Orgullo mexicano

Cuando la cuenta de los días llega a su fin, en realidad no acaba, apenas comienza una nueva era. La sucesión de las edades deriva en la sabiduría, y la sapiencia, a su vez, deambula entre el día y la noche como la juventud y la vejez entre la memoria y el olvido. Olvidar el paso del tiempo, pesa tanto como un calendario despreciado por la soberbia. Es en la nada que el todo se encuentra, y es desde el todo que la nada surge. El Uno, píensa Parménides, incluye el vacío. Hoy, cuando añoro los besos y caricias de mi Coneja amada, entiendo el valor del cero.

VIADUCTO BICENTENARIO ARRASA LA FLORIDA


A la sombra de las elecciones del Consejo de Participación Ciudadana, en plena transición del Consejo anterior al actual, con una celeridad de vértigo, las autoridades del Estado de México, del Municipio de Naucalpan, las empresas constructoras del Viaducto Bicentenario, en cuestión de unas horas destrozaron parte del Fraccionamiento La Florida, ubicado frente al Parque Naucalli, justo a la altura de las emblemáticas Torres de Satélite (más propias de la Florida por su ubicación que de la colonia Satélite).
En un giro de la "fortuna", luego de varias gestiones legales y administrativas de los colonos de Satelite, el proyecto original del Viaducto Bicentenario fue modificado de modo que las afectaciones pasaron a ser preocupación de los Fraccionamientos La Florida, Echegaray y Boulevares, en el munucipio mexiquense del Estado de México.
A pesar de las juntas con vecinos, de las consultas omitidas, y partiendo de la ocultación de los detalles del proyecto, los vecinos de esta colonia, en su mayoría personas de la tercera edad, se han visto en la indefensión total. La indiferencia de los gobiernos municipal y estatal ha quedado demostrada una vez más.
Los vecinos ya tenían noticias desde hacía algunos años de las pretensiones oscuras de ciertos grupos empresariales y políticos sobre la región concreta, por su alto valor inmobiliario y su estrategica ubicación. Ahora, con la construcción del viaducto elevado, las sospechas se concretan y los patrimonios de cientos de familias se verán afectados.
Esta colonia en un año y medio se ha visto alterada por sus dos flancos principales, primero por la construcción del Puente San Agustín, pensado para el desahogo del tránsito vehicular conflictivo proveniente de Satélite con rumbo a Azcapotzalco. Ahora, por esta magna obra.
Entrevistados, muchos vecinos aceptan que el progreso es bien venido, pero reclaman que no se les haya tomado en cuenta suficientemente al momento de elaborar los proyectos y se haya en cambio cedido a las exigencias de una sola colonia, Satélite, que si bien es la mayor en territorio y número, no es la única en ser afectada por la primordial obra pública con que el gobierno de Enrique Peña Nieto se ha venido parando el cuello.
Recientemente los recursos y argumentos legales han podido conseguir una "prórroga" de 10 días para que la colonia presente modificaciones alternativas al proyecto en función de sus afectaciones. Pero el daño ya está hecho.

SER HUMANO, SER POETA





Una añeja discusión más amplia según se la mire: ¿qué es ser escritor? ¿qué es ser artista?
Llevamos siglos debatiendo estas y otras preguntas semejantes y nunca logramos una conclusión. Generalmente terminamos yéndonos por las ramas, cayendo en extremismos, generando groseras discriminaciones o petulantes guetos.
Personalmente he preferido mantenerme al margen amparado en la etimología y la semiología misma de Poesía, es decir, el acto creativo y su resultado, sin importar su forma o soporte, el poema. Desde este punto de vista, la categorización de los poetas se vuelve tan amplia como los oficios e intereses creativos que cada persona, profesión o cultura puede ofrecer y experimentar.
Se trata de una discusión que tiene derivados. Por ejemplo, no faltan los medios periodísticos y profesionales del periodismo, colegas, que cuestionan quién es o no tal. Unos opinan que basta escribir en un pediódico con suficiente frecuencia para hacer periodismo. Otros reclaman el coto de poder que da el conocimiento genérico y el oficio de reportero como requisitos para aspirar al grado de periodista. En la primera perspectiva, tan periodista es el político que colabora con artículos semanales como el jefe de información que redacta la editorial todos los días. En el segundo caso, sólo el "obrero redactor" encargado de buscar, organizar y difundir la información concreta de su fuente, ajustado a ciertas normas es digno del título de periodista.
Aquí cabe preguntarse quién es más poeta, ¿quien tiene sensibilidad y maestría para construir metáforas? ¿El que emplea amplia y ricamente el idioma? ¿Quien redacta de modo impecable, sin fallas gramaticales de ningún tipo? ¿El que retoma la realidad y la voltea para recrearla desde su punto de vista? ¿Aquella persona que logra desahogar sus sentimientos y pensamientos de una manera más o menos organizada?
En mi perspectiva anunciada, todos cabemos en la misma canasta. Tan "poeta" es el escultor, como el artesano; el redactor del diario, como el compositor de boleros; así el declamador, como la abuelita que teje encajes; el maya constructor de pirámides, o el gaviero que pone a volar en sus velas las ilusiones mercantiles que abren fronteras al hombre.
Los seres humanos hemos pecado de soberbios y de ambiciosos. Personalmente no tengo nada en contra de las asociaciones de escritores, incluso hace años me inscribí a la de mi país, por breve tiempo (por ¿falta? de consecuencia en mi modo de trabajar); nunca pasé de "aspirante", a pesar de vivir medianamente de la escritura para diversos medios. Pero creo que hemos sobrevalorado demasiado los "derechos" que nos asisten en tanto "obreros" de la palabra, como si la palabra, el "logos" nos perteneciera en exclusividad. Qué bien que se registren y respeten los derechos, pero no puede olvidarse que una vez expuesta la obra deja de pertenecer a su creador para pasar a ser del dominio del recreador, o sea de su consumidor. El intérprete, el lector.
Porqué disminuir una composición de un infante sólo por el hecho de su edad. ¿Un poema de Rubén Darío, declamado por un niño en la escuela lo hace menos poeta; o al niño lo hace más maduro?
Reza el proverbio que "del dicho al hecho hay mucho trecho" y me resulta ocioso detenerme en el trayecto para ver los áboles de las categorías, cuando el bosque de la creatividad es tan vasto y compartido. Habrá árboles incipientes, arbustos, yerba nociva, enormes copas, troncos robustos, sombras y claros, hoja perenne y hoja caduca, pero todo hace al bosque, así los zorros como las ratas, los búhos y las mariposas, las larvas y las arañas. Y diciendo esto extiendo una mirada a mi biblioteca y veo lo que he leído y lo que me falta por descubrir.
Que el trabajo creativo es perfectible, nadie lo duda, pero no podemos dejar de lado que en más ocasiones una carta de amor puede ser más releída, con todo y sus faltas, que una novela escrita por un Premio Nobel.
La poesía es el acto humano que nos aproxima en potencia y significativamente con el acto divino cuyo fin es el mismo, crear. El poeta sólo es el instrumento chueco o derecho, agudo o necio. El poeta es el primer poema, el más inacabado. Humildemente, eso pienso, eso creo. ¿Lo he dicho bien o mal? ¿Esto me vuelve más o menos poeta, escritor, lector...? Y, ¿dónde queda en todas estas consideraciones Dios y sus sublimes creaciones?