Ahora sí que ¡pinches diputados morenistas!
Perdonen el exabrupto en el titular de esta entrega; pero, he leído una nota mentirosa acerca de la propuesta para reducir el presupuesto de varios de los municipios mexiquenses (qué casualidad, sobre todo los que perdió MORENA en las elecciones de 2021) argumentando un descenso poblacional, y ello a todas luces implica un artero abuso oportunista y mentiroso de la bancada de MORENA. Porque quieren aplicarnos a todos aquello de que "la pandemia les cayó como anillo al dedo".
Los datos reales
Recordemos que terminaba 2019 y estaba previsto que se efectuara el Censo Poblacional durante 2020. Pero, la pandemia se declaró en México en marzo de ese 2020 y durante ese tiempo, del 2 al 27 de marzo, los censores se las vieron negras para poder efectuar su trabajo en buena parte del territorio nacional, especialmente en zonas rurales. Mientras, en las zonas urbanas no resultaba fácil efectuar los conteos porque, en parte por el encierro de cuarentena que comenzó el 23 de marzo de 2020, las medidas de seguridad se incrementaron y los mismos pobladores no atendían a extraños.
Personalmente pude entrevistar a una censora y aparte de lo anterior me reveló algunos datos que me pintaron un irregular retrato de lo que padecían los censores, los que incluso hubieron de modificar sus formas de cuestionar para que, desde el aislamiento, los pobladores pudieran responder sus preguntas y obteniendo a veces información no del todo fidedigna de parte de quienes les respondían. Ejemplo, cuando pasaron a mi casa, yo no estaba, sino mi inquilino y él respondió las preguntas sin conocimiento y, como él, así en muchos casos. Ese mismo día me topé con la censora, y tras lo relatado me mostró los datos que obtuvo los que hube de corregirle y me mostró otros cuestionarios llenados a medias por las mismas razones.
Entre el censo y el padrón electoral
A la fecha que escribo estas líneas, el dato de muertes totales en México (sin considerar los datos de sobremuerte o exceso de mortalidad) por Covid-19 conforme al seguimiento de la Universidad Johns Hopkins, y en más o menos coincidencia con los datos oficiales del gobierno mexicano, asciende a más de trescientas mil, por lo que si bien es preocupante en el marco de una pandemia tampoco es tan escandaloso como muchos han querido destacar visto en un contexto más amplio. Para el caso específico del Estado de México, el dato es de poco más de cuarenta y cuatro mil defunciones de un total acumulado probable de alrededor de ciento sesenta y un mil.
Considerando el índice de sobremuerte, las estimaciones multiplican las probables muertes totales del país en más de seiscientas mil entre asociadas o no a síntomas relacionados o derivados del Covid-19 y sus variantes que siguieron. Queda claro que una cosa ha sido el mal manejo de la pandemia y otra muy distinta los resultados medidos, entre los que se encuentran los efectos de la pandemia sobre el censo poblacional.
La población en México, de acuerdo con datos del Banco Mundial era de alrededor de poco más de ciento veintiséis millones de mexicanos en 2018 (126.2 mm.). Para 2019 se incrementó a casi ciento veintiocho millones (127.6 mm.). En 2020, primer año de la pandemia, aumentó a casi ciento veintinueve (128.9 mm.). Estos datos contrastan con los que diera a conocer el INEGI el 25 de enero de 2021.
Según el INEGI en 2020 éramos casi un millón ochocientos mil menos mexicanos que los estimados por el Banco Mundial, es decir ciento veintiséis millones de habitantes. El Estado de México es la entidad que concentra la mayor población con casi diecisiete millones de personas. En 2010, la población era de poco más de ciento doce millones trescientos mil mexicanos, es decir que la población tuvo un incremento en diez años de poco más del once por ciento. Entonces, el Estado de México ya contaba con una población superior a los quince millones de habitantes, lo que significa que en diez años esta entidad ha crecido en similar proporción del once por ciento y no ha decrecido como han señalado los diputados morenistas como pretexto para disminuir el presupuesto estatal y sobre todo las cargas municipales para Atizapán de Zaragoza, Chimalhuacán, Cuautitlán Izcalli, Ecatepec, Huixquilucan, Metepec, Naucalpan de Juárez, Nezahualcóyotl, Tecámac, Tlalnepantla de Baz, Toluca y Tultitlán, lo que significa según los diputados morenistas que han de reintegrarse poco más de cuatrocientos treinta y un mil pesos "sobrantes" del presupuesto previo. ¡Hágame usted el chingado favor!
En algún artículo pasado hice la observación de que más pronto que tarde se emplearían electoralmente los resultados del censo para contrastar con los datos del padrón electoral. Y aquí vamos viendo esas consecuencias de una "desorientación" provocada por la pandemia. ¡El bicho es el culpable! Entonces examinaba yo:
Los funcionarios de casilla utilizan la lista nominal para efectuar el registro de la participación ciudadana durante los comicios. Pero, ello no es garantía de la novedad que quiero destacar aquí y es efecto de la pandemia: tendremos una lista nominal y un padrón inflados (no fraudulentamente), conteniendo registros no actualizados de ciudadanos electores fallecidos por causa del Covid-19 que ha implicado […] un exceso de mortalidad […] aun no suficientemente medido […]
Este hecho y dato se prestará con toda seguridad para que candidatos y partidos se monten en alegatos sobre presumibles fraudes electorales, como la emisión de votos en ausencia, aun a pesar de que la ley es clara en este tema concreto al especificar que solo puede realizarse tal mediante una carta poder judicializada, es decir certificada por un juez del tribunal electoral correspondiente.
Con la Consulta Popular de octubre de 2021, más las elecciones de julio de ese mismo año, más el próximo plebiscito para la Revocación de Mandato podremos tener, es de esperarse, un panorama que permita afinar los datos entre el malhadado censo de 2020 que tiene un déficit poblacional de casi dos millones de mexicanos, contra los datos del Covid-19 y los del padrón electoral. No podemos dejar de lado el dato importante de que, para autorizar la Revocación de Mandato, se juntó más de un millón de firmas y el INE, en la revisión puntual de la misma y más allá de cualquier discusión suspicaz de orden político halló una irregularidad con firmas de más de dieciocho mil fallecidos.
Es necesario hacer un conteste entre todas las bases de datos para determinar de forma lo más precisa posible cuál es la población real y en ese sentido, la próxima Revocación de Mandato será un fiel de la balanza que podrá ayudar a esclarecer algunos de esos datos. O podría, debería decir, pues mientras la ciudadanía se debate entre asistir o no, votar o no, votar en tal o cual forma, por lo pronto tendremos una reducción de casillas instaladas a causa de la disminución presupuestal para el ejercicio democrático. Ello solo complicará la logística no solo de instalación sino de recavación de datos.
Si por un lado nos ha "dolido" efectuar un gasto de las dimensiones de más de mil y medio millones de pesos, cifra por debajo de lo calculado originalmente por el INE, por otro nos significará algo peor si la población, ya por rebeldía o por desidia opta por abstenerse. En lo personal lo he dicho de muchas maneras, en distintos momentos, que el voto es una forma de expresión, analizado desde el punto de vista comunicacional y asimismo sus variantes entre el voto nulo, el blanco y la abstención misma. Pero, ¿acaso políticos y ciudadanía han tomado en cuenta que, muy aparte del resultado político, las elecciones también nos arrojan datos demográficos de vital importancia, sobre todo en tiempos como los que ahora vivimos de confusión pandémica?
Si lo vemos desde esta perspectiva, la asistencia a las casillas podría ayudar a esa claridad permitiendo determinar mediante el padrón electoral cuántos mexicanos están presentes en territorio nacional independientemente de su filiación política o el sentido de su voto. Además, quizás valdría la pena que esos "ahorros" presupuestales amañados pudieren servir para elaborar un nuevo censo apenas se de por terminada la pandemia, es decir hacia 2023, y así renovar no nada más la base de datos demográfica sino incluso el propio padrón electoral con miras al 2024.