La Comunicación al servicio de la Salud Mental
DESDE HACE AÑO Y MEDIO tengo atorado un ensayo que he venido escribiendo acerca de "la enfermedad mental" como pretexto para hacer un examen crítico de las llamadas "ciencias de la comunicación de las que soy profesional, y mismo sobre el que puede leerse un avance aquí.
A mes y medio de declarada la pandemia, a cuatro meses de distancia del primer caso reportado, tras una oleada de notas, reportajes, crónicas enfocadas en los datos, la información médica, las planeaciones gubernamentales, los protocolos, desde la semana pasada los medios han comenzado a difundir el lado más humano de esta crisis global. Comenzaron, entre noticias falsas, exageraciones y certezas verificadas, mostrando las desgarradoras imágenes de fallecidos en las calles de Ecuador, las que dimensionaron el problema que hasta entonces veíamos concentrado en las zonas hospitalarias o imaginábamos desde el claustro de nuestro aislamiento. Los testimonios de miedo, horror, indolencia, descrédito, paranoia, han dado paso a los testimonios cargados de palabras y miradas nostálgicas, en las que la angustia se mezcla con la esperanza (como en el video colectivo "Close to you" ) y la incertidumbre se encuentra con el coraje para sobrevivir.
Aquí dos muestras recientes, de muchas que ya circulan y empiezan a viralizarse (este concepto ya va resultando odioso) con un propósito de balancear la entropía en el sistema de comunicación. Así como la emergencia sanitaria implica una serie de fases, así también la planeación de la comunicación para el desarrollo las contempla como método, recurso y desahogo de las energías que se acumulan en el conflicto dentro del sistema psicosocial. Así y de muchas maneras más, mi profesión en tanto "agente del cambio", mirada por los más reticentes como "maestría en manipulación de las conciencias", cobra particular significado que, a contrapelo de lo que pueden pensar colegas como Andrés Oppenheimer al afirmar que podrá ser "sustituida" por la cibernética y la informática. Es posible, pero el toque humano siempre será esencial aun para desentrañar los vericuetos del más complejo algoritmo.
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