El tablero del 2018

julio 08, 2015 Santoñito Anacoreta 0 Comments

SI VIVIERA JACOBO…, seguramente ilustraría con un par de tangos: “Por una cabeza” y “Volver” la más reciente nota de Eruviel Ávila. Me refiero a la noticia acerca del regreso del hoy ex Secretario de Comunicaciones del gobernador, Apolinar Mena, quien se vio arrinconado a renunciar por pedir banales favores personales a un ejecutivo de OHL —constructora del Viaducto Bicentenario, entre otras obras—, Pablo Wallentin, quien se desempeñaba en esa empresa como Director de Relaciones Públicas. El hecho, como se recordará, costó a ambos funcionarios su puesto y al primero, además, una multa de 189 mil pesos. Como diría el ex candidato independiente a la presidencia municipal de Guadalajara, el payaso “Lagrimita”, ¡qué barato! Ocurre esto, además, en los días cuando surge un nuevo audio “ilegal” que agita las aguas del escándalo en que se ha visto envuelta dicha empresa y que esta vez golpea también al Secretario de Comunicaciones de Enrique Peña Nieto, Gerardo Ruiz Esparza. La idea de Eruviel de crear una “Supersecretaría” de Infraestructura va cobrando forma.


Por si se dudaba el amarre de los intereses entre el gobierno del Estado de México y el Federal en torno a los bajos fondos relacionados con OHL, el juego de ajedrez entre el “Grupo Ecatepec” y el legendario “Grupo Atlacomulco” acomoda sus piezas de manera que, en la estrategia del primero, se afianzan las aspiraciones presidenciales de Eruviel Ávila quien empieza, suavecito, a amagar con su “probable” coqueteo con el PRD que ya empieza a cocinar con el PAN una alianza con miras al 2018, lo que, de suceder, podría justificar mis sospechas y pronósticos en el sentido de que 2018 pertenecerá a la izquierda y supondrá un nuevo momento de alternancia en el poder presidencial y por lo tanto un nuevo momento en la historia de nuestra vapuleada democracia.

El problema del PRD es que se encuentra bastante disminuido en sus cuadros. Por ahora no se ven políticos con estatura bastante como para asegurar tal cosa, excepto entre las filas femeninas y, a menos que, en efecto, haga un acuerdo con Eruviel Ávila a despecho de Miguel Mancera que ya cantó sus pretensiones o, de darse la alianza con el PAN soporte las también anunciadas de Margarita Zavala. Y respecto de la izquierda más extrema representada por MORENA, su avance notable podría encaminar al partido a la presidencia siempre y cuando consiga zafarse del fardo de su fundador Andrés Manuel López Obrador, quien ya debería conformarse con el nada deleznable papel de ideólogo orquestador, sobre el que ya he escrito y en el cual se ha desempeñado triunfante. El problema de MORENA es que, fuera de AMLO no tiene o no se ven figuras capaces de ocupar el máximo cargo político de la nación; y las pocas que podrían brillar por cuenta propia han preferido vivir bajo la sombra del caudillo mesiánico.


En este ajedrez de “apertura mexicana” o “defensa tango”, si David Parra Sánchez jugó el alfil que hizo posible, mediante su sacrificio y la entrega a regañadientes del “corredor azul” y la “joya de la corona” —algo desvencijada—, conseguir el dominio extensivo del PRI en el Estado de México, Apolinar Mena más parece el peón adelantado que, puesto en el extremo accede a la posibilidad de ser “reciclado” con una función más cercana al rey. ¿Torre, quizá? ¿Para defender qué?

Al centro del tablero vigilan sin embargo dos caballos, estos del contrincante: Gerardo Ruiz Esparza y Luis Videgaray mientras las demás piezas de este “color” van moviéndose por las bandas legislativas: David Sánchez Guevara, Alfredo del Mazo Maza (primo de Enrique Peña Nieto y rama genealógica de la poderosa familia Autrey Maza insistente en recobrar de lo perdido lo que aparezca), con la finalidad de cerrar la pinza y permitir que éste último se corone gobernador. ¿Y Miguel Osorio Chong y Emilio Chuayffet? Ocupados como están atendiendo los frentes más álgidos, son las atalayas que, tal vez, resguardan encubierto el tesoro y las armas capaces de fortalecer los embates por venir mientras barren con sus dardos y lanzaderas las huestes mercenarias del narcotráfico y magisteriales.

Claro que no vivimos tiempos como los del PRIato. Las reglas del juego de tapados son distintas y resulta ocioso apostar al “triunfo mayor”. Hoy las cosas son más sutiles como entresacadas de un guión de “Juegos de Tronos”. Quien se mueve sale en la foto, pero eso no importa sino el lugar que ocupa en ella. Quien no se mueve, aun quedando por ello fuera de la foto, no queda exento de ser colocado en el tablero. Y digo esto porque alguien que ha estado pique y pique piedra, muy agradecida, es Rosario Robles originada en la izquierda. Es decir, que la izquierda llegue en el 2018 al poder, como he planteado, no significa necesariamente que sea por vía de un partido exclusivamente de la izquierda. En el mismo PRI hay una vertiente izquierdista, de la que emanó el conjunto de notables que fundaron el PRD y, más recientemente, MORENA.

El reciente nombramiento de Eruviel Ávila como presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO) da a estas consideraciones un peso especial, porque lo coloca en un nivel de interlocución distinto con la Presidencia de la República.

El tablero bajo la pérgola del 2018 aparece entonces ya tapizado no nada más por plantas trepadoras sino por significativas plantas rastreras que han sabido extender su ramas y raíces a los distintos rincones del país y de la sociedad con tal de refrescar con su sombra el espacio bajo el techo de nuestra democracia ya no tan incipiente.


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