Decires empolvados

Hace unos días, una amistad me hizo un señalamiento respecto de mi forma de expresión. Utilicé una palabra bastante coloquial, "chorcha" que, a juicio suyo, era más empleada por las abuelas que por nuestra generación de casi medio siglo y cuantimás de las menores. "Tu hablar suena viejo". No lo dijo así, pero lo dio a entender.

Las palabras existen para ser usadas. La razón por que caen en desuso no es un asunto de moda, aunque así se piense que es. El desuso viene como consecuencia de la reducción del léxico, o sea del vocabulario heredado y adoptado por el hablante, como también por el recambio, es decir, el rescate de palabras dejadas en el olvido para decirlas con nuevas pronunciaciones y hasta nuevos significados. Tiene que ver más con las circunstancias culturales que con el gusto individual. Dicha resta viene de una doble elección: herencias culturales o individuales aparte, uno escoge las palabras que más le acomodan a su entendimiento, gusto o costumbre y al del círculo social en que se desenvuelve y su nivel de conocimiento y utilidad prácticos; uno elige el grado de ignorancia, es decir, uno elige ignorar lo que le incomoda o aisla.

De esta doble elección deriva la selección del público, de la gente con quien uno puede tener o dejar de tener contacto.

Tener uno más o menos palabras en el haber lingüístico personal no le hace a uno mejor ni peor que el resto de los hombres, aunque sí dota de una más amplia y variada gama de “armas” para argumentar el diálogo alrededor de lo que uno cree, descubre, inventa, es. No obstante, la creencia parece ser la contraria.

Si, por una parte la abundancia de palabras en nuestro idioma castellano, aunada a su historia y ,derivada de la misma, la riqueza y complejidad de sus estructuras gramaticales y de construcción lo hace uno de los lenguajes más deliciosos y arduos de aprender, por otro lado el desdén que los hispanohablantes tenemos por nuestra misma lengua nos vuelve unos ingratos con nuestra naturaleza y mina y menoscaba  nuestras posibilidades y capacidades expresivas.
El comunicador cuidadoso... Aún más, el hablante cortés y perspicaz procura una de dos opciones: expresar su sentir y su pensamiento de forma tal que sea asequible para cualquiera, o hacerlo de tal manera que sólo unos cuantos comprendan su decir.

Examina los párrafos que llevamos arriba, amigo lector. Estoy seguro que varias palabras no forman, o eso crees, parte de tu vocabulario. Digo, “eso crees” porque en realidad ahí están, en tu ADN cultural, latentes en las páginas de la enciclopedia guardada en tu memoria gracias a una larga evolución y a una, no por menos larga menos importante, civilización. Almacenadas a la espera de que las despiertes de su letargo por medio del simple acto de decirlas o leerlas.
Vuelve a esos párrafos y copia o subraya esas palabras. Quizá subrayaste entre ellas la palabra “chorcha” que detonó este artículo. Te pregunto, si la hubiera sustituido por una palabra más “usual” como “barullo” o por la frase “un conjunto de gente divertida”, o por “relajo” o “desmadre”, ¿te habría sido más cercano el significado del texto? Es muy posible, pero entonces yo te habría limitado la posibilidad de asimilar y, por qué no, aprender y aprehender juntos una palabra nueva capaz de enriquecer el acervo (que no acerbo) de recursos lingüísticos con  que podrías expresarte en el futuro inmediato, aún más que el mediato. Ponerte incluso un ejemplo ante propios y extraños, como a veces nos parecen las jóvenes generaciones, ya en la academia, ya en la propia casa. Habría limitado la posibilidad de existencia de una manera de “pintar” un comportamiento, un objeto, un concepto, un sentimiento, una situación, hasta una manera de entender la existencia.

Sí, somos lo que somos en buena medida por el diccionario que empleamos. Hay quienes usan la Biblia o la Constitución como fuente de ideas o para corregir lo elemental; hay quienes se basan fundamentalmente en los carteles publicitarios, en lo impreso en los periódicos y revistas para algo más que formar opinión y hay quienes, más modernos o posmodernos, se atrincheran en la información que circula por redes sociales, sitios web o simplemente en lo que dice la gente.

¡CONDONES COSQUILLUDOS!

En las semanas recientes se ha publicado en la televisión mexicana un anuncio bastante... No quiero caer en adjetivaciones que mermen la seriedad de los artículos que suelo escribir, pero seguramente más de uno de nuestros estimados lectores encontrará el calificativo más ad hoc luego del presente examen.
El anuncio publicitario promueve la línea de condones M Force y si bien en términos generales no aporta nada nuevo a la forma de publicitar estos productos, su promesa básica sí que es original, pero no por creativa sino por adolecer de creatividad.
Creatividad no sólo significa hacer cosas "locas", novedosas, fuera de lo común... La creatividad primordialmente es un conjunto de estrategias que varía de individuo a individuo, de organización a organización y cuya finalidad es la resolución de un problema mediante la vía más efectiva y eficiente, aun si esto supone salir de los caminos de la ortodoxia. Ahora, incluso salir de los caminos del "sentido común" implica conocimiento de causa. No es válido actuar por impulso ignorante al momento de solucionar un problema.
Crear una frase "pegadora", contundente pues, en publicidad es un problema. No basta con juntar palabras más o menos llamativas o próximas a la idea para provocar la intención de compra en el consumidor. Cada palabra, cada imagen, cada signo de puntuación o cualesquiera otros elementos expresivos deben ser ponderados al elegirlos para construir el discurso publicitario.
En el anuncio mencionado la frase central dice:
Condones M Force texturizados;
igual de seguros, pero cosquilludos

Es claro que aquí he hecho un poco de corrección de estilo al incluir los signos de puntuación, pues en el original el redactor o el diseñador (hay diseñadores que se las dan de redactores y viceversa) los omitió olímpicamente. No obstante, ¿qué hace más ruido? ¿Alguna vez ha visto usted un condón riéndose o estremeciéndose a consecuencia de las cosquillas que desatan el tacto lingual o el digital, o el roce de la ropa o de la piel?
Si usted lo ha visto, entonces ¡corra a alguna institución dedicada a la investigación de lo sobrenatural y repórtelo de inmediato! Ese condón, quizá no es un condón sino un ser de otro mundo, muy susceptible.
Susceptible: sinónimo de cosquilloso, sensible, quisquilloso, puntilloso, minucioso, detallista, chinchorrero, meticuloso, cascarrabias, chinche, delicado, molesto, fastidioso, cosquilludo.
Si muchos publicistas y periodistas colegas míos, aquí y allá tuvieran a bien ceder a la curiosidad o el trabajo de abrir diccionarios, manuales de etimologías y similares antes de escribir, no dirían barbaridades.
La clave está en el sufijo "-udo", es decir la terminación de la palabra. Ese sufijo de origen latino (forma original: "-tudo"; castellanizado: "-udo", "-oso") es una partícula (morfema derivativo o desinencia dirán los lingüistas y semióticos) que convierte el sustantivo "cosquilla" en un adjetivo derivado a partir de una cualidad asociada al objeto. Es decir, una cosa que tiene cosquilla, concomio, hormigueo, escalofrío, picor, picazón, estremecimiento es cosquilluda. De igual modo, una cosa que tiene cornamenta es cornuda.
Desde este punto de vista uno se pregunta qué clase de producto es un condón que tiene picor. ¿Acaso uno al que se le ha untado jugo de chile (dicho sin doble sentido)? Yo no quisiera ser la vagina de una mujer expuesta a semejante producto.
Pero, seamos condescendientes, como suele ocurrir con el consumidor siempre noble y más inteligente por lo general de lo que piensa el publicista promedio, y deduzcamos que el autor de semejante frase, a partir del resumen del fabricante acerca de las cualidades y efectos esperados quiso decir o proponer a la imaginación general, la idea de un condón que por obra y gracia de la textura con que está hecho suscita hormigueo en la anatomía femenina, propiciando un placer más aguzado; lo que envuelve a dicho condón en un concepto más incitante que al resto de los existentes en el mercado. Bien, concedamos al error la gracia del sobreentendimiento. No deja de ser un error y, no por gramatical, despreciable. Quizá hubiera sido mejor usar otro sufijo para señalar que el producto es un agente productor de estremecimiento en la mujer.
Retomemos la idea y redactémosla de otras formas más precisas, correctas y contundentes, respetando las cualidades que se quieren destacar, es decir la seguridad del artículo profiláctico y la efectividad en la generación de cosquillas. Opciones hay muchas como se verá.
Condón M Force texturizado:
seguramente estremecedor

Condón M Force texturizado.
Seguro la estremeces

Estremécela seguro con M Force texturizado

¡Ni cosquillas! Con M Force texturizado ¡seguro!

¿Cosquilluda? M Force texturizado seguro la sensibiliza

¡Sensible! M Force seguro y hace cosquillas
Unas son frases muy directas, hasta simplistas, otras apelan al juego de los sentidos. Ahí les dejamos estas aportaciones de tarea. Si el anunciante se interesa, recuerde que existe VETA Creativa, puede recurrir a nosotros para obtener cuidado en sus mensajes. O si simplemente usted amigo lector, publicista, periodista o no, quiere que examinemos críticamente algún anuncio o lo corrijamos, háganoslo llegar; felices lo haremos y juntos habremos de divertirnos.

CHIDO ONE

Una amistad en Facebook me hizo una observación en un comentario luego de que yo empleara el vocablo "Nop" para responder a un apunte suyo. Dijo como un extrañamiento: "una persona culta no las usa".

Bien, ahora aquí respondo que todo lo contrario, una persona culta cuenta con una variedad suficiente de léxico no sólo en su idioma, sino de los extranjerismos que forman en un momento parte de la expresión. Si fuera lo contrario, Rubén Darío no habría creado el modernismo que tuvo como principal característica el cosmopolitismo en la expresión, tomando del inglés, el francés y el alemán todo lo necesario para complementar su poesía, ni Ezra Pound habría escrito sus maravillosos poemas con frases extraídas del chino y escritas en chino, ni... En fin, hay tantos ejemplos, incluso del empleo de dialectos como el nahua, el maya. La cultura implica ampliación de horizontes, no reduccionismo especialista. Así, digo yep a la libertad expresiva y niet al puritanismo lingüístico. Como siempre digo, para romper las normas, hay que conocerlas primero. Y como el lenguaje es dinámico...

Un ejemplo de nuestro propio idioma: hoy muchas personas emplean el mexicanismo "chido", barbarismo surgido en los años ochenta como una deformación del más antiguo "chilo" que decían los abuelos y tatarabuelos (generalmente en el argot más populachero). Este probablemente se derivó de algún pochismo introducido o por los pachucos en los años cuarenta o por la moda “Inn” característica de los jóvenes de “La Ola” en la segunda mitad de los cincuentas y los sesentas; quizá del inglés “chill” verbo con el significado de estremecerse por alegría o entusiasmo que al forzarse en su conjugación al español daría: “¡Caray, esta morra chila (estremece)!”, por ejemplo. Al castellanizarse pasó a chila, chilo, aplicando la ley etimológica del sonido Yod, se transformó en el actual “chido”, “chida”. Otro posible origen, en la misma idea, es que puede derivar del slang inglés “shill” (cómplice del embustero, fulero, fullero o fanfarrón). La primera partiría de un verbo “chill” (estremecer), mientras que la segunda lo haría de un sustantivo. La deformación por uso sería la misma, aunque el uso distinto, la frase de ejemplo podría ser: “¡Caray, chila morra!” (muchacha cómplice del hablante o un tercero).