Los hijos de Mercurio

enero 29, 2020 Santoñito Anacoreta 0 Comments


  • El efecto AMLO "tú te callas porque tengo otros datos"
  • Conductores y comunicadores de Televisa y TVAzteca, y otros, migran a LatinUS ¿ante la falta de garantías a la libre crítica?

ERA DE LA OPINIÓN..., un asunto cantado desde hace varios meses, el que varios comunicadores y colegas periodistas ya no "se hallaban" bajo el régimen lopezobradorista o bajo la austeridad republicana o bajo la pérdida de credibilidad y ganancias publicitarias de los medios de los cuales formaban parte, entre muchas otras razones y motivos.

Escribe Matilde Fernández-Cid Enríquez en un artículo intitulado "Las rugosidades de la piel: la construcción de imágenes sociales" acerca de la creación de estereotipos:
Cuando nos aproximamos al análisis de la realidad social, sea cual sea el motivo de estudio y antes incluso de iniciar su potencial medición o lectura, nos encontramos con representaciones sociales. Este concepto remite a formas de percibir el mundo circundante, de otorgar sentido a objetos, lugares, acontecimientos, sujetos… y, muy vinculado a esas peculiares percepciones, orienta también valores y actitudes. Es lógico, pues, que ocupe un lugar central entre quienes se interesen en una aproximación al proceso de conformación de nuestra vida social; también, por supuesto, para quienes se aproximan a esa realidad social con objetivo transformador.

Cuando la jauría empezó a contagiarse la rabia

Así, en busca del bolillo y nuevos horizontes expresivos, vamos sabiendo de la incorporación de varios famosos a las filas de Central FM, LatinUS y otros nuevos medios asentados en el vecino país del norte, con fuerte sustento en plataformas de streaming: Víctor Trujillo "Brozo", Pedro Ferriz de Con, Galilea Montijo, Luis García Postigo, Carlos Loret de Mola, por mencionar unos pocos, sin incluir a los reporteros y corresponsales despedidos de Notimex.

En cambio, las empresas mexicanas de medios más acomodaticias han dado cabida a lo que antes era la "prensa libre", la "prensa de oposición", al "periodismo comprometido", a la "prensa vociferante", en una suerte de remake de la relación medios-gobierno de turno, incorporando a sus filas los otrora ninguneados por el sistema: Víctor Serrano, Julio Astillero, Ricardo Raphael, John M. Ackerman, Jesús Ramírez Cuevas (a cargo de la comunicación de Presidencia), etc. Radio Centro es un ejemplo del lado de la iniciativa privada. Otro es Canal 11, criticado por los que ahora se suman porque, en el afán de sobrevivir la competencia, entre los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto desarrolló una más "agresiva" estrategia mercadológica "impropia de una televisión pública" (según ellos). O sea, los gruñones de ayer hoy respiran bonanza justo en empresas mediáticas a las que antes les ladraban y de las que ahora lamen el bolo. Algunos aun víctimas de sus propias filias, fobias y complejos. Y el público, deslumbrado por el resplandor de la transformación, va poco a poco descubriendo que no es más de lo mismo, empero sigue siendo más de lo mismo. No hay nada nuevo bajo el sol ni pueden inventarse el agua tibia ni el hilo negro, aunque haya quien jure y perjure que hace un periodismo menos acartonado en programas como Rompeviento, con introducciones ceñidas a una música y un quehacer clásicos de debate y entrevista; o quien presume de hablar sin censura y bravucones, sin reconocerlo, censurando a quienes no piensan, sienten el mundo a través de sus ojos y oídos.

Si los de antes fueron considerados unos "vendidos", por mirar hacia otro lado o cantar al son que les tocara el régimen, los de ahora no cantan mal las rancheras ni las de banda. Y así como las mafias cambian de capos, los gobiernos de administraciones, también la información va de boca en boca, unas lavadas con jabón, otras destilando veneno.



Vamos a rifarnos, ¡me canso ganso! —dijo aquél, abordando el jet.

Apunta el colega Javier Fernando Díaz, hablando de ética periodística:
La lucha por las audiencias ha llevado a algunos periodistas a romper todos los principios éticos. Obtener el máximo número de espectadores, oyentes o visitantes lleva a los medios de comunicación a deformar la realidad, forzar las noticias e incluso crearlas de forma artificial.
Es comprensible y natural que la prensa de "izquierda" esté de plácemes, encontrando respiro para su respectivo nicho. Me da gusto por los colegas que se han rifado hasta la vida por ejercer la profesión con verdad y entrega. Lo malo es, y eso les ha pasado a los otros, que empoderados los periodistas pueden envalentonarse frente al régimen o con el régimen y, en el proceso, perder piso y, amparados en la creencia de que "hablan con verdad" y que la "objetividad" es una falacia olvidan, unos y otros, que la neutralidad a la que se deben es a la de un exclusivo partido: México. Pero, no el México de las fantasías de cada cual, sino el México real (parafraseando al tanto vilipendiado como loado Joaquín López-Dóriga). Ese México de cuya vasta y compleja realidad cada cual solo puede captar lo que en su parcela le rodea y en la que al final basa su verificación de los datos.

En el sentido de lo que aquí voy planteando, dos piezas invaluables son las entrevistas por parte de un académico en el centro de la polémica, a dos colegas hoy contrapunteados:





Tiene razón y habla con verdad Andrés Manuel López Obrador cuando esgrime como justificante de sus decisiones, acertadas o no, que tiene "otros datos". ¡Claro! Los datos oficiales del gobierno en turno, maquillados tal vez según las necesidades del gobernante y su administración (recordemos aquello de "¿Qué horas son? Las que usted diga, señor presidente"); o no, solo quien recaba la información, periodista o funcionario público, conoce la "veracidad" de sus fuentes, mismas de las que abrevan, guste o no, las noticias falsas o fake news al más puro, clásico y rancio estilo propagandístico de Goebels y sus once principios maquiavélicos para la comunicación de masas, tan socorrido no nada más por regímenes de izquierda como el nacionalsocialista o el soviético, sino también por los otros, se llamen de derecha, centro, arriba o abajo, con etiquetas entecas por caducas:

  1. Principio de simplificación y del enemigo único: Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
  2. Principio del método de contagio: Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
  3. Principio de la transposición: Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
  4. Principio de la exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
  5. Principio de la vulgarización: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
  6. Principio de orquestación: La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad".
  7. Principio de renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
  8. Principio de la verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.
  9. Principio de la silenciación: Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
  10. Principio de la transfusión: Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
  11. Principio de la unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.

El México en que crecieron Manuel Buendía, Miguel Ángel Granados Chapa, Jacobo Zabludovzky fue uno y su dinámica obligaba, hacía necesario, capotear los temporales, sobrevivir sin menoscabo de la dignidad, sin patear el pesebre. Hoy, parece que la consigna es patear al pesebre o a la mano que mece la cuna so pena del manotazo respectivo sea de la nana o del muñeco consentido, alegando respeto a la propia dignidad y el pundonor. Los periodicazos ahora van de arriba a abajo y no de abajo para arriba, como le sucedió al diario El Universal tras la pifia y exhibición sufrida en una de las chaquetas mañaneras del presidente AMLO: quiso sacar lana y salió trasquilado.


¡Calamidades o calumniedades?

Entre los vociferantes de hoy y los asimilados de ayer estamos dos generaciones sandwich de comunicólogos, periodistas, comunicadores que hemos, calladamente, abierto esas puertas que hoy gozan los primeros y que hubieron de padecer los segundos. Paco Huerta, inventor del periodismo ciudadano, Jorge Guitérrez Vivó, y hasta quien suscribe estas líneas pusimos ante los micrófonos palabras antes prohibidas como "bomba molotov". Encaramos al poder constituido e instituido y hemos pagado con el destierro, el exilio, el descrédito, la muerte social y no hemos chillado como los de ahora porque los pellizcan, ni hemos pecado de estoicos o hipócritas como los de antaño. Simplemente hacemos como que la Virgen nos habla y continuamos, algunos, examinando y exponiendo los indicios capaces de formar una opinión pública.

Y es que informadores hoy abundan, pero hacen falta formadores. Mírese el grueso de los columnistas y artículistas desde los años 90, en su mayoría políticos "sin chamba" o en la palestra que fungen como predicadores de las tendencias del momento, sin ahondar suficientemente en lo que las vuelve tendencias o lo que puede revertirlas, para bien o mal.

Si antes criticábamos que a cualquiera se le soltaba el micrófono y la cámara para hacerlo locutor, presentador, conductor, actor, periodista, fuera feo, bonito, culto o ignorante, ahora cualquiera con un mínimo de carisma y habilidad tecnológica se le abren las posibilidades de convertirse en influyente (influencer) de la opinión pública, así diga y sostenga sandez y media sin sustento. O sea, la plataforma es distinta, pero el trasfondo es el mismo.

El mundo ya es otro y la fuerza primordial conlleva adaptarse a las transformaciones. Octavio Paz, pese a quien pese, fue congruente en su relación con el poder y privilegió la crítica ácida, constructiva, analítica, nunca la corrosiva hasta la disolución (social) como la que vivimos hoy en un México dividido de manera fabril entre liberales y conservadores, fifis y chairos, los suyos y los nuestros, los políticamente correctos y la disidencia venga de donde provenga.

En el fondo no deja de ser triste reconocer el trasfondo que explica parte de esta diáspora de comunicadores otrora útiles a la opinión pública y hoy desechables para esa misma opinión pública tan voluble como desmemoriada. Solo queda recordarles a unos y a otros que como los vemos, nos vimos; como nos ven, se verán tarde o temprano.

Espero que la censura en los contenidos de la Internet, como bien conocemos muchos vlogueros y blogueros, no ceda a la moralina que campea oronda con sus ropajes reales invisibles y por la que solo los ciegos aplauden al rey tuerto y sus decretos y consignas y señalamientos.

Entre periodistas asesinados, demandados o simplemente acusados de colocar el espejo oprobioso de la infamia ante los rostros de los infames, corruptos, abusivos, oportunistas y demás caterva de incidiosos con cetro, hoy son pocos los que pueden ufanarse de no estár atados, así sea con un hilito discreto, a la corriente del poder imperante.

El chayote, como dije en un comentario que fue borrado ¿por el azar? tras el "bloqueo" que sufriera semanas atrás el canal de YouTube de Sin Censura TV, tiene muchos colores y formas (no olvidemos que hay con y sin espinas), pero una sola máscara: la connivencia que enreda sus ramas para ascender y colarse por los huecos de los hechos y los dichos. Por algo apunté en Twitter: si entre perros ya nos vamos a morder, pues por lo menos cuidémonos de no contagiar la rabia.

Lo cierto, y con esto termino, la prensa de hoy se ha vuelto vociferante, chillona, plañidera que en su afán de generar su propia forma de demagogia, se abraza a una manera equivocada de hacer populismo. El populismo en sí no es malo, pero cuando acaba supeditado a la demagogia, ¡cuidado! Si antes la preocupación radicaba en ganar rating, hoy radica en saberse querido y acompañado en la mar inmensa de la comunicación.

Por lo que a este Santoñito Anacoreta toca, hace tiempo que está hecho a la idea de vivir en su ermita y acaso salir a pescar, navegando solitario en su balsa maltrecha de náufrago entregado a su destino.


0 comentarios:

Gracias por sus comentarios con "L" de Lector.