Dos días luego de la incursión de "Poder Antigandalla" y Arne aus den Ruthen en el fraccionamiento que habito, La Florida, el viernes 11 de noviembre, para remover muebles mostrencos, en una calle de preciso significado (que por razones de seguridad omito detallar dados los acontecimientos recientes) se suscitó un triste, grave y preocupante asesinato como recogió el colega Roberto Ambriz de la agencia Quadratín (AMBRIZ, 2016).

Por supuesto no es un caso aislado, como también por fortuna no es frecuente. No es aislado porque se circunscribe en el clima descompuesto que desde mediados de 2015, sino más, ha venido aquejando a los mexiquenses en cuanto al tema de la seguridad. No es frecuente, porque también es cierto que los índices delictivos, según las cifras oficiales específicas para el fraccionamiento, han disminuido aparentemente en lo que va de 2016, si bien existen experiencias y percepciones individuales o de grupo en sentido contrario.

No está de más recordar lo que he expuesto en mis videos publicados el sábado, idea en la que insistiré: No tardaremos en ver surgir movimientos imitadores que, bajo el pretexto de estar haciendo un servicio social como las brigadas de Arne, podrían sorprender a los ciudadanos con intenciones aviesas disfrazadas de causas justas.

Este no es el caso, pues el primer móvil que se sospecha es el del asalto con violencia, pero...

La entrada de hordas o huestes de gente ajena al fraccionamiento so pretexto de lo que persiguen los "antigandallas" —por muy noble que pueda ser en esencia, en principio y espíritu y podamos comulgar con la idea— pone en evidencia la vulnerabilidad ciudadana de mi gente y de todos en Naucalpan y otras partes del Estado de México. Casos como estos, atados en la percepción popular pueden inclinar la balanza a extremos indeseables, como el cierre de zonas habitacionales, fraccionamientos, que no sería sino otra medida desesperada frente al indiscutible vacío de autoridad que tanto nos aqueja.

Si ya el proceder de los "antigandallas" ha venido generando animadversión en la gente, culpable o no de lo que se les señala, por la manera como ejecutan sus acciones, tanto o más gandayas que los “gandallas” a los que exhiben atentando contra su derecho a la identidad y privacidad: sin identificarse, tomándose atribuciones de autoridad que no les corresponden, afectando la propiedad ajena adhiriendo ostentosas calcomanías —que hacen pensar a los gandayas bromistas que pegan en los idiotas y dejados la papeleta—, sin contar con el consentimiento de los propietarios, recogiendo muebles mostrencos sin detenerse a comprobar el abandono o la propiedad de los mismos. Si esto ya empezaba a resultar escandaloso, las consecuencias que pueden derivarse de salirse de control pueden ser muy serias.

Si, como se expone con claridad en un video grabado por el mismo Arne aus den Ruthen (aunque no se lo encuentra en su canal de YouTube)), el propio Gobierno de Naucalpan de Juárez encabezado por Edgar Olvera Higuera habría invitado semanas atrás a través de la Dirección General de Vialidad y Movilidad Urbana encabezada por Juan Fernando Coronel Aranda al movimiento a participar en los megaoperativos que se tenían planeados efectuar por estos días justo para remover muebles mostrencos, entonces de alguna manera el gobierno mismo, queriendo poner orden, abrió la puerta al caos, a la posibilidad del pretexto mínimo que requiere la delincuencia para colarse donde puede hacer daño con entera impunidad.

Tampoco está de más recordar que ya en el pasado reciente se asoció al exfuncionario de la delegación Miguel Hidalgo —quizá sin saber— con presuntos delincuentes (SDP NOTICIAS, 2016).

¿Cómo leer los acontecimientos? ¿El hoy occiso debe ser tomado como un “mensaje” para los vecinos? ¿Caso aislado?

Al margen de toda paranoia que suele alimentar especulaciones, miedo, harían muy bien, primero Arne aus den Ruthen, en revisar quiénes se suman al movimiento nacional "antigandalla", como también los procedimientos que emplean para el efecto, pues sin duda se le está saliendo de las manos y le está resultando contraproducente haberse erigido en paladín moralino de un civismo ramplón y rampante, por mucho que la razón y hasta las leyes lo asistan. Por su parte, los gobiernos como el de Naucalpan, deben tener cuidado de a quién suman en sus políticas y estrategias, y cómo lo hacen, pues está visto que a pesar de las advertencias, los "antigandallas" “agandayaron” la oportunidad con gran torpeza y falta de tacto y visión política. No hubo ningún “cuatro” previo al arresto del popular exfuncionario, en todo caso fue el cúmulo de piedritas puestas en el zapato que lo convirtió en la arenilla molesta. Y fue, de algún modo también, un primer aviso tras su entrada a los tendidos.

Sí, es indiscutible que en el gobierno de Naucalpan hay muchas fallas de toda índole, unas más serias y hondas que otras, pero el discurso demagógico "antigandalla" con que sus voluntarios y líderes se ostentan lo mismo como justicieros anónimos que como víctimas de una comunidad a la que miran como coludida con los cuerpos policiacos y la administración municipales cuando hallan oposición raya, de nuevo, en la paranoia más burda: la del perseguidor perseguido, la del acosador acosado.

Es innegable también que sí, reconozcámoslo, como ciudadanos tenemos la tendencia a justificar conductas y actitudes que bien pueden ser calificadas de gandayas. Nos son bien aplicables aquellos refranes que nos describen como deseosos de que se haga la justicia, pero en los bueyes de nuestro compadre y que este no se alebreste, porque ya se sabe que la culpa no la tiene el indio, sino quien lo hace compadre.

Ahora, lo que es obligado es desmenuzar los detalles en el fondo de este caso. Juan Fernando Coronel es una de esas cabezas del ayuntamiento sobre las que he escrito que pendía la espada de Damocles, quizás este yerro le cueste el puesto y se sume más pronto que tarde a la fila de los recientes “renunciados”. De haber sucedido de otro modo las cosas, estas líneas y las que vendrán ni siquiera las habría pensado.