a un municipio que por años, décadas, ha tenido entre sus asignaturas pendientes el tema de la promoción cultural, a pesar de algunos esfuerzos aislados y afanosos como el que ahora intenta el actual encargado del tema, Juan José Vicencio.
La labor es ardua y más con una población más acostumbrada a trasladarse a la Ciudad de México para disfrutar del teatro, los conciertos, museos, corredores culturales.
Y, ahora que digo eso, imagino en mi cabecita loca este mi terruño, La Florida, transformado en una especie de mini colonia Condesa, centro de cultura, sin perder su carácter residencial, conectado con el maravilloso vecino parque Naucalli, semillero de celebridades, muchas incluso anónimas, como los cientos de brigadistas satelucos que conformaron la Brigada 19 y que tanto hizo y sigue haciendo en lugares afectados por el reciente sismo del 19 de septiembre de este año, en especial en el estado de Morelos donde alguno de los daminificados resumió su sentir diciendo coloquialmente, palabras más o menos: "¡Pinches chilangos! Me cae que me caían en el hígado. Pero, ¡son unos cabrones!; admiro a esos cabrones, ¡cómo se la rifan para rescatar y ayudar y reconstruir a los que fuimos afectados por el terremoto!".
Los brigadistas oriundos de Satélite y alrededores que acudieron a ayudar a poblaciones en Morelos destacaron notablemente cambiando incluso, influyendo, en el concepto que se tenía de los "satelucos" y los chilangos. Foto: DSxMx (perfil Twitter @Acopio_Satelite). RT: Denuncia Naucalpan (perfil Twitter @cuidanaucalpan) |
0 comentarios:
Gracias por sus comentarios con "L" de Lector.