Estamos con usted, señor Presidente, con el alma
ERA DE LA OPINIÓN... de que el contexto lo es todo al momento de interpretar los hechos y los dichos, y sigo siéndolo cuando atestiguo cómo, en el afán por distorsionar la verdad, el vulgo se dedica a compartir porciones de realidad ajustada a sus intereses, creencias, deseos, metas y mezquindades. Puedo estar en desacuerdo con muchas de las decisiones del actual régimen, pero me gusta llamar al pan, pan y al vino, vino.
Aquí siempre he procurado ser "objetivo", neutral, en la medida de lo posible; y la viralización que se ha hecho recientemente de las palabras de Mario Núñez Mariel, presidente del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y uno de los bisnietos del Capitán de Fragata, Adolfo Bassó Bertoliat durante su alocución al conmemorarse el 107 aniversario luctuso de Gustavo A. Madero y del mencionado capitán, así como de la presentación del Repositorio Digital de Memoria Histórica y Cultural de México; dicha viralización, decía, atenta contra la verdad al ajustar los dichos a una interpretación perversa, aviesa.
Ayer, el presidente del INAH Mario Núñez Mariel, bisnieto de Adolfo Bassó Bertoliat, aparentemente insultó al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador:
Para que no te cuenten cuentos a partir de la descontextualización de los hechos, mediante compartir 40 segundos parciales y viralizados de un hecho concreto como estos que han circulado con singular alegría o enojo, según quién los comparta en las redes sociales, al final de estas líneas te muestro, amigo lector, el contexto del hecho y los dichos. Aunque hay que señalar que el video está también editado por su captor para eliminar pausas y lagunas.
Cuando un conocido mío, franco opositor del gobierno actual, me compartió el video, ufano, contento porque AMLO había sido "interpelado", ofendido, calificado de pendejo ¡en público!, tras mirarlo le expuse que estaba equivocado y que, por el tono, era claro que no había tal ofensa abierta ni velada. Pero, este conocido, contrariado por mi lectura, me tachó a mi vez de pendejo por no comulgar con su creencia fragmentaria.
Escúchese atentamente lo dicho en el video casi completo incluido abajo. Aparte de la lección de Historia, no hay subterfugios ni sutilezas como para entender que el ponente califica a AMLO de conservador entre los conservadores, o de conservador entre los reformistas (por no decir transformistas), o que por lo mismo le diga "por debajo de la mesa" pendejo, como algunos detractores del presidente mexicano han pretendido distorsionar, en afán de generar descrédito en un tema particular.
La Historia como referente del contexto
Lo que pasaron por alto a propósito los manipuladores de la noticia fueron las palabras que antecedieron y las subsiguientes respaldando con vehemencia al presidente AMLO, cuando el citado expresó de manera abierta y franca:
"No podemos permitir que la derecha y la reacción nos vuelva a quitar otra vez como hicieron con don Francisco [I. Madero], con José María Pinosuárez, cn Gustavo Madero y con Adolfo Basso Bertoliatti; que venga a arrancarnos la necesidad de transformar un país que entregaron los oligarcas ¡hecho pedazos!; hecho pedazos. No poco, no mucho. Hecho pedazos.
"Es lo que hay que salvar y es a donde estamos todos con usted. Y estamos todos con usted desde la izquierda que es de donde venimos; ahí nacimos políticamente.
"Yo no voy a esconder... Es el primer gobierno con el que yo quiero colaborar, donde no tengo que esconder quién soy. Donde puedo decir abiertamente que soy marxista desde siempre. Donde me atrevo a decir que nosotros los pobres, que la reivindicación de nosotros los pobres no solo es necesaria e insuficiente, es de dignidad básica de vida humana. No podemos dejar el país con sesenta millones de jodidos. Es inhumano hacerlo; es idiota hacerlo; es terriblemente ominoso; es desquiciado. Y su razón de fuerza de decir «los pobres primero», señor presidente, la traigo en el corazón. Los pobres primero. Pero, no solo los pobres, los que trabajan, obreros y campesinos; las mujeres benditas y santas de este país que están levantando uno de los movimientos de resistencia más absolutamente dignos de la Historia de México.
"El que no defiende con el alma a las mujeres de México, no tiene dignidad de seguir en la vida con la cara en alto. El que no distingue que no podemos permitir que nuestro país esté desangrándose de esa de manera, el que no entiende que es tiempo de modificar la vida, que es tiempo de modificar estructuras y sentidos de la existencia, es un conservador más, señor Presidente, y yo estoy con usted: los conservadores son irremediablemente pendejos.
"Sí estamos con la revolución social, porque es una necesidad histórica. No es una necesidad menor, es la verdadera necesidad de todos los mexicanos. Hay que transformar este país para bien. Hay que transformarlo para vivir en dignidad. Hay que transformarlo para vivirlo como el centro del Continente [...] Y como centro del Continente vamos a armar el Parlamento de las Américas para decirles a todos: ya es tiempo de vivir en paz. Construyamos la paz continental, porque es una guerra civil hemisférica, porque es una guerra de todos; porque aquí ya se está jugando la vida del planeta, ya se está jugando la vida de las sociedades. Ya se está jugando la vida de todos los que nos levantamos en la mañana recordando quienes somos y cómo nos llamamos [Énfasis mío ...] Estamos con usted, señor presidente, no de hocico para afuera; estamos con usted con el alma".
Por otra parte, la propuesta del fiscal Alejandro Gertz Manero para modificar el Código Penal y lograr uno federal (ya lo he dicho, tal vez no aquí en el blog, pero sí en mis redes sociales), no solo no es nueva, sino es atendible toda vez que la ley misma, como está, es confusa para su aplicación, máxime en las localidades y los estados, y en todo caso los legisladores tendrían que adecuar el articulado de manera que las características aplicables a la distinción de un feminicidio sean consideradas agravantes de cualquier homicidio mejor que como un crimen distinto. Pues al final, el feminicidio no es más que eso, un homicidio perpetrado sobre la persona de una mujer, por motivos adicionales a los de cualquier asesinato. No hacerlo así tendría que llevar a establecer igualmente las distinciones para determinar cuándo un homicidio es un infanticidio solo o un infanticidio feminista, por ejemplo. El uxoricida, ¿siempre será feminicida, aun contando con atenuantes en su caso como puede suceder en un crimen pasional? El que mata a una mujer en defensa propia (que ha sucedido), ¿será feminicida a pesar de todo? En todo esto, como en otros temas, no me cabe duda que la estupidez está campeando a sus anchas. El tema no es ni debería ser el concepto de "feminicidio", invención a modo de un discurso de género muy discutible y a veces tan obtuso como el contrario. El tema es lo que hay detrás, el trasfondo del concepto de homicidio en tanto aniquilación de lo que nos hace hombres, es decir humanos.
No se trata, y en eso ha sido claro Gertz, de eliminar el feminicidio, sino de afinarlo en su definición para que sea más justa y clara su aplicación desde el ámbito jurídico.
El tema es delicado y, a decir verdad, rebasa por mucho el superficial discurso que alegan muchos feministas. Es como en el caso del lenguaje "políticamente correcto" que pretende llamar presidenta a la señora presidente, alterando sin justificación válida la etimología misma de la palabra, apelar a todos y a todas en un estúpido afán exhaustivo en su pretensión incluyente.
Aquí, en el caso de la ley, no puede ni debe haber distingos. Homicidio es homicidio y se acabó, aquí y en china, sea la víctima una mujer, un varón o un infante. Querer incluir minucias clasificatorias en la ley solo la vuelve compleja, confusa, inaplicable e inoperante. Mientras el espíritu de la ley se mantenga, los detalles de agravantes o atenuantes criminales no tendría por qué significar un freno o una injusticia. De ahí la importancia de homologar las leyes, sin menoscabo de la autonomía de las entidades estatales en materia jurídica, pues es obvio que la diversidad de casos, de maneras, de culturas y costumbres obliga a tratar al feminicidio, como a otros delitos, con especial cuidado. Si un indígena vende a su hija, como parte de sus usos y costumbres, y esta es abusada o asesinada, al final la culpa de matar a la vaca —valga el símil sin ánimo de equiparamiento— es compartida por quien le agarra la pata.