LECCIONES PARA UNA VOTACIÓN (Tercera y última parte)

Lo prometido es deuda y la seriedad obliga a cumplir. Aquí la tercera parte de un artículo cuya finalidad es darte elementos para reflexionar tu voto (nunca inducirlo).
Terminábamos la parte previa con una pregunta en relación a cómo veo que se acomodarán los porcentajes finales (que no encuestados) tras las elecciones de mañana 1 de julio.

Cuando tomamos los porcentajes resumidos de por lo menos seis reconocidas encuestadoras y calculamos el promedio de las mismas, encontramos que los porcentajes relativos (especulativos) colocan a cada candidato en una posición específica en el inconsciente colectivo lo que incide en cierto modo sobre la proporcionalidad de la lección por parte tuya, en tanto elector. Así, al calcular como tendencia en las inclinaciones electorales a Enrique Peña Nieto con promedio aproximado de 45.3% lo que debemos leer es que, proporcionalmente cuenta con un 27.9% de probabilidad de ser marcado en la boleta. Mientras Andrés Manuel López Obrador (25.15%) cuenta con 15.5% de probabilidad de ser marcado en la boleta, Josefina Vázquez Mota (27.5%) con 17% y Gabriel Quadri (2.05%) con 1.3% de probabilidad, lo que nos arrojaría una probable participación de aproximadamente 61%, más alta que en 2006. El restante 39% absoluto ha de ser distribuido en las otras opciones del voto nulo, voto blanco y abstencionismo.

Si introducimos consideraciones de carácter sociohistórico a partir de los acontecimientos recientes y los no tanto la influencia de las campañas, la incidencia del movimiento #YoSoy132 y similares, podemos presumir (siempre especulativamente, eso son los pronósticos)  que el interés generado en estas elecciones derivará en una participación cercana al 62%. EPN podría obtener proporcionalmente una votación del 27.8%, AMLO y JVM alrededor del 16% en un probable empate por el segundo sitio de las preferencias y GQ con 2%. Los votos nulos podrían alcanzar la probabilidad del 9% (en gran medida por la confusión que significará el diseño para algunos electores), los votos blancos de casi el 2% y el abstencionismo tal cual (por inasistencia) un aproximado del 23%. Dado que las reglas electorales mexicanas meten en la misma canasta voto nulo, voto blanco y abstencionismo a falta de no saber qué hacer con los primeros, la cuenta nos da una probabilidad de casi 38% de abstencionismo. Esto siempre, OJO, siempre considerando el universo a partir del cual se efectúan los cálculos y que es el total de la lista nominal.

En virtud de que para conservar su registro, todo partido político debe obtener como mínimo 2 % de la votación total emitida a nivel nacional en cualquiera de las elecciones federales, para que los partidos coaligados conserven su registro, deben obtener una votación mínima equivalente a la correspondiente suma de dichos porcentajes. En este sentido es importante mencionar que la solicitud de registro de un convenio de coalición debe indicar el orden de los partidos para la conservación de su registro, en caso de que el porcentaje de la votación obtenida por la coalición no sea equivalente a 2 por ciento que requiere cada uno de los partidos coaligados. [Cf. http://www.ife.org.mx/docs/Internet/FAQ/Docs_ES_PDF/regimen-juridico-financiero.pdf].

Cifras relativas al Padrón Electoral (en él se encuentran todos los ciudadanos mexicanos que solicitaron su inscripción al mismo, con la  finalidad de obtener su Credencial para Votar con fotografía y así ejercer su derecho al voto) al corte del 24 de mayo del 2012:  40 millones 848 mil 182 hombres, lo que en resumen hace el 48.36%. 43 millones 616 mil 531 mujeres, lo que en resumen hace el 51.64% [Cf. Lista Nominal y Padrón Electoral (Estadísticas)]. Lo que hace un total de 84 millones 463 mil 713 ciudadanos empadronados. Pero es otro el dato de los incluidos en la Lista Nominal (contiene todos aquellos ciudadanos que solicitaron su inscripción al Padrón y cuentan ya con su credencial para votar con fotografía vigente): 79 millones 454 mil 802 ciudadanos enlistados. Es decir que la lista nominal vigente abarca el 94.07% de la población empadronada.

Los jóvenes entre los 18 y 25 años de edad que durante estas campañas se han caracterizado por su activismo y forman parte del Padrón Electoral suman 13 millones 610 mil 104, mientras los jóvenes enlistados son 13 millones 543 mil 355. Lo que significa que el 99.46% de los jóvenes empadronados están ya en la lista nominal. Un dato que revela el marcado interés de los jóvenes por participar en estas elecciones, aunque tampoco es suficiente como para tomarlo como dato relacionado con lo que han dado en llamar "voto útil" que es el que se emite efectivamente (por parte de los indecisos en una espiral de silencio) y puede en un momento determinado dar un vuelvo a los números. En realidad hoy, el voto útil no está en ese fragmento de población de manera exclusiva, sino en la subdivisión relativa a los niveles socioeconómico y cultural. Parece, según las tendencias, que entre más bajo es el nivel educativo más incidencia de un voto directo y  sin dudas sobre tal o cual candidato o partido, mientras que el ascenso en el nivel sociocultural incide en la duda, misma que no creo que hayan resuelto de manera suficiente las campañas electorales. En cuyo caso, los números colocarían al revés a JVM y AMLO, colocando a este en segundo lugar y muy probablemente separándose de esta para casi empatar con EPN con cifras alrededor de 28%, dejando a la candidata por el PAN con 19%. Esto podría suceder en el supuesto de que el estimado de anulación se redujera notablemente a cerca de un 5% por causa de una mejor comprensión del procedimiento para votar y/o indecisos inclinados finalmente hacia un candidato en particular.

Con respecto al congreso, estimo que las proporciones serán casi equivalentes, y la gente esta vez optará por dar la mayoría al conjunto de legisladores del candidato persidencial que elijan, en el entendido de que lo necesitará para sacar adelante las reformas que necesita el país. Será, de nuevo, un congreso dividido, pero a diferencia de elecciones pasadas donde la tendencia del electorado fue votar en sentido contrario a su voto presidencial, en la inteligencia de "contrarrestar" el peso del ejecutivo, dado el estancamiento lo más probable es que el voto ahora sea como digo, en sentido contrario. Lo que aplicará igual para elección de gobernadores y presidentes municipales.

En fin, aquí mis pronósticos, ya podremos cotejarlos mañana, a partir de las 8 de la noche, directamente en el PREP de l IFE. ¿Seré brujo?

LECCIONES PARA UNA VOTACIÓN (Segunda parte)

En la primera parte de estas entregas expuse suscintamente los detalles relacionados con la conformación de la boleta electoral a usarse en los comicios por venir. Asimismo puntualicé de forma ilustrada los casos y formas como podrás emitir tu sufragio. La didáctica de estos artículos tiene como finalidad servir como apoyo para la reflexión y práctica de tu voto.

Ahora, en esta segunda parte, abundaré en lo tocante a la perversión implícita en el diseño de la boleta. Perversión ocasionada (no exclusivamente en esta y para esta ocasión) por la reglamentación de los propios partidos y el apego a la ley por parte del IFE. Pero no se malentienda aquí el concepto perversión como una maldad, sino en el sentido etimológico del mismo en tanto per-versum: por-dar-la-vuelta, por-cambiar, entendido como una manera diferente de plantear o traducir un mismo suceso, aquí el suceso de decidir.

Todas las boletas electorales, como todo producto visual, impreso, obedece a una composición gráfica. Eso lo sabemos bien quienes tenemos al menos un mediano contacto con las artes gráficas y con las artes en general, no se diga los diseñadores. Siempre que se diseña algo, ya sea de manera consciente y calculada o de forma inconsciente y espontánea, ese algo diseñado, sea bidimensional o tridimensional obedece a varias normas, reglas y fórmulas estudiadas y conocidas desde muy antiguo. Una de ellas, y quizá la más determinante de los efectos de una obra en el espectador es la relacionada con la proporción: la regla áurea.

No me detendré a cansarte con detalles alrededor de esta regla, sin embargo apuntaré que es un factor semántico importante en la construcción de mensajes visuales, ya que permite establecer los límites y alcances matemáticos y perceptuales de una obra y sus partes en su apreciación estética tanto como en su interpretación (lectura).

Imagen "A". Una supreficie dividida por una cuadrícula
en cuatro partes. La espiral muestra la relación
proporcional entre las partes.
¿Cómo aplica a una boleta electoral? Sencillo. Dicho de manera en extremo sintética, la regla áurea, también conocida como llave de oro, establece la propoción entre las cosas como una relación armónica y simétrica de tamaños y medidas. A efectos de la boleta electoral... Cuando a una superficie como el papel en que se imprime la boleta se la cuadricula en nueve partes iguales y se acomodan en la cuadrícula elementos visuales, el acomodo de estos elementos, para que sea armónico ha de obedecer a la regla de proporción. Véase la imagen "A". Así, para que al ojo parezca que el contenido de la boleta tiene un equilibrio armónico entre tamaño de casilleros y distribución de los mismos en la hoja, su acomodo debe ser matemática y geométricamente proporcional. Un ejemplo práctico es el acomodo empleado por Twitter para el diseño de su interfaz de usuario (la página en la cual navegamos).


Ahora bien, más allá de la simple proporcionalidad,  otro dato que aporta esta regla es la tendencia probabilística de que un elemento dentro del espacio arreglado sea percibido (suceda u ocurra en la conciencia) antes que otro.

Por naturaleza, el ojo humano al leer, sigue una trayectoria ajustada a la regla de oro de tal modo que la visión obedece a la inercia de la proporcionalidad, fijando la atención (así sea un instante) en los elementos que proporcionalmente tienen mayor peso por ubicación de lectura. Por lo general el ojo humano (que no la corteza cerebral) comienza a ver una página por la esquina superior derecha (primer cuadrante de la cuadrícula) y a partir de allí comienza, siguiendo la espiral de la llave de oro, a cerrar breves espacios triangulares y rectangulares, de arriba a abajo y de derecha a izquierda, hastsa completar en la mente la imagen total. Ver imagen "C".


Cada elemento que encuentra a su paso, según sus características de color, tono, matiz o acento, forma, dimensión, inclinación, ubicación tiene mayor o menor probabilidad de ser captado más o menos tiempo y por lo tanto obligar al ojo a detenerse un poco más para asimilarlo. Claro que la propocionalidad puede ser manipulada al antojo de quien elabora el mensaje visual, para efectos de interesar al lector en tal o cual sección del mensaje. Como podemos ver en la imagen "B", es lo que hizo Twitter al acomodar el historial de tuits en el lado izquierdo. Con un espacio blanco, brillante y en movimiento obliga al ojo a leer por el lado contrario del natural y rematar su lectura en la sección de resumen del perfil. O sea, la distribución de los elementos y su forma de presentarlos distribuye también proporcionalmente las probabilidades de ocurrencia de los mismos en la conciencia y conforme a un modo de arreglo y lectura convencionales (al menos para el ojo occidental).

En el caso de la boleta electoral que nos ocupa, la determinación de acomodar los casilleros de los partidos en orden secuencial a partir de la antigüedad del registro de los mismos ante el IFE establece un orden de lectura lógico, convencional, pero no natural a efectos del recorrido visual. Para este, lo primero que aparece no es el PAN, sino el PRI, por lo tanto el candidato Enrique Peña Nieto, dándole en apariencia y proporcionalmente una probabilidad de aproximadamente el 14% de ser visto antes que el resto. Pero el ojo no se detiene sólo en ese punto, pues hace su recorrido natural abarcando de la parte al todo, guiado y detenido por factores como ya dijimos tales como el color, etcétera y, más adelante, sigue encontrando casilleros que, por la repetición del nombre de un candidato y/o los otros factores visuales mencionados multiplican la probabilidad también proporcionalmente. Es decir, si al comienzo de esta explicación ya pensabas que la boleta podía inducirte involuntariamente a votar por Enrique Peña Nieto, te equivocas, porque quien aparece mayor número de veces es Andrés Manuel López Obrador, y basta ver la distribución de su nombre en el conjunto de casilleros para concluir que la probabilidad de que sea votado más veces, sólo por la abultada ocurrencia visual en la conciencia del elector es tanto más alta (aproximadamente 62%) que la del primero toda vez que la probabilidad se distribuye de manera geométrica y proporcional a lo largo y ancho del conjunto total que es la boleta. Nada tiene que ver con que seas zurdo o derecho.

Ahora, una cosa es la probabilidad de marcar la cruz sobre uno o más casilleros de la boleta, en el supuesto de un elector participativo y otra cosa es estimar sobre la base de las tendencias la  manera como esas probabilidades se modifican por la acción directa del voto.

Hasta días pasados, las tendencias resultaban de las múltiples y variadas encuestas de opinión, cada una de las cuales, según la firma encuestadora que se tratara, consideraba para sus pronósticos ciertas variables. No obstante, todas las encuestas sólo reflejan valores relativos, nunca absolutos. Son relativos por que no incluyen en la metodología (salvo algunas excepciones) los datos relacionados con los votos blancos (candidatos/partidos no registrados), la opción de anular el voto voluntariamente y la opción de no acudir a la casilla (abstencionismo).

Cuando echamos un vistazo a la página del PREP del IFE notamos que este sí contempla absolutamente todos los casos, de ahí que las cifras que arroja son absolutas. Ello no significa que no pueda al final hacerse la correspondencia relativa. Es decir, mira la imagen de abajo (Cf. IFE Estadísticas PREP 2006):


Estos datos se corresponden con las elecciones presidenciales de 2006. En ese año la participación ciudadana resultó en un 58.55%, lo que deja al abstencionismo con un muy alto 41.45%. ¿Cómo veo que podrán acomodarse ahora los porcentajes absolutos en la presente elección? Eso lo dejo para la siguiente parte.
(Continuará)

De monstruos interiores y otras confesiones

Gracias a todos los ausentes y los presentes que, hasta ahora en su vida y la mía, me han dedicado un poco de su tiempo (sobre todo) y paciencia, así como por sus palabras de aliento y las de reconvención, consideraciones y correos. Sé que cuento con más de un@, me lean o no, me toleren o no, me crean o no, se adhieran o no a mis ideas, entiendan o no una forma de ser que, desde siempre y más ahora, me ha distinguido para bien tanto como para mal. Agradezco también la oportunidad que me dan al proveerme de material para la reflexión y la escritura. Porque aun cuando suelo plantear las cosas con suficiente convicción, tengo claro que lo más que puedo tener entre y sobre líneas es razón, o sea, mi palabra, siendo y por ser mía está lejos de pretender encerrar verdades absolutas.

Digo esto con toda seriedad, pero sin tomarlo demasiado en serio (algunos lo ven como una gracejada sin gracia y no faltan los que califican mis ideas y comportamientos como estupideces; el que esté libre de estupidez, que exhiba los primeros calzones, sin miedo al ridículo).

Los golpes de la vida son muy variados y uno debe estar dispuesto a enfrentar los riesgos que conlleva cada decisión y por tanto cada acto, así se relacione con hacerse actor o espectador, víctima o victimario, comparsa o protagonista. Esta filosofía resumida es la que ha conducido mi vida y me tiene donde estoy. (Por algún motivo viene a mi cabeza un librito, en edición única, de un publicista amigo de mi padre intitulado “Filosofía costumbrista” y autografiado por el autor.)

Sí, sé que a ojos de muchos puedo parecer un escritor pusilánime, un aspirante más  a bardo sin ambiciones como el resto de las personas; que no faltan los que tachan mi proceder al amparo de una normas y creencias muy específicas y que, incluso, no faltan los que, creyéndose con toda la experiencia que los años supuestamente dan, pontifican y arrean a quienes, como a mí, ven cuales ovejas descarriadas, y obtusas, desubicadas. Están en su derecho.

Es claro, en los días que vivimos la paranoia está cada vez más diseminada, es la enfermedad más difundida en nuestra sociedad. Todos desconfiamos de todos y de todo. Ya no se puede pedir la hora o decirle qué lindos ojos mi alma a alguien en la calle, porque a la información la sigue una mirada de pistola. Todos nos erigimos en expertos opinadores sobre los temas más variopintos. Es triste constatar la manera como, enquistados en formas de pensamiento y acto, queremos encasillar al otro en función de lo que creemos ser. Todos cojeamos de la misma pata y creyendo comunicarnos, ponemos por delante los principios elementales de lo contrario: la incomunicación.

Para alguien estas palabras serán, seguro, rollo insustancial. Es una forma de expresarme. Y así como cada texto elige sus lectores (no al revés, como se cree), las personas vamos por la vida acomodando a los demás para leer los fragmentos de su existencia que mejor ajusten en nuestro cartabón.  Me dicen que asista a bares, antros, etc., para contactar y "ligar". Nunca he sido de asistir a esos lugares. Me aturden, me engentan. Ahora, consta a varios, he hecho el esfuerzo de adaptarme (¡a estas alturas del partido!), pero sigo sintiéndome incómodo. Otros sitios: museos, la calle, un restaurante, un banco, el súper mercado... Todavía en los años ochenta hasta los velorios daban ocasión para el encuentro de almas. Todos estos ya quedan descartados por la inseguridad. Quedan estas redes sociales, equivalentes en su modernidad a las páginas de Cartas de la Doctora Corazón o las posteriores Agencias para el Romance; o como refugios antinucleares; y tampoco son panacea.

Sí, hay muchas mujeres solas, y muchos hombres solos. El problema no es que estén solos sino por qué y, más importante aún, cómo toman y experimentan su soledad. Divorciados, viudos, padres y madres solteras, aún los casados y juntados en amasiato (amor libre) hoy van por la vida dando tumbos emocionales, esforzándose por jugar roles para los que la naturaleza no da condiciones ni la sociedad instrucción. E, interesante, por más que salen los sabihondos a decir que es un mal endémico, catequizando  o poniendo escandaloso acento en lo que se nos espera; o esos otros que lo justifican viéndolo con gran naturalidad, porque es cosa de siempre y de todos los siglos, la suya, la de los solos y solitarios de ahora es una soledad existencial, una solitud que los lleva a cuestionarse diariamente en qué consiste la felicidad. (Eso me parece bien, pues nos acerca a las inquietudes de Aristóteles y tantos otros.)

Ahora, la ONU ha declarado que a partir del año próximo, todos los países del orbe deberán dedicar un día, el 21 de marzo, para promover el concepto de la felicidad. ¡Tan mal está la humanidad que necesitamos dedicar un día para recordarnos que uno de nuestros motores de existencia es ser dichoso! ¡Necesitamos comunicarnos y hacernos creer que somos felices!
Yo soy feliz pudiendo, entre otras cosas, halagar a diestra y siniestra a quien se me pegue la gana y cuando lo amerita; la ocasión, la circunstancia son lo de menos. Soy una persona que, aun cuando ha vivido encerrada entre sus cuatro paredes, sus fantasías, sus palabras, la poesía, he procurado estar al tanto del mundo y no nada más por las noticias. Es de la gente de quien obtengo la información primordial, entrevistándola, conversando lo mismo con el policía que con la secretaria o el mendigo. Si bien, caso extraordinario el mío, voy saliendo del cascarón a muy tardía edad, los principios con que he sido formado siempre me mantienen al pendiente de lo probo.

Por ahí me dicen que estuve a punto de ser demandado por “afectar” a unas estudiantes mías so pretexto de enseñarles a respirar. Y no falta quien, sin conocimiento de causa, juzga, mejor dicho prejuzga, partiendo del hecho de que, “no es necesario enseñar a respirar cuando todos lo hacemos desde el nacimiento”. Sólo para información de los neófitos en asuntos de actuación y locución, la respiración correcta es fundamental para un buen desempeño en la oratoria, tanto para el mantenimiento de la voz durante discursos prolongados, como para su adecuada proyección en matices, volumen, tonos (esto queda claro al escuchar, por ejemplo, a la candidata Josefina Vázquez Mota quien es obvio en su monotonía que no sabe respirar). El común denominador de las personas, como no tienen necesidad de usar su voz más que para la charla normal no caen en cuenta de esto y no tienen claro qué tipo de respiración practican.

Una adecuada respiración ayuda no nada más a meditar (quién mejor que los yoguis y budistas practicantes del zen para explicar en más detalle esto), es fundamental para el equilibrio energético de nuestro cuerpo y nuestra alma. Hay dos tipos de respiraciones, la profunda o natural y la corta o deportiva.

La estudiante en cuestión, estudiante de leyes, tenía interés en vencer el miedo escénico y adquirir seguridad para hablar ante el público. En la primera sesión, en mi casa, en presencia de la madre, expliqué cuál es el procedimiento que siempre he seguido para enseñar oratoria y actuación. Posteriormente, en las otras dos sesiones (no continuó el curso ni pagó la última), en presencia de la hermana gemela efectué la clase; incluso en la última sesión estuvo presente el novio, y en ambas veces hice aquello en lo que estoy entrenado. Con ayuda del tacto, tocando y llevándola a tocar mi cuerpo y su cuerpo (el vientre, específicamente) mostré el modo adecuado de colocar el aire en los pulmones. Los ejercicios de relajación, por momentos también requieren que se toquen las extremidades (brazos, piernas), hombros del pupilo, para constatar el grado y la correcta forma de relajación, pues algunos ejercicios si se hacen erróneamente pueden hacer que el discípulo se lastime a sí mismo. Ay, pero no faltan, otra vez, los que quizá por telarañas mentales arrastradas por la conciencia colectiva siguen temiendo a descubrir su propio cuerpo. Por ahí, en algún lado de Facebook vi un letrerito con el que comulgo y que dice algo como: “si los seres humanos nos tocáramos sin vergüenza, ejerceríamos menos la culpa”.

Jamás he negado que la tentación llegó a mi casa, ni que no la hube experimentado en el aula más de una vez. Como tampoco he negado que suscitó en mí el afán de tomarla como musa e incluirla en uno de los primeros poemas que publiqué en Facebook “Piel de Tarde”, sin por eso, necesariamente, esperar otra cosa de ella o de la vida. Jamás he negado mi inclinación por muchachas así de hermosas, esculturales, atléticas, y que me encantaría quedar con una de ellas y formar familia (es la edad adecuada para ello), pero no es la primera vez que trabajo con alguna y, si algo sé hacer, aunque me retuerza por dentro, es separar lo personal de lo laboral. No iba a arriesgar mi poco o mucho, bueno o mal prestigio en una tontería tal como ser acusado de andar “toqueteando” a una alumna, por cierto adulta y consciente de sus actos y límites.

El orador y el actor, antes que nada, debe tener clara conciencia de su cuerpo, de cada una de las partes de su cuerpo. Saber respirar es importante para relajar la mente y tener control sobre el cuerpo. El orador y el actor emplean lo que se conoce como respiración profunda o natural (supuestamente la que aprendemos desde el nacimiento, cuando en muchas personas no es así). Esta requiere que se eduque a la persona a llevar el aire hasta el fondo de los pulmones, ocupar la totalidad de la capacidad pulmonar, a diferencia del atleta que ocupa principalmente la mitad, porque requiere efectuar respiraciones más seguidas y contar con la dotación de oxígeno para un consumo más pronto. Así, mientras la primera implica “inflar” el abdomen de manera controlada, teniendo consciencia plena del límite que supone el diafragma y la utilidad de los músculos ventrales para la proyección de la voz, en el deportista basta que el aire quede por arriba del diafragma para poder efectuar con adecuado desempeño su ejercicio.

Está visto que más pronto que tarde el ignorante acaba por imponer su punto de vista. Lo que me recuerda cuando los jueces de la Suprema Corte discurrieron alrededor del tema del aborto. Uno, sólo uno, tuvo el valor de reconocer su ignorancia y su incapacidad por virtud de ella para emitir un juicio en pro o en contra de la manera más objetiva posible. El resto, aun teniendo información científica solicitada a expertos, inclinaron su juicio más hacia lo enfático de sus creencias, cualesquiera que fueran. Así, con individuos que hablan la fe por delante, queda poco por dirimir , dialogar y comprender.

En los párrafos anteriores he discurrido entre varios temas, haciendo una más de mis meditaciones antropológicas. Algún lector notará una aparente falta de orden o un pretexto para justificar procederes perversos, hasta depravados de mi parte. Lo que sé es que todos tenemos un lado oscuro, torcido. La mayoría se avergüenza de esa porción de ser y quiere mantenerla a raya, soterrada, aprisionada para soltarla solamente en los momentos de la más nocturna y lunar intimidad. Otros se ufanan de ella y, como Dorian Grey, son capaces de vender su alma al Diablo para seguir gozando de los “favores” que les da su podredumbre espiritual. Están los que presumen de imagen proba y luego, mediante engañifas  son infieles a sí mismos, a sus cónyuges quienes, aún sospechando, hacen como que no pasa nada, ya sea por miedo o por dejadez. Y están los que abiertamente ostentan la camisa del canalla. Los primeros incluso educan a sus vástagos para ser  “hombres de bien” dispuestos a defender, con los puños si es necesario, una honra mal comprendida sobre la base de una equívoca filosofía del respeto. Los segundos por lo general siempre tienen algún justificante material, al fin, honorable y poderos es el señor don Caballero.
En mí, como en todos, habitan monstruos; varios. Y por muchos años los mantuve en las mazmorras de la conciencia. Ahora, desde que decidí darme oportunidades, esos monstruos esperan la ocasión de, con todo su derecho, manifestarse. Gracias a ellos, guste o no a los otros, he podido conocer cosas que, si bien no desconocía y sabía su importancia para el desarrollo personal, había dejado postergadas. La mayoría de la gente tiene muchas de esas experiencias, por ejemplo las sexuales, a muy tempranas edades y van domando sus monstruos desde entonces hasta que los degradan a la condición de mascotas  para el aburrimiento y la rutina. Eso explica y normaliza que vean ciertos aspectos de la vida con la mesura que dan la madurez pero también el hartazgo y la conformidad.

Desafortunadamente para mí, en mi cuerpo palpitan muchas ansias adolescentes. Afortunadamente para mí y para desgracia de esos otros que, desde la perspectiva apuntada, instalados en el convencionalismo, ya me juzgan y pretenden arrinconarme con su condescendencia a la resignación que debería anclarme a la grosera y contundente  razón que seguiría a la edad, desato no sin temor y prudencia mis degeneraciones, esos impulsos asociados al deseo, esos engendros de mí mismo para ser simplemente quien soy. Pero rara vez pasan de la frontera de lo literario (en papel así como en el trato cotidiano), lo que también, es cierto, para algunos me muestra como un personaje extraño, hecho de palabras y silencios a modo de enmascaramientos de quien soy.

Soy palabra, me entiendo palabra, me vivo siendo palabra. Y es que la palabra es, al fin, el comienzo de todo. El hombre es verbo antes que todo, y por verbo quiero decir acto. En mis palabras puedes ver y escuchar los actos resultantes de mis decisiones, lo que he omitido y por lo que he optado. Mis palabras son el cordel que sostiene las máscaras de la comedia y la tragedia de mi vida. Con cada coma y punto pespunto el traje a la medida del ensayo en turno, del poema ansioso por ver la luz de tus ojos de lector, la fantasía que aguarda narrar mundos parecidos a los nuestros. ¡Qué voy a hacer! Cada palabra en sí misma es Cuasimodo, Bestia, Minutauro que me confronta a mí, en tanto autor, con mis temores más recónditos, y a ti, en tanto lector, con tus inconformidades más  pedestres y superficiales.

¿Cuántos se animan a hacer muchas cosas que me critican? Pues yo me atrevo; y aunque ascender la montaña de la existencia muchas veces me coloca como a Sísifo, nadie puede decirme que no empujo con denuedo la roca en la esperanza de vencer la cima. Y así, con la fuerza de mis monstruos interiores, con la petulancia del reo ferviente, con la humildad propia del que se sabe primero que nada humano, ya subo, ya bajo, para volver a subir. El día menos pensado triunfaré en la tarea consiguiendo los objetivos que me he propuesto o moriré aplastado por el peso de la obsecuencia.