RECIENTEMENTE recibí una invitación a participar en un ejercicio interesante creado por la colega periodista Pamela Cerdeira del colectivo periodístico femenino Opinión 51. El ejercicio llamado Voto Ciego tiene como finalidad la promoción del voto informado a partir de las propuestas de campaña de las candidatas al gobierno mexiquense, Alejandra Del Moral (alianza Va por México formada por PRI-PAn-PRD) y DelfIna Gómez Álvarez (Morena-PT-PVEM).
La idea es que se emita la preferencia por las propuestas, sin asociarlas con los candidatos o el partido o alianza y de esa manera, tras el resultado, el votante puede darse cuenta de cuál es su inclinación aparente. Incluso puede verse sorprendido porque aun pensando en una candidata o partido de su elección basada solo en las propuestas podría verse inclinada hacia el contrario.
Más de una vez, en más de una elección, muchos hemos insistido a los votantes en la importancia de no dejarse llevar solo por la apariencia del candidato o la marca partidista que lo soporta, que lo preferible son las ideas, aunque es sabido que ya sobre la marcha solo quedan como promesas huecas. E igualmente hemos insistido que las opciones legales para la emisión del sufragio efectivo no nada más abarcan la posibilidad de inclinarse por un candidato, partido o alianza, sino dejan abiertas las posibilidades (aunque todavía como meros datos estadísticos sin efecto directo sobre la decisión, cosa que falta reglamentar en la ley) de anular el voto, votar en blanco anotando un partido o candidato no registrado en la boleta, e incluso la abstención misma, todas las anteriores formas de expresar la voluntad democrática ciudadana.
El conocimiento previo de las propuestas puede ser un factor determinante al momento de inclinar la balanza electoral, pero no es el único. Este ejercicio o experimento nos permite centrarnos en lo teóricamente importante sacando del panorama otros elementos que pueden abonar a la disonancia cognoscitiva en el elector, es decir generar ruido al momento de optar. Cerrando las opciones a solo las propuestas de los candidatos, este experimento fuerza al elector a estar, como dice la canción infantil, o con melón o con sandía, y no dudar en la posibilidad marginal de "la vieja del otro día" inclinándose por una anulación si no se siente convencido por ninguna propuesta, o simplemente por sacarle la vuelta a la responsabilidad y el riesgo de votar por la propuesta menos viable, o más torpe o absurda.
Como explica Cerdeira en el sitio de Voto Ciego [corrección de estilo mía, para evitar la innecesaria corrección política que deriva en incorrecciones gramaticales]:
[…] en [… dos mil dieciocho] inició Voto Ciego para poder conocer y comparar las propuestas de los [candidatos] a la presidencia.
En aquel entonces[,] la parte tecnológica corrió a cargo de Gerardo Saucedo y dos de sus alumnos. Pocos años después[,] intentamos replicar el ejercicio para elecciones estatales pero encontramos con tristeza que no había muchas propuestas. Este año, y en preparación para la elección [de dos mil veinticuatro,] presentamos Voto Ciego con las candidatas al gobierno del Estado de México. Votar solo por las propuestas nos permite conocer qué ofrecen las candidatas sin los sesgos que generan sus partidos.
Diferenciar […] una propuesta […] de un buen deseo […] es uno de los ejercicios más importantes en la elaboración de este sitio, por ejemplo, si un candidato propone "acabar con la impunidad", pero no dice cómo, es solo un buen deseo.
Nuevo dilema paradigmático: votar o votar
El experimento de voto ciego, también conocido como "evaluación ciega" o "revisión ciega", se utiliza en diversos campos para evitar el sesgo y la influencia de factores irrelevantes en la evaluación de un trabajo o propuesta, tales como la apariencia del candidato o la duda que inciden en la indecisión. El experimento busca forzar al elector a optar de forma cerrada por una y solo una de las opciones básicas presentadas aleatoriamente. Al eliminar los factores distrayentes ayuda a comprender de manera ajustada las tendencias preferenciales. Algunos ejemplos de resultados del experimento de voto ciego en diferentes contextos son estos:
- Publicaciones científicas: En un estudio de la Universidad de California en Berkeley, se utilizó el voto ciego para evaluar artículos científicos enviados a una revista académica. Los revisores no conocían la identidad de los autores de los trabajos y evaluaron los artículos solo por su calidad científica. Como resultado, se encontró que los artículos escritos por mujeres y minorías étnicas recibieron calificaciones más altas que cuando los revisores conocían su identidad.
- Audiciones de música: En una audición a ciegas realizada por la Orquesta Filarmónica de Berlín en la década de mil novecientos cincuenta, se pidió a los músicos que audicionaran detrás de una cortina para que los jueces no pudieran ver su apariencia física ni su género. Como resultado, se seleccionaron más mujeres músicas y se amplió la diversidad de género en la orquesta (el mismo método es el que hoy es empleado por el reality show "La Voz").
- Selección de candidatos políticos: En algunas elecciones, los votantes pueden emitir su voto sin conocer la identidad del candidato. Por ejemplo, en las elecciones de la Junta Escolar de Minneapolis, los votantes reciben una boleta con solo los nombres de los candidatos, sin información adicional como su género o afiliación política.
- Selección de jurados: En algunos sistemas judiciales, el voto ciego se utiliza para seleccionar a los miembros del jurado. Los miembros del jurado no conocen la identidad de las partes involucradas en el caso y se les evalúa únicamente por su capacidad para ser imparciales y justos en su decisión.
- Evaluación de proyectos de arte: En algunos concursos de arte, se utiliza la revisión ciega para evaluar las propuestas de los artistas. Los jueces no conocen la identidad del artista y evalúan las obras solo por su calidad artística y su ajuste a los criterios del concurso. Como resultado, se ha descubierto que los artistas mujeres y minorías étnicas son seleccionados con mayor frecuencia que cuando los revisores conocen su identidad.
El experimento de voto ciego se ha realizado en diferentes ocasiones y en diferentes contextos. El concepto de voto ciego se refiere a un método en el cual los votantes no conocen la identidad de los candidatos, con el objetivo de minimizar la influencia de factores no relevantes para la elección. En otras palabras, confronta al votante con un dilema cerrado y no abierto, es decir, a votar o votar, en vez de votar o no votar. Por una parte puede pensarse como una forma de manipulación del voto al concentrar la atención del elector en las opciones concretas y coartando su libertad para elegir entre opciones dadas sin alternativas quizá vagas como la posibilidad de anulación del voto por motivos de inconformidad, ignorancia o evasión. Pero también puede ser visto como un método para promover el involucramiento a partir de conocer los fundamentos detrás de las opciones a elegir, o simplemente la simpatía por las opciones mostradas por sí mismas. Por supuesto puede ocurrir que ninguna de las opciones presentadas convenza al votante, pero este, forzado a elegir de entre ellas una, o toma como punto de partida de su decisión el conocimiento previo, el sentido común, la lógica de las premisas propuestas, la forma, las consecuencias deducidas o determinados presupuestos. Y claro, ello no obsta tampoco ni garantiza que al final los resultados pudieren ser satisfactorios para el elector.
Una variante de este experimento se llevó a cabo en dos mil nueve en el Reino Unido, en una competencia de oratoria organizada por la Sociedad de Debates de Oxford. En esa competencia, los jueces evaluaron las presentaciones de los oradores detrás de una cortina, de manera que no pudieran verlos y se enfocaran únicamente en la calidad de los discursos.
Otro ejemplo es el experimento realizado por la organización Democracy Fund Voice en las elecciones primarias de Virginia, Estados Unidos, en dos mil diecisiete. En ese caso, los votantes participantes fueron asignados aleatoriamente a uno de tres grupos: uno que votó normalmente, otro que votó con información adicional sobre los candidatos, y un tercer grupo que votó sin conocer la identidad de los candidatos.
Voto ciego en Estado de México
El ejercicio hecho ahora por Opinión 51 para las elecciones de gobernador del Estado de México de dos mil veintitrés es interesante por varias razones. Si por un lado y personalmente, al hacerlo, me sentí forzado a votar por propuestas bajo un criterio de "la menos mala" y me faltaron las opciones electorales contempladas en la ley del voto nulo y el voto blanco, que a veces se antoja más anular que votar por una propuesta infundada de un candidato u otro, por otro lado me puso delante una metodología que varios han estado tratando de implementar en México, la de la segunda vuelta.
La segunda vuelta sería muy sana en nuestro sistema político, pues mientras en el arranque de las elecciones podría darse la posibilidad de la anulación cerrando el camino a los menos votados, en la segunda vuelta ya todos los electores tendríamos que estar forzados a decidir de manera franca por los punteros y determinar el grado de libertad del voto informado frente al voto solo reaccionario.
A quienes estamos más o menos enterados nos queda relativamente claro que las candidatas mexiquenses Alejandra del Moral y Delfina Gómez en realidad no tienen mucho para donde hacerse. Sus promesas de campaña entonces solo varían en redacción, intención, alcance, proyección y posibilidad de desarrollo. Todas apelan en su forma y en su fondo a algún modo de populismo más o menos evidente, y todas, para no variar, no son soportadas por una explicación acerca de las maneras de conseguir las metas propuestas, las que no por fuerza se han trazado de veras atendiendo a necesidades reales. Entonces, cabe la pregunta, ¿qué es mejor, votar por una plataforma de promesas, propuestas, sugerencias, ideas, aunque luego pudieren ser irrealizables independientemente del candidato; o votar por la persona que promete realizarlas, aunque tenga mucha o poca cola que le pisen?
En mi caso, forzado a pensar en esas únicas candidatas, mi predilección me llevó a responder con una idea en mente: no quiero a Delfina gobernando Edomex, pero Del Moral no acaba de convencerme. Entre dos sopas me incliné por la segunda. Pero, ¡oh, sorpresa!, votando por las propuestas descubrí en los resultados que mi inclinación se hallaba más cargada hacia Morena, aun pensando en la alianza Va por México.
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Resultados de los votos emitidos ciegamente por el autor del blog. |
Ahora yo los invito a ustedes a hacer el ejercicio y sorprenderse de la tendencia de su voto, del conocimiento que tienen o carecen acerca de las propuestas de aquella candidata o partido por quien sienten simpatía. E invito también, y sobre todo a los candidatos y los partidos que representan, a reflexionar con miras a debates y campañas, pues afinar plataformas, presentar propuestas realistas y alcanzables, evitar promesas vanas permitirá a ellos hacer propaganda más efectiva, eficiente y eficaz, motivando a la acción, sin caer campañas sucias o negras que deberían quedar en un segundo plano, y nos permitiría a los electores juzgar de manera más sensata el proyecto de municipio, estado o país que se nos propone construir y desarrollar en conjunto.
Por supuesto, hacer el ejercicio también podrá ser tomado por muchos como una suerte de entrenamiento torcido para, llegado el momento de los comicios, el criterio del votante se vea formado o deformado, y no precisamente informado. Es decir, por ejemplo, si en el experimento descubro que pensando en B voté por A mayormente, eso puede incidir en que me empape de las propuestas de B o simplemente, sin abundar, refuerce mi actitud hacia mi candidata predilecta y mi repulsión hacia la competidora contraria. Pero también puede suceder que, al hallar y descubrir que mis respuestas me inclinaron hacia la candidata que naturalmente repelo, pueda reconsiderar en función de la aparente sensatez de las mismas y por tanto sentirme inclinado a modificar mi intención de voto.
En fin. en dos mil dieciocho, para la elección presidencial quedó de manifiesto aquello de que, en la tierra de los ciegos, el tuerto es rey. Así llegó Andrés Manuel López Obrador, presidente de todos nosotros los mexicanos, lo hayamos votado o no en conciencia. Pues es la oportunidad de darnos cuenta cuán ciegos podemos estar para las elecciones venideras.
Para practicar el voto ciego has clic AQUÍ.