Tu casa o la mía

ERA DE LA OPINIÓN... que los cochinitos del cuento iban de casa en casa ascendiendo en la escala social, pero que eran tan torpes y confiados que hubieron de buscar refugio en la mansión del mayor… Pero parece que entre los candidatos a la presidencia municipal de Naucalpan de Juárez, son los lobos los que se han beneficiado y, sabiendo colarse en la mansión de la práctica sociedad, deglutieron a los tiernos, inocentes e incrédulos porcinos para regodearse con el fruto de su trabajo. Al fin, eso dicen, la tierra es de quien la trabaja, ¿qué no?

En estas campañas electorales de 2015, los golpes han estado lo mismo por lo alto que por lo bajo. Concretamente entre estos candidatos —que son los que personalmente me interesan por aspirar a hacer gobierno en el lugar que habito—, las cachetadas, patadas, escupitajos y vociferaciones, los vituperios y las decepciones han estado y están a la orden del día. No hay a cual irle. Uno, o toma partido por este o por aquel o se busca una tercera vía en cualquiera de los partidos menores o se anula el voto o de plano se abstiene de asistir a la casilla. La cantidad de indecisos aumenta como nunca antes.

Tan hábiles y torpes los unos como los otros, los equipos de campaña guardan todavía los secretos más torcidos del contrincante.

En un mismo día, el último y cuando todavía puede hacerse proselitismo, en el diario Reforma un residente naucalpense y ex colaborador de David Parra Sánchez, candidato priyista a la alcaldía de dicho municipio, y que obedece al nombre de Justo Gómez López, publica de forma pagada un desplegado que, junto con un breve reportaje intitulado “La Transa” en el noticiario de Denise Maercker “Punto de Partida” transmitido la noche anterior por Televisa, le da una dura estocada al candidato y al partido en el poder.

Por otra parte, en una nota del diario Hoy Estado de México —uno de tantos periódicos favorecidos por la publicidad del gobierno estatal— el ex aspirante a una candidatura a diputado local independiente y vecino de Naucalpan, Allan Christian Meza Ortiz, exhibió una lujosa mansión atribuida al candidato opositor panista Edgar Olvera. Una casona de 45 millones de pesos ubicada en el fraccionamiento Loma de Valle Escondido, en el municipio vecino de Atizapán de Zaragoza y presuntamente registrada a nombre de las hijas del candidato panista Edgar Olvera.

El primero declara en su desplegado que el dinero “para pagar estas inserciones viene de la cooperación voluntaria de sindicalizados hartos de la deshonestidad del candidato del PRI”. El segundo hace como que la Virgen le habla y a saber su motivo real para la denuncia.

Entre estos candidatos ya habían sucedido dimes y diretes desde que el primero, David Parra tuvo el mal tino de, honestamente, confesar que apenas estudió la secundaria, a lo que reculó críticamente con denostaciones la contraparte. Parra reviró acusando al opositor de no contar con un título universitario. Olvera mostró el título de administrador por el Tecnológico de Monterrey. Parra arremetió demandando por usurpación de profesión al demostrar que aun teniendo el título, Olvera no cuenta con la cédula profesional. Este mostró un certificado de la Secretaría de Educación Pública —que no cédula profesional— y, como niño regañado, amenazó con la revancha y demandar por difamaciones durante la campaña, claro, en caso de ser elegido. Parra en un mitin denunció que panistas golpearon a brigadistas suyos y, en esa misma mañana, una representante vecinal acusó en pleno Cabildo a su hermano Gustavo Parra de pretender comprar a autoridades auxiliares en instalaciones del mismo ayuntamiento y con la injerencia de la presidenta municipal interina Claudia Oyoque, priyista y que trata de zafarse de sus ligas con su antecesor y hoy candidato a diputado federal David Sánchez Guevara. Pero la historia sigue, pues al día siguiente los panistas acusaron a Gustavo Parra de orquestar un zafarrancho contra manifestantes apostados en un puente peatonal frente al fraccionamiento La Florida que, dicho sea de paso, parece haberse convertido en el cuartel y la trinchera desde la cual se planifican las diversas batallas, pues tanto los candidatos del tricolor como los azules estuvieron muy movidos coqueteando con los vecinos de dicho fraccionamiento.

Aquí, en otras entregas, he expuesto los hechos, los dichos y las reacciones de los candidatos a quienes he tenido oportunidad de entrevistar en varias ocasiones. Ambos se han quejado amargamente de la guerra sucia, incluso uno de ellos me mostró mensajes enviados directamente al otro con mensajes para parar los embates de los simpatizantes, zafándose así uno y otro de la carga intelectual en la estrategia (cf. "El regreso arreglado del PAN")

Este golpeteo constante, a mí, en lo personal, solo me afianza en lo que he dicho tiempo atrás: muy probablemente la elección en Naucalpan de Juárez está negociada y de tal forma que el teatro tiene como finalidad desencantar a los priyistas indecisos para inclinarlos a sumarse al voto duro panista y procurar así la victoria de Olvera. De ser así y según trascendidos, detrás de Olvera estarían ni más ni menos que Azucena Olivares y David Sánchez Guevara, quien está enfrentado a Parra desde que ambos eran diputados cuando ella era el edil. Parra, dadas sus conexiones sindicales, cuenta con el apoyo de empresarios y puede ser considerado el caballo negro de Eruviel Ávila, y entonces ¿Olvera? Sería el alfil peñanietista con miras a desestabilizar el poder adquirido por Eruviel Ávila que lo llevó a confrontar al legendario Grupo Atlacomulco, el cual ya comienza —mediante la candidatura a diputado federal de Alfredo del Mazo, primo del presidente de la República— a enfilar las baterías para impulsarlo rumbo a la gubernatura en 2018.

Así, de recuperar el PAN la joya de la corona y quizá el corredor azul, tendría como tarea limpiar administrativamente la casa para facilitar que las reformas estructurales de 2014 aterricen en los años por venir, tal como el Viaducto Bicentenario. Es decir, mientras el PRI se ensució las manos dispuesto a pagar los platos rotos en unos aspectos, dejando en la impunidad a uno que otro roto rata, el PAN llegaría aparentemente sin cola que le pisen, aun cuando se dice, la vida oculta de Olvera podría ser algo de lo que los electores pudieran arrepentirse tardíamente.

En cuanto a Parra, de salir triunfador en los comicios, se verá sometido a un escrutinio constante por parte de los pobladores que, en el afán de hacer de Naucalpan de Juárez lo que era, se han unido para ser el vigía que dé al capitán, cualquiera que sea, el rumbo y los escollos avante. ¿Quién quedará? Quizá nos llevemos más de una sorpresa.

Naucalpenses infelices

"HOY NO SE PUEDE SER FELIZ en Naucalpan de Juárez" afirmó el Ing. Óscar Zárate Arenas, asesor del Programa de Inteligencia Urbana de Naucalpan al presentar a vecinos del municipio reunidos en desayuno a puerta cerrada el Plan de Gobierno y Desarrollo Urbano del candidato panista a la presidencia del Gobierno Municipal de Naucalpan de Juárez Edgar Olvera.

En el desayuno estuvieron presentes otros candidatos panistas a sindicaturas, diputaciones locales y regidurías como Mariela Pérez de Tejada, Raymundo Garza Vilchis, Beatriz Islas.

El plan panista propone hacer de Naucalpan de Juárez una "ciudad inteligente" y se resume en seis puntos que encierran las variadas propuestas mostradas a lo largo de la campaña: 1) Un gobierno con valores; 2) un gobierno promotor de la participación ciudadana así como (3) del desarrollo económico, 4) la rehabilitación integral de la estructura y el equipamiento urbanos; 5) mejoramiento de las condiciones de seguridad en general y no solo lo relativo al combate a la delincuencia. 6) Un gobierno, en suma, solidario.

En la "acera de enfrente", mientras tanto, en el restaurante Meridiem ubicado en el Parque Naucalli, el matrimonio Parra-Salgado cerraba la campaña del candidato priyista David Parra Sánchez​ en un desayuno también "a puerta cerrada" con empresarios, simpatizantes y otros candidatos de la fórmula 

En general las propuestas de estos dos candidatos, muy aparte de la pugna, son bastante similares en los temas generales y la manera como pretenden abordarlos. Quizá las diferencias más marcadas están en la propuesta panista para promover la participación ciudadana por vías distintas y más ámplias de las existentes que contrasta con la priyista de abrirse a foros de discusión y atención ciudadanas, por mencionar un tópico.

Va quedando claro que el voto este 7 de junio a diferencia de otras elecciones anteriores no será orientado a los partidos como sí, preferentemente, por las personas que son los candidatos, y así lo han expresado a Indicios Metropolitanos pobladores de la zona sondeados al respecto para quienes, si bien es importante cierta preparación académica y experiencia en el servicio público le dan más importancia a valores como la honestidad, la legalidad, el respeto al estado de derecho y la atención franca y comprometida a las propuestas de la ciudadanía misma, la que se considera ninguneada por los intereses creados y se muestra deseosa de ser escuchada y tomada de veras en cuenta.

No obstante, la forma tan gris y repetitiva como algunos candidatos se han presentado a los electores abona más a la confusión, el desánimo y nutre la duda y tanto que la falta de creatividad política tanto o más que la imagen negativa de los políticos y los partidos es la causa de que a estas fechas, a escasos días de los comicios, los indecisos conformen un grupo más numeroso que lo normal en ocasiones anteriores, y anular el voto, votar en blanco y abstenerse cobren mayor peso en tanto opciones electorales legítimas e independientemente de sus efectos, sobre los que, vale apuntar, el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales presenta vacíos e indefiniciones graves. 

El Desempleo del Título

EL SIGUIENTE ARTÍCULO ES DE LAS PRIMERAS ENTREGAS de mi columna "Paréntesis", que escribía originalmente bajo el pseudónimo J. Antonio Castillo de la Vega en la sección "Universo Joven" del diario El Universal. Fue publicado el viernes 8 de junio de 1990.

Hoy lo retomo, con modificaciones mínimas, no nada más con la intención de recuperar y hacer compendio de aquellos artículos de mi viejo "Paréntesis" aquí, sino de manera especial porque va a tono con uno de los argumentos que fundamentan, para bien o mal, la pugna entre dos candidatos a presidencia municipal en el municipio de Naucalpan de Juárez, de donde soy oriundo, lo que explica además el cartón que lo acompaña.




Titularse o no titularse. He ahí el dilema.

¿Qué es más levantado para el espíritu: ostentar una licenciatura, una maestría o inclusive un doctorado; o, renunciando a toda clase de prebendas hacer frente a una realidad compartida por las mayorías? Morir... Dormir... Soñar...

Ser o no ser. He aquí el asunto.

Desde épocas muy antiguas, cada hombre se ha debatido en la intimidad de su persona entre ser alguien o ser un don nadie. No importa la clase de hombre que se sea, lo importante es destacar.
Cuando somos pequeños no falta la opinión de algún adulto que aconseja: “quieres ser un bolero, bien; pero sé el mejor de todos”. (Igual podía haber dicho “quieres ser verdugo, asesina mejor que nadie”; pero ya sería el colmo del cinismo.) En fin, siempre se nos ha inculcado el afán de competencia.

Yo no digo que sea malo ni bueno. Lo cierto es que, ese afán de competencia en que se funda la connatural “necesidad” humana de sobresalir y de ser alguien de valía —y, en consecuencia, poseer algo o a alguien—ha adoptado formas muy diversas, pero la más curiosa e institucionalizada ha sido precisamente el título.

En la Enciclopedia del Idioma de Martín Alonso podemos ver los distintos significados de la palabra desde el siglo XV hasta nuestros días y resalta el hecho, nada extraño, de que siempre se ha usado en calidad de distintivo e indicación de las virtudes (o vicios) de una persona o institución.

“Bueno, ¿y a mí que me importa esta obviedad?”, dirás tú, amigo lector y puede que tengas razón. No obstante quizá no te hayas dado cuenta del poder que ejercen dos títulos en especial: el obtenido tras lagos años de estudio, después de quemarte las pestañas; y el ganado, también a pulso, en la vida diara.

Títulos nobiliarios, títulos universitarios implican títulos de propiedad. Uno se apropia el conocimiento, se apropia de una posición en la estratificada sociedad. Uno se apropia de las personas, las cosas y las ideas.

El título subraya (se cree) la dignidad. Detenta el poder. Justifica la fama. Sirve, ni duda cabe; aunque no sea más que un papel, una nota en un registro, una palabra de reconocimiento. Un diploma que, dependiendo del sistema educativo en turno (porque ya no hay monarquías más que de papel) cuesta mucho o demasiado trabajo obtener, por trabas burocráticas sobre todo.

Las ganas de ser alguien en la vida las tenemos todos; y vemos la manera de lograrlo, claro, de acuerdo a la circunstancia en que nos encontramos: quien puede (y quiere) sigue una carrera universitaria o técnica; quien no, se dedica a trabajar con ahínco. Pero uno y otro, el que puede y el que no, tarde o temprano se ven en la disyuntiva de ostentar un título o perderse en la inmensidad del anonimato. Y esto, hoy —2015, cuando retomo mis palabras— aplica casi de igual modo a la presencia en las redes sociales, donde el título en tanto referencia del perfil particular de un usuario puede ser determinante de una mediana popularidad o de la muerte virtual, tanto o más dolorosa como la muerte social.

Todo joven que se ve de pronto, un buen día, en esa disyuntiva termina angustiándose y adoptando las actitudes más disímbolas que se puede imaginar. Y esta angustia alcanza a todos los niveles, lo mismo al cerebrito o al tarado de las clase media (no se tome al pie de la letra lo que digo), que el despreocupado junior de la high, que a aquel indigente de chemo en mano.

En los últimos tiempos hemos visto crecer frente a nuestras narices una alianza que se antoja melodramática: el título se colude con el desempleo. Lo mismo hay ingenieros que trabajan vendiendo enciclopedias —algo para lo que no se prepararon—, que hay contratistas autonombrados ingenieros.

Insisto, esto en sí no es malo, tampoco es bueno. Pero ¿cómo entenderlo? ¿Qué hacer para remediar esto? Cada día somos más e insistimos en hacernos más (parece que el SIDA se ha vuelto un pretexto para picar aquí y allá, con singular pero protegida alegría). Nosotros mismos nos cerramos las puertas del desarrollo. Le echamos la culpa a todo, a todos y a nada.

Las instituciones por su parte no se ponen de acuerdo. Avanzan por un lado mientras en la sociedad lo hace por otro. Millones de estudiantes quieren ser alguien, tener un título y vivir conforme al ideal que este les promete. No obstante, algunos desesperados desertan; las razones son varias.

La situación se agrava cuando entre los mismos títulos se establece una diferencia “de clase”. Para algunos no es lo mismo egresar de tal o cual universidad que de aquello o esotra. El mercado laboral impone unas normas y hay que apegarse a ellas; quien no lo hace queda segregado.

Hay quienes dicen que es más difícil ser Señor que Licenciado. ¿Tú qué crees? ¿Tú que eres? (Pregunta tan agresiva como el eslogan de una revista.) El Paréntesis se abre. Es tu turno de opinar.

Adendo 2015, entre paréntesis...
El título del cartón humorístico obedece al hecho de que, durante un mitin de campaña, el candidato a la presidencia municipal de Naucalpan de Juárez, Edgar Olvera, en su alocución mencionó críticamente al cine mexicano, al cual considera uno de los causantes de la imagen distorsionada de los mexicanos, primero como socarrones mendaces, Pepes "El Toro", entre los pobres y los ricos, o más recientemente como los extremos rudo y cursi que se hermanan sin conseguir cerrar el círculo virtuoso del desarrollo que impulse a la nación con todas sus potencialidades.

En dicha pugna ociosa, si no, incluso, ridícula se suscitaron dimes y diretes de orden discriminatorio entre los simpatizantes de uno y otro candidatos, ya porque el priyista David Parra Sánchez reconoció apenas haber terminado la secundaria, ¡oh escándalo!; ya porque Edgar Olvera obtuvo título de Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico de Monterrey, aun cuando no es licenciado por carecer de la respectiva cédula que ampara legalmente el ejercicio de la profesión.

La educación es deseable, sí. Ayuda en el desarrollo personal y profesional, pero no es la panacea ni nos hace más o menos inteligentes cognitiva y emocionalmente. ¡Como si el título fuera garantía suficiente de que no se cometerán estupideces al momento de tomar decisiones de gobierno o profesionales! Aquí, pues, la muestra de que, como decía el poeta León Felipe, donde quiera que volteemos encontramos los mismos hombres, las mismas guerras, etcétera.

Habiendo entrevistado a Edgar Olvera al respecto de este tema, le pregunté quién de entre él y su opositor Parra era el rudo y cuál el cursi tomando en cuenta el golpeteo mediático y la campaña negra entre ambos. Me respondió visiblemente desconcertado y molesto por la pregunta. Pero con tino y a despecho de sus simpatizantes y él mismo —que en mítines y toda ocasión oportuna se han dedicado a "echar sal en la herida", sin que le vaya a la zaga David Parra—, dijo:

Edgar Olvera y Margarita Zavala
Yo no pondría ni rudo ni cursi, yo solo hablo del equipo humano y el equipo competente. Aquí no hay buenos ni malos, no hagamos películas de buenos y malos. Aquí habemos seres con defectos y virtudes y talentos, algunos partidos con más, otros con menos. Pero al final del día yo vengo a hacer una convocatoria de ciudadanos de Naucalpan para hacer un proyecto de Naucalpan… ¡No me pongas palabras en mi boca!

En el mismo tenor, pregunté a la ex candidata presidencial Josefina Vázquez Mota, presente en el mítin para dar su apoyo al candidato panista:
El autor del blog y Josefina Vázquez Mota

I.M: Si Edgar Olvera no tuviera título, ¿seguiría siendo como tú dices el mejor candidato en esta contienda electoral? 

J.V.M.: Edgar Olvera es el mejor candidato y Edgar Olvera tiene acreditados sus estudios. Lo que me parece muy lamentable son las guerras sucias, la guerra de la descalificación. Conocemos muchos liderazgos que tuvieron la oportunidad de cursar estudios, conocemos otros que no tuvieron la oportunidad de hacerlo y eso no pone en cuestionamiento su talento, su capacidad, su compromiso. 
En este caso creo que lo delicado es la denostación. Yo conozco muchísimas mexicanas y mexicanos que admiro y que respeto y que no tuvieron oportunidad de acudir a las escuelas y que merecen y están luchando por esta oportunidad. Así que Edgar es el mejor candidato, ha cumplido pero sobre todo ha hablado con la verdad que es lo más importante. 

I.M.: Entonces, Edgar Olvera, con título, sin título, con cédula o sin cédula ¿es el mejor candidato? 

J.V.M.: Edgar es el mejor candidato bajo cualquier circunstancia. Y en esta circunstancia cumpliendo y honrando la palabra que dio de haber concluido cabalmente sus estudios.