Incidencia de la tecnología en la habilidades de pensamiento

Mira el siguiente vídeo, amigo lector. Y míralo y lee el siguiente texto solo como quien se asoma a un resquicio en la ventana de los acontecimientos. El tema da para más, pero por ahora mi comentario queda en lo escrito. Reflexionaré más a fondo y escribiré más al respecto en ulteriores ocasiones.




Sean tontas, torpes o se trate de una vacilada, esto sí está ocurriendo con más frecuencia y en más de un aspecto.

En una ocasión discutí con algunos jóvenes con quienes compartí banca en la maestría en sistemas de información (otra que no pude terminar por razones de dinero, a pesar o quizá justo por la misma beca-financiamiento de la universidad donde daba clases y donde estudiaba dicha maestría junto con la de educación, también trunca); discutía, contaba, alrededor de este tema. La mayoría de esos jóvenes eran diseñadores web, diseñadores gráficos e ingenieros en sistemas y estaban tan confiados en sus conocimientos y los avances de la tecnología que al momento de someterlos a la prueba de dibujar a mano o confrontar una tecnología análoga de plano le sacaban la vuelta. No sabían hacer nada ni imagina un mundo sin la tecnología actual. Entonces les expuse el caso hipotético: supongamos que se suscitan en efecto las anunciadas guerras apocalípticas y todo el sistema actual como lo conocemos colapsa; nos vemos obligados a comenzar de nuevo y solo encontramos entre los restos de civilización viejos aparatos, cables, carcasas deformes, no hay energía eléctrica y un largo etcétera de calamidades. ¿Cómo lo resuelven? Por ahí uno dijo que tomaba un teléfono viejo y hacía las conexiones necesarias para transmitir un mensaje vía satélite. ¿Cuál, pregunté, ya no hay, ya no existen? Otro dijo lo construimos y ponemos en órbita. ¿Cómo, con qué combustible, con qué economía? Y así seguimos.

Se les dificulta a las nuevas generaciones, en su ensoberbecida confianza y simplicidad de miras al momento de enfocar la vida por delante que puedan quedarse sin nada de lo conocido. Las escuelas y los maestros no resuelven el tema enseñando lo BÁSICO, descartan los conocimientos "viejos" por "inoperantes" en la "actualidad", y con ellos si bien "desarrollan habilidades para lo de hoy", anquilosan la imaginación y las habilidades asociadas a lo elemental y que nos hizo llegar a tener lo que hoy gozamos, no nada más en lo tecnológico. No dibujan, no planean, no efectúan operaciones...

La dependencia de la tecnología es cada vez mayor y eso, si por un lado está generando un nuevo tipo de hombre, dudo que este nuevo hombre tuviere la capacidad de sobrevivir ya no digamos a condiciones como las de la Edad Media o más atrás, sino de hace escasos cincuenta o setenta años. Algo debe hacerse al respecto. No podemos ni debemos retroceder. McLuhan lo planteó con cuidado, la espiral tecnológica es imbatible, irrefrenable y la teoría de sistemas lo deja claro, ciertos cambios sistémicos son irreversibles.

Aun estamos a tiempo de reconsiderar hacia dónde y como nos encaminamos tecnológica y educacionalmente hablando. Mejor el progreso que el retroceso, pero nada nos asegura que en un punto del progreso debamos, por alguna circunstancia anómala, recurrir al conocimiento histórico y "regresivo". Creemos que ninguno sabemos "escribir en una tableta de barro con signos cuneiformes", no obstante escribimos con una vara en la arena, con el dedo y nuestras manos dejamos huellas en el concreto y llamamos escritura digital a presionar unas teclas que hacen posible generar estos caracteres en un soporte de comunicación. El conocimiento está ahí, ya dado históricamente, es cosa nuestra soterrarlo en el olvido, quizá como una curiosidad, o darle su justo valor evolutivo, mismo que nos ha posibilitado llegar hasta aquí hoy y tal vez más lejos mañana.

De lo fácil se habla fácilmente

Alguna vez compartí en cierta red social el siguiente enunciado invitando a mis lectores y amigos ahí a señalar el error gramatical:

Juegue fácil desde su hogar

Más tarde hice mi propio juego siguiendo la norma propuesta observando:
Solo dos amistades icieron la intentona de hayar el error, sin ati-nar. Doy ahora nueva oportunidad en el supuesto de que han tenido tiempo de pensar, inbestigar o restarle importancia.
Para volverlo un poco más interesante y balioso el ejersisio, sú-mense los fallos (13 en total de esta publicacion. No tengo mucho que ofreser, pero ¿querría el ganador qué recompenza? ¿Y en caso de empate, qué?
De nuevo la respuesta fue tan numerosa que eso y no haber publicado este ejercicio era lo mismo. No obstante, de las siempre amables contestaciones obtuve suficiente material como para ampliar el comentario con miras a redactar la presente lección explicativa.

Destaco la colaboración de un contacto que obedece al pseudónimo de L’Homme Revolté quien señaló atinadamente que el Diccionario de la Real Academia incluye bajo el registro “Fácil”, la acepción de “fácil-mente” equiparando el adjetivo con el adverbio. A lo que repliqué que el hecho de que la RAE incluya una acepción por causa del uso, abuso o mal uso de un vocablo no obsta para que consten las reglas gramaticales al respecto, las que también hay que decirlo no son inamovibles.

De hecho, revisando la enmienda a la entrada para la vigésima tercera edición del DRAE no especifica siquiera que se lo considere como sinónimo.

Es un error muy generalizado creer, porque una palabra está aceptada por la RAE o dada de baja de los registros lexicológicos a causa del desuso, cualquier hispanohablante cuenta con el "permiso autorizado" para emplearla indiscriminadamente sin el adecuado y previo análisis de los casos.

En este caso nos enfrentamos a un uso indiscriminado aunque "socialmente natural" o mejor dicho “convencional” de una figura retórica como lo es la elipsis y que consiste en omitir una o más palabras en una cláusula, las cuales, aun siendo necesarias para la correcta construcción gramatical, su ausencia no afecta al contexto mismo que permite a la idea sobreentenderse (de ahí la importancia del contexto siempre por encima de las palabras aisladas).

El abuso en la aplicación de la ley del menor esfuerzo, so pretexto de pragmatismo lingüístico aunado al abuso o mal uso de determinadas figuras retóricas (muchas veces de forma inconsciente, a causa de la misma dinámica del habla, que no de la escritura) ha llevado tanto a enriquecer como a empobrecer nuestra lengua de esta forma.

El error gramatical está: tenemos un adjetivo calificando a un verbo. La forma correcta de escribirse el enunciado puede ser una de dos: 1)  Juegue fácilmente en casa 2) Juegue de manera fácil en casa. La elipsis aplicada al segundo caso omite por desidia la frase "de manera". Tenemos pues aquí un ejemplo, toda proporción guardada, equivalente a lo que sucede en el ejercicio de las normas legales cuando se enfrentan a la presunción de que mor est iure (costumbre es ley), si bien sabemos que no siempre ocurre ni es cierta ni deseable como pasa con determinados usos y costumbres contrarios a hecho y derecho.

Para terminar, y a reserva de dejar al ánimo del lector ejercitarse localizando y corrigiendo los restantes errores gramaticales, baste dar dos pistas.

La primera. Uno de esos gentiles contactos apuntó como error el fragmento en mi texto: … Doy ahora nueva oportunidad en el supuesto de que han tenido tiempo …, considerando que el verbo empleado “han” debió haber sido conjugado mejor como “hayan” para decir: … Doy ahora nueva oportunidad en el supuesto de que hayan tenido tiempo …

Al respecto de su aportación expuse que ese se trataba de un distractor.

No hay fallo en realidad. Yo estoy utilizando en ese enunciado el presente histórico. En todo caso detectó bien un sutil error (no contabilizado para el ejercicio) de concordancia en relación al tiempo verbal, pues voy del pretérito al presente histórico.
Si se lo toma literalmente, el error es indiscutible y merecería yo un coco. Si se lo lee en contexto, el error es aparente, porque el presente histórico es a final de cuentas una forma literaria de referirse a un hecho transcurrido entre un pasado definido (aquí 10 días) y el momento de escribir el apunte en cuestión.
Lo deseable en este caso concreto es que el cambio de uso verbal se efectúe en un párrafo aparte, así que puede considerarse también como error ortográfico el uso de punto y seguido tras la expresión "atinar", en vez de punto y aparte.

Y la segunda consideración final es un exhorto a mirar la lectura actual reflexionando sobre la importancia de observar, examinar el valor de las palabras y lo signos en general en función del contexto que los contiene, pues si hay adjetivos que pueden ser usados como adverbios (como se ha destacado líneas arriba), los hay que pueden tomar carácter de sustantivo. Véase esto a la luz de lo dicho:

Perfecto me dijo perfecto que el vestido me quedaba precisa y perfectamente.

Podredumbre humana

Alrededor del llevado y traído tema de Mamá Rosa, más que y además de ver moros con tranchete, exorcizar fantasmas morales so pretexto de probables comisiones de delito deberíamos atender el trasfondo de las circunstancias de miseria y mezquindad con que tratamos todos a los migrantes, a los reos, a los ancianos, a los huérfanos, a los discapacitados, a los enfermos mentales, a los animales.

No por ser historias de horror y vergüenza asaz conocidas deben de redundar en la indiferencia de todos nosotros. Las condiciones de insalubridad, indigencia, promiscuidad (entiéndase lo que es: hacinamiento y lo que de él deriva) que imperan y describen nuestras cárceles y reclusorios (hágase la distinción), asilos, orfanatos, guarderías, internados, separos, "toritos", hospitales, clínicas, gasolineras y muchos otros sitios, unos más visibles que otros, públicos y privados, donde se coleccionan las consecuencias de la necesidad, la pobreza y la corrupción rayan francamente en la más grosera de las porquerías que humanamente podemos realizar.

Gobiernos van y vienen, generaciones van y vienen y seguimos leyendo, escuchando, viendo, olfateando, atestiguando la mendicidad, así la de la calle como la que se suscita entre las paredes de lugares hechos en principio con la intención de ayudar pero que, por causa de los mezquinos, requieren aún más de auxilio que los socorridos.

Que se dan abusos. Cierto. Y cierto es que no en todos los casos, aunque digan que en todos lados se cuecen habas.

En vez de dedicarnos a santiguar y darnos golpes de pecho y arrancarnos las vestiduras y señalar con dedo flamígero culpables a diestra y siniestra y espantarnos por lo que aparente o evidentemente puede estar sucediendo en lugares así, mejor deberíamos poner el remedio y hacer que la dignidad humana cobre carta cabal, una carta que no se escribe solo por afán caritativo o determinación de los ogros filantrópicos,  ni con el tizón de la ardiente justicia moralina, sino con la pluma de la conciencia de estar construyendo los cimientos de un mañana donde los únicos deportados de la existencia sean el sentimiento de abandono, la dejadez, las reservas discriminadoras, los prejuicios.

Ignoro todo lo relativo a Mamá Rosa, fuera de lo publicado recientemente y que se encuentra en el atril para disfrute de los oradores más disímbolos. Por ello, era de la opinión como lo sigo siendo, de que más pronto cae un hablador que un cojo. Habrá que ver en casos como este quién es más hablador, quiénes han salido a la defensa o los acusadores, porque me parece que el cojo ya va siendo desde siempre nuestra ínclita sociedad.

P.D.: Comulgo con la afirmación que escribe al final de su colaboración semanal en el diario El Universal (mi antigua casa) la periodista y colega Denise Maerker:

Ninguna explicación puede ni debe servir de justificación. Cada responsabilidad tiene que ser atribuida y asumida en lo individual. Pero el contexto importa si no queremos caer en juicios fáciles.