El lápiz siempre afilado

julio 02, 2015 Santoñito Anacoreta 0 Comments

CONFIESO QUE ME DUELEN dos cosas que leo en algunos perfiles de redes sociales y quizá lo que diré derive en que cancele más de uno la amistad.

Me duele, aunque lo comprendo, el exabrupto de muchos alrededor de Zabludovsky.

Me duelen los comentarios que siguen a ellos.

Me duele que encabecen sus perfiles con consideraciones y llamados a la tolerancia cuando en su decir demuestran todo lo contrario.

Este mensaje no tiene mayor ánimo que hacer una amable excitativa, conminar justo a no ser indiferente.

Yo no soy quien para hacer apología de nada ni nadie. Tengo claros los argumentos de los detractores de Jacobo y las razones que exponen, muchas de ellas injustas porque él en vida no tuvo empeño por desmentir o contradecir las opiniones contrarias. Hizo lo que tenía que hacer en el tiempo que le tocó vivir.

Guste o no a muchos, con él se cierra una época del periodismo. No murió cualquier perro, y menos de esos perros que comen perro por pura rabia.

Desafortunadamente muchos nuevos periodistas han crecido con un "odio" heredado, muchas veces sin saber por qué. Respeto su parecer, pero para mí, que crecí viendo con Jacobo el transcurso de la Historia hasta hoy, semejantes decires, más viniendo de colegas, me duele.

Ya quisiera yo y tal vez ya quisieras tú dejar huella en la vida de una nación y del mundo como personalidades semejantes que a últimas fechas nos han estado dejando. Ellos forjaron, a nosotros nos queda afinar, ajustar, modernizar. Porque está visto que no hay nada nuevo bajo el sol.

Veo con tristeza que la cultura del olvido empieza a cebarse. Alguien, ante esta exposición, me ha "aconsejado":
¿Como cualquier perro? Qué falta de respeto. Toda forma de vida es respetable y demuestras denosto por ella. Que no te duela lo que piense, eres libre de hacer lo propio con tus recursos. Yo jamás he dicho que me da gusto que muriera ni nada parecido. Pero por supuesto que soy una persona crítica de su trabajo. Mejor deja de ser juez y dedícate a ser libre.
Si he de justificar mi postura... Mencioné "perro" en el sentido del argot periodístico de que "perro no come perro". Nunca con el superficial o si se prefiere más profundo significado de la vida en general.

Mi afán no es el de juzgar a quienes de por sí, libremente, ya venían juzgando críticamente el trabajo del periodista.

Mi lamento personal, libre, equivale al del doliente para quien los comentarios justificados o no de hartazgo o crítica respecto del finado por quien se guarda cierto afecto caen de forma impertinente, insensible, con indiferencia.

Recuerdo alguna ocasión cuando, al poco tiempo de fallecida mi madre, cierto familiar expresó su opinión acerca de ella. Y luego ocurrió algo semejante con el deceso de mi padre. Su parecer y su dicho no carecían de razón, pero su impertinencia fue tal que hube de saltar de manera airada. Al lastimar a la memoria por estupidez e insensibilidad no se vilipendia o ensalza al que ya es ausencia, sino se hiere al presente.

Ha llegado a tal grado el desprecio por lo pretérito que en la necia insistencia por vivir el ahora desechamos las raíces de lo que somos. En el caso de Jacobo Zabludovsky, para quien un invento más grandioso que la televisión, el radio o la máquina de escribir lo era el lápiz siempre afilado, el tiempo pondrá en la balanza sus aciertos y desaciertos, sus aportaciones y sus omisiones, cada cual de esas cosas hizo trama en el complejo tejido de Mexico.

Vivir en libertad, aunque supone elección, no implica ser indiferente y mucho menos intolerante. El egoísmo es la antesala de la autocracia.

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