El plan que quisiere Moya

abril 22, 2022 Santoñito Anacoreta 0 Comments


TANTO COMO este 21 de abril de 2022, Angélica Moya Marín, alcaldesa de Naucalpan, reiteró en sesión de Cabildo que:

El nuevo Plan Municipal de Desarrollo Urbano (PMDU) tiene que ser construido con las opiniones, expectativas y necesidades de los naucalpenses, no sólo se trata de realizar una consulta ciudadana, es actitud y voluntad; implica que todo nuestro gobierno se vuelque del lado de los vecinos.

El plan que quisiere la alcaldesa para Naucalpan no dista mucho del sueño de sus antecesores, hay que decirlo aunque duela. No obstante, habrá que esperar, según lo dicho, la propuesta de Angélica Moya al frente del Gobierno Municipal de Naucalpan de Juárez y ver el Plan Municipal de Desarrollo Urbano, ver cómo llena las que ella llama "insubsistencias".

Porque hay una realidad insoslayable como, insisto, he dicho en estos Indicios Metropolitanos en artículos previos: el gobierno mexicano firmó años atrás el acuerdo relacionado con la Agenda 2030 de la UNESCO en donde se establecen claramente los lineamientos para estos planes de desarrollo, en especial para la consecución del "municipio resiliente" (aunque a AMLO le purgue la palabreja). Y muchos de esos lineamientos ya estaban incluidos en los anteriores planes, desde el propuesto por Azucena Olivares, aunque en aquel momento el de la ex alcaldesa resultó una bola de tirabuzón (empleando los términos beisbolísticos del agrado del Presidente) que buscaba dar jiribilla a la población naucalpense.

Ahora la pregunta es si Moya retomará parte del plan que traía entre manos Edgar Olvera Higuera o si hará una mezcla de aquel con el de Patricia Elisa Duran Reveles que ya traía de forma franca las bases de la Agenda 2030.

En realidad, no tendrá el gobierno actual mucho lado hacia dónde hacerse respecto de este acuerdo internacional. Solo espero que no, otra vez, el Plan se convierta en un instrumento de división ni de imposición. Y espero también que las asociaciones vecinales así como los vecinos en su extensión ya se dejen de ideas preconcebidas, de andar poniendo sambenitos a diestra y siniestra, dejen de seguir rasgándose las vestiduras, soñando con un municipio que ya fue y piensen mejor en un municipio como el que tendrá que ser, guste o no. No se puede recuperar lo perdido, ordenar lo existente es arduo pero no imposible y depende de todos que nuestras "cuatro casas" sean de veras un lugar de crecimiento, armonía y con visión presente hacia el futuro.

Suena muy romántica y motivadora esa frase de la alcaldesa Moya de que "Naucalpan fue y seguirá siendo construido a mano, como sólo los naucalpenses lo sabemos hacer". Pero, ojo, parece que hemos tenido mano de metate o de estómago, porque no cabe duda que el nuestro es un municipio desastroso, desordenado, inseguro, insolvente, insostenible, insustentable, atrabiliario, que ha crecido como niño malnutrido con un vientre inmobiliario abultado y hambriento de más y más.

El nuestro ha sido, sí, hecho no solo a mano, sino sobre las rodillas mientras estamos sentados en una piedra medio acomodada entre baches y mogotes, en medio de una movilidad trazada, sí, a mano, como el Viaducto Bicentenario que, a pesar de las advertencias de quienes nos opusimos, no a la obra, sino a lo mal planteada, hoy atestiguamos tristemente sus fatídicos cumplimientos con los accidentes e imprudencias.

Lo hemos hecho a mano como quien amasa el barro con impericia, como quien lo cuece luego poco o demasiado, creando una vasija tlatilca que acaba en el olvido, en algún rincón, cultura de segundo o tercer plano como unas Torres de Satélite más útiles para fondo turístico mundialista o como referente de tránsito, en vez de como orgullo identitario.

Lo hemos hecho a mano, sin duda, aunque siempre buscando en los Remedios milagrosos las razones para seguir siendo enclave industrial y comercial abusivo de los recursos, indiferente y socialmente irresponsable y cuyos arrojadizas heces acaban en las ya escasas barrancas de las buenas conciencias y no nada más en los cuerpos de agua.

Lo hemos hecho a mano, claro, como quien teje la cesta donde el narcotráfico acumula los rostros decapitados para ofrecerlos a la más vieja y prehispánica usanza como monedas de cambio.

Así que, ojalá esta vez nuestros miembros superiores estén mejor coordinados con nuestra vista; que nuestro tacto sea más fino para conseguir asombrarnos con el detalle creativo. Ya sentamos precedente de adefesio por siglos. Tendría que ser momento de llegar a nuestro Renacimiento, a menos que apenas estemos en nuestra Edad Media y no queramos reconocer el oscurantismo naucalpense.

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