SE ME SOLTÓ LA PLUMA

agosto 26, 2011 Santoñito Anacoreta 0 Comments


A mi gente. Tras los acontecimientos que han enlutado a mi México, otra vez.

Comulgo con la idea de transmitir "luz" y "vibras positivas" a Monterrey tanto como a Somalia y tantos otros sitios en el mundo, cercanos y lejanos, partiendo inclusive desde el afán inconexo que puede albergar nuestro corazón y explicar que estemos en mayor o menor medida hundidos en la oscuridad; por supuesto hacia ti y todos quienes ahora (agradezco la paciencia), leen estas líneas. Así, vaya todo lo bueno y que se erradique todo lo malo.

Empero, discrepo un poco con lo que apuntó una amistad al decir que "entre más comentemos los lamentables eventos, más poder le estaremos dando a la violencia y al miedo y equivaldría a echarle más gasolina al fuego".

Es verdad que nada se gana con obsesionarse con las cosas y las personas, y echar sal en las heridas, pero no es omitiendo la ominosa realidad como vamos a contrarrestarla. Esa ahí está y punto. Al contrario, hablemos del tema, pero con racionalidad, con conciencia, poniendo las cosas en su justa dimensión, permitiendo que se instalen en la memoria como señales en el camino que llega a mejorar, buscando el lado positivo sí, más aún, proponiendo incluso como desahogo e imaginación edificante soluciones ya sean probables o provisionales y hasta sucedáneas.


Exorcicemos los fantamas del miedo, sin dejar de expresar la indignación que el mal nos ocasiona. Exorcicemos los deseos insanos de venganza, canalizando el dolor propio y ajeno hacia la construcción de un entendimiento solidario de la realidad siempre patente y sus manifestaciones latentes.

Seguramente muchos se preguntan por qué yo escribo como escribo y por qué abordo ciertos temas y me dirijo a ciertas personas reales o imaginarias. Es por eso, porque estoy convencido, como tú, que al mal se le vence con el bien, pero no un bien naif, ingenuo, que lleva a caminar de la mano bajo un cielo rosa; sino uno asentado en las raíces que hacen posible el amor, esa fuerza de influencia positiva y capaz de cambiarnos para bien; esa fuerza a veces aparentemente difícil de encontrar, porque nos empeñamos en buscarla fuera de nuestro campo visual más preclaro que nos abarca a ti, a Ella, a mí, a nosotros, a todos.

La energía positiva no proviene del buen ánimo exclusivamente, de la risa, de la bondad de los actos, de la ausencia de temor, sino radica en la voluntad de amar, de amar-se, de amar-nos, en la voluntad de valer y de hacer valer. Si mis palabras y mis modos por expresar quién y como soy no me hacen valer a los ojos de quienes amo (no necesaria y exclusivamente cercanos en tiempo y espacio), no por eso dejo de valer por mí mismo simplemente por que importo lo que tengo de Ser. Parafraseando a Buda: "Cuando pienses en dolor, piensa en el amor y verás la solución".

Hagamos valer a los caídos por la injusticia, la inquina y la iniquidad; hagamos valer nuestras leyes, nuestro orden. Hagamos valer nuestras miradas, nuestras caricias, nuestras palabras. Sí, transmitamos el mensaje desde nuestro corazón hasta donde tenga que llegar: "Escucha bien, amor, lo que te digo, pues creo no habrá otra ocasión para decirte que no me arrepiento de haberte conocido". (Se me soltó, qué raro, la pluma.)

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