Muerte políticamente correcta

julio 24, 2015 Santoñito Anacoreta 0 Comments

ERA DE LA OPINIÓN… de que, sin importar el género del un occiso, un homicidio era un homicidio. ¿O qué, ya también la muerte se volvió políticamente correcta y mata menos hombres que mujeres, si a distinciones entre “homo” y “fémina” vamos?

A ver, que alguien me explique, en semanas pasadas, el gobierno de Eruviel Ávila solicitó al federal una “alerta de seguridad” por causa de los feminicidios en El Estado de México. Y por otra parte, días después, el mismo gobernador pondera la reducción de los homicidios en la entidad. O sea…

Aquí está uno más de los desatinos, por no decir estupideces, a que conduce esa contumaz tendencia de ahora por ser “políticamente correcto” al momento de elaborar discursos y políticas con base en la imbécil aplicación de la distinción de género. Cosa que ocurre aquí y en el resto de los países de habla hispana. Eso de separar los adjetivos en femeninos y masculinos para no herir susceptibilidades sobre todo de las damas ha conducido a una torpe forma de comunicación que confunde más de lo que verdaderamente pretende expresar.

Claro no falta quien alega que las reglas gramaticales del español, un idioma con más de mil años de existencia, fueron creadas por varones. ¿Y qué? Eso no hace al idioma hablado tanto por mujeres como por varones un producto machista. De hecho, un cuidadoso análisis lingüístico puede demostrar en el comunicado en el decir de cualquiera que hay una mayoría notable de palabras neutras y femeninas que masculinas. Hablar de “mexicanos” no implica por fuerza solo y exclusivamente a los varones de nacionalidad “mexicana”, y nótese en este simple ejemplo el uso del género femenino para la nacionalidad. Viceversa, puede decirse lo mismo de las “mexicanas”, que no son individuos menos mexicanos en su condición de género. Ni que hubieran nacido en la isla de Lesbos.

Ah y ya que toqué la isla, pues si entramos en tantas distinciones, queriendo eliminar la discriminación, tendríamos que enriquecer el lenguaje creando las palabras correspondientes para los “nuevos géneros” que el reconocimiento de la diversidad preferencial ―independientemente de las causas― puede abrazar cada persona y cada “persono” (ironía, claro). De esa manera a la lesbiana le dejaríamos de llamar mujer, porque no es tal, y así sucesivamente. No quiero abundar en detalles para no herir susceptibilidades aun no siendo mi intención.

Este es un tópico que he tratado con anterioridad, no una sino varias veces en la sección "Palabra y Media" de estos mis Indicios Metropolitanos bajo la etiqueta de la discriminación. Y no soy el único en hacer la crítica específica. El afamado periodista y novelista Arturo Pérez-Reverte ha insistido al respecto en España.

Para el caso que nos ocupa, podría pensarse que es el colmo. Si bien las estadísticas permiten para bien distinguir y contrastar los hechos en categorías opuestas y complementarias: niños y niñas nacidas, madres solteras contra padres solteros, divorciados contra divorciadas, mujeres asesinadas contra hombres asesinados y un largo etcétera, emplear un genérico (o sea, un vocablo de referencia general) como hombre (por humanidad) u “homicidio” frente a las ideas de mujer y “feminicidio”, si bien lingüística y técnicamente se antoja no solo inteligente sino correcto en su descripción etimológica, a efectos del discurso político, llevar esa distinción no abona tanto a la claridad como a la chocantería  e incluso los desfiguros como los manifestados por los grupos de mujeres que, haciendo eco, reclamaron de manera teatral a los legisladores extender la alerta a otras entidades, como se ve aquí, al desatino porque lleva necesariamente a pensar y preguntar, ¿por qué solicitar una alerta federal para los feminicidios y no en general para la violencia en todas sus formas? ¿Los varones entonces debemos sentirnos consolados, contentos de que seamos menos víctimas que las mujeres? ¿Y qué decir de los infanticidios, los zoocidios como los que ya empezaron a ocurrir “marginalmente” por virtud de la ley contra el empleo de animales en circos, los uxoricidios (parte de los feminicidios desde que las esposas padecen violencia intrafamiliar y soterrada), de los ecocidios muchas veces prohijados por las mismas políticas de desarrollo urbano en contubernio con las grandes constructoras y las inmobiliarias? ¿Para eso no es necesario hacer alerta porque son reducidos, porque son “controlables”, porque comparativamente “van a la baja”?

Como siempre digo, las palabras, todas, están para usarse, no para abusarse ni para desusarse. Las palabras no son culpables de la mezquindad, la torpeza, la avaricia y demás linduras de nosotros, los hombres. Sí, me refiero a los seres humanos. Porque tan hombre es una mujer como fémina un varón, y esto no solo pensando en los aspectos masculino y femenino de los rasgos de personalidades y conductuales que podemos tener tú o yo.

Ser políticamente correcto, cada día más, se vuelve una de las bromas más socorridas por la estupidez.

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