Vámonos preparando
ERA DE LA OPINIÓN... de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador llegará al final de su sexenio, pero…
A ver… Yo no quiero pensar mal. Yo no le deseo mal a nadie, cuantimenos a nuestro Presidente ni quiero ser ave de mal agüero, pero tal parece que AMLO nos ha estado preparando para una transición adelantada, y no me refiero al juego del tapado y las corcholatas que tanto furor generó en 2021. Tenemos varios indicios que me llevan a lo que pienso y expondré enseguida.
Entre el afán y la realidad
Si algo ha tenido López Obrador como característica, esto ha sido su astucia, además de ser un provocador y otros adjetivos bien o mal ganados.
Esta astucia, por encima de su discutible conocimiento sobre determinadas materias, de la mano de su tozudez que a veces raya en la obcecación lo ha llevado cínicamente a donde está y a andar varios pasos por delante de quienes se han colocado en calidad de detractores y opositores; entre los segundos me declaro formado en la fila, aunque mirando de soslayo por aquello de no entumirme en posturas anquilosantes.
Desde que tomó el poder, AMLO nos ha estado poniendo el tapetito para lo que vendrá. Y no podemos decir que no ha sido congruente con su palabra, aunque nos choque y resulte a veces repugnante. Todas y cada una de sus promesas de campaña las ha ido cumpliendo, nos guste o no, y aun cuando ese cumplimiento no por fuerza signifique que ha mejorado al país, sino al contrario, lo ha hundido y no nada más segmentado. Ha sido congruente, ni duda cabe, con su forma de pensar conservadora y tan es así que en él se cumple viceversa aquello de "dime de qué presumes y te diré quién eres", acusando en los otros lo que se refleja en sus ojos.
Si algunos han querido ver su plumaje enfangado con las salpicaduras que han hecho sus corruptos familiares y colaboradores, pues están equivocados, porque para empezar, aunque lo asocien con el ganso por su socorrida frase de inspiración fálica "me canso, ganso", pues de ave no tiene nada y de fósil todo, no solo en su etapa universitaria, sino por su paso por la escuela del PRI, no nada más por su mote bien puesto por taimado de peje lagarto.
Lo que podría venir
Lo que podría estarse anunciando, decía al comienzo, es una transición adelantada. Si no estoy equivocado en mi lectura y a pesar de tantas distracciones y piedritas que nos han puesto en el camino, este suceso podría tomarnos por sorpresa y por ello mismo sentar las bases para justificar, con base en otros argumentos complementarios a los que yo he expresado en este blog y sus espacios en Facebook y Twitter, el pronóstico de una continuidad de la izquierda gobernando México en 2024.
Veamos los indicios para mi actual sospecha, pero los más realistas, no los efectistas y distractores que han servido para dar tema de conversación indignada a los chimoleros.
Primero tenemos una "tozuda" insistencia en la realización del plebiscito para la revocación de mandato, para la cual la Suprema Corte hizo como que la virgen le habló y no modificó la pregunta, que por otro lado es irrelevante porque, a querer o no, politiquerías aparte, el mandato tiene como toda moneda dos caras, una implica la revocación y la otra la ratificación, poco importa cuál es el anverso y cuál el reverso o el sentido del voto o si la pregunta se queda como está, redactada con redundancia:
¿Estás de acuerdo en que el C. Lic. Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su período?; la disyuntiva es innecesaria de expresar, a menos que sigamos la máxima de comunicar a prueba de tontos.
Gramaticalmente habría podido ser redactada de dos formas mejores:
- ¿Estás de acuerdo en que al C. Lic. Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza?; la negativa como voto implica la ratificación.
- ¿Estás de acuerdo en que el C. Lic. Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos, siga en la Presidencia de la República hasta que termine su período?; la negativa como voto implica la revocación, sin especificar la causa motivante.
Arrieros somos y en el camino andamos
Como sea, las condiciones ya están dadas, se ha cumplido con los requisitos mínimos de ley —aun cuando AMLO la haya violado al convertirse en el primer promotor; porque la promoción tendría que haber ocurrido y tendrá que suceder desde ahora por iniciativa de la propia ciudadanía; pero, alguien tenía que arrear a los bueyes que somos para que jalara la carreta y pudiera ararse este nuevo surco donde fructificarán los granos de nuestra democracia.
Las condiciones ya están dadas, decía, se ha cumplido con los requisitos mínimos de ley y habrá la revocación con fecha 10 de abril de este año, así sea que el INE se vea forzado a buscar bajo las piedras por la falta de presupuesto y hacerla, no con pinzas, por lo delicado, sino con pinzas de ropa, por lo exiguo. La cantidad de casillas que podrán instalarse entonces apenas servirán como un muestrario de alfombras para justificar esa sospecha que ya voy anunciando.
Dado que el propio Andrés Manuel empujó tanto sería de esperarse que respetará la veda de propaganda gubernamental y, respetando las reglas, modificará los contenidos de sus mañaneras, para no entrar de nuevo en los dimes y diretes ya vividos meses atrás por su burdo intervencionismo disfrazado de "derecho" de difusión, de expresión y publicación. Pero, entonces ya no sería el AMLO contestatario y jodón que conocemos, así que seguro continuará en el tenor y el tono, no se diga en su rijosidad para con nosotros los periodistas y comunicadores.
La revocación y la media vuelta del hijo del lobo obrador
El ejercicio ese de la revocación, ya lo he dicho, desde un punto de vista estrictamente de la participación ciudadana y el reforzamiento de nuestra democracia es un asunto bueno, necesario, y en algún momento tenía que ponerse en práctica, así fuera como un ensayo para el futuro, dada la novedad de la figura. Independientemente del resultado, ya luego no nos dirán que no sabemos cómo y con qué se come. Siempre hay una primera vez para todo, y a la revocacíon le llegó su tiempo como meses atrás a la consulta popular. Faltan otras figuras contempladas en la Constitución, ya les llegará su momento al Referéndum y al Plebiscito que, aun siendo similares a las ya puestas en práctica, sus sutiles diferencias de organización y medición requieren también que se ensayen, aunque impliquen, como es ya claro, un costo específico. Así que no nos quejemos, no seamos como ese "millonario" que ha adquirido un jaguar y no quiere ni siquiera que le dé el sol porque cuesta mucho tenerlo; para eso, mejor ni hubiéramos metido en la cochera de nuestra democracia esas figuras de la consulta popular, la revocación de mandato, el referendum y el plebiscito, complementarias al ejercicio de nuestra voluntad ciudadana y la gobernanza.
Poco importará ahora, es claro, que haya mucha o poca participación. Se necesita un primer pretexto para, de ser necesario, justificar la quizás adelantada renuncia del Presidente que, además, podría alegar motivos de salud. Ya he puesto antes el doble escenario. Un voto afirmativo de la revocación hace al mandato inconsútil, es decir continuo, al menos en este primer ejercicio por ser la ley intransitiva, no retroactiva y por lo mismo inaplicable al mandatario en turno, ahora, pero aplicable en futuras revocaciones. Un voto negativo redunda en lo mismo, justificando con forma de ratificación la continuidad legítima y legal. Sin embargo, en el primer caso, puede darse la ocasión de que el Presidente opte por mostrarse congruente con su discurso populista y adoptar la respuesta ciudadana para justificar su renuncia al cargo y, como ocurre con AMLO, incluso emplear su condición de salud actual para justificar dicha salida. La misma, hay que decir, que podría darse igualmente a pesar de la supuesta ratificación en caso de un voto en ese sentido.
Y aquí está el segundo indicio que leo en el estado de salud de Andrés Manuel López Obrador, la práctica "rutinaria" del cateterismo hace unos días, su acondicionamiento físico y el "teatro" médico tras y alrededor de sus dos contagios por covid-19 y su variante ómicron en medio de una pandemia cuya administración ha sido, por decir lo menos, polémica cuando no, a ojos de unos nacionales y extranjeros, desastrosa, su salud se presenta como un pretexto de salida digno, como reza el bolero y en el que la plana mayor de la política tiene el script bien aprendido y entendido.
Entonces yo daré la media vuelta y me iré con el sol cuando muera la tarde
Nunca antes, fuera de la muerte de Benito Juárez, la renuncia de Porfirio Díaz y los magnicidios de Francisco I. Madero y Venustiano Carranza, México había experimentado de manera planificada y prevista por la ley la probable ausencia del mandatario, y nunca antes la ley misma había sido ampliada a que semejante condición constitucional pudiere ser promovida por los ciudadanos por lo pronto para los cargos de presidencia federal y gubernaturas, faltaría incluir las alcaldías, que es el siguiente paso.
De ahí la importancia de este ejercicio de revocación y la sospecha de que se nos está preparando el terreno para, como democracia más consolidada, podamos estar en condiciones de una transición forzada por la circunstancia, ahora y en el futuro y sin que ello signifique el desgajamiento del país.
Es tanto como sentar las bases para futuras revoluciones silenciosas basadas en la voluntad popular mejor que en las armas y las ciegas entrañas de la irracionalidad. Sin necesidad de reformar la constitución para ampliar o recortar mandatos, pero sí haciendo flexibles los modos de transición y transferencia del poder. Si tal se consigue, México se colocaría como una democracia no solo y otra vez adelantada, sino ejemplar para el mundo entero tal como sucedió justo con la Revolución que sirvió de modelo para la URSS y hasta para el mismo EE.UU. AMLO así pasaría como pretende, como el más querido y perceptualmente el mejor, no solo por su índice de popularidad, o sus sistemáticos denuestos a sus adversarios, sus venganzas justicieras o su manirrota tendencia a despilfarrar el erario en torcidas caridades electoreras.
Esto que digo, lo sé, va a contrapelo de lo que muchos suponen y seguro se preguntarán si el "dictador" AMLO, como lo tachan, sería capaz de sacrificarse personalmente por un bien mayor de la nación en la búsqueda de construir un mejor México. La respuesta es que sí y nos la dio con su tercer indicio que, más allá de la retórica discursiva y la manipulación mediática, significó el anuncio de su "testamento político".
El testamento político
Así como unos desorientados llaman a la revocación una mafufada, mientras algunos han leído en el anuncio del testamento político una vacilada, una ocurrencia más de AMLO, una petulancia megalomaníaca del Presidente producto de su egolatría, y otros, en cambio, han leído una especie de evangelio, entre esos extremos yo leo el afán congruente de la aspiración siempre reconocida y dicha a voz en cuello por AMLO de su afán, compartido con cualquier mandatario y político de cepa, de trascender en la Historia del país.
"Quiero ser recordado como el mejor Presidente de México", dijo no solo alguna vez, sino varias, y la mayoría de nosotros nos fuimos de bruces con una lectura superficial a partir, como es natural, de las expectativas acerca de sus obras, las que hemos ya puesto de cabeza en su análisis de pros y contras. Ni vale el cansancio detenerse en examinar las discusiones a favor o en contra de Tres Bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y un no muy largo etcétera. Es verdad que por ahora se perfila para ser recordado, en lo administrativo, como el peor presidente que hemos tenido; pero, si somos justos, no solo lo administrativo tendría que pesar. La visión mesiánica detrás tal vez nos lo pone como ese ungido por el sistema para, acomodando las piedras, hacer camino en la senda que otros no han querido andar, sacrificando el propio nombre y hasta la integridad física y emocional, no en calidad de mártir, menos de santo, pero al menos como el artífice que, para construir puentes entre lo sido y lo por ser, ha debido derruir montañas, talar bosques, inundar poblados, joder manglares, ir a contracorriente, sentando las bases del porvenir.
¡Pero, no se rían! Mi anterior párrafo no ha sido un sarcasmo, aunque sí una ironía. Piensen en la ironía: si mañana AMLO nos dice "me voy", no nos dejará ni huérfanos ni indefensos, pobres tal vez, bapuleados, divididos, pero con una mayor conciencia del México que necesitamos ser. Piénsenlo: nos está adelantando no lo inevitable, sino lo previsible, como explicó Lorenzo Córdova al comunicar la convocatoria para votar en la revocación de mandato:
Con la aprobación y emisión de la convocatoria podemos decir que la revocación de mandato es, como ejercicio democrático de participación ciudadana directa, un hecho absolutamente cierto y previsible que habrá de materializarse en la jornada de votación del domingo 10 de abril […].
Tal vez mañana habremos de decir ¡el Presidente ha muerto! ¡Viva el Presidente! Vámonos preparando.
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