Carta a un candidato independiente

Foto: El Universal
DÍAS ATRÁS, REFLEXIONANDO sobre la política en mi México lindo y querido, sobre los avances, retrocesos y trampas del sistema político imperante; siguiendo con las ideas que he venido dando forma en la posibilidad de aspirar a una candidatura independiente, entre en broma y en serio, escribí la siguiente carta a uno de los candidatos independientes más sonados de las pasadas elecciones y, quizá, el de más rancia prosapia política.

Por supuesto, la carta, aunque dirigida a una persona en particular, en realidad ha de proyectarse a otros candidatos independientes, así los que resultaron por fortuna electos como los que no; los que tomaron el adjetivo "independiente" como bandera de autenticidad, como los que se escudaron el el concepto para evadir el menos honroso de "chapulín".

Enseguida el cuerpo de la misiva que de ninguna manera pretendo se vea como panegírico, panfleto ni catilinaria. Acompaño por ahí con un video que el diputado difundió días después de yo escribir y enviar esto. ¿Deberé tomarlo como respuesta?
Como a muchos mexicanos, la situación del país me preocupa. Por años me he dedicado en mi calidad de comunicólogo y ciudadano al análisis de los acontecimientos que han escrito nuestra historia moderna, y en las oportunidades que he tenido en mis incursiones en los medios he plasmado mis ideas al respecto de temas políticos. Mis inquietudes personales en el ámbito literario y de la comunicación me han llevado a explorar un poco más a fondo de lo común ciertas situaciones y regiones de nuestro país, sin que por ello pueda decir que conozco a fondo la realidad nacional. Lejos estoy de ello como la mayoría; sin embargo, creo tener un poco de claridad sobre el México que quiero, que queremos. 
Tras revisar mis sitios e incluso mi canal en YouTube usted podrá notar que de alguna manera mis ideas pueden o pudieron aportar algo, por lo menos, para la reflexión incluso de tópicos como el que usted abrazó al lanzarse como candidato independiente, o la discusión alrededor de los votos nulo y blanco. 
En fechas recientes y motivado por las experiencias al “rozar” el poder político desde mi humilde trinchera de escritor, me ha surgido entre en serio y en broma —así lo he dicho a propios y extraños; ya se sabe, que entre broma y broma la verdad asoma— la peregrina idea de abrazar la posibilidad de lanzarme como candidato independiente ya a la gubernatura de mi estado, México, o ya de plano para competir por la presidencia nacional. 
Digo “en broma” porque alguno me ha conminado a hacerlo por el puro prurito de explorar la aventura y redactar la novela sobre las vicisitudes de un candidato independiente. 
Digo que “en broma” porque, cuando uno analiza la circunstancia de la política nacional, parecería que solo los “iniciados” pudieren aspirar “legítimamente” a hacer válido el manifiesto derecho constitucional de ser votado, de aspirar a un cargo de elección popular. (El tema de cómo defino al voto en tanto forma de expresión lo he abordado en unos videos en mi canal.) 
“En broma” porque a ojos de la mayoría parece, resulta ridículo, que cualquiera esté dispuesto a levantar la mano desde el “anonimato” de ser un simple “hijo de vecino”; porque en el entender de la mayoría parece que solo los llamados “políticos de carrera”, “de estirpe” (de los que se alega no la tienen y se pretende legislar para que la construyan, como si eso garantizara que no resolvieran con tanta o menos estupidez que cualquiera sobre los asuntos importantes) tienen la canonjía de pertenecer al gremio bendecido con la ostentación del poder. 
Digo “en broma” porque dada la real manera como sucede la política, el derecho constitucional fuera poco menos que letra muerta de la que se rescatan solamente la urna y el sudario del sufragio ¿efectivo? 
Digo “en broma” porque, cuando expreso mi propósito, los otros sonríen y, aunque condescendientes, me comparan con los candidatos independientes que han tenido a bien y con cierta torpeza o valentía como usted exponerse al escrutinio popular. Así, me convierto en una “broma barata” como la de algún payaso, ocurrencia histriónica como la de alguna actriz famosa, o discutible prestigio como el de algún heredero de rancio abolengo o de algún ídolo de barro. 
Digo “en broma”, porque se acepta como natural que personas como usted o aquel otro, con apoyo económico, moral, social e instalados en el centro de determinados intereses creados, no nada más aspiren a, sino consigan posiciones desde las que poder, dicen, intervenir en el destino de la localidad, la región o el país; de cierto sector económico, social, cultural o político. 
Digo “en broma” porque parece que la política, más que los políticos, se ha convertido en la definición misma del divorcio entre lo necesario y lo posible; y esto por más que personajes como Margarita Zavala pretendan hacernos creer, disfrazando sus claras intenciones, que propugnan por una dignificación de la política —que sí, buena falta le hace—; o como Andrés Manuel López Obrador que comete desatino tras desatino en sus pretensiones por estar anclado a un discurso ya no digamos populista —que no tiene nada de reprobable en estricto sentido— sino enteco por caduco. Porque como parte de ese distanciamiento, la política, en tanto gueto y coto, ha sido asumida —lo peor del caso— por la misma ciudadanía como un algo vedado para el ciudadano vulgar, al que se le dejan todos los otros derechos como para que no alegue. 
Digo “en broma” porque de veras que las reglas establecidas para supuestamente abrir el derecho lo complican, como usted bien sabe y ya experimentó y está, entiendo, en el afán por reformar. Porque parece un mal chiste, un chiste imbécil, pedir ciertos requisitos a un ciudadano, digamos un indígena o un campesino o un obrero interesados legítimamente en gobernar su municipio, su estado o el país —como emulando a Juárez, pero desde la autonomía e independencia de ser quien sencillamente se es— cuando es claro que difícilmente podrá cubrirlos por el solo e inicial hecho de ser a ojos del sistema político simple, solamente nadie, ninguno. ¿Juntar firmas? ¿Recabar copias de identificaciones? ¿Presentar un proyecto y plan de campaña respaldado por… simpatizantes o militantes de qué o qué, si por definición es eso, nadie, ninguno? ¿Programar un presupuesto cuando apenas se tiene para subsistir, lo que no implica que las ideas de lo necesario para un buen gobierno estén igual de desnutridas que el cuerpo y la familia? El deporte nacional del ninguneo cobra aquí, así, carta blanca para la burla del ciudadano común y su derecho de gobernar a los suyos como ya de por sí hace consigo mismo día con día.

Digo “en broma” y siguiendo la idea anterior porque nos parece más gracioso y normal ningunear a Chucho y Jacinta como ineptos para gobernar, sólo por ser albañil o costurera, por carecer de una capacitación sobre el ejercicio de las funciones públicas —como si hubiera una escuela para gobernadores, legisladores y padres; como si practicar la transparencia y la rendición de cuentas fueran cosa distinta de la más elemental honestidad; como si votar leyes implicara algo más que solo asentir haciendo acto de presencia en una curul. 
Sí, “en broma” porque ninguneamos a nuestros iguales, aun cuando comprenden las finanzas públicas desde la ominosa realidad del bolsillo que les establece los límites para comprar la torta que contiene el jamón producido por una de esas grandes industrias que navegan en las procelosas aguas de la Bolsa de Valores; porque aun cuando creen que es una mentada de madre pagar IVA por los productos básicos finalmente terminan pagándolo en las otras imposiciones fiscales yuxtapuestas en menoscabo del derecho constitucional que prohibe el cobro de impuestos sobre impuestos. Yo preferiría pagar con certeza solo dos impuestos, IVA e ISR, que ser como soy víctima de la creativa simulación hacendaria que ante su ineficacia por siglos se ha dedicado a inventar y reinventar diezmos. 
Digo “en broma” porque, en el circo multipista, ya no mueve a admiración y respeto el deseo legítimo por incidir de manera positiva y constructiva en lo que nos atañe; basta solo esbozarlo para que los otros tachen al interesado en servir de veras de lapa o vividor, eso sí, sin dejar de aplaudir y vitorear la ocurrencia de treparse al trapecio donde se mece el cinismo atado al seguro de la hipocrecía y dependiente de la red de la corrupción. Es tal la desconfianza y el descrédito, por no decir además la desigualdad comparativa entre los emolumentos de unos y otros, ciudadanos comunes y funcionarios y tribunos, que solo expresar el afán por ser candidato mueve a suspicacia: “Este quiere un hueso, vivir del sistema”, murmuran las malas y las buenas lenguas. 
Pero también lo digo en serio, que me gustaría lanzarme como candidato independiente al gobierno estatal o la presidencia, no por desdeñar los cargos “menores” de elección popular, sino porque creo que la transformación que necesita el país requiere trasladar la visión tenida por decenios hacia una más sensible, menos administrativa, técnica o diplomática, sin dejar de ser esto por completo. Porque creo en la máxima esotérica: como es arriba es abajo. 
Tal vez mi formación —o deformación— profesional, como ocurre con quienes nos han gobernado hasta nuestros días, me lleva a tener una perspectiva distinta de la política; no sé si mejor o peor. Pero cuando digo en serio que quisiera ser candidato independiente y lo comento a otros, invariablemente aparece en sus rostros una mirada, un gesto que solo puedo interpretar como de “pobrecito iluso”. Alguna amistad llegó a decirme con todas sus letras en un discurso compasivo: “Toño, no quiero desmoralizarte; si crees que puedes tener alguna oportunidad, adelante, yo te apoyo. Pero considera que antes tienes que pasar por el terrible filtro del sistema”. Inmediatamente llegó a mi memoria el recuerdo de la anécdota contada por Miguel Alemán Velasco de cómo se inició en la política: 
Miguel Alemán Velasco y su padre,
Miguel Alemán Valdés, presidente de México (1946-1952)
Foto: Wikipedia
—Papá— dijo cierto día al expresidente Miguel Alemán Valdés durante la comida en casa. —Ya decidí que quiero meterme a la política. 
—¿Estás seguro?— preguntó el exmandatario y el joven asintió. Acto seguido el padre llamó a uno de los criados de la casa y le instruyó algo en secreto. —¡Esto hay que festejarlo!— afirmó. 
Minutos después el criado regresó con un plato cubierto con una campana que colocó delante del joven abogado, quien se mostró sorprendido y sonrió con visible emoción. 
—Eso es para ti, hijo. Es un plato especial que pedí para ti dada la ocasión y tu noticia. Adelante, disfrútalo. 
El joven retiró la campana y ante él y los presentes en la mesa saltó el asqueroso tufo de la mierda de perro servida en el plato con esmero de alta cocina. 
—¿Qué es esto!— cuestionó asqueado. 
—Hijo, si puedes comerte ese plato, entonces tienes mi bendición y total apoyo para tu carrera política. Si no puedes comer mierda, mejor mantente a distancia. 
Miguel Alemán Velasco, José Antonio de la Vega Acuña
y Adolfo López Mateos.
Foto: Archivo VETA Creativa
Miguel Alemán Velasco no aclaró la vez que le escuché contar esta anécdota en alguna entrevista de televisión hace años si siquiera probó un cacho de excremento, pero la metáfora, entre broma y en serio, quedó clavada en mi memoria y ahora, entre broma y en serio, me pregunto frente a mi reciente contacto “de rozón” con el ámbito de la política si yo tengo el estómago, si cada paso en la política necesariamente es para atravesar un estercolero. 
Me siento, al escribir esta misiva, como el joven poeta ilusionado en su intercambio epistolar con Rainer María Rilke —aunque usted y yo somos, por edad, casi de la misma camada. 
Amistades y conocidos, al oírme decir mi consideración, sin falta exclaman y cuestionan la seriedad de mi idea, aun cuando tiempo atrás pudieran haberla alimentado diciendo que, si algún día me inclinaba por ese derrotero, el de la política, me apoyarían. 
Hoy, diciendo en serio que quiero, alzando la mano —en broma y en serio ya lo hacía desde las elecciones de 2012— para atreverme a dirigir los destinos de mi estado o mi país, miro alrededor y frente a las nuevas normas me pregunto: ¿quién está conmigo; quién detrás, con cuánto en contante y sonante; quién en lo moral; quién haciendo equipo? Y me veo, como toda mi vida, solo.  Me veo como Zaratustra, bajando de la montaña para encontrarme con un mundo donde los hombres son entre sí ajenos. 
Hoy firmo mis textos con mi nuevo pseudónimo: “Santoñito Anacoreta”, aun cuando sin ser santo creo en la providencia y en mi soledad y relativo aislamiento, desde la ermita de mi vena poética oteo el panorama circunstancial de mi México y, toda proporción guardada, como aquel “mártir” de Lomas Taurinas veo uno doliente y adolorido, un México harto pero insaciable, pobre en lo material pero rico en espíritu, burlado y no obstante brioso cual burel de casta brava; un México dubitativo, temeroso, vapuleado, víctima de las vejaciones de la codicia, noble, vasto, generoso, solidario, dispuesto, festivo. Pero también veo uno indolente, apático, oportunista, convenenciero; uno que halla en lo simple lo complejo y hace de la complexión perversa la virtud para escamotear la norma. 
No falta el que, apegado a la lógica más elemental, me sugiere primero aspirar a lo básico, trazar una “carrera”: funcionario, delegado, regidor, munícipe y así sucesivamente. ¿Dónde, cómo si no es bajo la estructura de algún partido de esos con los que no comulgo sino de manera muy parcial y sincrética? 
Antes de morir mi madre hace seis años le cuestioné —por supuesto la anécdota no es exacta en mi transcripción—: «Si me decidiera algún día por incursionar en la política, ¿dónde, en qué partido me ves?» 
El autor entre sus padres (1978).
Foto: Archivo VETA Creativa.
—¡Mmh! Aunque eres crítico, no te ubico en la izquierda, porque no eres radical en tu pensamiento y actuar; tiendes más a la moderación; execras la violencia, aun cuando puedes ser explosivo. Puedes tener ideas y procederes revolucionarios y eres demócrata, me consta, y a carta cabal; pero no te ubico en el PRD, a menos que este partido fuera más socialdemócrata. Pero, aunque te bauticé y confirmé bajo mi credo católico, te has definido agnóstico y humanista por lo cual tampoco creo que tengas mucha cabida en el PAN, en especial respecto de su ala de extrema derecha; eres todo menos ortodoxo. 
—¿Me estás dejando como única opción el PRI?— pregunté sorprendido. 
—Tampoco. Aunque has crecido bajo ese “sistema político” por tu historia generacional, no creo que tu carácter te permita ceder o conceder espacio y tiempo a maneras que van contra tus principios. 
—¿Entonces?— inquirí azorado, confundido. 
Jorge Castañeda.
Foto: Santi Burgos, El País
—Ni modo que te lanzaras de forma independiente. Eso no existe en nuestro país. Ya ves el relajo que hizo Jorge Castañeda con su vacilada— expuso, recordando cuando el escritor y ex-secretario de Relaciones Exteriores en el período de Vicente Fox hizo su intentona, la que llevó a tribunales internacionales sentando un importante precedente del cual hoy abreva nuestra democracia. 
En fin, ya me alargué demasiado. Resumo el trasfondo de mis intenciones: 1) quiero ser o gobernador o presidente, no por ambición desmedida o petulancia o soberbia, sino porque creo tener el mismo derecho de cualquiera; derecho que no obliga a incursionar en una odiosa, manipuladora meritocracia donde el mérito es generalmente dictado por los infames triunfadores para el mantenimiento perverso de una cómoda medianía sociocultural, socioeconómica y sociopolítica; donde la mediocridad es la norma y la excelencia la excepción que la confirma. 
2) Porque, ya en serio como en broma, las cosas que nos aquejan a los mexicanos son o deberían ser tarea de cada uno y de conjunto, atendidas con la sensibilidad del poeta capaz de ver más allá de la superficie del discurso para construir mundos, ciudades, campos posibles, realizables. 
3) Pero no sé cómo ser candidato independiente cuando no cuento con recursos ni padrinos, cuando no tengo muchedumbres de simpatizantes, porristas, inversores, creyentes; vaya, dudo incluso de contar con más de unos pocos lectores. 
Ser candidato por parte de un partido es relativamente sencillo, se cree. Basta con una plataforma ideológica, la del partido, una estructura organizacional, financiamiento —otorgado bajo criterios discutibles por un Instituto Electoral—, entre otras cosas como el inexcusable estilo personal. El nombre es construido aun antes de cualquier campaña en los protocolos de besamanos y en las cofradías de militantes. 
Ser candidato independiente, y no morir ya no digamos en el intento sino incluso a riesgo de ser nonato, es arduo ya nada más desde la idea, desde la aspiración misma de dejar de ser nadie, para ser alguien al servicio de los otros, de las causas comunes, del bienestar de los mexicanos. 
¿Qué, cómo hacer? ¿Claudicar cuando ni siquiera ha sonado la campana? ¿Quién determina la posibilidad? ¿Ser candidato independiente de la mano de un partido político? ¡Qué incongruencia! ¿A qué puertas tocar más seguido, a la del vecino, a la del político diletante, a la del “político profesional”, a la de la propia conciencia? 
Temo que la figura del candidato independiente, mientras no sea abordada en su trasfondo filosófico básico, en sus posibilidades sociológicas fundamentales y se legisle a tontas y a locas no pasará de ser un sueño guajiro o, peor, una moda, un pretexto del cual los mismos políticos de siempre habrán de alimentarse para construir puentes de salvación en caso de resultar víctimas del ninguneo partidista. Así, la candidatura independiente corre riesgo de volverse un enmascaramiento para los chapulines y las ranas que, frustrados en sus aspiraciones, puedan abrazar la figura y proclamarse adalides de la democracia. O, también cabe, que se convierta en el pretexto para el trepador dispuesto a comer mierda con tal de gozar las mieles que acompañan al poder. 
Temo que, junto con los groseros adefesios esperpénticos que son las candidaturas de coalición, las independientes se sumen a la colección de estúpidas monstruosidades con que los mexicanos nos hemos divertido e ilusionado a lo largo de la historia política del país y, por ende, el derecho constitucional que las soporta y nos asiste como ciudadanos quede en una linda y buena intención. Por supuesto que no lo deseo desde que me considero de los primeros defensores del concepto. 
Pienso que la candidatura independiente y su compañera, es decir la participación ciudadana franca y determinada que es el escalón faltante en la construcción de nuestra democracia, son los factores clave para fincar una democracia de veras madura, quizás los primeros pasos hacia un sistema parlamentario más ad hoc con nuestra idiosincrasia y nuestras vocaciones social, cultural, política, económica y ecológica. 
Para gobernar, como para otros ámbitos, nunca está de más y es deseable desarrollar una actitud estética, es decir sensible a la fuerza de lo necesario tanto como a la holgura de lo libertario. 
Parafraseando a Shakespeare me cuestiono: ¿Ser o no ser candidato independiente? He ahí el dilema… 
¿Y usted, qué opina? 
Reciba un respetuoso abrazo y quedo de usted S.S. dejándolo en libertad de exponer esta carta a quien juzgue útil y necesario, así en el Congreso como en donde guste toda vez que por mi parte la incluiré entre mis publicaciones.
P.D. (no incluida en la carta original):  En esta disertación me faltó decir una premisa clave, elemental, conocida de todo estudioso del liderazgo: nadie puede autonombrarse líder de nada, aun cuando el poder (en alguna de sus nueve formas) lo ejerza naturalmente. El líder solo puede ser reconocido y encumbrado por sus pares ciudadanos, de otro modo solo juega al reyezuelo.

Mueve el tapete Olvera con nuevo Reglamento Orgánico

• La disposición simplifica en un solo documento, la abrogación de 23 reglamentos innecesarios, suprime más de un mil 500 artículos, dejándolo en 852, y evita duplicidades en atribuciones y facultades, además de hacerlo más flexible, transparente y adecuado a la realidad social, económica y política.

Por Mario Ruiz Hernández

NAUCALPAN, Méx., 3 de enero del 2016.- El nuevo Reglamento Orgánico para la administración pública municipal en Naucalpan, que se aprobó en la primear sesión de cabildo, es todavía más que un documento que da cuenta del proceso de reingeniería de la gerencia.

Así lo señaló, Horacio Jiménez López, secretario del ayuntamiento, quien agregó que el mismo además conlleva a la instauración de indistintos códigos de procedimientos administrativos en las nuevas unidades a operar en el gobierno que entra.

Destacó en entrevista, que con la actualización del marco normativo vigente, se simplifican ordenanzas y en tan sólo un estatuto rector.

Resaltó que igualmente, plantea un paradigma distinto en la derogación de diversas disposiciones innecesarias y desmonta innumerables enmiendas farragosas incluso que se vulneraban entre sí.
Expuso que por el contrario, abrevian en precisamente en un modelo legislativo, 23 reglamentos y suprime más de un mil 500 artículos, dejándolo en 852, y que se pueden todavía reducir más.

Por otra parte, dijo que en la observancia general en la construcción del escenario político-jurídico, se privilegió la propuesta inteligente de ediles; las ideas, el contraste de posiciones y formación de consensos, traducidos en normas aplicables, programas y acciones en beneficio colectivo.

“El Reglamento Orgánico para la Administración Pública Municipal, es perfectible, y se puede ir adecuando a la realidad del momento, en el escenario de hoy, y del mañana”, apuntó.

Jiménez López precisó que a esa valoración de nueva creación, el objetivo es resolver los problemas e incorporar una perspectiva para derogar y abrogar disposiciones, en tanto de valorar el impacto social y económico que lo representa.

En ese orden de ideas, subrayó los procesos de simplificación administrativa en áreas estratégicas como desarrollo y fomento económico, en la cual se evitan duplicidades en facultades y atribuciones con otras áreas de oportunidad, y contribuye a la vez, a la apertura expedita de negocios, sin tanta “tramitología y contradictoriamente aterrizar en la reglamentitis”.

Asimismo, reiteró que el ejercicio de reivindicación del proceso de legislación municipal en su fase reglamentaria, para el caso que les ocupa, permite la necesaria instrumentación normativa para la rendición de cuentas y la transparencia informativa en el órgano de gobierno y en la gerencia.

“El documento en sí mismo es una completa actualización del Marco Normativo, para la mejor y oportuna toma de decisiones, el compromiso, los consensos y la responsabilidad política”, acotó.

Las claves de la basura

Foto: Milenio
ERA DE LA OPINIÓN… de que es momento de poner remedio al tema de la basura; y me sostengo en el parecer suscribiendo los tratados internacionales al respecto.

Mientras por una parte era percibido que la recolección de basura entre el gobierno saliente y el entrante de Naucalpan había quedado en el aire; y por otra parte había trascendido que funcionarios del gobierno saliente habían cargado con las llaves de los camiones recolectores, razón por la cual el gobierno entrante no había podido cumplir con la recolección en varias localidades, la administración de Edgar Olvera justificó mediante cacofónico boletín de prensa:
Desde el primer minuto de esta administración se implementan acciones para dar solución al problema de la falta de recolección de basura y el foco de insalubridad que esto genera en Naucalpan. 
En un día se realizaron trabajos en 8 de las 9 delegaciones, se depositaron en el relleno sanitario de Xonacatlán 490 toneladas de desechos, mismas que fueron recolectadas con el mínimo equipo de unidades, toda vez que muchos camiones están inservibles y todo el personal de una delegación se encuentra de vacaciones, por lo que se implementó un programa emergente en la zona de Tecamachalco.
Concedo que, como afirma Edgar Olvera, “el problema de la recolección y disposición final de la basura, no se resolverá con una aspirina”. E igualmente acompaño su dicho:
Queremos una solución a largo plazo que pueda resolver un problema que ha existido durante décadas, como lo es tener la basura y los tiraderos a cielo abierto. Haremos las acciones necesarias para cumplir con la recolección de la basura.
En días pasados, hacia el 12 de diciembre, sostuve un diálogo —que no discusión— con Juana Parra, hermana del excandidato priyista a presidente municipal, David Parra Sánchez, identificado como “líder moral” del SUTEyM (Sindicato Único de Trabajadores de los Poderes, Municipios e Instituciones Descentralizadas del Estado de México) y quien ha “jurado” hacer la vida imposible al nuevo alcalde panista al que señaló desde la campaña como “inelegible”, razón por la cual instituyó una asociación con la finalidad de pisarle los talones.

La charla ocurrió luego de que un vecino y Delegado de Participación Ciudadana señalara que no había sido recolectada la basura en su localidad. Juana entonces respondió ipso facto [corrección de estilo mía]:
Juana Parra y René Palomares Parra,
Secretario del SUTEyM Naucalpan.
En el sindicato todo queda en familia.
Foto: Perfil de Twitter de Juana Parra
Vecino, la unidad 2624 que corresponde a la delegación de Lomas verdes, me reporta que ya limpiaron la entrada de La Concordia; que en este momento ya ingresaron a las calles del fraccionamiento y que, efectivamente, hay demasiada basura por los festejos de las Lupitas. Pero que, sin problema. Mis compañeros de servicios públicos son profesionales en su trabajo que realizan día con día, no me queda más que agradecer una vez más su reporte. Gracias, sigo al pendiente.
La intervención de otras personas en la plática derivó lo mismo en las típicas quejas que en el reconocimiento de la labor de los trabajadores y en la importancia de que los ciudadanos ensuciemos menos y hagamos más conciencia sobre nuestra responsabilidad ecológica.

Conciencia, junto con el Orden uno de los valores puntales de la administración de Olvera, viene aquí a cuento desde varias dimensiones: la educativa, la de prevención, la de transparencia, la de fiscalización y la de rendición de cuentas.

Desde el punto de vista educativo es necesario que gobiernos y particulares, lo mismo comerciantes, industriales y ciudadanos comunes, hagamos consciencia de que la basura somos todos.

Creo que ya va siendo momento —le decía yo a Juana Parra— que desde el mismo sindicato empiece a presionarse para resolver el cada vez más creciente problema de la generación de basura, el que no se resolverá nada más invitando a la población a separar los desperdicios orgánicos de los inorgánicos, o concesionando nuevos tiraderos, o reclamando más unidades, más nuevas, mejor mantenimiento para las mismas (como con las patrullas deja qué desear) y más personal y mejores condiciones de trabajo para los serviciales amigos recogedores; poniendo botes, bolsitas o pretendiendo arrinconar en esquinas y callejones contenedores que acaban, por causa de las mismas malas costumbres de los pobladores en focos de infección.

Es momento que se haga un acuerdo de alto nivel con el concurso vigilante de la ciudadanía (para evitar corrupciones odiosas) con organizaciones como el Observatorio Ciudadano, el Órgano de Vinculación Ciudadana en Temas de Seguridad instituido casi al final de la gestión de Claudia Oyoque y asociaciones civiles, para propiciar que la basura se convierta en un medio de generación de energía y por lo tanto de ingresos para el municipio que está urgido de resolver su pesada deuda de mil doscientos millones de pesos.

Es momento de unir esfuerzos con los municipios aledaños y el gobierno del Distrito Federal de Miguel Ángel Mancera, para no acabar ahogados en los desechos propios y ajenos.

Es momento de pasar de las cómodas simulaciones a las acciones decididas. La basura no nada más es un tema de salubridad, por serlo implica también el más amplio de la seguridad, pues ya también la basura “ocasional” se relaciona con indicios de prácticas delictivas enfocadas en el robo de identidad, el robo de casa habitación, etcétera.

Tras estas consideraciones, Juana Parra argumentó deslizando una sutil descalificación:
Foto: Perfil Facebook de Juana Parra Sánchez
Vecino José Antonio de la Vega, administraciones van y administraciones vienen y ninguna ha contado con un proyecto claro y definido para Servicios Públicos; y mucho menos han traído la infraestructura para realizar nada. 

Hasta la fecha —y de todos es conocido el problema— […] mis compañeros por sus propios medios reparan sus unidades y compran gallitos porque las llantas ya no les sirven. Aunado a eso, ellos consiguen refacciones por su cuenta y también tengo que reconocer que algunos ciudadanos les han apoyado en algún momento. 

No es cosa del Sindicato ni de personas, es cosa de quién encabeza las administraciones; porque con todas ha pasado lo mismo. 

Yo tengo en el servicio público treinta y seis años, y todas las administraciones quieren llegar a descubrir el hilo negro con servicios públicos. 

Es muy fácil hablar, pero no es lo mismo “¡aja, toro!” que disfrutarlo desde la barrera. Sigo al pendiente.
Voy de acuerdo en lo que señala Juana, es muy real y doloroso. Pero cuando digo que es momento, es porque ya los tiempos lo imponen y todos, sindicalizados, gobernantes, ciudadanía debemos tomar al toro por los cuernos y dejar de señalar culpas a diestra y siniestra.

En esto todos somos culpables. NOSOTROS SOMOS LA BASURA y lo seremos de por vida. Eso es lo que debemos entender literal y metafóricamente. Mientras sigamos esperando que quien detenta el poder tome decisiones seguiremos jugando a los abandonados y víctimas de la injusticia; o peor, siendo cómplices de los intereses creados.

Las decisiones de este tipo nos atañen a todos. Y lo más increíble (lo sé de buenas fuentes) los mismos líderes pepenadores se han opuesto por años a hacer de la basura una industria rentable en los términos que la modernidad requiere, como si se regodearan en la pobreza de muchos de ellos.
Temas como este son los que ponen a prueba nuestra capacidad para unirnos. Salvemos, revivifiquemos Naucalpan y más allá de sus fronteras.

Que conste que en esta propuesta y crítica no señalo a un actor en particular. Debemos ser corresponsables y no escudarnos en membretes, falsas justificaciones, o la cómoda salida "yo no fui fue Teté...". En esto, como en otras cosas sobre las que he escrito, “O todos coludos o todos rabones”.
El gobierno municipal entrante informó en sus primeros días:
Foto: Plana Mayor
El relleno sanitario de Xonacatlán tiene capacidad para recibir entre 700 y mil toneladas diarias de basura, por lo que es, por el momento, la solución que se tiene para responder a la demanda ciudadana, en tanto que la administración ya trabaja una solución a fondo. 
Cabe señalar que el 27 de diciembre de 2015, la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de México (PROPAEM) clausuró el relleno sanitario de Rincón Verde, que era operado por la empresa Rama´s and Son´s Group Energy S.A. de C.V., debido a que no cumplía con la normatividad ambiental. Por esta razón, se acumuló gran cantidad de basura en espacios públicos, áreas de convivencia y comunidades de la localidad.
Por muchos años, los afanes inmobiliarios para conseguir terrenos para construir en los alrededores de Naucalpan y en las zonas despobladas de otros municipios del Estado de México se han impuesto sobre las necesidades prioritarias de la población mexiquense. Una de esas necesidades sin duda es la de casas habitación, pero atender esta necesidad a tontas y a locas, solo para satisfacer aviesos y mezquinos intereses ha sido una de las causas redundantes para que el Estado de México se haya convertido literalmente en un basurero no nada más de los desperdicios generados en su territorio, sino receptor de los provenientes de la hoy oficialmente Ciudad de México.

Sea que se construya hacia arriba (edificios) o se extienda la mancha urbana formal o informalmente, el problema de la basura como el de la distribución de agua “potable”, electricidad, telefonía, drenaje y pavimentación van de la mano. No se necesita ser especialista para comprender esta verdad de Perogrullo.

Los tiraderos existentes están rebosados o casi. Los incendios en ellos ocurren con regular frecuencia a causa del mal manejo y las naturales emisiones de gas metano (ahí el quid). ¿Cuál es la solución de fondo que tiene entre manos Edgar Olvera? En campaña no tocó sino de rozón el tema. ¿Estará haciendo alguna negociación con CFE para dar un giro constructivo de 180 grados al problema? Y es fecha que no aclara cuáles serán las prioridades fundamentales de su gobierno. Quizá está tomando el tiempo de sus noventa días para dimensionar la feracidad del tigre que obtuvo en la rifa. Sería lógico.

Ojalá su solución a este tema en particular sea una que de veras siente las bases para la transformación radical de la calidad de vida de los naucalpenses y la cooperación ecológicamente sustentable con los municipios aledaños y la Ciudad de México que, nos guste o no, seguirá depositando en nuestros espacios su porquería, de la misma estirpe que la nuestra.