Para escribir un libro… #OHL

No recuerdo si ya conté esto, creo que no; tal vez sí, en otra parte. Quizá debería clasificar este texto en mi sección “Tiempo y Destiempo” para dar continuidad a las ideas y secuencia de hechos en vez de ponerlas entre paréntesis.



Recuerdo cuando se inauguró el tramo de La Quebrada del Viaducto Bicentenario en 2010. Acudí para reportar el hecho en estos mis Indicios Metropolitanos, además de como vecino de La Florida, uno de los fraccionamientos afectados aún más que beneficiados por la obra. Enrique Peña Nieto, entonces gobernador, parecía trepadero de mapaches por aquello de las admiradoras alocadas que buscaban la selfie, el beso, el abrazo, el papacho y colgarse del hoy cabeza de la Presidencia de la República. Esa ocasión, como en otras, asistieron al acontecimiento don José Andrés de Oteyza, Gerardo Ruiz Esparza —Secretario de Comunicaciones entonces como ahora—, Alfredo del Mazo Maza, entre muchos más. Incluso hicieron acto de presencia damas artistas de popularidad un poco de capa caída pero de tan buen ver que solo admirarlas ya daba calor. ¡Quiero! se escuchaba clamar a las mentes y se adivinaba querían exclamar las bocas cerradas por aquello del no te entumas.

Terminando la inauguración y mientras el gobernador Peña Nieto hacía el recorrido en una camioneta de redilas con colegas fotógrafos reporteros y policías montados como quien se le va la nota, yo opté por quedarme y entrevistar o por lo menos charlar con los mencionados. El Ing. Manuel Ortiz me presentó al señor de Oteyza quien, al saber quién era me miró displicente de arriba a abajo, tomó su celular y contestó una llamada. Del Mazo iba de salida. Pasó junto a mí en el asiento de copiloto de cierto automóvil Ruiz Esparza, me saludó como si me conociera. Quizá me reconoció, ya para entonces venía pisando algunos callos en estos temas además de estar escribiendo mis proyectos literarios. Me acerqué, respondí al saludo, aproveché para preguntarle su impresión y sonriente se limitó a decirme, como si fuéramos cómplices de un secreto mutuo: “Está como para que escribamos un libro, ¿no?”. “¿Usted cree?”, reviré. “Porque yo en esas ando”, rematé.

Quién lo dijera y hoy... estos escándalos alrededor de OHL y funcionarios de los gobiernos estatal y federal… Para escribir un libro de ¿cuántas páginas de ignominia? ¿Cuál será su final? Por lo pronto el presidente ya va sumando su aportación al expropiar poco más de 32 mil hectáreas de agostadero del ejido San Francisco Chimalpa en el municipio de Naucalpan de Juárez, en el Estado de México, para destinarlos a la construcción de la carretera Toluca-Naucalpan comprometiéndose a pagar poco más de 17 millones de pesos a 523 campesinos.

El tablero del 2018

SI VIVIERA JACOBO…, seguramente ilustraría con un par de tangos: “Por una cabeza” y “Volver” la más reciente nota de Eruviel Ávila. Me refiero a la noticia acerca del regreso del hoy ex Secretario de Comunicaciones del gobernador, Apolinar Mena, quien se vio arrinconado a renunciar por pedir banales favores personales a un ejecutivo de OHL —constructora del Viaducto Bicentenario, entre otras obras—, Pablo Wallentin, quien se desempeñaba en esa empresa como Director de Relaciones Públicas. El hecho, como se recordará, costó a ambos funcionarios su puesto y al primero, además, una multa de 189 mil pesos. Como diría el ex candidato independiente a la presidencia municipal de Guadalajara, el payaso “Lagrimita”, ¡qué barato! Ocurre esto, además, en los días cuando surge un nuevo audio “ilegal” que agita las aguas del escándalo en que se ha visto envuelta dicha empresa y que esta vez golpea también al Secretario de Comunicaciones de Enrique Peña Nieto, Gerardo Ruiz Esparza. La idea de Eruviel de crear una “Supersecretaría” de Infraestructura va cobrando forma.


Por si se dudaba el amarre de los intereses entre el gobierno del Estado de México y el Federal en torno a los bajos fondos relacionados con OHL, el juego de ajedrez entre el “Grupo Ecatepec” y el legendario “Grupo Atlacomulco” acomoda sus piezas de manera que, en la estrategia del primero, se afianzan las aspiraciones presidenciales de Eruviel Ávila quien empieza, suavecito, a amagar con su “probable” coqueteo con el PRD que ya empieza a cocinar con el PAN una alianza con miras al 2018, lo que, de suceder, podría justificar mis sospechas y pronósticos en el sentido de que 2018 pertenecerá a la izquierda y supondrá un nuevo momento de alternancia en el poder presidencial y por lo tanto un nuevo momento en la historia de nuestra vapuleada democracia.

El problema del PRD es que se encuentra bastante disminuido en sus cuadros. Por ahora no se ven políticos con estatura bastante como para asegurar tal cosa, excepto entre las filas femeninas y, a menos que, en efecto, haga un acuerdo con Eruviel Ávila a despecho de Miguel Mancera que ya cantó sus pretensiones o, de darse la alianza con el PAN soporte las también anunciadas de Margarita Zavala. Y respecto de la izquierda más extrema representada por MORENA, su avance notable podría encaminar al partido a la presidencia siempre y cuando consiga zafarse del fardo de su fundador Andrés Manuel López Obrador, quien ya debería conformarse con el nada deleznable papel de ideólogo orquestador, sobre el que ya he escrito y en el cual se ha desempeñado triunfante. El problema de MORENA es que, fuera de AMLO no tiene o no se ven figuras capaces de ocupar el máximo cargo político de la nación; y las pocas que podrían brillar por cuenta propia han preferido vivir bajo la sombra del caudillo mesiánico.


En este ajedrez de “apertura mexicana” o “defensa tango”, si David Parra Sánchez jugó el alfil que hizo posible, mediante su sacrificio y la entrega a regañadientes del “corredor azul” y la “joya de la corona” —algo desvencijada—, conseguir el dominio extensivo del PRI en el Estado de México, Apolinar Mena más parece el peón adelantado que, puesto en el extremo accede a la posibilidad de ser “reciclado” con una función más cercana al rey. ¿Torre, quizá? ¿Para defender qué?

Al centro del tablero vigilan sin embargo dos caballos, estos del contrincante: Gerardo Ruiz Esparza y Luis Videgaray mientras las demás piezas de este “color” van moviéndose por las bandas legislativas: David Sánchez Guevara, Alfredo del Mazo Maza (primo de Enrique Peña Nieto y rama genealógica de la poderosa familia Autrey Maza insistente en recobrar de lo perdido lo que aparezca), con la finalidad de cerrar la pinza y permitir que éste último se corone gobernador. ¿Y Miguel Osorio Chong y Emilio Chuayffet? Ocupados como están atendiendo los frentes más álgidos, son las atalayas que, tal vez, resguardan encubierto el tesoro y las armas capaces de fortalecer los embates por venir mientras barren con sus dardos y lanzaderas las huestes mercenarias del narcotráfico y magisteriales.

Claro que no vivimos tiempos como los del PRIato. Las reglas del juego de tapados son distintas y resulta ocioso apostar al “triunfo mayor”. Hoy las cosas son más sutiles como entresacadas de un guión de “Juegos de Tronos”. Quien se mueve sale en la foto, pero eso no importa sino el lugar que ocupa en ella. Quien no se mueve, aun quedando por ello fuera de la foto, no queda exento de ser colocado en el tablero. Y digo esto porque alguien que ha estado pique y pique piedra, muy agradecida, es Rosario Robles originada en la izquierda. Es decir, que la izquierda llegue en el 2018 al poder, como he planteado, no significa necesariamente que sea por vía de un partido exclusivamente de la izquierda. En el mismo PRI hay una vertiente izquierdista, de la que emanó el conjunto de notables que fundaron el PRD y, más recientemente, MORENA.

El reciente nombramiento de Eruviel Ávila como presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO) da a estas consideraciones un peso especial, porque lo coloca en un nivel de interlocución distinto con la Presidencia de la República.

El tablero bajo la pérgola del 2018 aparece entonces ya tapizado no nada más por plantas trepadoras sino por significativas plantas rastreras que han sabido extender su ramas y raíces a los distintos rincones del país y de la sociedad con tal de refrescar con su sombra el espacio bajo el techo de nuestra democracia ya no tan incipiente.


Bajo la sombra de un parral

Comenzaré este artículo llamándote a ti, estimado lector, a que no te muevas a engaño y más en temas políticos postelectorales. Y debo también comenzar dejando claro que soy apartidista.
En el número 3792 del 4 de julio de 2015, Ecos publicó una inserción pagada cuyo responsable se indica como una asociación que responde a la razón social “Por Elecciones Limpias A.C.”

La inserción publicitaria tiene el encabezado principal: “¡Que no te engañen el PAN no ha ganado! (sic.) y muestra un conjunto de 4 fotografías que, si hemos de hablar con verdad, en sí mismas son un engaño. Voy por partes.

La primera fotografía está señalada con tres frases: 1) Edgar Olvera quebrantó la ley. 2) Traicionó tu confianza. 3) Legalidad y certeza pisoteadas. Ilustra unas bases de cartón para urnas, una urna abierta, papeles —supuestas boletas electorales— regados por el suelo y las piernas de un par de personas, una de ellas con las manos dentro de la urna tomando los papeles. Al pie se lee: “Edgar Olvera no es «elegible», no vive en Naucalpan”. El responsable de la inserción y quienes están detrás pretenden “evidenciar” así la alteración de las urnas y por lo tanto de la votación. Lo que no aclara es que los papeles son muestras provisionales de boletas electorales de las que se utilizaron en la capacitación de funcionarios de casilla. Lo sé porque fui presidente de casilla, funcionario por cuarta ocasión en estas elecciones, además de haber elaborado los guiones de los videos de capacitación con base en los materiales y manuales del Instituto Nacional Electoral, además de haber participado en los simulacros correspondientes. Así que, aun cuando los retratados puedan ser efectivamente funcionarios insaculados, lo que se muestra no son ni boletas ni una jornada electorales de verdad sino simuladas.


La segunda imagen la encabeza la proposición (sic.): “Edgar estamos contigo, tus padrinos saquearemos juntos”, y se observa en ella al presidente municipal electo de Naucalpan de Juárez, Edgar Olvera, con un brazo levantado, aparentemente tomado de la mano de Azucena Olivares en actitud de triunfo. Al pie se lee: “¿Azucena Olivares, Guillermo González y David Guevara, desgobernarán?”. La manipulación técnica de la imagen aquí es obvia. Para decirlo en términos coloquiales, está “fotochopeada”. Y concedo —ya que yo mismo he escrito al respecto del tema en mi blog Indicios Metropolitanos— si no evidencia, por lo menos mueve a la duda sobre las entretelas y conspiraciones que desde tiempo atrás se sospechan en el círculo rojo de la opinión pública y que miraban el probable —hoy confirmado— triunfo de Edgar Olvera (y el PAN en general en el “corredor azul”) como uno arreglado desde las más altas esferas en Toluca, si no más arriba.

Evidencia también la ya de por sí notoria división que el PRI del Estado de México experimenta desde la elección de gobernador de 2012 —si no, incluso antes—, cuando la llegada de Eruviel Ávila Villegas a la cabeza del ahora llamado “grupo Ecatepec” quedó negociada bajo el amago al legendario “grupo Atlacomulco” de “jalar” éste sus “fuerzas vivas” (sindicales y campesinas) —ahí la importancia del alfil David Parra Sánchez en el ajedrez político— para contender por el PRD. Esta división pondría a la ex edil de infausta memoria en el lado con poder extendido hasta los pinos y explicaría, en cierto modo, el condicionamiento al también ex edil David Sánchez Guevara —hoy diputado federal electo— de calar los ánimos populares en las colonias y fraccionamientos afectados por el Viaducto Bicentenario, como si se tuviera noticia de los escándalos que se avecinaban. Así, ¿quién traicionó al PRI, los eruvielistas o los olivarielistas?

Así, la segunda foto es un arma de dos filos que, pretendiendo difamar, termina por lanzar un búmeran que se le regresa a no querer al responsable a todas luces carente de capacidad analítica.
La tercera fotografía retrata un fragmento de uno de los carteles de casilla concurrente (así se les llamó técnicamente a las casillas únicas donde se escrutaron tanto las votaciones federales como las locales), y no un acta (tomar la fotografía de un acta o una boleta puede ser considerado causal de delito electoral, si bien esto no está debidamente tipificado). Concretamente es el cartel respectivo para la elección de diputados federales; ni siquiera el que, a efectos del anuncio, podría ser del interés específico de los naucalpenses, es decir el de las elecciones locales. La casilla ahí indicada, la 2824 del distrito 22 instalada en el domicilio Bernardo Reyes 19, en la colonia 10 de abril sí, en efecto y como ocurrió incluso en mi casilla, sufrió alteraciones en las actas por torpeza y desconocimiento de funcionarios no insaculados, es decir, aquellos ciudadanos que, tomados de la fila —como indica la ley y el reglamento en caso extraordinario de ausencia de funcionarios, como expongo en mi video en YouTube “Confesiones de un Presidente de Casilla”— se ofrecieron o aceptaron la solicitud para integrarse de buena voluntad para efectuar la instalación de la casilla aun sin tener la capacitación requerida.

Ocurre en este caso que los funcionarios sin capacitación, salvo excepciones, no consideran en el momento y por ignorancia el valor legal de los documentos, en especial las actas. Esto se agrava en el caso de los nombrados con el cargo de secretario a los que se suma la presión de la labor y de los representantes de partido que solo esperan la más mínima falla para “hacerla de tos”. Las tachaduras y enmendaduras en las actas pueden ser motivo de litigio y por lo tanto de revisión e incluso de anulación de la votación en una casilla. 

Así, el encabezamiento de la foto: “La elección del 7 de junio está en tribunales”, seguido de la frase al pie: “Actas borradas y tachadas”, más que evidenciar un hecho —por cierto más común de lo deseable— es verdad de Perogrullo; porque nuestra democracia, desde la existencia del IFE y del Tribunal Electoral, se la pasa en revisiones que van haciendo jurisprudencia, revisiones promovidas ya por unos o por otros, con o sin razón, generalmente más con afán de seguir colgados de la brocha y mamando del presupuesto (tal sucede con el PT que presume sus victorias pírricas en Chihuahua como si fueran suficientes para revertir las estadísticas que anuncian su pérdida del registro).

Acta de Escrutinio y Cómputo
Casilla 2824, Distrito 22
Naucalpan de Juárez, Estado de México
Foto: INE
No estoy justificando el dato, porque es serio y real. Al escribir esto, en mi mano, tengo copias en archivo PDF (descargado desde la base de datos del PREP nacional, como puede hacer cualquier ciudadano) tanto del acta de la casilla que me tocó presidir como de la señalada en el anuncio. En ambas, como en muchísimos ejemplos ahí, las alteraciones campean independientemente del distrito, de la entidad y afectan en general a todos los candidatos en sus resultados y no nada más sesgadamente a uno en particular. No es una falla exclusiva de tal o cual casilla, sino general y por lo tanto una que debe incidir en que los legisladores hagan las reformas pertinentes para evitarlas o reducir su posibilidad, por ejemplo, encaminando nuestro sistema democrático hacia el aprovechamiento de las nuevas tecnologías, digamos incluyendo una computadora donde los secretarios de casilla puedan capturar directamente la información sin necesidad de llenar alteros de hojas y hojas, copias y copias, a fin de disminuir la posibilidad del error —aunque el analfabetismo funcional y tecnológico se suma al problema—; también puede irse pensando en la emisión del voto de forma electrónica. La modernidad fuerza a respuestas cabales.

La cuarta fotografía retoma la idea general de la primera, retratando a unas personas con una urna abierta, prestándose a la lectura errada de la manipulación de la misma y su contenido. Al pie se anota: “Edgar Olvera ensució la elección, compró votos, funcionarios y declaró falsamente ante autoridades”.

En tanto funcionario de casilla que he sido y fui por cuarta ocasión, una de tantas casillas en que ganó el PAN de forma indiscutible, reclamo mi honorabilidad, pues nadie, de ninguna filiación o bandera, me compró. Sé que hubo casos de intentos de cooptación e incluso en algunas entidades amenazas a ciudadanos nombrados funcionarios; intentos, hay que decir, achacables a varios partidos y candidatos de distintas banderas. Esa es una de las causas que explican la marcada deserción de funcionarios, misma que acusó el consejero presidente Dr. Lorenzo Córdova Vianello una semana antes en conferencia de prensa, advirtiendo la posibilidad de que no se instalaran casillas en al menos tres distritos nacionalmente.

La manera como están estructuradas las mesas directivas de casilla prácticamente hace imposible que cualquiera de los funcionarios pretenda siquiera alterar la votación, empezando por el hecho de la presencia misma de los representantes de partido y siguiendo con la de los observadores ciudadanos. Sencillamente no hay modo a menos que estén todos coludidos, y aun cuando alguno se pasara de listo, por ejemplo alterando las actas con todo propósito, mediaría un acta de protesta de parte de los anteriores y el incidente sería reportado forzosamente para efectos de la probable impugnación.
El desconocimiento de parte del electorado de cómo funciona hoy una casilla electoral alimenta añejos mitos alrededor de prácticas tramposas, nada más. Pero claro, comprendo que la burra no es arisca, la hicieron. Y la hicieron así por décadas los mismos que ahora reclaman justicia, sí, apelando a su derecho.

Los argumentos de unos y otros al final terminarán cayendo bajo su propio peso precisamente en el tribunal electoral ya sea a su favor o en su contra. No todos podrán sostenerse. Impugnar una o varias casillas no deriva necesariamente en la anulación de las mismas, por más que modifique la aritmética de los resultados relativos (que no los absolutos), toda vez que se privilegia la apertura del paquete y el conteo voto por voto antes que ese recurso extremo de anular.

No puedo hablar por otras casillas, en la mía, la 2790, sin asomo de dudas y aun a pesar de las torpes alteraciones de las actas —alteraciones en las que también incidieron los representantes de partido presentes— ganó el PAN, ganó Olvera. Si detrás del triunfo, en las entre cajas del teatro político se acordó una parafernalia determinada, eso es todavía tema especulativo, caso para la teoría de las conspiraciones. Aunque, ya se sabe, si el río suena… El problema es que, bajo la sombra de un parral, pende una abstrusa telaraña.

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P.D. Dos semanas después de publicar esto, Alfredo Oropeza, presidente del PAN Naucalpan de Juárez hizo las siguientes observaciones, casi en el mismo tenor, en entrevista con Jorge Cajiga conductor de "Ideas con Voz" para La Voz de Satélite: